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Los Secretos del Mundo por Bellphegor

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Notas del capitulo:

Muy buenas. Primero que nada deseo pedir disculpas por haberme tardado tanto en actualizar, he tenido tres tipos de problemas: personales, de inspiración (mi cerebro estaba seco, no se me ocurría que escribir), y por ultimo tuve problemas con el internet.

 

Lastimosamente este es uno de los riesgos de hacer el fic como lo estoy haciendo. No es como si yo tuviera los capítulos hechos de antes, yo espero sus reviews antes de empezar a crear el siguiente capítulo, por lo que hay muchos factores externos que pueden hacer variar el lapso entre una actualización y otra.

 

Esta vez no les prometeré un tiempo  de actualización fijo, ni tomaré compromisos, porque sería como una burla a mis lectores. Pero si me comprometo a lo siguiente, a final de cada capítulo, de ahora en más, daré un tiempo de espera para los reviews que podrán influir en el capítulo que sigue antes de empezar a escribir el capitulo, y trataré de actualizar lo antes posible una vez acabado el plazo.

 

Sin mucho más que agregar les agradezco que me sigan leyendo y espero disfrute este capítulo que me salió algo más largo que los anteriores.

Capitulo Quinto: “Nuevos camaradas” y “Tengo miedo de lo que siento”

 

 

Finalmente había llegado la mañana, ambos se juntaron más temprano que otros días y revisaron las clases que les tocarían ese día. Al constatar que no tendrían nada importante se encaminaron a la escuela. Al llegar las puertas estaban cerradas, esperaron pacientemente hasta que abrieron las rejas y empezaron a llegar los estudiantes. A la media hora aproximadamente apareció Elena, y antes de que se acercara a la entrada la interceptaron y la apartaron a un callejón aledaño.

 

Le explicaron que ese día no asistirían, era imperante que comenzaran el entrenamiento lo más pronto posible, por lo que haciéndoles caso los siguió hasta la casa del albino. Al llegar la chica quedó más que impresionada con la vivienda y entró cohibida. Pudo fijarse que todos los sirvientes de la casa, que no eran pocos precisamente, eran Villdyret, no había rastro de ni un solo mono. Se sentía insegura bajo la mirada que recibía de parte de la servidumbre. Salieron nuevamente de la casa pero esta vez al jardín trasero y caminaron un par de minutos internándose al pequeño bosque que había en la parte trasera de la casa.

 

    –Emm… ¿puedo preguntar…?– ambos jóvenes se voltearon a verla –¿Qué tan grande es tu casa? ¿Dónde terminan sus terrenos? Nos hemos adentrado bastante…–

    –El bosque entero le pertenece a la familia Seifū, hay un templo más allá, al lado de la catarata. Ocuparemos ese lugar para entrenar– dijo el albino totalmente indiferente, como se hablara del clima

    –Ah….ok….todo el bosque…je…jeje…jejeje…– Elena estaba completamente en shok por la información dada.

    –¿Desde hace cuanto que los Seifū tienen esta propiedad?– preguntó Andrew de lo más calmado mientras caminaban

    –No estoy seguro, la familia no comparte con migo ese tipo de información por mucho interés que muestre, y mi maestro respeta la decisión de la familia, cuando son temas que le corresponde a toda la familia, de lo contrario les ignora; por lo que no se…– el pelirrojo lo miró con una cara de escepticismo que lo hicieron suspirar –si le cuentan una sola palabra a mi maestro los aniquilo ¿está claro?– esperó a que ambos asintieran antes de hablar –como no me decían nada tuve que conseguir la información por mis propios medios. Básicamente me robé la información. No, no les diré como lo hice– casi deja escapar una pequeña risa al ver la cara de decepción que tenían sus acompañantes – la familia Seifū tiene sus raíces aproximadamente por los años 1650 a 1700, eso no está claro, no fue solo una familia importante en el ámbito de la política y finanzas, sino que sobre todo en el ámbito espiritual. Los Seifū se caracterizan principalmente por darle a la sociedad un buen numero de monjes y sacerdotisas que siempre son muy cotizados y respetados, en el rubro son la referencia de la perfección de la profesión, los que más hay en la familia son sacerdotes budistas o sacerdotisas comunes, pero en la familia hay cinco mikos y tres onmyouji que son aclamados como los mejores. De hecho esas ocho personas tienen más peso en la familia que los mismos patriarcas. Esta casa fue construida en la era feudal japonesa, el señor feudal que la construyó lo hiso con tal codicia y ambiciones impuras que el palacio quedó cargado de una gran energía negativa que atrajo a un gran número de youkai y espíritus malignos que tomaron posesión de la casa. El señor feudal abandonó estas tierras a su suerte y huyó. Un par de años después una miko de la familia Seifū junto a su esposo un onmyouji oyeron hablar de lo sucedido en la mansión y vinieron a corroborar. Efectivamente la encontraron plagada de entidades malignas y se infiltraron en el bosque, construyeron un pequeño templo al lado de la cascada y empezaron su misión de purificación, se tardaron un mes en purificarla completamente, más que nada por lo extenso de las tierras que por otra cosa y se instalaron en la casa principal. Los pueblerinos al enterarse de la purificación con sumo gusto les permitieron quedarse incluso muchos se volvieron sirvientes de la familia, y hasta el día de hoy estas tierras son de la familia, incluso hay algunos sirvientes que son descendientes de aquellos pueblerinos que sirvieron a los ancestros del maestro……que les parece ¿interesante no?– nuevamente quería largarse a reír al ver la cara de ilusionados que tenían sus acompañantes

 

No hablaron de nada más en todo lo que les quedaba de camino, incluso no emitieron ningún sonido, aunque solo tuvieron que caminar aproximadamente un minuto y medio más para llegar al pie de la cascada. En su costado derecho se encontraba el pequeño templo. Estaba algo derruido por el abandono. Dejaron sus cosas en la entrada del templo y le empezaron a explicar a la joven como sería el entrenamiento. Desde ese día en adelante los entrenamientos serían siempre en ese lugar, a menos que se le notificara antes de lo contrario; ese día faltarían a clases, pero los siguientes el entrenamiento sería después de la escuela, aunque podía haber ocasiones que se dieran un día entero de entrenamiento; el entrenamiento era para dominación de sí misma, le explicaron que estaban buscando un buen maestro mono para que le ensañara el estilo de pelea de estos, mientras ellos le entrenarían en cuerpo, mente y alma con extenuantes y exigentes entrenamientos físicos, agotadores y agobiantes entrenamientos mentales, meditaciones, y demaces, sin olvidar el entrenamiento de combate.

 

Ese fue el peor día en la vida de Elena, el entrenamiento fue tan extenuante que le dolían músculos que ni siquiera sabía que existían, le dolía incluso hasta la punta de cada hebra de cabello. Tan agotada estaba que cuando fueron a la casa, ya de noche, no alcanzó a probar bocado alguno antes que caer rendida en el sofá. Ambos jóvenes tuvieron que llevarla a su casa cargándola, se perdieron un par de veces pero lograron llegar. La madre de la muchacha fue la que les abrió y exclamó espantada por el estado de su hija. Ellos la tranquilizaron diciéndole que no le sucedía nada, que solo estaba cansada, que la joven les había pedido que la entrenaran, que le enseñaran a defenderse dado que últimamente rondaban muchos delincuentes en las calles. Claramente era mentira, pero la señora no tenía por qué saberlo, por lo que no se sintieron mal al mentirle.

 

En el camino de vuelta a casa anduvieron en silencio, pero no era pesado ni incomodo, se sentían a gusto. El albino al darse cuenta que la presencia del pelirrojo lo calmaba se preocupó, normalmente vivía alerta, casi rayando la paranoia, así había vivido todos esos años, y el estar tan relajado por la presencia del otro lo perturbaba demasiado… pero le agradaba la sensación.

 

    –¿Sucede algo malo? Tienes cara de angustiado– le preguntó el león preocupado

    –Eh… no… no es nada, no te preocupes…– desvió la mirada, sentía sus mejillas arder –“demonios ¿Qué me pasa? ¿por qué me sonrojo?– pensaba Endomaru intranquilo por sus propias reacciones –em… ¿Qué… que piensas de Elena?–

    –Pues… es buena, tiene talento, con la guía adecuada se volverá una gran guerrera– dijo con una leve sonrisa

    –Y supongo que te refieres a ti cuando hablas de guía adecuada– no sabía de dónde había salido ese mordaz comentario

    –Pueeeess… no me molestaría la verdad kekeke– no se dio cuenta de la molestia que ese comentario hiso sobre su compañero

    –Pues adelante es toda tuya– dijo bastante molesto y aceleró el paso. El otro quedó sorprendido y también aceleró para quedar a la par el otro

    –¿Dije algo que te molestara?–

    –¿Por qué debería haberlo? No te creas la gran cosa, lo que hagas o dejes de hacer me tiene sin cuidado– dijo volviendo a acelerar, se percató de que el pelirrojo se quedó parado en su lugar, pero no se detuvo, de lo que no se dio cuenta es de la expresión dolida que tenía el otro

    –Pues a mí sí me importas– esa declaración por parte de Andrew dejó paralizado al albino que se giró bruscamente para ver al otro que lo miraba con una leve y algo triste sonrisa

    –……¿por qué?–

    –No se…– por alguna razón se sintió muy decepcionado con esa respuesta –…pero si sé que te has vuelto alguien muy importante para mí… tanto como mi hermano perdido o mi maestro, y no dejaría que nada malo te sucediese… por eso quiero saber de ti, quiero saber que has vivido y cuáles son tus fantasmas, para ayudarte a enfrentarlos– se acercó al albino y lo abrasó, gesto que puso muy nervioso al albino –no vemos mañana…Maru– le dio un casto beso en la mejilla y se fue corriendo. Para cuando reaccionó y se giró el otro ya no estaba.

 

Esa noche reflexionó sobre lo sucedido y se percató que ninguna de las cosas hechas y dichas por el león le molestó, más bien fueron muy gratos, y simplemente se puso a dormir para no pensar más en ello. Esa noche por primera vez en muchos años durmió tranquilo. A la mañana siguiente se levantó con una clara sonrisa, cosa que desconcertó a su maestro y a Carlos que había ido a desayunar con ellos, incluso a Musashi se le cayó el arroz que se estaba llevando a la boca, ¡El chico estaba tarareando felizmente una canción!. Ese día y los que siguieron fueron rutina de asistir a la escuela y entrenar por las tardes, pero el albino se mantenía de un estupendo ánimo. Elena quedaba siempre exhausta y con suerte comía antes de desplomarse y que tuvieran que llevarla a su casa cargando. Después de un mes de entrenamiento la chica al fin presentaba mejoras, ahora solo faltaba conseguirle el maestro mono.

 

Esa tarde en la escuela era particularmente tranquila, su maestro de gimnasia les dio hora libre, por lo que los tres decidieron instalarse bajo la sombra de un árbol.

 

    –Pasado mañana, el sábado, es mi cumpleaños– dijo de pronto el albino como quien no quiere la cosa –no planeaba hacer nada, pero si quieren pueden ir a mi casa, normalmente mi maestro y Carlos me lo celebran aunque no quiera… seguro harán una fiesta de té o algo… no digo que quiera que vallan, mi maestro me ordenó el extenderles invitación–

    –Oh… disculpa, Endomaru-kun, pero el viernes vamos a salir con mis padres a visitar a unos familiares que viven en Osaka… perdón– dijo apenada la joven

    –No te aflijas, como dije yo no celebro…–

    –¡Cuenta con migo!– interrumpió el pelirrojo – ten por seguro que ahí estaré– le dijo con una enorme sonrisa. El albino solo desvió la mirada sonrojado y Elena sonrió afectuosa viendo algo que solo ella parecía notar

    –Tsk… haz lo que quieras–

 

Esos dos días pasaron rápido. Decidieron suspender los entrenamientos hasta la vuelta de la joven, mientras el pelirrojo se devanaba los sesos buscando algo que regalarle al albino. Finalmente llegó el sábado y por alguna razón, que la serpiente menor no pudo identificar, se sentía muy ansioso. La mañana fue tranquila, ayudó a su maestro y a Carlos a preparar las cosas para la ceremonia del té, cada tanto en tanto iba a la ventana que daba a la entrada a observar. Finalmente dieron las cinco de la tarde y todo estaba listo, de hecho ya iba a comenzar la ceremonia, y Endomaru no se despagaba de la ventana, había vuelto a su inexpresividad, pero sus ojos tenían un reflejo triste que no pasó desapercibido para su mentor ni para el toro.

 

    –Tranquilo Endo-kun, ya llegará– dijo Carlos mientras le revolvía los cabellos

    –No sé de que hablas– contestó con indiferencia

    –Sé que invitaste a tus amigos, tranquilo que ese león llegará– “aunque ya se tarda” pensó

    –No entiendo a lo que te refieres, si lo dices porque veo la ventana, pues te recuerdo que lo hago con frecuencia–

    –Puede ser, pero nunca te levantas entusiasmado en tu cumpleaños, ni ayudas a preparar nada, incluso estabas muy meticuloso, y tu acostumbras ver por una ventana en la parte de atrás de la casa para ver al bosque, siempre te ha molestado mirar en estas que dan a la entrada– dijo divertido el maestro, a lo cual el menor solo cayó y continuó viendo la ventana. No pasaron ni cinco minutos más cuando vio que una de las sirvientas les abría a los leones, ante lo cual se levantó rápidamente para ir a recibirlos. Se arrepintió enseguida dado las risitas que intentaban ser disimuladas por los dos mayores

    –Llegas tarde– le recriminó a Andrew apenas entró, ignorando olímpicamente al mentor de este

    –Ehmm… ¿perdón?–

    –Hum, buenas tardes maestro Alfredo– saludó cortésmente –adelante pasen–

    –Buenas tardes, y gracias por invitarnos. Disculpen la intromisión– dijo mientras ingresaban

    –Disculpen la intromisión– dijo el pelirrojo mientras ingresaba a la vivienda

 

Una vez que se saludaron todos pasaron a una habitación que daba al jardín trasero de la casa donde hicieron la ceremonia del té Cha-ji1. La ceremonia duró un poco más de las acostumbradas cuatro horas y posteriormente pasaron a la sala a conversar un poco y a entregar los regalos, esta era la parte que menos le gustaba a Endomaru de su cumpleaños, el ver que habían gastado dinero y/o tiempo en él. El primero Fue el maestro Alfredo.

 

    –No es más que una baratija, pero espero te guste– dijo entregándole una cajita en la que había un reproductor de mp3. El albino lo miró un momento antes de dirigirse al león mayor

    –Se agradece el gesto, muchas gracias, pero no debió molestarse en gastar tanto en alguien como yo– dijo sin emoción ni en su rostro ni en su voz

    –Insisto– solo le dio una leve sonrisa, que por alguna razón a Andrew le pareció que reflejaba un poco de cariño disimulado

    –Bien…gracias– dijo guardando el regalo en su caja. El siguiente fue Carlos

    –Aquí tienes el mío– le entregó unas muñequeras y tobilleras –pesan 100 kg cada una, 20 kg más que la últimas– dijo mirándolo serio

    –Se agradece– recibió el obsequio de la misma forma que el anterior

    –Bien es mi turno– anunció Musashi extendiendo una bolsa –es un complemento a lo de Carlos, es una camisa de restricción de movimientos, y es más difícil deshacerte de ella que de una camisa de fuerza–

    –Se agradece– igual que antes, ambos leones miraban sorprendidos la escena ¿Qué pasaba con esa gente? Está bien que no se haga una fiesta ni nada por el estilo y se mantengan  en cosas tradicionales ¿pero de ahí a regalarle objetos de entrenamiento forzado? Eso era enfermo –cuál es la trampa esta vez– preguntó de pronto con el ceño fruncido, a lo que ambos adultos sonrieron

    –Cuando consigas superar las pruebas que significan usar esas cosas lo averiguarás, pero si aceptas el reto luego no podrás negarte a lo que hay detrás ¿de acuerdo?– dijo Musashi sonriente

    –Tsk, bien– dijo mientras dejaba los regalos con el que le dio el maestro león –bien eso sería todo–

    –Espera jovencito, aún falta un obsequio– dijo Alfredo sonriente

    –Disculpe, pero ya recibí el de mi maestro el de Carlos y el de ustedes por lo que…–

    –Disculpa– le interrumpió el león mayor –pero ese regalo es solo mío, me pareció de mal gusto presentarme en una celebración de cumpleaños y no traerle un presente al festejado y no tengo merito alguno en lo escogido por Andrew, por lo que no me puedo adjudicar dicho regalo, por lo que compre uno yo mismo– dijo sonriendo al ver cierta estupefacción en el rostro del joven

    –¿Entonces…?–

    –Aún falto yo– intervino el pelirrojo con un leve sonrojo –pues… no es la gran cosa… pero pensé que quizás te gustaría……ten– dijo extendiéndole una pequeña cajita de terciopelo, al abrirlo el albino se quedó boquiabierto, totalmente sorprendido. Era un hermoso medallón de plata con dos serpientes entrelazadas entre sí2, labradas en oro y los ojos eran de esmeralda. Todos se giraron a ver sorprendidos al joven león –Ábrelo– le señaló como, y efectivamente se abría. El medallón era un portarretrato con espacio para dos fotos –lo podrás llenar con la foto de quienes sean más importantes para ti–

    –…– el otro solo lo miraba sorprendido y volvió a ver la joya que recién se daba cuenta iba con una cadena de plata. Carlos y Musashi se miraron preocupados, si a cualquiera, incluso con ellos, le recriminaba y molestaba si le regalaban algo un poco costoso, no querían imaginarse cómo reaccionaría ante eso, no creían que mantendría las formas como normalmente hacía, como hiso con Alfredo. Nuevamente quedaban sorprendidos por la reacción –Muchas gracias gato inútil… es hermoso– dijo mientras acercaba, inconscientemente, el medallón a su pecho y tenía la mirada perdida en alguna parte, y sobre todo tenía una gran y sincera sonrisa, una real –pónmela– pidió/ordenó el albino al pelirrojo, que no dudó un segundo en acatar

    –Se te ve muy bien– le dijo con una pacífica sonrisa. Los mayores se sentían un poco incómodos, como si sobraran en la escena que parecía tan intima –Bueno, es hora del pastel– dijo sonriendo nuevamente como le era usual, rompiendo toda la atmosfera, la cual le llegó a poner algo nervioso, cosa que no admitiría nunca

    –¿Pastel? ¿Qué pastel? Nunca compramos pastel– dijo serio nuevamente, pero viéndolo confundido, igual que los otros dos anfitriones

    –Eso me imaginaba yo, ¡Por lo que me tomé la libertad y atrevimiento de traer una yo mismo!–

    –¿Qué hiciste…¡qué!?–

    –Compré una torta, biscocho de chocolate, con manjar y mermelada de mora, recubierto de una glaseado que espero sea de tu agrado kekeke–

    –No seas modesto– intervino el león mayor al ver que la serpiente menor estaba a punto de golpear a su pupilo –no la compraste, la hiciste con tus propias manos, me dijiste que ya te arriesgabas bastante con tu obsequio y que si le comprabas además un pastel te iba a moler a golpes, por lo que destruiste media cocina y acabaste con la mitad de la alacena para conseguir hacerle un pastel decente para traerle y celebrarle el cumpleaños, bajo tus palabras, “decentemente”– contó con cierto tono de burla.

 

Ante las palabras del maestro el pelirrojo se sonrojó furiosamente y apuró a los presentes al comedor para disfrutar del pastel, mientras que al albino se le fue toda la rabia y ganas de golpear al moreno. Fue una grata velada, incluso el pelirrojo recibió algo parecido a una felicitación por el pastel por parte del albino, aunque solo lo escuchara él por estar a su lado, dado que, fue algo igual de suave que un murmullo del viento, o sea, muy pero muy bajo. Al final el par de leones se retiraron a eso de las doce con treinta minutos. Caminaron un tramo en silencio que prontamente fue roto por el mayor, una vez asegurado de que ya no los podrían ni ver ni escuchar.

 

    –¿Y bien?–

    –¿Qué cosa? – se hiso el desentendido

    –Sabes bien a que me refiero, ¿de dónde sacaste esa joya?–

    –La compré en una joyería– su maestro le vio un poco sorprendido –no la robé, la vi en el escaparate de una joyería pero la que vi no era de esos materiales,… la mandé a hacer con el mismo diseño pero en los materiales que ya viste–

    –¡¿Y de dónde sacaste el dinero?!– dijo mirándolo sorprendido, esto olía a que había algo más detrás de todo

    –De unos ahorritos que tenia guardados– contestó el pelirrojo como si nada

    –Y gastaste todo ese dineral en un regalo… ¿para tu amigo?–

    –Pues…sí, creo que sí– contestó con un leve sonrojo. El mayor sonrió al comprender que sucedía, solo debía empujar un poco las cosas para que el despistado joven se percatara

    –Es algo muy especial lo que hiciste, sobre todo por un muchacho tan soberbio, creído e irrespetuoso– esas palabras molestaron mucho al pelirrojo

    –¡Él no es nada de eso, solo es algo tímido y retraído! Él es amable, puro, considerado, sensible… tiene muchas virtudes de las que mucha gente carece, solo que no sabe expresarse, a vivido muchas cosas malas, y para mí él es…es…– de pronto calló de forma súbita, ¿Qué era Endomaru para él? Era sin dudas alguien muy especial para él… tanto o más que su hermano… finalmente lo comprendió –es la persona más importante en mi vida, quiero conocerlo y que me conozca, protegerlo de todo aquello que le daña… él le ha dado sentido a mi vida… maestro, creo…creo…que me he enamorado de él– se giró a ver a su maestro con miedo reflejado en su mirada

    –Mi muchacho– dijo mientras le abrasaba –eso es maravilloso… retiro lo dicho de él. Ahora te toca ganártelo, que te conozca, conocerlo, y por supuesto enamorarlo– el joven desvió la mirada y Alfredo lo tomo de la barbilla para obligarlo a mirarlo –no te avergüences de lo que sientes, el que te guste otro chico está bien, no hay nada de malo con eso, es más es maravilloso que hayas encontrado a alguien a quien albergar en tu corazón… el amor es lo más puro y hermoso de la vida y no distingue de sexo, algo que no toda la gente entiende. Es posible que las veas duras de ahora en más, pero no debes flaquear, busca tu felicidad… además no imagino a nadie mejor que tú para ese muchacho, esfuérzate y enfréntate a lo que venga con la cabeza bien en alto mi niño– dijo apretando el abrazo

    –…gracias– contestó por lo bajo correspondiendo al abrazo y empezando a llorar. Tenía miedo, no lo negaba, pero como bien dijo su maestro enfrentaría esto con la cabeza en alto y se ganaría en corazón de Endomaru, no flaquearía.

 

Estuvieron así unos minutos antes de que el menor calmara sus sollozos y se encaminaron a su casa. Al mismo tiempo Endomaru estaba ayudando con la limpieza para poder distraer su mente, pero inconscientemente acariciaba el obsequio del león menor, de pronto tuvo una idea que consultó con su maestro y posteriormente de conversar se retiró a dormir.

 

A la mañana del Lunes Endomaru se levantó más temprano de lo usual y no esperó a Andrew como hacía usualmente encaminándose inmediatamente a la escuela, llevaba el medallón bajo el uniforme. Al llegar, tal como esperaba, las puertas estaban cerradas, pero poco le importó, se saltó la reja de un movimiento e ingresó a la escuela, fue a su salón, dejó sus cosas y volvió a salir en dirección a los invernaderos de la escuela, específicamente al más recluido y en desuso. Al ingresar se podía apreciar una hermosa colección de plantas, flores y arbustos de todo tipo, tamaño, olores y colores. Era como un pequeño trozo de paraíso. Endomaru cerró la puerta y le colocó llave, miró el lugar y se sacó el medallón para apreciarlo nuevamente, y sonrió. Ese lugar era suyo, su propio espacio donde se aislaba del mundo y se permitía liberar sus emociones, donde se permitía expresar y sentir. No sabía por qué, pero el que le haya regalado algo tan costoso como hermoso no le molestaba, es más le hacía tremendamente feliz y hacía brincar su corazón, y eso le preocupaba, no entendía que era eso que sentía.

 

Cuando sonó la campana para ingresar a clases el salón estaba lleno y el albino ya estaba en su lugar, hablando con Elena que le contaba de su viaje. En eso la puerta se abre de golpe, cosa que hiso que todos -menos el albino- se giraran a ver de quien se trataba, y no era nada más ni nada menos que Andrew, que llegaba visiblemente agotado, su respiración era agitada, sudaba a mares, y se notaba que había tenido una carrera de escala olímpica. Miró enfadado hacia donde estaba el albino y caminó hacia él, todos estaban atentos esperando la posible pelea. Pero cuando la serpiente se giró a ver al león, a este se le fue todo enfado y le sonrió, recibiendo una ligera mueca como contestación, y se sentó a su lado saludándolo como si nada y cuestionándolo por no esperarle.

 

    –¡Desde la siete en punto! ¡Te esperé desde las siete en punto hasta que se me hiso tarde! ¡Hice la carrera de mi vida para llegar a la hora!– le reclamaba, pero sin el tono y con una sonrisa –eres malo Maru– dijo con un puchero infantil. Todo el salón quedó en un silencio sepulcral, nadie salía vivo al darle un diminutivo al albino, era una de las cosas que menos toleraba, a nadie le daba ese nivel de confianza para con él; todos esperaban expectantes la reacción del joven oji-purpura

    –Tenía cosas que hacer, no podía esperarte, pero para la próxima recuerda que siempre estaré antes que tú en el punto de reunión y que dado el caso de que no esté espera no más de cinco minutos de la hora acordada, si no aparezco es porque me he ido antes– dijo como si nada dejando a todo el salón atónito, la última persona que intentó darle un apodo terminó hospitalizado. Pero lo que no dejó ver a nadie es que sí se percató de cómo lo llamó y que el escucharlo le provocó un estremecimiento, pero no le molestó, por lo que lo dejaría pasar

    –De acuerdo, lo tendré presente para la próxima– en eso entra el profesor dando inicio a las clases

 

El día pasó común. Las materias aburridas, y en los recesos se la pasaban escuchando del viaje de Elena. Finalmente llegó la hora del almuerzo y se dirigieron al tejado, pero al llegar este estaba lleno. Esto les dio igual y bajaron a los patios, pero todos los lugares que frecuentaban usar estaban ocupados y ya no sabían a donde ir. Andrew propuso comer en el salón, pero Elena se reusó, se empecinó con que quería hablarles de algo, algo importante, en privado, donde no les molestaran. Estaban viendo donde podría ser, hasta que el albino intervino.

 

    –Haaa…– realmente no se creía lo que iba a proponer –¿realmente es algo que nadie más puede escuchar? Porque si es alguna tontería te juro que…–

    –Sí, realmente es algo a tratar en privado, es una idea que tuve mientras estuve fuera–

    –Muy bien,… síganme– dijo empezando a caminar. Al minuto llegaron al área de los invernaderos, los otros dos se preguntaban que hacían ahí, todos los invernaderos tenían llave y no podían ser usados por los estudiantes sin supervisión y/o permiso de un profesor. Finalmente llegaron al invernadero en desuso y Endomaru sacó la llave y abrió, dejando a sus acompañantes sorprendidos. Pero lo que vieron dentro les desencajó la quijada, era el lugar más hermoso que habían visto –bienvenidos a mi santuario–

    –Este lugar es hermoso– dijo Elena alucinada

    –Pero… creí que este invernadero estaba en desuso– acotó el pelirrojo

    –Lo está– los dos giraron a ver al albino, sin entender –todo esto es mío, es mi santuario, el director me dio acceso libre a este invernadero para hacerlo mi santuario, un espacio donde relajarme y no terminar haciendo daño a otros estudiantes en un arrebato de enfado. El director es un Villdyret, conocido de mi maestro– les explicó, para la sorpresa de ambos –¿de qué querías hablar Elena?–

    –Oh sí– dijo la joven saliendo de su ensoñación –primero que nada quería darte esto– dijo sacando una pequeña cajita roja con un laso azul, al abrirlo el albino vio un bonito reloj de pulsera metálico –feliz cumpleaños Endomaru-kun– dijo mientras lo abrasaba, a lo cual el oji-purpura quedó estupefacto. Se sentía tan cálido que le asustaba, por lo que firme pero gentil la apartó de él

    –…Endo…– dijo muy bajo

    –¿Qué casa?–

    –Que puedes llamarme Endo– contestó desviando la mirada con un muy leve sonrojo, pero perfectamente visible en su blanca piel

    –Mooo ¿y por qué no te puedo llamar Maru como lo hiso Andrew-san?– a la mención de esto ambos jóvenes se sonrojaron demasiado, haciendo reír a Elena en su fuero interno

    –No tientes tu suerte, Elena– contestó serio y amenazante

    –Ya, ya, dinos mejor lo que querías decirnos– intervino el oji-dorado temiendo por su pellejo

    –Muy bien, entonces será Endo-kun– dijo ahora con una maternal sonrisa, que fue rápidamente reemplazada por una mirada seria –primero quería informarles que he conseguido por mi propia mano un maestro mono que me enseñe el estilo de combate del mono, por lo que no se requiere seguir buscando– ante esto ambos la miran sorprendidos –lo conocí en mi viaje y me demostró que no tiene nada contra los Villdyret por lo que se volvió mi maestro. No se preocupen, es un buen hombre–

    –Muy bien, pero quiero que nuestros maestros lo conozcan– dijo el albino severo

    –Así se hará. Lo otro que quería hablar con ustedes es… ¿les parecería bien formar un grupo escolar con los villdyret de la escuela? Lo que sucede es que conocí también a un chico, DunBroch-san, que está una de las otras clases de nuestro nivel y me dijo que habían varios Villdyret entre los distintos salones, por lo que se me ocurrió hacer esta agrupación para que todos se conocieran y compartieran en un espacio que fuera común, donde no tuvieran que calcular cada cosa que digan o hagan… ¿Qué les parece?– les preguntó algo insegura

    –…wow…yo creí que éramos los únicos en la escuela– dijo sorprendido el pelirrojo, pero sonriendo aprobando la idea

    –Si queremos hacerlo tendría que ser a través de la formación de un club escolar y para eso debemos darle un objetivo, un fin, a dicho club para que lo apruebe la junta directiva de la escuela– dijo pensativo el albino dando no verbalmente su aprobación. Elena estaba contenta con esto

 

El resto de la semana pasó entre planificaciones, acuerdos, desacuerdos y el retomo del entrenamiento. Según Elena, entrenaría con su maestro los fines de semana y que durante la semana entrenaría con ellos. Lo que más costó fue el decidir cuál sería la tapadera y como le harían saber a los demás Villdyret sin que nadie más supiera de que trataba en realidad. Finalmente lo consiguieron después de una semana de debates, y llevaron la solicitud al director, que se comprometió a entregarles esa misma tarde una respuesta.

 

Estuvieron todo el día ansiosos esperando la respuesta, unos más disimulados que otros, pero sin dudas los tres estaban ansiosos. Al final del día la secretaria del director se presentó en el salón de los jóvenes, les entregó un sobre y se retiró. Al abrir el sobre, estaba la aprobación de la directiva con las condiciones y términos que exigían. Ese día en vez de ir a la casa del albino, fueron a la del pelirrojo donde se dedicaron a crear el panfleto en la computadora de este. A la mañana siguiente en cada una de las tablas de anuncios de la escuela estaba un panfleto que versaba:

 

“En las sombras del mundo

Vagando sin un hogar

Deseando vivir

Sin nuestro ser ocultar

 

Hermanos que vagan

Convergen en el santuario

Que aquellos adueñados de luz

No pueden derrumbar

 

La noche da cobijo

A aquellos que bajo su manto

Gritan y lloran

Por el hogar arrebatado

 

La luz un día nos dará

Podremos sonreír

Y cual bestia salvaje

Libre correr”

 

Si has reconocido este poema te invitamos a presentarte en el invernadero 3 después de clases. Les esperamos. Es hora de estar con semejantes

 

Frente a los carteles se aglomeraba mucha gente, todos curiosos por quien habría puesto tal cosa y que quería decir, solo unos pocos ojos miraban con real interés y sorpresa dicho cartel. Solo aquellos que entendían.

 

El día pasó lento, de lo único que se hablaba era del dichoso cartel y los versos en él escrito, nadie parecía entender. Estaban por dar la hora acordada y los tres jóvenes se levantaron de sus asientos pidiendo permiso para retirarse para preparar las cosas del club. El maestro se los concedió dado que ya había sido informado de antemano, todo el salón quedó sorprendido de que el cartel fuera de ellos.

 

Cuando sonó la campana de fin de clases muchos jóvenes se aglomeraron frente a los invernaderos para ver que sucedía. Había una larga fila de jóvenes en la entrada, pero su paso era estorbado por Dilone Andrew de último año. Andrew estaba de lo más divertido porque sabía que por lo menos un 95% de los que allí se presentaron no tenía idea de que significaban los versos puestos, solo esperaba que si se presentaran los que les interesaban. A pesar de todo se divertía de lo lindo, cada mono que se paraba frente suyo le hacia la pregunta “¿Qué fue lo que comprendiste? ¿Que viste?” y algunos contestaban las irreverencias más grandes y graciosas que había oído, con algunas no podía aguantar la risa antes de pedirles que se largaran. Estuvo así un rato, incluso pensó que nadie se presentaría, la fila no acababa nunca, había algunos que se integraban para intentar -les parecía divertido el desafío-, otros lo intentaban de nuevo, y la cosa no avanzaba, pero ante sus ojos se paró un oso, lo miró un momento, no le preguntó nada, solo dijo “veo que entiendes”, el oso le contesta un escueto “si” y lo deja pasar, ante la anonadada mirada de todos. Lo mismo pasó siete veces más y la fila había desaparecido cuando vieron que realmente había algo en los versos que si no lo lograbas ver no te dejarían ingresar, pero cuando la gente fue a ver los carteles, estos ya habían sido retirados. Al final se presentaron un oso, una rana blanca, una cordero con un conejo, un caballo, un cuervo y una loba ártica.

 

Endomaru estaba en el interior del invernadero esperando a que llegaran los convocados, mientras Elena estaba por la escuela sacando los panfletos y luego traería bocadillos para compartir que habían sido previamente preparados. El primero en entrar fue un joven alto, quizás mediría entre 1.85mt - 1.90mt, y musculoso; de tez muy bronceada; de cabello castaño oscuro, ojos cafés y con cara de pocos amigos. Y lo importante, era un oso grizzli. No dijo nada, solo miró al albino y este le señaló una silla en la cual se sentó y esperó. Al poco después entró una chica sonriente, estaba muy alegre, delgada; de cabello rubio casi blanco; de baja estatura; y tez bronceada; no tuvo interés en sentarse, se paseó entre las plantas del invernadero. Luego entraron dos jóvenes juntos, una cordero y un conejo, la chica era delgada, de cabello negro y rizado hasta los hombros, tez clara y ojos azules; y el chico era igual de delgado, era más alto que la chica pero más bajo que Endomaru, tenía el cabello negro y medianamente corto suficientemente largo como para peinarlo hacia el lado y que tapara su ojo derecho, el ojo visible era de color plata, de tez blanca como la nieve. Ambos entraron muy juntos, como con temor, al menos el conejo si estaba visiblemente asustado, temblaba de pies a cabeza. Endomaru al verlos les ofreció un par de sillas y le sirvió al chico un té de hierbas para los nervios. Los que estaban dentro del invernadero podían escuchar todo lo que sucedía en entrada, a veces algunos se reían -usualmente la rana- por las cosas que decían los de afuera. A rato entró un joven de porte distinguido, de cabello castaño-rojizo peinado todo hacia atrás, tez rojiza, ojos café oscuro. Era un caballo. Este no esperó a que le indicaran nada, entró, se sentó y exigió una taza de té, a lo que le serpiente le indicó donde estaba el té y lo invitó a servirse él mismo. El caballo iba a contestar cuando entró un sonriente joven, de aspecto coqueto y aire confiado, tenía el cabello de un color negro pero a la luz tenía un reflejo azulado, largo en la nuca hasta un poco mas abajo de los hombros y el resto corto, de tez ligeramente tostada y ojos verde jade, del mismo porte de Endomaru. Un cuervo. Pasó su mirada por los presentes, dándole un leve asentimiento al albino y rápidamente reparando en el tímido conejo, le sonrió coqueto y se fue a sentar al lado de él. Finalmente entró una mujer, cabello blanco hasta mitad de espalda, ojos rojos como rubíes, tez blanca como papel, de parada firme, pero que al mismo tiempo transmitía confianza y calidez. Detrás de ella entró Anderw que se fue a sentar al lado de Endomaru.

 

    –Buenas tardes a todos, gracias por asistir a esta convocatoria– empezó la serpiente –mis compañeros y yo nos enteramos que habían más de los nuestros en la escuela y quisimos conocerlos y, si les parece bien, formar una especie de… “club”, hacer una agrupación con todos nosotros, no sé si les interesa o no, pero de todas formas debe ser grato tener un espacio en la escuela para ser nosotros mismos, o eso pensamos al menos– concluyó. En eso se abre la puerta dando paso a Elena, todos saltaron rápido de sus asientos

    –No se alarmen, les he jurado fidelidad a la serpiente y al león– dijo tranquila mientras repartía bocadillos y empezaba a preparar una mesa ovalada que habían dispuesto antes –por lo que veo somos diez– contó con una sonrisa

    –Son más de los que esperábamos, por suerte preparamos mucha comida.– acotó Andrew –Si aceptan quedarse y formar con nosotros esta agrupación, los invitamos a sentarse en la mesa– les indicó a los invitados – los que no pueden retirarse, pero no crean que esta es la única oportunidad, pueden salirse cuando deseen, y unirse cuando gusten– dijo mientras sonreía y se sentaba en la mesa, a mano derecha de Endomaru que se había sentado en la cabecera. Elena sirvió platos con trozos de pastel y se sentó a mano izquierda de Endomaru

    –Pues yo acepto– dijo la rana entusiasmada y se fue a sentar al lado de Elena.

 

Con esto todos se dirigieron a sentar quedando a la izquierda de Elena el cuervo, el oso y la rana -que se cambio de lugar porque quería estar sentada al lado de la loba-; respectivamente. A la derecha de Andrew se sentaron el conejo, la cordero y el caballo; respectivamente. La loba se sentó en la otra cabecera, tenía un aura de liderazgo que chocaba con la de Endomaru, que la miraba entre desafiante y desconfiado o eso creía la loba al ver ese tan poco expresivo rostro. Andrew y Elena solo miraban al grupo expectantes. El conejo miraba al suelo algo nervioso e incomodo, el cuervo no dejaba de verlo con aquella penetrante mirada llena de interés. El oso miraba a los tres anfitriones, esperando. La cordero miraba a la loba con sumo interés y curiosidad. La rana se comía su pastel y en ocasiones se reía sola de la nada. El caballo miraba reprobatoriamente a la rana y tomaba tranquilamente el té. Finalmente la loba miraba a Endomaru divertida y algo desafiante.

 

    –Bueno ¿Por qué no comenzar con las presentaciones? kekeke– dijo Andrew rompiendo el pesado ambiente que se había creado –después de todo seremos camaradas de ahora en más, yo empiezo. Soy Dilone Andrew Vasilios, tengo diecisiete años, soy un león, nací en Italia, crecí en España y he llegado aquí hace unos meses. En el bajo mundo soy un miembro perteneciente a la famiglia Dilone de la mafia italiana, y en lo personal puedo trabajar de guardaespaldas, matón, o mensajero, todo depende de la paga–

    –Yo soy Elena, Dalaras Elena, soy japonesa de nacimiento, pero mis padres son griegos, de ahí mi apellido, tengo diecisiete años. Soy una mona capuchino, pero les juré fidelidad a Andrew-san y a Endo-kun. Mi único nexo con el bajo mundo son ellos– se presentó con una  leve sonrisa

    –Soy Kusanagi Endomaru, criado como japonés, no hablo de mi vida, por lo que no pregunten, diré solo lo que quiera contar… tengo dieciocho. Como ven soy una serpiente albina. Hablo fluidamente varios idiomas y entiendo más. En el bajo mundo trabajo de sicario y tengo una relación cercana con una de las familias Yakusa más poderosa en Japón– Elena miró sorprendida al albino por lo dicho y por su indiferencia al decirlo, como si hablara del clima

    –Pues yo soy DunBroch Caradoc Cionnaith, también tengo diecisiete, pero cumpliré pronto los dieciocho, soy irlandés, mi familia es de raíz celtica, de ahí mis nombres, por lo que no profeso una religión establecida, más bien profeso las fuerzas, energías y espíritus naturales. Llegué a Japón el año pasado, a mi padre lo transfirieron acá. Me pueden contratar como ladrón profesional o transportista profesional, solo denme los datos del paquete y donde entregarlo y todo se hará de forma eficiente y puntual. Ah se me olvidaba, soy gay– la simpleza de la declaración impresionó a los presentes –creí que si vamos a ser compañeros debían saberlo, además yo no lo escondo, soy abiertamente homosexual y al que no le parezca, es su problema– dijo sonriente, aunque algo tenso

    –Bien, aquí estamos para ser nosotros mismos, por lo que nadie te juzgará– aseveró Andrew

    –Gracias– tras esas palabras el cuerpo claramente tenso del cuervo se relajó

    –Bueno, creo que yo sigo, soy De la Cruz Emiliano Vitor, diecinueve años, oso grizzli. Soy de Brasil y llegué aquí hace año y medio, no soportaba el lugar donde vivía. Ya no tengo contacto con el bajo mundo, pero mi especialidad eran los negocios… saben a qué me refiero–

    –¿En qué momento esto tomó orden? Tititititi pues entonces sigo yo– dijo la rana –Mi nombre es Nana Adilah Adla, cumpliré diecisiete en unos meses, nací en Etiopía, llegué este año a Japón, pero practico el idioma desde hace dos años, preparando la venida. En el bajo mundo actúo de intérprete, por lo que se muchos idiomas, además de manejar los sobornos tititititi– dijo sonriente. Elena estaba sorprendida, hablaban de crímenes como si hablaran del clima.

    –Creo que estamos sorprendiendo, no muy gratamente, a la pequeña monita.– dijo la loba en tono calmado –Cuando juraste lealtad a tus amigos debiste saber que las cosas son así para nosotros, así es el mundo donde los tuyos nos han obligado a vivir. Aquí fuimos invitados a ser nosotros mismos, sin tener que preocuparnos por el que dirán o por mantenernos ocultos, es nuestro “santuario”. Lamento si te perturba, pero si quieres estar acá te aguantas o nos vamos nosotros– dijo seria pero siempre con un tono afable

    –No te aceleres, querida. Es verdad que me perturba un poco, pero no puedes pretender que, después de vivir 17 años viviendo en el mundo que vivimos sin conocer de ustedes, de un momento a otro cambie todas mis aprensiones y formas de pensar de ciertas cosas, comprendo sus motivos y los apoyo, y justamente por eso no los estoy yendo a denunciar en este mismo momento con la policía– le contestó de la misma forma, ambas se miraron fijamente con una expresión amigable, pero sus ojos reflejaban el reto mismo, incluso parecía que se lanzaban rayos con la mirada –solo es cosa de tiempo para acostumbrarme, por lo que no se cuarten, aquí la que se debe controlar y acostumbrar soy yo, no ustedes… te toca presentarte, querida–

    –Gracias– se miraban desafiantes –pero antes quisiera preguntar algo– dijo mirando a los anfitriones –¿Cómo se atreven a usar aquel fragmento de la declaración de los antiguos Villdyret? ¿Qué hubiera sucedido si alguien lo hubiera descubierto?–

    –Relájate– dijo Andrew –nadie sabe de nosotros y ese texto fue creado después del destierro, no hay forma que alguien que no sea de los nuestros lo reconosca, y ya retiramos todos los careles, por lo que no hay nada por lo ual preocuparse. Si ustedes no les dicen a los vejestorios, nadie se enterará kekekeke– apuntó con una sonrisa –ahora, si fueras tan amable de presentarte…–

    –Soy una loba ártica, rusa de nacimiento y crianza. Me llamo Ivanova Akeila Sonja y tengo dieciocho. Soy la hija menor del líder de la mafia Rusa, nos mudamos hace dos años aproximadamente a Japón producto de una amenaza de una mafia rival. Mi padre conoce a un líder Yakusa y este le ofreció acilo político en el país, por eso estamos aquí, pero mi padre se quedó allá– contó tranquila y con una sonrisa –en la familia trabajaba tanto de asesina como de torturadora, y también se extorsionar– empezó a beber su te totalmente tranquila. Elena miró la cara de todos y nadie más aparte de ella pareció haberle perturbado lo dicho, si, tendría que acostumbrarse a eso, incluso sus amigos eran como ellos

    –Bien, creo que es mi turno– Dijo el caballo, tomo un sorbo de té y comenzó –Sprenger Aloin Chik, tengo diecisiete, tal como ven soy un caballo, y soy holandés. Llegué a Japón harán tres años. No me relaciono mucho con el bajo mundo, pero soy muy requerido como relacionador público… y como estafador profesional–

    –Yo…yo soy…Douglass Molly Maxime Martine, tengo dieciocho años y soy canadiense. Soy…un cordero. En…en el bajo mundo soy… una hacker profesional… usando el seudónimo “Aries”– los presentes, con excepción del conejo y Elena, vieron con sorpresa a la joven– llegué a Japón para hacerle compañía a mi primo y por un trabajo, pero ahora solo es por mi primo–

    –Tiempo, tiempo, tiempo… ¿entonces tu eres Aries? ¿Esa Aries? ¿la segunda mejor hacker del mundo?– cuestionó el cuervo totalmente sorprendido. Ante lo mencionado la joven cambió su expresión, tanto facial y corporal, se escuchó al pequeño conejo decir algo como “oh no, aquí va de nuevo”

    –¿Segunda?... ¿has dicho que soy la segunda?...– pareciera que la envolviera un aura oscura –¡Quien a dicho tal blasfemia!– gritó mientras se paraba, colocaba un pie sobre la mesa y alzaba el puño amenazante –¡repite eso y veras como te va pajarraco de mierda!, ¡vamos a ver quién es segundo, no hay nadie mejor que yo!, ¡lo que sucede es que hay solo un hacker que puede hacerme la competencia!, ese maldito… ¡malheureux!– empezó mientras era agarrada por la cintura por el conejo

    –¡Maxime!, ¡Cálmate Maxime! ¡Vuelve a ser tú! ¡Aries por favor, deja que Maxime maneje esto!–

    –Ah, muy bien, pero debe dejarlo bien en claro porque si no te juro que lo lamentarán, ¿Qué se han creído?, la número dos ¡BAH!– dijo mientras se volvía a sentar y se quedaba dormida

    –Discúlpenla por favor– comenzó el conejo visiblemente nervioso y tímido –Maxime sufre de bipolaridad grave, trastorno de personalidad bipolar disociada3, su otra personalidad se llama Aries; es más agresiva y confiada, Maxime es tierna y dulce y algo tímida, lo que tienen en común ambas es que me sobreprotegen mucho– mientras hablaba no miró a nadie ni desatendió a la chica

    –Vaya,… debo suponer que tu eres el primo de la joven cordero– dijo la loba

    –Sí. Soy Douglass Aiden Blair, soy escoses, soy el primo de Maxime por parte de nuestros lados paternos. El padre de Maxime, mi tío, dejó Escocia a los dieciocho y se instaló en Canadá donde conoció a la madre de Maxime. A pesar de vivir tan lejos fuimos muy cercanos, el tío nos venía a visitar a menudo, y nosotros lo visitábamos a él. Yo llegué hace dos años a Japón para poner distancia entre mi padre y mi familia, mi madre es japonesa por lo que no nos fue difícil adaptarnos, tengo un medio hermano que va en la primaria de esta institución–

    –Hay… mi cabeza…¿acaso salió Aries a molestar de nuevo?–

    –Sí, pero ya está todo bajo control Maxime–

    –Gracias… ¿en qué quedé?...ah sí… lo del hackeo. Pues si, como pudieron apreciar soy Aries, la hacker, y es verdad que no puedo reclamar el titulo de la mejor, dado que hay alguien que me hace la competencia, estamos muy parejos, ha desbaratado algunos de mis trabajo y yo algunos suyos por lo que vamos empatados… pero aparece cuando quiere, no es alguien que esté permanentemente en el medio como yo… haaa y como ven estoy loca, por lo que agradecería abstenerse de molestar a Aries, luego tengo un atroz dolor de cabeza– dijo con un dulce tono mientras se sobaba las sienes

    –Kekeke eres una chica interesante kekeke– se reía Andrew. Al albino le molestó que le agradara tanto la chica, aunque como cabe esperar no lo demostró

    –Titititititi hice bien en presentarme, esto promete bastante– la rana, Adilah, se estaba divirtiendo de lo lindo –¿y qué haces tú, chico Douglass?–

    –Yo…pues…soy… la-ladrón…ladrón fantasma– dijo tímido –no hay nada que no pueda robar, soy un profesional, no hay cerradura que no pueda abrir o sistema de seguridad que no pueda desactivar, tengo cierto reconocimiento mundial–

    –¿Cómo se te conoce?– preguntó Endomaru realmente interesado, era el primer ladrón fantasma que conocía. Este interés puso un poco celoso a nuestro león

    –Pues… “Sombra Nocturna”– dijo tímido

    –Wow, pero ese es el mejor ladrón del mundo, jamás deja ni el más mínimo rastro de si, y si no fuera porque se anuncia, nadie sabría de su existencia– dijo impresionado el león

    –¿A qué te refieres con que se anuncia?– pregunta Elena intrigada

    –Siempre que “Sombra Nocturna” va a por algo, manda una nota donde dice la hora a la que irá por el objeto, solo para burlarse de los policías porque jamás lo logran atrapar, en un momento está y al otro no. Es simplemente magnifico– cuenta el cuervo, Caradoc

    –Oh, es sorprendente–

    –Y… ¿Cuántos años tienes?– Preguntó el cuervo mirando al conejo con una coqueta sonrisa

    –Y-y-yo te-tengo…dieciséis– todos lo miraron sorprendidos

    –¿Pero vas en último año?– preguntó la loba, a lo cual el joven asintió –¿cuándo cumples los diecisiete?–

    –Acabo de cumplir dieciséis este año… voy un año adelantado– dijo mirando el piso lleno de vergüenza

    –Mi primo siempre ha sido un genio, para mi fortuna vamos en el mismo salón– dijo Maxime, la cordero, mirando cariñosamente al menor

 

Ese día se la pasaron toda la tarde en el invernadero, conversando y conociéndose, hasta que tuvieron que irse porque debían cerrar la escuela. Pero en vez de irse cada quien a sus casas, decidieron pasar al centro, a un karaoke, para seguir conociéndose. Además de afinar algunos detalles del club. Les explicaron que la tapadera es que es un club de investigación de animales, en el sentido más amplio, desde la biología hasta sus significados en diferentes culturas. Además que debían ver un salón para ocupar, el invernadero se los prestaron por esta única vez, por lo que no sabían donde hacer las reuniones. Finalmente se decidió que las juntas serían los días viernes después de clases, pero que también se podría reunir otro día de forma extraordinaria. La mayor discusión se dio en formar la directiva del club. Finalmente decidieron que esa decisión se tomaría cuando se conocieran mejor.

 

Durante la semana era común que se juntaran, no todos, pero sí empezaron a frecuentarse en la escuela. Lo del salón del club no estaba zanjado. Elena y Andrew habían empezado a pedirle a Endomaru que dejara que utilizaran su invernadero, pero él se reusaba, ese era su refugio, donde nadie podría molestarlo, donde podría liberarse sin temor a que le vieran, no estaba dispuesto a cederlo.

 

Finalmente llegó el primer viernes donde deberían reunirse, pero no tenían salón. La cordero, que estaba como Aries, estaba furiosa por no tener un lugar donde establecer el club de investigación animal, y entre Aiden -el conejo-, Elena y Akeila -la loba- intentaban calmarla. Finalmente Endomaru solicitó en la biblioteca una de las salas de estudio para ocupar en esa ocasión. Quedaron en que mientras no tuvieran un espacio propio las reuniones serían en la biblioteca, en una sala de estudio. Intercambiaron números para mantener el contacto y empezaron a hablar de su semana, rieron y compartieron, se conocieron un poco más e incluso hubo un tiempo de estudio.

 

La semana siguiente fue exactamente de la misma forma, en la escuela el nuevo grupo se juntaba y almorzaban todos juntos en la azotea y en las tardes Elena y Andrew iban a la casa de Endomaru para entrenar. Ese viernes volvieron a juntarse en la biblioteca, donde se planteó una nueva problemática: el verdadero fin del club. Es verdad que fue pensado como una instancia para que se conocieran y tener un espacio donde compartir y ser ellos mismos, pero el problema radicaba en que ya se conocían y para compartir no necesitaban la existencia del club, por lo que seguir con eso debería tener un propósito. Nadie sabía que proponer, todos deseaban que continuara, pero ¿Cómo sostenerlo? Empezaban a desanimarse cuando a Elena se le ocurrió una idea.

 

    –Y si…– todos voltearon a verla –¿y si lo transformamos en un grupo de apoyo e investigación?–

    –Explícate– exigió la serpiente

    –Es sencillo, vuestra historia, la de los villdyret, se perdió con los años ¿no?– todos asintieron –pues, se me ocurrió que podríamos hacer justamente lo que se supone es este club: investigar animales. El investigar las diversas culturas donde se expresan sobrenaturalmente a los animales puede darnos pistas de lo que fue su gente en esos tiempos, pude que ahí se encuentre parte de vuestra historia, camuflada y escondida ahí mismo. El investigar la biología de los animales nos podría ayudar a crear nuevas técnicas o a mejorar las ya existentes.– todos la miraban atentos e interesados –Y lo de apoyo, me refiero a brindarnos apoyo táctico, cada uno tiene sus fortalezas, ¿y si nos apoyamos en los trabajos que nos asignen en el bajo mundo? Crear una agrupación nuestra, desligarse de las otras ¿no les parece buena idea?– esperó ansiosa la respuesta, pero por las caras ya se imaginaba la respuesta

    –Por primera vez estoy de acuerdo contigo. Los que estén a favor de la propuesta que levanten la mano– dijo Akeila mientras levantaba la mano. Enseguida todos la levantaron apoyando la propuestas

    –Si vamos a ser una agrupación incluso en el bajo mundo, necesitaremos un nombre– apuntó Caradoc

    –Es cierto ¿a alguien se le ocurre algo? – cuestionó Andrew. Todos empezaron a hablar al mismo tiempo, solo el albino y el conejo se mantuvieron callados. A los pocos minutos Endomaru pudo ver como el joven conejo trataba de tomar la palabra, pero no podía

    –Silencio– dijo clamada, pero peligrosamente, desplegando una imponente presencia haciéndolos callar a todos –Douglass-san desea decir algo, adelante niño–

    –Gracias… pensé que quizás…po-podría ser… “Zodiaco”– propuso tímido

    –¿Por qué “Zodiaco”?– preguntó Aloin, el caballo

    –¿Se han fijado quienes están acá? ¿Qué animales? Hay presentes varios de los animales de los zodiacos chino, celta y griego4, por lo…que…me pareció……adecuado…¿no?–  los nervios le ganaban la partida, ya estaba temblando entero

    –A mí me parece perfecto, así también podemos llamarnos por nuestros animales sin levantar sospechas– dijo Adilah totalmente emocionada

    –Pero se te olvida un detalle, Nana-san, en ninguno de esos zodiacos hay una rana o un oso– reclamó Emiliano, el oso

    –Pero el zodiaco griego tiene cuatro astros que no son animales y hay un insecto, podemos adoptar esos… ¡PIDO LIBRA! tititititititi– dijo Adilah

    –Me parece bien, Entonces yo seré escorpio, no deseo ser una virgen– se rió Emiliano divertido por la situación

    –Parece que el nombre ya es un hecho– comentó Aloin –pues entonces los seudónimos quedarían de esta forma. Chino: Douglass-san/conejo; Kusanagi-san/serpiente; Dalaras-san/mono; yo/caballo. Celta: DunBroch-san/cuervo; Ivanova-san/lobo. Griego: Dilone-san/leo; De la Cruz-san/Escorpio; Douglass-san/Aries y Nana-san/Libra. ¿Contentos así?–preguntó mirando a todos, a lo que todos afirmaron

    –Esto además nos da espacio para incluir a más gente en el futuro, pero manteniendo la idea de grupo cerrado… solo se aceptan hasta completar los zodiacos, ¿Qué les parece?– propuso Andrew animado

    –A mí me encanta, de hecho pensaba en lo mismo– comentó la loba, Akeila. Todos estuvieron de acuerdo. Cuando todos se fueron a sus casas Endomaru paró a Andrew y a Elena en la entrada

    –Hoy no habrá entrenamiento, Elena…vete a casa a descansar– dijo con el rostro pétreo

    –Bien… hasta el Lunes– se despidió mientras miraba extrañada al albino

    –… ¿Qué fue eso? ¿Qué sucede?– preguntó el pelirrojo preocupado

    –Nada, vámonos, se nos hace tarde– dijo mientras empezaba a caminar

    –Pero…– iba a reclamar mientras avanzaba pero lo que dijo el albino a continuación lo dejó estático y mudo

    –Te invito a dormir a la casa de mi maestro, hoy– dijo sin voltearse o dejar de caminar

    –…– estaba atónito, lo invitó a su casa, ¡realmente lo invitó a dormir a su casa!, estaba en el cielo, y él parado como idiota. Finalmente reaccionó y lo alcanzó –iré por ropa a mi casa y me presentaré allá–

    –No olvides los deberes de la escuela–

    –Como digas– dijo con una gran sonrisa

 

Y así fue. En menos de media hora Andrew ya estaba frente a la casa del albino. Esa noche platicaron sobre gustos y demaces cosas triviales; películas, libros, etc. Hicieron los deberes y se fueron a la cama a eso de las doce de la noche. Pero continuaron hablando mucho tiempo más, bromearon y rieron, incluso Endomaru rió, con esa risa suave como arrullo de riachuelo que tanto le gustaba al oji-ámbar. Finalmente alrededor de las una y media de la madrugada se dispusieron a dormir. Esa noche ninguno de los dos pudo dormirse de inmediato. El león tenía el corazón acelerado de la felicidad, estaba en la misma habitación que el chico que le gustaba y habían pasado una tarde maravillosa. Mientras que el albino estaba perturbado; con el pelirrojo se sentía seguro, tranquilo, reía, conversaba, se dejaba llevar… y sobre todo le gustaba que le sonriera, le abrasara o incluso que le llamara Maru… hacia que su corazón se acelerara gratamente… y eso le asustaba… le asustaba aquello que empezaba a sentir en su pecho.

Notas finales:

1.- Para entender les recomiendo leer esto --> https://es.wikipedia.org/wiki/Ceremonia_del_t%C3%A9_japonesa
2.- Las serpientes del Medallón --> https://elblogdewim.files.wordpress.com/2012/08/ouroboros-2.jpg
3.- No sé si ese es realmente el nombre, pero sé que existe, y si es un nivel de bipolaridad agudo. La persona tiene es como si tuviera a dos personas viviendo dentro de su cabeza inicluso se han sabido de personas que poseen más de una personalidad
4.- Zodiaco chino: Cerdo, Perro, Gallo, Mono, Cabra, Caballo, Serpiente, Dragón, Liebre, Tigre, Toro, Rata. Zodiaco Celta: Ciervo, Gato, Serpiente, Zorro, Toro, Caballo de mar, Cuervo, Caballo, Salmón, Cisne, Mariposa, Lobo, Halcón. Zodiaco Griego: Aries, Tauro, Geminis, Cancer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario, Picis. Si alguien desea saber a que pertenece en el zodiaco Celta, me pregunta en un review, me dicen el dia y mes de su cumpleaños.

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Y bien ¿Qué les pareció el capitulo? ¿les gustó, no les gustó? Déjenme su apreciación en un reviews.

Cualquier sugerencia o petición es bien recibida.

Lista de significados de nombres (incluyen los que no dije en los capítulos anteriores):

Hermano gemelo perdido de Andew  à Leonidas à el que es como un león

Maestro de Andrew à Alfredo à Noble protector / Gobernante pacifico / Consejo de elfos

Akeila Sonja Ivanova (Loba Artica) à (Ruso)Akeila: Sabio  –  (Ruso)Sonja: Alguien con juicio y sabiduría

Aiden Blair Douglass (Conejo negro) à (Escocés)Aiden: Fuego pequeño  -  (Escocés)Blair: Niño de los campos

Emiliano Vitor De la Cruz (Oso grizzli) à (Portugués)Emiliano: Laborioso  -  (Portugués)Vitor: Defensor

Molly Maxime Martinea Douglass (Cordero) à (Inglés)Molly: Una mujer sensible que posee gracia natural y da impresión de equilibrio y armonía  -  (Francés)Maxime: El más grande  -  (Francés)Martine: Ciervo de Marte

Caradoc Cionnaith DunBroch (Cuervo) à (Celta)Caradoc: El afecto, amable  -  (Celta)Cionnaith: Niño de fuego

Adilah Adla Nana (Rana Blanca) à (Africano)Adilah: Simplemente honesto igualdad  -  (Tanzania)Adla: Justicia

Aloin Chik Sprenger (Caballo) à (Holandés)Aloin: Noble amigo  -  (Holandés)Chik: Tierra

 

Bien, ahí tienen los significados de los nombres. Pregunta: 1º ¿les gustaría que el próximo capítulo continuara la historia principal con Andrew y Endomaru, o lo hago de algunos de los nuevos integrantes de la banda? Tenía pensado hacer capítulos dedicados a cada uno de ellos, como sus historias personales o algo así, aun no lo tengo claro, pero si quieren que el próximo capítulo se centre en alguno de ellos díganmelo en un review.

2º Proposición de parejas (si es que las tienen pensadas al leer este cap), había pensado en Caradoc con Aiden (cuervo con conejo) y se me ocurren otras pero quiero sus propuestas.

3º ¿Les gustó el nombre de la agrupación? ¿muy trillado? Opiniones (y sugerencias si tienen), lo que sea que quieran decir…¿un review plis?

 

Creo que eso seria todo por el momento espero que les haya gustado el capitulo y lo hayan disfrutado

                                                            Siempre vuestro: Bellphegor

 

PD: Espero comentarios y sugerencias para el siguiente capítulo 48 horas, luego comenzaré a escribir.


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