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Hasta que él duerma por KatsumiKurosawa

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Notas del capitulo:

Vuelvo casi a diario no?

Alégrencen D:< xDDDDDDD

Gracias por las que me dan amorts T__T)9

Mitsuki, AlmaGtop, Lety, yuljiyongie, Neleya, BinguCharmer <3

O<

Hasta que él duerma

Por Katsumi Kurosawa 

Capítulo 4 

La despedida

 

 

        Has paseado de la mano con él por toda la playa. Jeju es una isla bellísima, por lo que se han tomado el tiempo para ir y disfrutarla, para darse furtivos besos cuando nadie los ve, para abrazarse mirando la puesta de sol y para comer o cenar juntos entre risas.

 

        Descubres un Jiyong muy diferente al de la primera vez que le viste. Es amable, es lindo, atento, ríe con constancia y es muy divertido, simplemente… perfecto.

 

No cabes en ti mismo de felicidad…

 

        O es así al menos hasta que esa mañana una llamada de tu madre cambia tus planes y derrumba tu mundo en menos tiempo de lo que jamás te imaginaste.

 

        Ella tiene razón. Ya faltaste una semana a clases por estar con el rubio y el regaño de mamá ha sido bastante severo.

 

        Por eso citaste a Ji esa noche.

 

        Quieres despedirte de buena forma, explicarle que las circunstancias piden una separación física durante un lapso.

 

            Sin embargo las palabras de Jiyong suenan en tu cabeza… “Una dama, nada holgazana, que supiera valerse por sí misma, que se atreva a dejar todo por mí… refinada… buena figura…”

 

        —No soy nada de lo que ella quiere… y no es sólo que yo no sea una chica—aquel murmullo sólo lo has oído tú.

 

        Lo miras delicadamente.

       

        Han llegado de nueva cuenta a la casa de playa de Jiyong y le has pedido que vista aquella camisa color vino con el que lo conociste.

 

        No sabes por qué ha accedido con tanta facilidad, pero así es, la tiene puesta y le queda maravillosa.

 

        La casa por dentro es simplemente sublime. De decorados rústicos que le daban un toque acogedor, bambú por todas partes y muebles de mimbre de lo más fino.

 

        Todo dorado, beige y café, aunque vivo, de alguna manera, vivo.

 

        Él te sirve algo de refresco de sandía que había preparado.

 

        Estás sentado en uno de esos sillones para dos a los cuales les llaman “love sit”…

 

        El refresco aunque está delicioso, pasa con dificultad por tu garganta. En realidad no sabes que tu rostro y tus actos te delatan.

 

       Ji te ve fijo y eso hace que te pongas frío.

 

        Se sienta a tu lado y te ve aún.

 

        Sientes de pronto una necesidad de disfrutar tus últimos momentos con él. Se nota puesto que no puedes alejar tus manos de su cuerpo por un segundo.

 

        Te mira extrañado cuando le atraes a ti con uno de tus brazos y es tan pequeño que no haces esfuerzo alguno.

 

        Vuelves a buscar su boca. No quieres perder aquel dulce sabor que se ha vuelto tu adicción… besas, besas con mucho sentimiento y saboreas hasta el último rincón de esa dulce boca, como si no la fueses a besar jamás.

 

        Lo sueltas sin quererlo.

 

        Él hace un ruido que interpretas como un “¿Qué te pasa?”. Con eso sabes que tienes que decirle.

       

        Antes de que comiences, el rubio se levanta y se dirige a la ventana y ve el mar moverse triste ante sus ojos. Pareciera que se sintió atraído y su cuerpo actuó solo.

 

        —Cuando el mar se mueve así, del modo en el que está en este momento... siempre  hay para mí noticias tristes… —dice y tratas de armarte de valor para no lastimarlo con más tiempo.

 

        —Tengo algo muy importante que decirte… —susurras con apremio, te levantas y te acercas a la ventana mientras notas como su cabello se mueve con la brisa.

 

        Ji se acomoda un mechón dorado, como si esperara con paciencia que le expliques por qué has estado comportándote de esa manera tan extraña.

 

        —Por el tono en el cual lo dices parece una muy mala noticia —mira al piso como si ya supiera lo que vas a contar.

 

        —Me voy… regreso a Seúl—tratas de decir pero es de alguna manera muy difícil de sacar—. Mañana…

 

        Ji mira al piso todavía.

       

        Se ha quedado tenso.

 

        Parece que atascado entre temblar y quedarse quieto y es por eso que parece rígido.       No voltea, ve a la nada y te sientes el desgraciado más maldito que existe.

 

        Das un paso y lo abrazas por la espalda.

 

        Se ha quedado tan inmóvil que da miedo. Su silencio es muy extraño aunque sepas que desde siempre él no habla mucho.

 

        — ¿Cómo es que me lo dices justamente hoy? —musita quedamente y no encuentras una emoción clara en sus palabras.

 

        —No lo sabía. Mamá me llamó en la mañana…

 

        — ¿Cuándo volveré a verte? —pregunta dándose la vuelta para levantar la vista, escudriñarte e intimidarte, volviendo a esa postura defensiva con la cual le conociste.

 

        —Ah —vacilas. Aquella mirada tiene un efecto poderoso en ti—. No lo sé…

 

        Tratas de desviar la mirada pero es tan penetrante que te obliga a ver.

 

        Sin embargo sus ojos cristalinos han derrumbado tus defensas y tu única salvación es abrazarla más fuerte.

 

        Miserable no es una palabra que alcance a describirte. Algunos insultos fuertes se te ocurren…

 

        De hecho no hay palabra alguna, insulto alguno que lo logre.

 

        —Un mes… —le dices algo desesperado—. Lo prometo, volveré en un mes… vas a esperarme junto a la misma palmera y bajo el sol… a las cuatro de la tarde. Regresaré por ti y huiremos juntos Ji… Podemos huir a América… Allá, es legal. Podemos ser libres… podemos casarnos…

 

        —Seunghyun… —musita él y por fin responde a tu abrazo escondiendo su rostro en tu pecho, provocando que unas lágrimas corran por tus mejillas.

 

        Lo logró. Logró quebrarte en llanto. ¿Cómo? ¿Es tan impetuoso lo que sientes por él?

 

        Te acaricia la espalda con delicadeza. Agradables escalofríos recorren tus sentidos mientras lo hace.

 

        Es increíble lo mucho que estimula tu olfato con el perfume, tu oído con su voz, el tacto con sus manos, el gusto con su boca…

 

        Bajas la cabeza y besas su cuello lentamente provocando que el rubio ladee la cabeza para que tengas mejor acceso.

 

        Lo estrechas en tus brazos. Sabes que lo que sientes no puedes demostrarlo de otra manera.

 

        —Te amo –murmuras convencido.

 

        Se queda quieto. Sientes que de alguna manera no te cree… claro, es inverosímil amar a alguien en tan poco tiempo…

 

        Acaricias su cintura.

 

        —Te amo… —recitas nuevamente mientras continúas besando el terso cuello y él responde con pequeños y tímidos suspiros.

 

        Repites esas dos palabras fuertes y él te mira a los ojos para enterarse de la verdad.

 

        Te amo,vuelves a repetir. Sus ojos se vuelven espesos.

       

        Te adueñas de sus labios y él corresponde suavemente ante tu arranque de instinto.

 

        Nunca habías sentido algo así.

 

        Feroz…

       

        Trazas el camino de besos desde su boca, su mentón, su cuello, su pecho, quitas con una habilidad desconocida los primeros botones de camisa color vino y en cada abertura besas la piel que se va descubriendo.

 

        Él cierra los ojos.

 

        Parece tomar el acto con mucha madurez.

 

        No sabes lo que te pasa. Te das cuenta que te estás sobrepasando de los límites y sin embargo Ji no te detiene.

 

        El último de los botones la camisa los desabrochas cuando estás arrodillado ante él, besando su abdomen y haciendo que él salte ante tu atrevimiento.

       

        Te levantas para volver a su boca y el rubio se ve tan dulce que hasta lo ves… inocente.

 

        Supones que lo es y tal hecho provoca más seguridad en tu persona y lo tomas de la mano. Lo llevas a su cuarto…

 

        Apagas la luz. Te quitas del cuello una cadena de la que pende un dije de la Virgen María, regalo de tu abuelo y… por supuesto que no querías que la virgen viera el pecado que querías cometer, así que metes el dije en la bolsa izquierda trasera de tus pantalones.

 

        No imagina cuan nervioso estás.

 

        Vuelves a su boca tratando de no parecer lo que eres… un abusivo…

 

        Él sigue correspondiendo dulce.

 

        Apenas rozas la camisa y provocas que se caiga de sus hombros y la deslizas hacia abajo quitándosela. Observas su cuerpo con cautela ya que sabes lo tímido que es.

 

        Acaricias su espalda mientras capturas el lóbulo izquierdo de su diminuta oreja. Logras arrancarle más suspiros.

 

        Lo empujas ligeramente y provocas que se baje de sus lindas sandalias negras.

       

        Tus dedos fríos acarician su abdomen, en ese punto en el que es obvio lo que harán, no te importa verte mal cuando enredas el largo dedo en el botón de sus jeans de mezclilla para desabrocharlo, bajar el zipper y con ambas manos deslizarlos para quitarlos, depositando besos en esas níveas piernas torneadas.

 

        No se anima a quitarte la ropa, así que comienzas por desatar tu camisa blanca botón a botón.

 

        Cuando vas por el tercero él levanta ambas manos y detiene las tuyas.

 

        Te quedas quieto. Piensas por un segundo que se ha arrepentido de lo que comenzaste… sin embargo en un movimiento más continúa quitando los botones y cuando nada une la camisa la jala débilmente y esta cae también.

 

        Le sonríes. Ji te besa de nuevo y sus manos capturan el broche de tus pantalones. Lo desata y de un dos por tres ambos visten sólo su ropa interior.

 

        Lo abrazas. Te quedas estático un momento esperando que él piense bien las cosas y te detenga pero sólo recuesta la cabeza en tu hombro en lo que tú miras su cama con temor.

 

        Él abstiene el aliento…

 

        Con sus delgadas manos blanquecinas, rosa aquel bulto entre tus piernas, sin vergüenza alguna. Jadeas, aquello ha llevado una sensación deliciosa a tu cuerpo.

 

        Sin desconectar tus ojos con los de él, lo ves arrodillarse frente a ti, llevándose entre sus manos tus boxers azul marino.

       

        Sus ojos no escondieron la sorpresa al ver tu miembro erguido, goteando ya líquido preseminal a montones. ¿A caso le parece feo? ¿Pequeño? ¿Se ha arrepentido ya?

       

        Tus dudas se desvanecen cuando la sonrisa de Ji se dibuja en su cara. Es una sonrisa diferente al as demás…

       

        Es una sonrisa turbia… hay lujuria en sus ojos…

 

        Contienes el aliento cuando las manitas de Ji toman tu miembro y lo masajean con un ritmo exacto. Usan tu líquido preseminal como lubricante, sus deditos lo esparcen por el glande.

 

        Jiyong se ve tan pequeño ahí arrodillado ante ti, acercando su cabeza a tu miembro, sacando la lengua para recibirlo en su boca, haciéndote jadear muy fuerte.

 

        Te haces un desastre de jadeos, Jiyong usa sus manos al compás de su lengua. Es… delicioso… sientes el poderoso cosquilleo en el abdomen sabiendo lo que seguirá.

        Lo detienes. No quieres chorrearte en su boca definitivamente…

 

        Lo tomas entre tus brazos para ayudarlo a pararse

 

        Contienes el aliento.

 

        Sólo una…

       

        Una prenda te separa de él.

 

        Lo recuestas delicadamente en la cama. Besas su cuerpo con apasionada torpeza… lames los botones que los adornan, desciendes por su abdomen y con los dientes jalas la pretina de los boxers, depositado tu mirada en la de él que te observa muy entretenido.

 

        Su boca está entreabierta. Sus ojos brillan con el más puro deseo…Tomas los boxers blancos… castos y blancos los deslizas también…

 

        También está muy duro y húmedo. Tomas su miembro con tus manos enormes y le devuelves el favor de hace un rato, viéndolo retorcerse y jadear mientras lo masajeas de arriba abajo.

 

        — ¡Seunghyun…! gime cuando te lo llevas a la boca también y se convierte en un manojo de gemidos, retorciendo aquel delicado cuerpo blanquecino entre las sábanas blancas.

 

        Ahuecas las mejillas, metes y sacas su miembro dentro de tu boca, saboreas la sonrosada cabeza y continúas con el movimiento, haciéndote adicto a escuchar la voz de ese chico con ese tono específico.

 

        —Yo… voy… a… ¡voy a…! y recibes un disparo de líquido blanquecino directo a la boca. Bebes, no tienes por qué hacer sentir mal a Ji escupiendo aunque sepa raro.

       

        El rubio tiene las manos en la boca. Está rojo como un maldito tomate. Puedes verlo gracias a que tu visión se ha acostumbrado a la poca luz de la luna que se filtra en la ventana.

 

        Es ahora cuando lo ves a los ojos y te pierdes en ellos… en ese mar de color chocolate.

 

        Te colocas sobre él… tienes algo de miedo por continuar…

 

        Tomas tu miembro y te colocas en su sonrosada entrada, esa a la que le diste un lengüetazo antes sólo para hacerlo jadear.

 

Te introduces levemente…

 

        Escuchas sus suspiros.

 

        Es muy estrecho, sientes que te rechaza y estás ciego de lujuria, sordo de pasión, quieres sentirlo ya, te desquicia y jadeas dejando caer hacia atrás tu cabeza, estás dentro.

 

 Jiyong suelta un grito reprimido.

 

        Te asustas.

 

        Mantiene los ojos cerrados en una expresión doloroza.

 

        —Abrázame —musita extendiendo sus brazos y lo obedeces por sentirte culpable.

 

        Pero has sido un bruto de lo más grande en la historia de los brutos. No es que su cuerpo haya sido diseñado para meter algo por ahí…

 

        Lo acaricias y consuelas repartiendo besos mariposa por sus mejillas húmedas de lágrimas. Eres un total imbécil…

 

        Está muy apretado y cálido dentro de él. Oh es delicioso, pero de ningún modo te atreves a moverte…

 

        Entonces, decides salir y atentas a hacerlo.

 

        —¡No..! ¡Quédate… ahí…! —te ordena y vuelves a meter los centímetros que habías sacado, escuchándolo jadear— Sigue por favor… estoy listo… sigue…

       

        Continúas el vaivén. Ji no vuelve a gritar.

 

        Estás ocupado en asimilar todo eso que sientes, la primera vez que lo sientes; lo disfrutas sin poner peros…

       

        Embistes una y otra vez, logrando sacar de Jiyong un gemido agradado. Sus uñas se entierran en tu espalda…

       

        Ji se retuerce y se arquea entre tus brazos.

 

        —Oh sí~ ¡Ahí~! —te indica y atacas más justo en el modo en el que te metiste para alcanzar ese lugar que te está señalando.

 

        Gime, ronronea… Jiyong es el ser más hermoso que has visto en tu vida. Puedes ver tu miembro entrando y saliendo de él, puedes verte a ti mismo mancillando un ángel…

 

        Llega el momento en el cual percibes como eso que en tu vida te imaginaste sentir… aquello maravilloso, placentero, delicioso, llega a su fin.

 

        Jadeas, gimes, gritas… la piel se te puso de gallina, el cosquilleo en tu vientre lo avisa.

 

        Vas a correrte…

 

        Tomas el miembro del rubio que hacía un rato había despertado nuevamente y lo acaricias para embestirlo con el mismo ritmo y fuerza, haciendo que la voz del más chico se escuche una y otra vez, gimiendo, gritando, diciendo tu nombre.

 

        Ves tu mano húmeda, Jiyong se ha corrido en ella… y entonces sientes como la electricidad te recorre la espalda y te vacías violentamente dentro de él.

 

        Te detienes.

 

        No dejas de jadear. Estás bañado en tu sudor y ves a Ji en las mismas condiciones.

       

        Te recuestas en su pecho mientras jadeas débilmente, aferrándote a la cintura de ese, el hombre que amas.

 

        Ji acaricia tu cabello.

 

        Qué he hecho… te preguntas de manera estúpida. Como si fuera un shock darte cuenta ya con la cabeza fría.

 

        Maldita sea, lo hiciste tuyo… te forzaste dentro de él y lo hiciste tuyo…

 

        Te recuestas a su lado; lo abrazas muy fuerte contra tu pecho y él mantiene los ojos cerrados en una expresión de profundo éxtasis.

 

        No lo soltarás.

 

        —Voy a amarte por siempre Ji…

 

 

Continuará…

Notas finales:

Nah, no hubo drama aún.. el siguiente sí está feo xDDDD


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