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porque te amo. por Kagami Dennise

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Notas del capitulo:

aqui les dejo otro capitulo, ¡disfrutenlo!

Después del vuelo de once horas una vez más Kagami Taiga se encontraba un Tokio y eran alrededor de las siete de la tarde. Al hacerlo las miradas y murmullos se presentaron por donde fuera que el pasara y a pesar de estar acostumbrado no pudo evitar sonrojarse levemente cuando comentarios como “qué guapo” y “¿tendrá novia?” llegaron a su oídos, por supuesto los hombres también murmuraban pero era más como “¡es tan alto!” que cualquier otro comentario.

Cuando por fin recogió su equipaje lo primero que hiso fue soltar al enorme Husky de tres años y medio, al hacerlo este se abalanzo sobre el pelirrojo y las mujeres se derritieron ante la escena. Taiga le había perdido el miedo a Nigou desde hacía ya mucho tiempo –a pesar de su enorme tamaño-, pero los demás perros continuaban siendo “el enemigo”.

Una vez con todas sus maletas y mascota salió a encontrar su lujoso deportivo rojo en el estacionamiento y al entrar y encenderlo la pregunta surgió.

-¿ahora qué?-lo dijo en alto y el Husky siberiano lo miro con la misma pregunta, en primer lugar solo había planeado ir a Tokio… pero había llegado antes de lo que él había esperado, antes de la fecha indicad y no sabía qué hacer. Después de unos segundos su teléfono sonó y al mirar la pantalla encontró un número sin registrar, pero lo conocía. Era la razón por la que estaba ahí. La única razón.

-¿hola?-contesto la llamada con una sonrisa en sus labios. Una sonrisa de verdad, sin segunda intención.

-¿hola? ¡Taiga!-grito al otro lado de la línea.

-¡no grites! ¿Cómo conseguiste mi numero?-pregunto entre risas.

-Alex me lo dio, ¿Quién más podría dármelo?-al otro lado la otra persona también reía-¿Dónde estás? ¡¿Vendrás?!

-¿Qué si iré? ¡Ya estoy aquí! Acabo de llegar hace unos minutos.

-¡¿en serio?! ¡No lo creo!-ambas personas se sentían felices, pero ¿Cómo no estarlo?-no puedo creer que vendrás a mi boda…-la voz de la otra persona se rompió-…no puedo…creerlo.

-¿estás llorando? Venga Tatsuya, no puedes llorar…eres el mayor ¿no?

-pero… ¡estás aquí!

-lo sé, ni yo me creo…pero pasado mañana me veras ¿vale?

-¡claro! ¡Más te vale llegar temprano, ¿oíste?!

-sí, entiendo…nos vemos mañana.

-nos vemos.

La llamada termino. Y la tristeza llego.

Akers tiene razón, soy un cobarde. La única razón por la que vine fue porque Alex me dio la invitación de la boda Tatsuya… y me mantuve en contacto con Tatsuya por medio del correo. No planee ver a nadie o escapar… en todos estos año no he pensado en eso. Nunca. Ni una sola vez…. Soy patético.

El pelirrojo hundió la cara en el volante. A pesar de sus palabras sabia que hacer o más bien a donde ir. Pero. No podía hacerlo porque sabía que si lo hacia estaría destrozado, porque sabía que no podría volver.

El único lugar al que quería ir y a la vez no: su hogar. Su verdadero hogar. Aquel departamento en donde miles de recuerdos lo esperaban. Su infancia. Su adolescencia. El lugar que habia compartido con las dos personas más importantes de su vida. Primero su madre, y muchos años después Tetsuya. Quería ir a ese lugar, lo ansiaba más que nada, pero ¿y entonces qué? ¿Qué haría al llegar? ¿Estaría por lo menos Tetsuya ahí? ¿Aun lo amaría? Todas las respuestas eran un misterio.


Si voy y ve a Tetsu ahí no podre volver a America, no podre dejarlo de nuevo. Si veo sus ojos, su sonrisa, si escucho su voz. Si el aun me ama no podre irme de nuevo porque yo también lo amo… pero no puedo hacer eso o estarán en peligro. Todos. No podre hacer nada… ¡maldición! ¡¿Qué tengo que hacer?!

Unos minutos más y su cuerpo comenzó a moverse solo. Controlado por sus deseos, esos que habían estado escondidos en su interior. El auto comenzó a moverse y después de unos minutos no lo resistió más y tomo el control. Le bastó unos minutos acelerar y cuando lo hiso no se detuvo. Continuo conduciendo por unos minutos más a esa velocidad y después acelero aun más. Al cabo de media hora estaba frente al edificio.


-bien, no puedo ser un cobarde el resto de mi vida-pensó en voz alta. Miro a Nigou y tomo la muy, muy pequeña caja de seguridad que estaba en la parte de atrás del auto, al tomarla recordó lo pesada que era y la importancia de lo que había en el interior. Al abrirla las lágrimas le ardieron en los ojos.

En el interior solo habían tres objetos. De muchísima importancia: un juego de llaves y dos anillo. Las llaves de su departamento y SU anillo de bodas y SU anillo de compromiso. Tomo ambos y se desabotono los primeros tres botones de su camisa. Dejando al descubierto su pecho y el objeto más importante de su vida. No le pertenecía, pero eso no le importaba. Lo protegería. Y solo por el hecho de que le pertenecía a la persona más importante de su vida.

El anillo de bodas de Tetsuya.

Sujeto a su cuello por una cadena de plata. Escondido bajo sus ropas siempre, para que nadie lo viera. Había permanecido en ese lugar – escondido de todos y todo -- en los últimos tres años.

Desabrocho la cadena y tomo el anillo en sus mano, tomo los otros dos anillos y las llaves y los encerró en su puño. Abrió la puerta y salió de auto, tras el Nigou hiso lo mismo. Coloco el seguro y la alarma al auto y – a pasos lentos – se dirigió al edificio.


Al entrar, observo todo a su alrededor. Las paredes tenían un color diferente de cuando se había ido, cambiando el blanco por verde pantano. Comenzó subir las escaleras, seguido por su mascota. Durante los dos primeros dos pisos su paso fue lento, pero al llegar al tercero comenzó a correr. Solo uno minuto le tomo llegara a su destino. Una puerta de madera, completamente igual a las otras… pero diferente.

Su respiración era un poco pesada, más por los nervios que por el ejercicio. Tras el Nigou se quedo en las escaleras cediéndole el paso al pelirrojo. Este solo miro la puerta, mientras buscaba que se respiración volviera a la normalidad. Cerró los ojos un momento y la imagen más bella y perfecta que había tenido nunca apareció.

Imagino que al abrir la puerta Tetsuya estaba ahí, esperándolo con una sonrisa y la cena. Probablemente un omelette –pensoel pelirrojo – o cualquier otra cosa que tenga que ver con huevo-  al pensarlo rio. Imagino que lo abrazaba, que lo besaba y se aferraba a èl, que un lindo “bienvenido” salía de sus labios. Imagino que al mirarlo a los ojos encontraría su hogar. Su único hogar. Imagino e imagino, pero al final no era más que un sueño. Abrió el pucho con un poco de lentitud, en su palma la figura de los objetos se había quedado grabada, sus nudillos estaban blancos y sentía la mano pesada. Al igual que el resto de su cuerpo.

Metió la lleve en la cerradura y con cuidado la giro. El sonido del los seguros llego a sus oídos y respiro hondo mientras sus mano se colocaba en el picaporte y lo giraba con fuerza. Mucha y suficiente para abrir. Cuando la puerta se entre abrió la cobardía lo lleno.

¡No seas patético y abre! ¡Sabes que quieres verlo, que quieres tenerlo una vez más entre tus brazos! ¡Así que solo abre! – se ordeno así mismo mientras empujaba. Con los ojos cerrados.

Cuando por fin estuvo completamente abierta el aun tenía los ojos cerrados, a pesar de que ya estaba dentro. Lentamente abrió los ojos, pero no miro. Y cuando por fin lo hiso todas sus esperanzas e ilusiones se quebraron. Tetsuya no estaba ahí. No había nada más que polvo y muebles viejos.


Nigou entro y al hacerlo comenzó gemir, por dolor y tristeza. En todos esos años había mantenido el recuerdo de su otro amo vivo en su corazón. Recordaba el departamento. Recordaba la pequeña cama que tenía en la habitación de la pareja. Recordaba como en las noches de tormenta el peliceleste lo metía a su cama y lo acariciaba hasta que se dormía. Recordaba todo sobre esa persona. Su olor, su ojos que el también tenía, su voz, su tacto, sus actos. Lo recordaba todo. Igual que el pelirrojo.

Taiga se encontraba en el centro de su sala, la puerta se encontraba cerrada y había un camino de huellas sobre el polvo. Taiga se encontraba de rodillas, con las manos sucias por el polvo bajo sus manos y la miraba en el piso. No podía ver el lugar, no quería hacerlo. Era demasiado doloroso.

Durante las siguientes horas ambos hombres lloraron, en silencio. Y cuando por fin Taiga se levanto, su vista ya no estaba en el piso sino en la nada. La oscuridad lo había llenado todo y la poca luz de faroles y la luna que atravesaba las cortinas blancas no era suficiente. Pero eso no importaba. El pelirrojo se sentó y se recargo sobre la pared, busco a Nigou en la oscuridad y lo llamo. Un silbido solamente y el perro se encontraba a su lado. Kagami extendió las piernas y el animal se acostó en su regazo. En América hacían eso muy seguido, era un protocolo, cuando ambos se tristes eso era lo que hacían.

Cuando el Husky se quedo dormido el pelirrojo se limito a acariciar su suave pelaje. Mientras se decía las palabras que durante años se había dicho.

-Esto es lo correcto, el no tiene que estar aquí, en realidad no tiene ninguna razón para estar aquí. Lo abandone por tres años, no me mantuve en contacto. Seguro piensa que estoy muerto. Si… esto es lo mejor, esto es lo correcto. Esto es lo que tenía que pasar, esto es lo que merezco. Después de la boda de Tatsuya me iré a otro país, tal vez a Italia a surfear o cualquier otra buena playa… si es lo que hare, es…lo correcto…

Se susurro mientras caía dormido y sucumbía a la oscuridad. Entregándose a, no, no su destino. El destino no existe-pensó- esta es mi decisión, me entregare a MI decisión.

Notas finales:

nos vemos luego.


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