Hasta que él duerma
Por Katsumi Kurosawa
Capítulo 14 Final
Familia
Algunos niños correteaban alegres por la playa. Choi SeungJi entre ellos.
Las olas no apagaban sus risas cuando chocaban con la arena, ellos simplemente seguían jugando, después de la fiesta y vestidos aun cos sus trajecitos de gala.
Y cuando se pensaba en “niños” se sabía que eran Song Minho, Kim JinWoo, Kang Daesung, Gong Minji y Lee Chaerin, por su puesto.
Seunghyun y Jiyong no estaban, pero, era su día tu lo comprendes.
— ¿Estás bien SeungRi? —aquel susurro llegó de la dulce boca de Daesung, quien te miraba con preocupación.
—Estoy triste pero… ¿Él es feliz no? —musitas con una media sonrisa.
Estabas tan acostumbrado a que todas las mujeres fuesen tuyas que cuando te topaste con alguien tan diferente a lo que imaginaste y en verdad lo quisiste y no pudo ser tuyo, te enamoraste.
Ellos ya no estaban en la fiesta más, y tú eras el encargado de cuidar al pequeño SeungJi mientras ellos disfrutaban el pequeño momento de luna de miel.
Lo amaste mucho ¿No es así?
Miras el mar y hacia a ti camina el primo d Chaerin. También fue invitado a la boda por lo que se estaba quedando con ustedes.
Quizá…
Quizá deberías dejar ir a Jiyong y abrir tu corazón… a otra persona.
—Hace calor ¿No, Youngbae? —sonríes. Su preciosa sonrisa también se asoma.
La boda fue discreta y muy cálida. Todos los invitados fueron amigos y familiares de la pareja.
Fue una gran sorpresa ver al antes matrimonio Choi en la boda. Parecían complacidos de decisión de Seung y se dedicaron al pequeño nieto.
—Fue una ceremonia sencilla pero muy linda ¿No? —comentó Youngbae sirviéndose un vaso de naranjada.
—Oh sí… lo que es increíble es que hayan esperado seis meses esa boda —reíste ocultando un poco tu melancolía.
— ¿Te… molesta que Jiyong se casara con tu primo? —te tensaste un poco ante la pregunta.
¿Te molesta? No en realidad… pero sí es difícil ese momento en el cual el final es definitivo.
—No —respondes sincero— Espero que sean muy felices…
—Lo serán… ya verás…
…………………
Él miraba por la ventana del lujoso hotel de Jeju, en el que se hospedaban esa noche.
Tú, que habías dicho que entrarías al baño a cepillarte los dientes y cuando regresaste a la habitación, te quedaste parado mirando su bella silueta, sus ojos pensativos y su boca huérfana de besos.
Aun llevaba el traje blanco con el que se casaron.
No entiendes el por qué de que no quisiera quitárselo en todo el viaje desde la casa de playa hasta el lugar donde ahora pretendían celebrar.
Sonríe y voltea sus ojos negros hacia ti.
—No creí nunca que llegaría este día… —susurró mientras te acercas y lo tomas entre tus brazos, fuerte, como si temieras se desvaneciera y despertaras descubriendo que realmente eres infeliz.
Le besas.
Él responde suave y casi tímido. Acaricias sus hombros cubiertos de aquel esmoquin blanco y lo deslizas para poder quitárselo. Te mueves por su espalda y sacas el saco blanco ante el dulce suspiro del rubio.
Las luces tenues de la calle se filtran por la transparencia de las cortinas que disimulan a las personas dentro de la habitación.
El aroma de las flores perfumaba la habitación de manera sutil mientras que el calor de las velas se percibía de manera casi olfativa acariciando sus cuerpos. Tú, tan solo besabas todo a tu paso que se iba descubriendo, venciendo traje de novio quitándole botón a botón hasta dejarlo sin la parte superior del traje, rozando con la yema de los dedos la suave piel de su espalda.
Sonríes, te quitas las prendas, él sólo te ve con aquella inocencia de la primera ocasión que perdieron el control… aquella llena de amor que dio como resultado un hijo secreto para ti.
Él se mete bajo las sábanas y lo sigues para darle un beso suave en los labios y continuar las caricias suaves, que se tornan más desesperadas, al punto de la lascivia, conservando sus toques considerados.
Te sitúas entre sus largas piernas, sin poder evitar aquel suave recuerdo de tus manos temblorosas y los nervios latentes de esa primera vez.
Cierras los ojos, sientes como él se mueve inquieto por la expectación de que continúes el acto.
Tus largos dedos tantean su entrada. El olor a chicle del lubricante que te habías esparcido en los dedos inunda la habitación.
Después de un tercer dedo y muchos delicados ruiditos de incomodidad y deleite, te posas por fin apuntando hacia esa diminuta y sonrosada entrada.
Te deslizas dentro de él gimiendo de gusto. Él arruga las sábanas de la cama y su voz seductora jadea y lloriquea de placer.
Te acaricia, besa, te hace saber los que siente con el armonioso compás de su voz.
Continúas el vaivén desesperante entre besos y susurros de amor, entre sus caricias y su armoniosa voz.
Te enloqueces, sientes que él se envuelve en tu frenesí y después del inusitado clímax y termina haciendo un desastre blanquecino sobre su abdomen para tú seguirlo en lo más profundo dentro de él.
Le sonríes al mirarlo… no podía ser real todo aquello. Era demasiado brumoso y feliz… y por horrores del destino aprendiste que las cosas en la vida no son así de felices.
—Pero quiero creerlo…
— ¿El qué? —susurra Jiyong mientras le besas la mejilla y escondes lo que pensaste en una sonrisa tranquila.
Ya no tienen dieciséis años, ¿Será eso una ventaja?
….……………
Caminaban juntos de la mano, apenas divisando la casa de playa.
Se miran el uno al otro, compartiendo una sonrisa de complicidad, aunque, no es que realmente hubiera un plan o una fechoría… sólo estaban manchados por los recuerdos de la noche anterior.
Se sentían como aquel par de niños que pecaron al amarse de esa manera… y se sentían muy bien aunque había sido pecado.
Ven a SeungJi quien con su la felicidad en el rostro, corre hacia ustedes con una sonrisa de quien le han dicho que sus deseos se cumplieron.
Los abraza profundamente.
—Bienvenidos —susurra tierno.
Caminan los tres, rumbo a la casa, le toman la mano a SeungJi quien está en medio.
Es por fin como debía de ser…
Por fin eran una familia…
Fin