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Hasta que él duerma por KatsumiKurosawa

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Notas del capitulo:

Pues un día espués vuelvo :v :v :v

asdsada No, no porque haya recibido el amor que esperaba TT__TT pero al menos no se quedó en cero reviews T_T)9 asd

Hasta que él duerma

Por Katsumi Kurosawa

 Capítulo 2 

Sufrimiento

 

 

        La cena termina entre risas y bostezos. Es gratificante volver a verlos a todos después de tanto tiempo.

 

        Tú, te has quedado triste mientras miras al techo de la sala en donde todos acampan incluyendo a SeungRi. Eso te da la idea de que Jiyong no quiere que nadie sepa de lo que ocurre entre ellos.

 

        Sin embargo, sabes que tienes que hablar con él. Sabes que tarde o temprano debe ser así.

 

        —Habla con él —susurra Daesung como leyéndote la mente en lo que todos se duermen— Debes saber que SeungJi es llamado así por la combinación de los nombres de sus padres —después se queda roncando medio muerto sin decirte más.

 

        La duda te carcome.

 

        Por supuesto que concluyes que el “Seung” es por ti y el “Ji” es por él. No fue muy ingenioso si quería ocultarlo a todos… o al menos ocultártelo a ti.

 

        Aun así, tú sólo quieres que él te diga que SeungJi es tuyo…

 

        Cierras los ojos sintiendo la emoción creciente y ves a tu alrededor después. Todos duermen profundamente y sin excepción.

 

        Te levantas tratando de no mover a Daesung ni a Mino que duermen a tus costados.

 

        Te escabulles a la habitación de Jiyong con la habilidad de un gato. Tú ya sabes donde se encuentra… tú ya has estado ahí antes.

 

        Abres la puerta del muchacho con cuidado, casi convencido de que fuiste un ninja en una vida pasada.

 

        —Cuando escuché movimientos extraños, me puse alerta…

 

        Te quedas paralizado. Lo ves ahí; ha encendido la luz y te mira indiferente, cruzado de brazos.

       

        Espera que le expliques lo que querías, porque si estabas ahí, después de que todos se durmieran, obviamente querías hablar de algo.

 

Sin embargo no te resistes a tus deseos.

 

        Lo tomas de la cintura y lo acercas a tu cuerpo sintiendo el contacto provocar tu instinto voraz, según tú, dormido durante mucho tiempo.

 

        Él te mira asustado, más bien, sorprendido. Apoya las manos en tu pecho como para separarse un poco de tu cuerpo y mirarte bien a los ojos.

 

        — ¿Qué pretendes? —te pregunta con la voz helada.

 

        Pero el tiempo en el cual lo conociste aprendiste a diferenciar los sentimientos de ese chico de carácter difícil.

 

        Así que sabes perfectamente que sus piernas tiemblan y trata de que no lo notes tensando su cuerpo.

       

        Hueles su cuello fino. Sigue teniendo aquel embriagador perfume… aquel Chanel, que le compró su madre cuando tenía cuatro años para que lo usara en su adolescencia.

 

        Acaricias su cintura mientras la miras fijo transformando tu habitual fachada tranquila y relajada, al animal salvaje que llevas por dentro. Tus ojos se dilatan, tu boca se saborea.

 

        Lo mantienes firme contra tu cuerpo y lo estrechas con más fuerza logrando que sus preciosos labios choquen con los tuyos y los captures para acariciarlos con salvajismo con los tuyos, darle provocativos mordiscos y beber de ellos cual vino de excelente cosecha.

 

        Él se separa con dificultad y te mira entre confundido y enojado. Tal vez alterado y excitado, pero obviamente no lo aceptará.

 

        Tú le sonríes de una forma boba. Siempre te salías con la tuya de esa manera, no por nada te apodó Bingu.

 

        Él mira a su alrededor como buscando con que golpearte pero sólo miraba el reloj de su mesita de noche. O quizá está tomando su debido tiempo para reflexionar qué está pasando, cómo y por qué.

 

        — ¿Qué se supone que te propones? —te pregunta por fin enfurecido pero manso a la vez. No sonaba una combinación congruente pero era lo que más saltaba a la vista en el tono de su voz y su expresión facial.

 

        —Soy un imbécil, ya lo sé —le dices sin dejar de sonreír—. No por lo que trato de hacer sino porque no regresé cuando te prometí que lo haría —besas la mano que hace poco capturaste mientras Ji te sigue con la vista.

 

        —Eso está en el pasado ya —te responde cruel.

 

        —Sabes que no —debes ser altanero, él no es alguien que se doblegara fácilmente—. Sabes que hay una prueba fuerte…

 

        — ¿Ah, sí? ¿Cuál?

 

        —SeungJi

 

        Jiyong se queda callado y serio. Se cruza de brazos y suspira sólo para decirte:

 

        — ¿Qué con mi hijo? —poniendo énfasis en el “mi”.

 

        Sonríes. Sabes que quiere salirse del tema o hacerse el desentendido porque lo has pillado.

 

        —Que también es mi hijo —susurras firme, escondiendo un dejo de alegría.

 

        — ¿Qué te hace pensar que lo es?—ante su respuesta seca tratas de no perder la esperanza, pero te es casi imposible trastabillar.

 

        —Se parece a mí —afirmas pero aun lo dudas— Ya sé que su nombre se lo debe a la unión del de sus padres—lo miras fijo aunque temeroso ¿Qué pasó con la confianza con la que habías entrado a su habitación? ¿O con el coraje con que lo besaste?— ¿Seung…?

 

        Él sonríe. Te has quedado de piedra porque eso no siempre quiere decir buenas noticias.

 

—SeungRi también lleva “Seung” en su nombre ¿No?—dice sin borrar su sonrisa manteniendo los ojos cerrados.

 

        Un vacío se ha apoderado de tu estómago mientras sientes el frío de los celos hervir tu sangre. Lo imaginas en los brazos de SeungRi, entregándose una y otra vez… lo imaginas gimiendo su nombre, ese que también comparte contigo.

 

        Respiras con dificultad y sabes que tu rostro saca a flote todos los sentimientos, siempre has sido demasiado transparente y eso te molesta.

 

        Él aun sonríe pero te mira con un brillo vengativo en esos preciosos ojos almendrados.

 

        —Las cenizas de nuestro fuego se las llevó el mar, Seunghyun... se fue con el verano de hace cuatro años, casi cinco… —se acomoda uno de los mechones rubios y suspira— No queda nada, Seunghyun. Por favor: sal de mi habitación…

 

        Ha pronunciado cada una de las palabras de una forma cruel y casi sádica. Incluso escuchaste a tu corazón desquebrajarse y hacerse añicos con cada palabra.

 

        No ha cambiado nada. Así lo conociste, tan sincero que lastimaba.

 

        Le das una última sonrisa como si nada hubiese sucedido, haces una reverencia y susurras “Buenas noches, Ji

 

        Sales.

 

        Pasas por la sala repleta de gente hasta el pórtico de la casa y corres por la arena fresca bajo la luz de la luna.

 

        Corres…

 

        Sólo corres…

 

        Te repites que has sido un tonto, un imbécil…

 

        Si hubieras regresado, quizá sería tu esposo… porque tus planes eran huir con él a América y vivir una vida libre de tabúes a su lado.

 

Le habías prometido un mes y no volviste a esa playa en la isla de Jeju. No pudiste volver…

 

        Él tiene razón y es lo que más te duele.

 

        Ahora, tiene un hijo de SeungRi.

 

        Ya no te ama.

 

        Quizá existe la posibilidad de que él nunca te amo. Quizá sólo fuiste un impulsivo amor de verano y te entregó su cuerpo por una mera ilusión…

 

        Seguramente descubrió que el que le convenía era SeungRi y por eso lo ató a él con SeungJi.

 

        Las lágrimas se juntan en tus ojos y se deslizan por tus mejillas con un sabor amargo.

       

        Te detuviste después de haber corrido dos kilómetros. Has caído de rodillas en la arena blanca y las olas amenazan con rozar tu piel.

 

        Las lágrimas no cesan.

       

        Tu corazón se ha roto. Puedes sentir las piezas cuando respiras, cuando sollozas, que se hacen más que añicos, se hacen polvo…

 

………………………

 

        Lo miras desde la ventana. Lo viste correr…

       

        Se perdió de vista.

 

        Las lágrimas han surcado tu rostro.

 

        Sales de tu habitación con una mano en los labios. Él te besó… el despertó aquel sentimiento que creíste dormido. Aquel que cosquilleó en tu interior cuando lo viste frente a tu puerta, tan guapo, tan varonil, tan cambiado.

 

        Entras a la habitación de SeungJi y lo ves dormido plácidamente en su cama.

 

        Lloras aún.

       

        Tú bebé ha crecido. No puedes creer que hayas tenido a ese pedazo de cielo a los dieciséis años…

 

        Te acercas a la cama. Te metes a ella y abrazas a tu hijo con dulzura.

 

        —Omma… ¿Tienes miedo a los monstruos otra vez? —te murmura adormilado cuando responde a tu abrazo.

 

        —Sí… —le respondes mientras tus lágrimas se hacen más gruesas sin que el pequeño lo note.

 

        —No te preocupes. Yo te protegeré…

 

        Y se queda dormido rodeándote con sus pequeños bracitos.

       

        Era por tu niño…

 

        Por tu niño no ibas a volver a portarte como un adolescente y no ibas a volver a ilusionarte con él… ese quien te dejó…

 

        Que jugó contigo y te engatusó para que te le entregaras.

 

        Pero qué estúpido… y tu que lo amabas y pensabas que él también te amaba…

 

        Ese desgraciado. Ese que te dejó sufriendo…

 

 

 

Continuará

Notas finales:

Yaaaaai :v :v denme amor! *la necesitada le dicen*

 

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