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Sataw23 por BubbleTea_Baby

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Notas del capitulo:

subiré dos capítulos por la demora, lo siento mucho:c disfruten, gracias a las personitas bonitas que han dejado review y que han leído mi nueva historia<3

—¿Son ellos otra vez? —Murmuró algo alterado YoungJae, tomando nerviosamente su propia muñeca, y corriendo un poco la cortina de una de las ventanas de su casa para mirar al exterior.

—Me temo que sí. No salgas, no mires hacia afuera. Sabes lo que son capaces de hacer. Hace poco se introdujeron a la oficina de comando de los comunicadores. Quítatelo por si acaso. No quiero que vuelva a suceder lo que hace unos años. —El joven de ojos grises tragó con fuerza mientras se quitaba la pulsera de la muñeca. La apagó para que nada malo pasara, no quería repetir una mala experiencia. Luego de mirar a su alrededor con los ojos reflejando el miedo que sentía, escuchó unos gritos desgarradores desde fuera de su casa. Su padre no se inmutó, pero las piernas de YoungJae comenzaron a temblar y se puso pálido. Sabía lo que estaba sucediendo. Seguramente era una chica que no pudo quitarse el comunicador a tiempo.

 

 

 

——————————

 

 

 

—Vale, iré a leer ahora. —Murmuró YoungJae al terminar su comida. Solía hablarse a sí mismo cuando estaba muy aburrido o simplemente el silencio se le hacía incómodo, resaltando bastante ese horrible ruido de las calles que gracias a la costumbre lo dejaba dormir tranquilo, o eso creía. Había pasado ya un año desde ese raro acontecimiento en su lugar de trabajo, y aprovechando el tiempo libre que tenía en ese entonces, se dispuso a buscar en una computadora algunos de los archivos más antiguos del planeta. Había descubierto varias cosas en ese lapso de tiempo, aunque estaba inmerso en la rutina, nada lo entretenía más que el trabajo (a la hora en que se dormía el hwelk y podía observar lo que quisiera, en busca de misterios) y sus horas libres donde podía investigar aún más a fondo sus propio antepasados. Jae, por su educación, sabía que eso estaba mal, muy mal, pero no soportaba la extraña sensación de que algo le faltaba, y ese algo justamente era el pasado, algo no rellenado, no sabía de dónde venía, cómo es que avanzaron con el tiempo, tal como los Sataw23 lo habían hecho notablemente desde que él comenzó a vigilarlos hasta la actualidad, lo que se notaba a simple vista, ya que él no recibía los archivos escritos por su gente. YoungJae pudo descubrir varias cosas que lo habían impresionado demasiado, hasta ahora sabía que los hwelks hace millones de años solían hablar a través de algo como una caja con una pantalla… ¡Qué loco! Él podía comunicarse con hologramas que nacían de unas finas pulseras especiales con quien quisiera, sin necesidad de gastar dinero, como había leído que se hacía antes, y además podía ser con cualquier persona del mundo, siendo que antes la distancia era limitada, se pedía más dinero mientras más lejos estaba la otra persona, y la señal a veces resultaba confusa. Eso no pasaba con las pulseras que él poseía. Sinceramente aquello le había sacado más de una carcajada, el pensar que podías perder ese extraño aparato, mientras que las pulseras se ceñían muy bien a la muñeca de cada hwelk, y era imposible que alguien además de ti mismo te la pudiera quitar, ya que poseía un conjunto de enormes códigos que no se repetían en ninguna otra pulsera de Sat.

 

 

YoungJae observaba el pequeño holograma disparado por la computadora, donde leía cuidadosamente un libro que había conseguido hackeando la página oficial de la Gran Biblioteca, a la que iban millones de personas cada día, pero él había encontrado un libro especial, que según lo que ahí decía, estaba prohibido su venta y lectura desde hace un montón de años atrás. Y con un montón se refiere a más de los años que poseía su padre, repetido unas mil veces. Al parecer se refería al comienzo de la historia, al comienzo de la vida en sí. El libro trataba de que en algún momento los hwelks se habían reproducido naturalmente, habían comido de la naturaleza, frutos y plantas específicamente (cosa que ya no había, pues sólo quedaban edificios y calles y en general, se ocupaba todo el espacio en construcciones).

Al terminar el libro en un par de horas, ya que YoungJae tenía la capacidad innata de leer bastante rápido y entender muy bien todo, por lo que no necesitó mucho tiempo, a pesar de ser un libro seguramente más pesado que sí mismo. Sus ojos mecánicos le ayudaban más en ello, éstos se movían y captaban imágenes a gran velocidad, así que no necesitaba mucho tiempo para leer algo realmente extenso. Trató de imaginar toda la información que había procesado, y le parecieron fantásticos los conocimientos que poseía ahora del pasado, y más curiosidad tenía ahora del cómo llegaron a ser tan avanzados en la tecnología. Estaba impresionado. Tanto que su boca se había abierto en conjunto con sus ojos, y no quitaba la vista de la portada del libro que había acabado de leer. El holograma se alzaba en su gran habitación, como un espectro que estuviera a punto de devorarlo. Su cabeza comenzó a doler al momento en que pensó demasiado todo. Al sentir el punzante dolor (leve, pero para él resultaba infernal puesto que no estaba acostumbrado a percibir ningún tipo de dolor), apretó un par de botones en su pulsera, la que también era llamada comunicador, y luego de sentir un ligero calor recorrer su cuerpo, el dolor se fue. Exactamente, podía sanar su dolor con un medicamento que la pulsera enviaba a su cuerpo, a través de unas agujas microscópicas insertadas en la piel de cada hwelk, junto con estimulaciones realizadas por la misma. Suspiró con pesadez, pero lo que aún seguía girando en su cabeza era “que los hwelks hace millones de millones de años, tenían sus hijos a través de relaciones naturales”, ¿qué significaba específicamente esto?

 

—No será que… La unión de labios… No, eso no es posible. —Susurró para sí mismo, masticándose con nervios el labio inferior al recordar la escena. Pasó una de sus manos por su extremadamente suave piel del rostro, luego, se puso rápidamente de pie, aunque no era horario de trabajo para él, partió corriendo hasta el laboratorio, y al llegar, un aparato de identificación reconoció su rostro fuera de su oficina personal, y recién en ese momento la puerta se abrió, dejándolo pasar. Se preocupó de dejar el aislador de sonido activado, para que nadie fuera de él escuchara lo que estaba pasando dentro de ese lugar. Como siempre, prendió el holograma y el sonido tridimensional al máximo. Sus dedos temblaban, y sentía cómo el calor comenzaba a hacer presencia en su cuerpo. Tocó su pulsera y apretó un botón para regular su temperatura corporal y que fuera constante, en una menor. A pesar de todo, se sentía como ahogado, dudando de si lo que estaba a punto de hacer estaba bien o no.

 

—Búsqueda, idioma hwelk. —Dijo el pelinegro en voz alta, ya casi encima del holograma. Mordía aún su labio, pero luego de unos minutos, la búsqueda que había hecho el aparato que emitía la imagen, no tuvo resultado alguno. Joder. YoungJae dudó un momento, luego de mirar a la nada misma pensando en si acaso eso funcionaría, musitó—; Búsqueda, lugar donde al saludar se dice “Hola”. —En la imagen aparecieron una lista de, pensó el joven, formas de decir hola; y estaba en lo correcto. Buscó la palabra en su idioma, pero no logró encontrar nada—. País donde no habite ningún hwelk… Búsqueda desde planeta Sat, operador Yoo YoungJae. —Al instante, apareció en la pantalla la fotografía aérea de un terreno. Arriba decía “Corea del Sur”, en letras grandes y llamativas. Al parecer era el único país al que los hwelks aún no enviaban a su gente a investigar. YoungJae se sintió nervioso, incluso un poco asustado, pero no se detuvo en ningún instante—. Búsqueda, idioma de Corea del Sur. —Pronunció rápidamente, pero el programa pudo detectar lo dicho y apareció de inmediato un largo texto que debía ir bajando para seguir leyendo. Había también una foto insertada de un Sataw23 coreano, habitante de Corea del Sur, obviamente. YoungJae creyó que se parecían a los hwelks, y, era obvio, si habían sido hechos a su imagen y semejanza—. Mh, vale… —Murmuró mientras leía el texto, que había sido traducido a su idioma.

 

Al pasar de largos minutos, decidió algo totalmente loco para cualquiera, aunque simple y normal en los hwelks. Tomó un fino cable proveniente del aparato, lo conectó fácilmente a su pulsera, y estuvo con la boca entreabierta por unos segundos antes de comenzar a hablar, puesto que por alguna extraña razón, estaba bastante nervioso.

 

—Traspasar conocimientos del idioma coreano a comunicador. —Pronunció finalmente y con voz firme, un molesto pito resonó en la habitación y en apenas unos segundos, logró escuchar un robótico “información traspasada”, luego, su pulsera emitió una luz por un corto período de tiempo. Después de ver cómo se extinguía ese destello, apretó otro de los botones de su pulsera, el encargado de traspasar toda la información guardada anteriormente en ésta fuera enviada hasta su cerebro y almacenada allí. YoungJae ya sabía hablar coreano a la perfección, sin tener que mover siquiera un dedo.

 

 

 

 

 

 

Desde aquel entonces, YoungJae se dedicaba a hacer práctica del idioma observando ese país en su tiempo libre de vigilancia, y la verdad es que estaba obsesionado con lo curioso de los Sataw23 que allí había. En especial uno…

—¿Cómo es que puede ser tan guapo? ¡Es hombre, y es un Sataw23! Joder. —Murmuraba para sí mismo YoungJae, sin preocuparse de hablar mientras masticaba un gran bocado de pasta con salsa de carne. Casi no pestañeaba y no dejaba de echarse más y más comida a la boca mientras observaba unos bailes que hacían un par de chicos al aire libre, al ritmo de música que él no conocía. En Sat era normal decirle a cualquier persona que era guapo o guapa, siendo hombre o mujer, puesto que de todos modos la gente se casaba por unión a favor, sin importar el sexo.

 

Los días pasaban, y YoungJae no podía evitar encontrarse con ese mismo chico cada vez que vigilaba Corea del Sur. Escuchaba su canto, veía sus bailes, pero jamás quiso ir más allá de eso, creía que era una violación de su privacidad… Aunque fuera prácticamente un experimento. Pobres Sataw23, que se pasaban la vida creyendo que eran los seres superiores del universo… Ni siquiera los hwelks. Ellos sabían que nadie era superior a nadie, bueno, aunque obviamente los Sataw23 eran inferiores, ya que eran un experimento con fallas, o eso es lo que el padre de YoungJae decía. Con el paso del tiempo, se fue notando que ellos iban perdiendo la memoria, o que olvidaban ciertas cosas, resultando ser otra falla en su sistema. Eran más propensos a enfermarse, se mataban entre ellos… Aquello iba en contra de todo lo que en Sat se hacía. Pero para YoungJae resultaban seres iguales a él. Su mente era tan abierta que aceptaba a los Sataw23 como experimentos, pero los consideraba también un tipo de vida, pues podían pensar, razonar por sí solos, y actuar sin el mandato de nadie. Para él no eran basura de Sat. Eran libres. Y eso era precisamente lo que a YoungJae le faltaba; ser libre.

 

 

—Papá, me siento enfermo.  —Comentó una vez el joven de ojos grises a su padre, puesto que sintió cómo su corazón bombeaba más rápido sangre a su cuerpo, haciendo que sintiera algo de calor.

—¿Qué sientes? —Respondió su padre, al mismo tiempo que iba leyendo unos hologramas enviados seguramente desde el laboratorio, de unos informes de los últimos experimentos hechos con los Sataw23 y distintas informaciones.

—Mi corazón se acelera cada que pienso en algo que vi, ¿sabes qué puede ser? Me siento acalorado. —Acotó YoungJae, quien pensaba en lo feliz que se veía aquel chico de Corea del Sur, tan animado. Realmente lo admiraba, pero no sabía la razón.

—Seguro necesitas un nuevo corazón. —Respondió el padre con indiferencia, muy concentrado en lo que hacía. Jae bufó, confundido, y frunció ligeramente el entrecejo. Se sentía incómodo por esa sensación de estar acelerado sin siquiera hacer ejercicio o algo parecido antes.

 

 

 

 

—¿En serio, otra vez? —Exclamó algo desesperado, era de madrugada en ese entonces, y él seguía encerrado en su oficina del laboratorio. Su padre le había preguntado varias veces qué es lo que hacía allí, y el joven se excusaba con que el hwelk al que le tocaba vigilar dormía muy poco y tenía horarios extraños. Su papá le creyó, ingenuamente, sin pensar lo que su hijo estaba tramando. Jae veía cómo una pareja de Sataw23 cerca del chico ese que bailaba y cantaba, unían sus labios por un corto rato. Se le fue el apetito al ver ese accionar, así que decidió por seguir viendo cómo el joven de cabello castaño y amplia sonrisa bailaba junto a otros, saltaba y cantaba en voz alta—. Se ven tan felices… —Murmuró con nostalgia, comparando la realidad que podía ver de aquel joven con la de él mismo. Él trabajaba, debía estar serio, responder a estúpidas entrevistas, ver cómo los hwelks con sus caras largas se paseaban por las calles, sin nada que decir, nada que hacer… Nada interesante. Nada que lo alegrara. En sus diecisiete años de vida, jamás se había reído y divertido tanto como lo estaba haciendo ese chico mientras bailaba. Y por alguna razón, las ganas de vivir y ánimo de él, se le contagiaban a YoungJae.

 

Pero no aguantó mucho observando una bella vida mientras él vivía una miseria. Empezó a darse cuenta de lo aburrido que era todo a su alrededor, de lo monótona que era su vida, del poco cariño que recibía de sus padres, del poco tiempo disponible para hacer otra cosa que no fuera trabajar. Comenzó a admirar la viveza que había en el vertedero tecnológico. Y ese fue su error. Su grave error. Al menos para su sociedad.

 

 

 

 

 

—No quiero vivir más de doscientos mil años en esta porquería… —Murmuró YoungJae, colgándose una mochila grande y moderna a los hombros. Dentro, llevaba cosas esenciales para él. Era de madrugada; todos dormían. Jae estaba decidido, totalmente, no quería que su vida fuera una miseria, no quería vivir viendo la felicidad de otros mientras ni él mismo sabía en qué rumbo iba su vida, no le encontraba un sentido alguno. Revisó por milésima vez la mochila; agua, píldoras de energía, píldoras de oxígeno, y lo más importante; comida y ropa. Vestía ropa termorreguladora, especial también para los teletransportadores. Lucía como ropa normal; jeans y una camisa, todo negro, lo diferente eran los círculos celestes como luces en su antebrazo y muslos. Con mochila y todo listo, se adentró a uno de los teletransportadores del laboratorio, que estaba cerrado con muchas llaves y contraseñas para que nadie pudiera usarlo más que personal autorizado. Él, había tomado el conocimiento y las llaves de un guardia de seguridad que, fiel a su trabajo, estaba durmiendo plácidamente en una silla. Ya dentro del teletransportador, escribió el lugar donde quería ir precisamente.

 

—Adiós. —Susurró. Un pequeño vació sintió al ver cómo sus propios dedos desactivaban el rastreador de su pulsera. Así, nadie podría encontrarlo, nadie podría descubrir dónde se había marchado jamás. No pudo evitar llorar un poco en ese instante; aunque le costara admitirlo, extrañaría a su familia, pero él quería una buena vida, y ahí estaban las consecuencias. Aunque no tanto, pues ni siquiera los conocía bien y no era común relacionarse mucho con la gente. Sin más, el cuerpo de YoungJae se desvaneció, quedando un teletransportador vacío y el caso más extraño de desaparición de un hwelk que había poseído todo lo que cualquiera desearía en su vida.

 

Y los dígitos en holograma que rodeaban el cuerpo de YoungJae decían; “Corea del Sur, Busan. Vertedero tecnológico, la Tierra.”

Notas finales:

Esto lo voy a hacer rápido al comienzo, pero no crean que dejaré de lado el tema del planeta de YoungJae. Eso no dejará de aparecer, aldksjfdkvldcxsc y eso. Espero que les vaya gustando la idea ;;


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