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Los Secretos del Mundo por Bellphegor

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Notas del capitulo:

Bueno aqui estoy, dando el primer capitulo oficial de esta historia (no cuenta prologo ¬¬).

Hoy estoy de cumple y que mejor manera de celebrar que publicado y leer algun que otro lindo review :3.

Aqui comensamos la historia propiamente tal, por lo que espero les guste. En las notas finalesles daré algunas preguntas que me gustara que respondiesen, para ayudarme en la historia.

Este cap me saliio algo largo quizas, los otros no creo que salgan tan largos, pero quizas sí, yo no acostumbro ha hacer cosas cortas (por lo que el prologo es algo exepcional)

Sin más que agregar (creo u.uU) les dejo el capitulo.

Capitulo Uno: El gran torneo del bajo mundo y le serpiente blanca

La lluvia caía esa noche tormentosa. Los rayos iluminaban el cielo. Un niño de no más de ocho años estaba sentado sobre una caja, poseía una mirada fiera, animal, salvaje. Poseía un descuidado cabello blanco –aunque no se notara mucho por lo sucio que estaba-; sus ojos eran de un color violeta, hipnotizantes, de pupila raja; de piel sumamente clara, como el papel. En ese mismo callejón estaba lleno de personas, muchas se peleaban por trozos de cartón, con tal de no sentarse en el húmedo piso. Pero nadie se acercaba al muchacho, lo miraban con miedo. Los pocos que se atrevían a acercarse un poco, retrocedía alarmados por la salvaje presencia del muchacho, era como intentar acercarse a una serpiente de cascabel o algo peor.

 

De un momento a otro un rayo ilumino el cielo, proyectado al interior del callejón un par de sombras. A la entrada de este estaban parados dos hombres de una presencia intimidante. Uno era delgado, piel clara, alto, pelo negro que le llega a la mitad de la espalda, de vestimentas anticuadas de la era edo. El otro era un hombre igual de alto, corpulento, de piel broceada, pelo castaño y corto, vestido con un traje formal. La sola presencia de esos sujetos intimidó a todos los presentes en ese callejón, preguntándose desde cuando estaban esos ahí. A paso calmado ingresaron en el callejón y fueron directo al joven de las cajas de cartón. Al verlo, y ver su agresiva reacción ante su presencia, ambos fruncieron el seño. El más corpulento chasqueo la legua fastidiado.

 

¾    No sirve, ya es un salvaje – dijo con voz profunda y grave – acabemos ya con él y continuemos– iba a atacarlo pero su compañero lo detuvo

¾    Espera, para comenzar no creo que eligiera ese camino– dijo con una suave voz susurrante –…más bien me parece una víctima de las circunstancias, además fíjate e sus ojos…no están rojos todavía por lo que aún estamos a tiempo–

 

El hombre delgado se le acercó y susurró unas palabras mientras lo miraba fijamente. El chico de un m omento a otro parecía querer huir, pero basto con otra mirada de aquel hombre para dejarlo rígido como piedra a causa del miedo. El pálido hombre extendió su mano y ante tal acto el niño se encogió en su lugar serrando los ojos esperando lo que fuera. Abrió los ojos muy sorprendido al sentir acariciar su cabeza. Levantó la mirada hacia aquel hombre y vio como le sonreía cálidamente. Y mayor fue su sorpresa al ver que ambos sujetos eran parecidos a él sobre todo aquel que le acariciaba.

      –También es una serpiente– dijo el niño con una voz rasposa, como si le dificultara hablar, ambos hombres se vieron con sorpresa –no son primates… que alegriCOFCOFCOF– ahí se dieron cuenta que efectivamente hablar dañaba la garganta del infante, además que junto a la tos escupió un poco de sangre

     –No intentes hablar…tienes buenos ojos– dijo el corpulento hombre- soy un toro y soy médico… realmente me impresionas por resistir el estado salvaje…niño–dijo mientras empezaba a revisarlo –no hables por una temporada y tu garganta mejorará–

 

Sin decir nada más, ambos hombres se levantaron y empezaron a caminar a la salida del callejón. El niño solo los veía desde su lugar, con una mirada que reflejaba tristeza. Unos vagabundos intentaron acercarse para tomar el cartón, pero el niño los espantó. Iba a acomodarse en el cartón cuando escuchó que el hombre delgado y alto lo llamaba desde la entrada del callejón, solo dijo “vámonos” y comenzó a caminar. El niño sonrió ampliamente y se fue corriendo tras aquel misterioso hombre.

 

 

 

Nueve años después

 

En medio de una gran cadena montañosa, en uno de sus valles, se alza una enorme edificación, un gigantesco estadio de donde salía una gran cantidad de fuegos artificiales, gente entraba y salía del lugar esperando el inicio del gran evento. Ese día se celebraba la versión número cuarenta y ocho del gran torneo de artes marciales del bajo mundo. Grandes figuras del bajo mundo se encontraban ahí, expectantes al espectáculo que prontamente verían.

 

En la entrada, en la zona de inscripciones, un hombre de unos treinta y seis años -alto, delgado, piel clara- y un joven de aproximadamente diecisiete –casi igual de alto, llegándole al hombro al mayor; cabello blanco-platinado, liso, largo hasta la rodilla; sus ojos de un color violeta y pupila raja eran como fríos témpanos, inexpresivos y amenazantes; de piel sumamente clara, como el papel; e igual de delgado que el mayor- se acercaron al libro de registros. El encargado miró a ambos, el hombre iba vestido con un traje de onmyouji[1] y el joven vestido con un kimono blanco, un hakama[2] azul noche atado al estilo ninja, ambos atados en la cintura por un obi[3] purpura, y sandalias de madera. Les preguntó quién participaría, pensando que sería el adulto. Pero al darse cuenta el mayor lo que el hombre pensaba, negó con la cabeza y apuntó al joven. El encargado abrió muy grade los ojos por la  sorpresa e intentó persuadir tanto al adulto como a aquel joven, pero ninguno dio su brazo a torcer. Al poco rato el joven perdió la paciencia y con una vos suave, pero fría y amenazadora, le pidió que le mostrara donde tenía que poner la firma. El encargado, temeroso por su seguridad, se dispuso a hacer su trabajo, se fijo un momento en el muchacho y le miro perplejo por un momento, luego abrió el libro de registro en una página que decía en su cabecera “Serpientes”. El joven firmó y le entregaron una máscara que cubría la mitad de su rostro y que parecía una serpiente, además de una chapa con el número cuatrocientos ochenta y cuatro impreso en él.

 

Ya dentro del recinto vio la cantidad de participantes. Por ser ronda eliminatoria había muchas arenas de combate enumeradas con letras, desde la A hasta la Z, y los no combatientes podían ingresar libremente para ver las peleas, por lo que el hombre mayor pudo ir con el joven sin problemas. El joven suspiró con fastidio, pero sin cambiar su expresión, diciendo “esto está lleno de monos”. El mayor rió bajo y lo miró.

 

     –¿De verdad tengo que, maestro? No lo creo provechoso, esto está lleno de vulgares monos, hay muy pocos de otros animales– dijo el joven mirado al mayor

     –Sería mejor que no los subestimes, podrías llevarte más de una sorpresa– le sonrió condescendiente

     –Disculpe, peco de arrogancia– el mayor solo le sonrió y continuaron caminado

 

Empezaron a ver las peleas a ver si así el joven se motivaba, pero nada. El joven empezaba a pensar que realmente no valdría la pena estar ahí, cuando de pronto sintió una fuerte presencia detrás de él y al girarse se encontró de frente con un joven de su misma edad, de piel acanelada, ojos ámbar –que se veían debajo de la máscara por las cavidades oculares- y de una gran sonrisa, pero lo que más llamaba la atención era su cabello, peinado en puntas hacia atrás, de un extremadamente llamativo rojo fuego. El joven vestía unos bombachos negros, unas zapatillas de tela y suela blanda, muñequeras negras y en su torso solo una chaqueta negra -con dorado en sus bordes- sin mangas, que le llegaba un poco más arriba de la cintura y la traía abierta, dejando a la vista su bien formado torso –aunque delgado-. El muchacho también lo examinaba con una enorme sonrisa en sus labios, nuestro joven se concentro un poco para saber que era y grande fue su sorpresa, aunque no la demostró, de ver ante él un león. Pero lo sorprendente no era el hecho de que era un león, sino el color de su melea; lo común es que la melena sea castaña, negra o rubia, incluso habían casos –pocos pero habían- en que tenían la melena naranja, pero nunca había oído, y menos visto, una roja. Se miraron fijo a los ojos por u momento, que resultó muy intenso. Fuego contra hielo, pación contra frialdad, interés contra indiferencia. Así permanecieron hasta que el primero en hablar fue el joven león.

 

     –Vaya, vaya. Que interesante, me habían dicho que ninguna serpiente se presenta al torneo desde hace mucho, y miren mi suerte, vengo y me topo con una, que además es de las más raras, una serpiente albina– habló con por demás jubilosa que molestó y divirtió hasta cierto punto a la joven serpiente –lástima que no nos está permitido revelar nuestros verdaderos nombres, pues…durante el torneo llámame León jeje– le dijo sin borrar su sonrisa.

     –Je, por lo que dices pareces estar seguro de pasar las eliminatorias– observó la joven serpiente –solo lograrán pasar doce luchadores que se dividirán en tres grupos de cuatro, y de esos doce no habrán dos animales de la misma especie, y he visto a muchos leones por aquí ¿podrás? –estaba claramente burlándose y sus ojos destellaban desde, pero oculto tras este había un imperceptible brillo de interés –hagamos algo, si pasas las eliminatorias, dejaré que me llames Serpiente

     –Jeje, no me subestimes…trato echo –le contestó retándolo con la mirada, luego se dio la vuelta dándoles la espalda y empezó a caminar, mientras se retiraba estiro su mano al aire despidiéndose –estaré atento a tus combates, por lo que estate atento a los míos– el albino solo dio una imperceptible sonrisa para darse la vuelta he irse por el camino contrario, había encontrado su motivación para participar.

 

Durante todo ese tiempo el maestro solo fue un mero espectador, pero no por que no haya querido hacerlo, más bien no pudo, la sorpresa lo mantuvo paralizado. El joven albino nunca de los nunca mostraba algún rastro de emoción en el rostro y su mirada siempre se mantenía fría, indiferente. Pero ese joven consiguió tantas reacciones el la joven serpiente en tan corto periodo de tiempo, que el mayor estaba anonadado. Porque si bien para cualquiera las leves sonrisas o aquellos sutiles, casi imperceptibles, brillo en los ojos o ese leve tono divertido empleado, serían algo irrelevante, para él que conocía bien al joven, sabia que el muchacho León había conseguido toda una odisea que ni él había conseguido.

 

Al poco tiempo llamaron a presentarse en la plataforma “F” a los participantes número cuatrocientos ochenta y cuatro, que era el albino, y número doscientos ocho que resultó ser un hombre demasiado grade, mucho musculo y bello corporal, era un inmenso oso grizzli. Serpiente solo lo miraba con indiferencia, incluso se diría que aburrido. Los espectadores se empezaron a reírse del joven, decían que no duraría ni cinco segundos, que lo aplastarían como cucaracha, y otras cosas a las que no puso atención. El enorme hombre le dijo unas palabras de disculpa, pero que eso no era un juego, que venía a ganar y quien sabe cuánta palabrería más, el joven no le prestó atención en ningún momento. Cuando sonó la campana el hombre se abalanzo contra el, pero ágilmente y sin mucho esfuerzo evitó el golpe, colocó su pie en el camino de las piernas del gigantón y le empujo u poco la espalda y esto sumado a la inercia con la que venía, terminaron mandando fuera de la plataforma al oso, dándole la victoria al joven. Todos los espectadores lo miraron estupefactos, no hiso ningún movimiento innecesario. Se estaba retirando de la arena cuando sintió una mirada sobre él, se giró a ver quien era, y tal como pensó era León. Ambos desplegaron sus presencias animales más amenazantes en contra del otro, se estaban retando mutuamente. El pelirrojo se volvió finalmente y se fue, y el albino continuó su camino, como si no hubiera pasado nada.

 

Al minuto se oyó como llamaban a presentarse a la plataforma “B” a los concursantes número cuatrocientos ochenta y seis, que resultó ser León, y al participante número ciento doce, que era un obre con exceso de músculos y más alto que el pelirrojo, era un gorila. Suspiró resignado, la gente le abucheaba igual que hicieron antes contra Serpiente, solo sonrió. Al sonar la campana el gorila se abalanzó contra el pelirrojo, el cual le esperó en el mismo lugar, en postura firme, el pie derecho atrás en posición horizontal, el izquierdo al frente en una línea recta en posición vertical, el brazo derecho flectado pegado al torso que hacia una línea vertical a donde venia el contrincante, el brazo izquierdo también flectado, pero mirando hacia al oponente; cuando el gorila estuvo a su rango, estiró veloz y firme su brazo izquierdo, clavándolo e el abdomen del enorme hombre. Nadie se movía, los contendientes estaban quietos en la misma posición, cuando de un momento a otro el gorila colapsa y cae inconsciente y declaran a León como ganador. La audiencia estaba estupefacta, nadie entendía lo sucedido, hasta que u anciano que estaba parado al lado del albino, que se había acercado a ver la pelea cuando vio al pelirrojo subir al ring, hiso la pregunta que todos querían contestar “¿pero como…?”

 

     –Es sencillo– dijo el joven –todo se dio por la inercia y la postura– el anciano lo miro sin comprender –el pelirrojo adoptó una postura absolutamente firme, y ancló su pierna derecha atrás como soporte para evitar el retroceso, toda la postura está diseñada para eso, evitar el retroceso. Mientras extendía su brazo, e el momento preciso, y lo ponía rígido como el resto del cuerpo, no necesitaba hacer nada más, el cuerpo de ese hombre venia a una gran velocidad y con gran fuerza, además que su cuerpo debe ser muy pesado, al impactar con el puño la inercia hiso el resto, el cuerpo intento seguir avanzando por la inercia pero lo único que consiguió es enterrar el puño en el abdomen creando u golpe desbastador con un gasto de energía casi de cero. Claro todo habría fracasado si su cuerpo no se hubiera permanecido firme– explicó con simpleza. Nuevamente ambos jóvenes cruzaron miradas y ocurrió lo mismo que la vez anterior.

 

Una vez la pelea de miradas acabó, cada quien se fue por su lado. El resto de la tarde pasó de la misma forma, viendo las peleas del otro y con batallitas de miradas. Tenían estilos muy distintos, totalmente opuestos, para ganar sus batallas. Serpiete era sutil, no muy llamativo, hacia lo justo y necesario, normalmente ganaba empujando fuera del ring a sus oponentes. León era mucho más vistoso, panafernálico, con alguna exhibición de algún ingenioso movimiento que dejaba a su oponente KO. Pero ambos tenían algo en común y lo sabían, estaban haciendo movimientos básicos, lo que cualquier peleador que se merece llamar como tal debiera de saber; no habían dejado ver ni un poco de su estilo de pelea ni sus estrategias, tratar sacar algo en claro de estas peleas era perder el tiempo. Finalmente simplemente les faltaban a los dos su última batalla, por lo que esperaban a ser llamados. Leon por casualidad se encontró con Serpiente por lo que decide acercarse a darle platica para no aburrirse en la espera.

 

     –Jeje, eres bueno– dice mientras se acerca –cada vez me dan más ganas de pelear contigo, “Serpiente”– sonrió con burla al decir lo último, pero se sorprendió al recibir de respuesta una sonrisa.

     –Hum, tu tampoco lo haces mal, espero que no seas eliminado, no creo que quedemos en el mismo grupo, por lo que te espero en la final, León– le responde el albino

     –Tenlo por seguro, además así podre enfrentarme a ti en condiciones jejeje– de pronto una risa se deja escuchar y se les acerca un hombre u poco más alto que ellos con el torso desnudo y castaño, era un león

     –Jajajaja, lo lamento chico, pero eso no pasará, yo seré el único león que pasará las eliminatorias, por lo que ya puedes ir escaqueando sabandija jajajajaja- por alguna razón esto molestó mucho al albino, el pelirrojo solo sonreía, le iba a contestar pera la serpiente se le adelantó.

    –Tú no eres más que una sucia rata hipócrita sin sentido ni razón de ser. Un ser patético que se jacta de algo que no ha sucedido. Sería muy sencillo derrotarte, te las has pasado exhibiéndote y tu postura es mediocre, no vales la pena –dijo el albino con veneno en cada palabra, un veneno que llegaba a helar la sangre. El pelirrojo a su lado lo miraba atónito, mientras que el mayor no podía estar más cabreado.

     –¿Eso crees mocoso?... ¡¡Pues bien!! ¡¡Te reto!!- dijo, o gritó, mientras se daba la vuelta y se encaminaba hacia un arbitro

     –¿Por qué… has hecho eso?–preguntó el pelirrojo totalmente atónito.

     –Eso mismo quisiera saber yo –dijo en tono sebera una voz susurrante a espaldas del albino

     –Maestro– saludó, al girarse, con una reverencia –respondiendo a su pregunta,…solo lo hice–

     –Solo lo hiciste– repitió serio, a lo cual solo recibió un asentimiento de cabeza

    –Para ser francos…no es algo que a usted le interese, por lo que no meta sus narices– el león mira sorprendido al discípulo por aquel sin respeto, pero el maestro no dice nada, no parece importarle, es más asiente con la cabeza desacuerdo a lo dicho. El pelirrojo no entiende nada.

 

En eso llaman a la serpiente al ring número “A”, donde ya lo esperaba aquel molesto león. El joven pelirrojo observa al otro alejarse, preocupándose por lo sucedido, cuando siente una presencia atrás suyo. Al girarse ve a un hombre vestido igual que él, pero en tonos blancos, piel morena, ojos cafés y pelo negro corto, león al igual que él. El joven le hiso una pequeña reverencia y le llamó maestro, el cual respondió con solo un asentimiento de cabeza. Tenía la vista fija en algún punto en la dirección a donde se había ido el otro joven, cuando de un momento a otro desplegó su presencia, mandándola como una fuerte onda de choque en esa misma dirección.

 

Cuando le dio la espalda al pelirrojo caminó a un paso tranquilo. Había recuperado su común temple, por lo que su caminar era relajado y despreocupado. Faltaban un par de metros para llegar a la arena, cuando la serpiente mayor siente detrás una presencia, una muy conocida. El mayor gira sobre sus talones y despliega su presencia y la manda fuertemente como onda de choque, respondiendo a la agresión de la misma forma. El choque de ambas presencias provocó que la gente se desmayara a un par de metros del punto de colisión.

 

Ante el despliegue de sus maestros ambos quedan atónitos. Pero el albino, este hecho le crispó los nervios ¿Quién había sido? ¿Quién era aquel que se atrevía a atacar a su maestro? ¿Quién osaba el siquiera pensar en medirse con él? Aplastaría a ese insecto, nadie es digno de tal despliegue.

 

De un solo salto salvó la distancia que lo separaba de la plataforma, para caer frente a su contrincante. Le ordenó al réferi que comenzara la pelea ya, con un tono que este solo pudo clasificar como, clara y realmente verídica, amenaza de muerte.

 

Dieron la partida y aquel sujeto le lanzó una ráfaga de lo que él llamaba “garras aéreas”, lo cual consistía en lanzar zarpazos al aire creando cuchillas de aire a alta temperatura. El joven esquivo uno por uno los zarpazos mientras se acercaba a su oponente, siguiendo el patrón identificado en las anteriores batallas, y cuando estuvo al frente del león mayor este reaccionó velozmente saltando hacia atrás, seguido de esto empezó a saltar de un punto a otro a la plataforma a una gran velocidad, para alguien normal. Fácilmente esquivaba las garras que estaban al rojo vivo, pero él no dudó, los esquivaba con una facilidad impresionante. Cuando finalmente se detuvo exhausto; el joven aprovechó la ocasión y se lanzó al ataque, estaba muy molesto por lo de su maestro. Rápidamente corrió contra el pelinegro, saltó, golpeo la barbilla, agarrando la cabeza y girándosela fuertemente sin llegar a matarlo, haciéndolo perder su eje y centro de gravedad, y de manera increíble levantó a ese hombre del suelo y con una fuerza por demás sorpréndete lo mandó a estrellarse contra la pared del otro lado del recinto. Inmediatamente le declararon ganador y parte del grupo A.

 

Se podía escuchar los cuchicheos de la gente, tal parece que ese león había sido el número dos del torneo anterior. A esto Serpiente dijo en voz alta y clara “si ese es el nivel del número dos del torneo pasado, significa que el nivel del torneo es mediocre, lleno de inútiles”. Después de decir aquello, se retiro caminando de manera que los espectadores clasificaron como altanera. León vio aquella escena y no le agradó nada, estaba parado en la arena de combate C apunto de empezar su pelea. Se giró a ver a su contrincante con una cara de aburrimiento, bostezó y dejó de ponerle atención, su mente divagaba e las posibles razones del comportamiento de su “rival”. Su contrincante se cabreó mucho por el comportamiento del chico y cuando dieron el inicio se abalanzó sobre él. El pelirrojo solo lo vio aburrido, pero decidió acabar rápido para no perder de vista al albino, por lo que, en un veloz movimiento esquivó y se puso detrás del orangután que era su contendiente para darle una patada en el trasero y mandarlo fuera de la arena por la inercia. De esta forma le declaran vencedor y participante del grupo B.

 

Al bajar se encuentra con su maestro que lo mira intrigado, sabía que el joven era, por naturaleza, exhibicionista de sus habilidades. Si había ganado de esa forma tan fofa y se mostraba tan aburrido y desinteresado, era porque había algo que le había llamado la atención. Y lo confirmó cuando salió corriendo del recinto, como si buscara algo… o a alguien.

 

Fuera del recinto de las arenas de combate, en el área restaurant del estadio, se encontraban las dos serpientes. El mayor con mirada seria y el menor con mirada indiferente. Durante todo el tiempo, desde que salieron, el mayor había hecho la misma pregunta “¿Por qué hiciste eso?” a lo cual siempre recibía la misma respuesta, silencio. El menor no se dignaba a contestar, ni dirigirle la mirada, nada, no había reacción alguna. El maestro suspiró derrotado, cuando el joven se ponía así no hay quien lo sacara de ese estado, y podían pasar semanas, incluso meses, en ese estado.  En eso llega el joven león a paso de trote.

 

    –Vaya, vaya. Miren a quien a traído el gentío. Al cachorro de león jeje– se burló el maestro, de alguna forma debía sacar esa frustración. El joven inflo los mofletes de manera infantil por la molestia que le causó el comentario.

    –¡¡No me diga cachorro!!–

    –Es lo que eres– lo siguió molestado

    –Después me las arreglaré con usted…viejo –dijo por lo bajo, pero el mayor lo escuchó perfectamente y le saltó una vena en la frente por la molestia que le causo que le dijeran “viejo” –pero eso para después. Tú– dijo apuntando al albino, este se giro a verle con desinterés – ¿Qué te crees que hacías allá adentro? ¡¡¿Por qué hiciste eso?!! – dijo molesto, el maestro solo lo miro. Si el albino no le contestó a él, menos lo haría con ese muchacho

    –¿Por qué crees que te respondería?– contestó desafiante. Y ahí iba y dejaba totalmente desconcertado a su maestro ¿acaso le respondía a ese mocoso?...”esto se pone interesante” pensó el mayor con una sonrisa –pero si de verdad quieres saber,…lo hice porque se me dio la gana–

    –¿Por qué se te dio la gana?...tu realmente no tienes respeto por este torneo ¿verdad?– el otro negó con la cabeza –entonces ¿Qué es para ti?–

   – Entrenamiento– contestó sin dudar. Ante tal respuesta solo atinó a carcajearse, el albino solo lo miraba

    –Me parece perfecto, después de todo yo estoy aquí por lo mismo –el albino, para sorpresa de su maestro, le dio una leve sonrisa, divertido de que estuvieran ahí por lo mismo. Luego vio como el pelirrojo le sonreía –te propongo una apuesta –el albino elevó una ceja con interés, nunca fue dado a apostar pero le intrigaba que propondría aquel muchacho –Si yo gano la final deberás contestar con la verdad a todo lo que te pregunte. En cambio si tu ganas te diré todo lo que quieras saber de mí–

    –¿Por qué aceptaría algo tan tonto? Nada ganaras sabiendo de mi y es igual al inverso, a menos que un día me contraten para matarte, pero ahí me conseguiría por mis medios la información –contestó indiferente

    –Solo quiero saber de ti, me intrigas, me has llamado mucho la atención, eso es todo, si no te parece… entonces, si ganas, haré cualquier cosa que ordenes, si importar el qué– dijo con una sonrisa.

 

No supo el porqué, pero terminó aceptando la apuesta. Ese día su maestro se había llevado varias sorpresas.

Pasaron el resto de la tarde en compañía del “cachorro de león”, como lo llamaba él, a pesar de que la joven serpiente le decía que se marchara cada dos por tres. Finalmente la repartición de los grupos estaba lista, las cuales eran: grupo A: Mono (a), Jabalí (b), Serpiente (c), Águila (d); grupo B: Lobo (a), Oso (b), León (c), Carnero (d); grupo C: Búho (a), Toro (b), Rinoceronte (c), Rata (d). La competencia iniciaría al día siguiente desde primera hora y el orden de las peleas sería: 1º A c v/s a; 2º C av/sb; 3º A d v/s b; 4º B a v/s d; 5º C c v/s d; 6º B b v/s c. Finalmente se darían las semifinales, y al día siguiente sería la final. Cuando se hiso muy tarde el pelirrojo se despidió y se fue, no antes de recordarle al albino la apuesta. Se fueron a la habitación que les habían entregado en la zona hotel del estadio, donde tuvieron una pequeña charla que no agradó nada al joven. Su maestre le había dado una orden: perder la semifinal y no llegar a la final. Se excusó con que el objetivo de venir era entrenar y no ser parte del espectáculo, y conseguirían eso en las primeras rondas, incluso podía pelear cuanto quisiera en las semifinales pero no podía pasar a la final, se debía dejar derrotar. Esto no agradó en nada al más joven, pero agachando la cabeza obedientemente le contestó un “si maestro”. Algo similar, por no decir exactamente lo mismo, le ocurrió al pelirrojo, con la diferencia que este se puso a hacer pataleta y negarse como si se tratara de un niño de cinco años, a lo cual su maestro suspiró agotado, bostezó y le recordó que si lo desobedecía debería abstenerse de las consecuencias y se quedó dormido. El chico lo miró, sonrió y de la nada calló dormido.

 

A la mañana siguiente, desde temprano bien temprano, la vida en el estadio surgía en emoción y expectativas de lo que serían las peleas a venir. En el centro del estadio habían instalado un domo donde había una gran arena de combate. La arena medía 10m x 10m, se encontraba sobre una superficie con pasto de 100m x 100m que finalizaba en un pequeño muro de 1m de altura, del muro hacia atrás comenzaban las gradas que ya estaban empezando a llenarse de gente ansiosa por que comenzara la primera pelea, que comenzaría en cinco minutos, a las ocho en punto.

 

Serpiente caminaba tranquilo por los pasillos. “Quien diría que  mi primer oponente sería un mono, me molesta, además tengo mejores cosas en las que pensar”, y así era, por primera vez en su vida se cuestionaba si desobedecer o no a su maestro. El nunca lo había desobedecido en una orden, aunque si alguien lo escuchara decir aquello le gritaría “mentiroso” dada la extraña relación que llevaban, además que normalmente pasaba de lo que dijera su maestro. Pero lo que la gente no sabe, ni se imagina siquiera, es que su maestro rara vez le da una orden, normalmente le sugiere las cosas, pero lo deja hacer lo que el quiera, a palabras de su maestro “Yo no soy ni tu madre ni nada tuyo, mi deber es enseñarte a combatir y sobrevivir, lo que hagas con tu vida me tiene sin cuidado”. Así fue siempre, pero apenas su maestro le daba una orden jamás contradecía y cumplía la orden a rajatabla. A pesar de lo que cualquiera pensara, él respetaba completamente a su maestro, era su figura paterna y como tal lo quería, pero antes muerto que decirle que lo veía como u padre.

 

Finalmente llegó la hora de la batalla. En el centro del cuadrilátero se paró una mujer de morena de piel, alta y delgada con las curvas marcadas, ojos azules, pelo naranja, vestida con traje de combate chino. Era una tigresa de la variedad de tigre siberiano. Con micrófono en mano se disponía a ser presentadora.

 

    –¡¡¡DAMAS Y CABALLEROS DEL BAJO MUNDO!!! ¡¡¡AMADA ESCORIA DEL MUNDO DE LOS MONOS!!! ¡¡¡Es un enorme placer para mi ser la presentadora de este gran evento!!!– dijo a todo pulmón –¡¡¡Llámenme Lady Tigresa por lo que quede del torneo!!! ¡¡¡Las reglas son sencillas!!! ¡¡¡Pueden hacer uso de lo que mejor les plazca y pueden pelear de la manera que quieran, las habilidades especiales están permitidas mientras sus efectos no causen la muerte!!! ¡¡¡Se perderá automáticamente si se sale del cuadrilátero o se queda K.O. o uno de los contendientes se rinda!!! ¡¡¡Las únicas prohibiciones son: nada de armas corto punzantes, no asesinar al contrincante in situ o provocar heridas claramente mortales, no consentiremos que vallan a matar por lo que si se diera el caso yo misma acabaré con sus vidas o alguno de mis compañeros jueces, además cualquier tipo de químico-droga-medicina que no haya sido previamente declarada y aceptada será prohibida con sanción de descalificación!!! –giró los ojos viendo hacia el publico haciendo un travieso silencio –….sin más que agregar… ¡¡daremos comienzo a la primera pelea!! ¡¡que pasen los peleadores!! ¡¡SERPIENTE V/S MONO DEL GRUPO A!!– una vez anunciado se bajó del cuadrilátero

 

Ambos peleadores se subieron y se analizaron calmadamente. Serpiente venia con el mismo atuendo del día anterior, mientras que el mono -que era un langur hanumán- solo vestía un pantalón de kung fu y llevaba un bastón de su mismo porte consigo.

Cuando la tigresa dio la partida, ambos contendientes fueron a atacar al otro. El mono se movía ágil y veloz y atacaba principalmente con el bastón, que también ocupaba para sostenerse en el aire, incluso un par de veces lo ocupo como en el salto con garrocha. En cambio el joven albino se movía veloz, ágil y sigilosamente, además de ser muy flexible; se concentraba más en ataques con sus manos, aunque dando una que otra patada, y todos sus ataques eran precisos, aunque muchos eran bloqueados por el mono. Así pasaron unos cinco minutos de ir y venir de golpes y bastonazos, los espectadores no tenían tiempo ni de parpadear con el temor de perderse algo interesante. Y pronto sucedió, los movimientos del mono era cada vez más lentos y torpes, cada vez recibía más golpes, no lo entendía hasta que en un movimiento suyo se vio el brazo: estaba lleno de pequeños cardenales como de piquetes; entonces ahí comprendió, el estilo de lucha de las serpientes se basaba en ataques precisos a los puntos de presión logrando manipular así a su oponente, había caído en la trampa, lo había estado anestesiando lentamente sin que se percatara. Solo bastó un golpe al mentón con la base de la palma para dejarlo fuera de combate. La tigresa subió al cuadrilátero y, después de cerciorarse de la inconsciencia del otro, declaró ganador a Serpiente. Los aplausos y vitoreo no se hicieron esperar, pero el simplemente se dio la vuelta y se fue.

 

Ya de vuelta en la sala de espera de los peleadores, que era u hall muy lujoso, se encontró con León que al verlo regresar le sonrió. El albino solo pasó de largo ignorando su existencia. Pasaron las horas y los minutos, pasando así pelea y pelea; algunas tardaron mucho tiempo y otras concluyeron rápidamente. Finalmente le llegaba el turno a León, su oponente sería un oso grizzli, un hombre alto de dos metros, musculoso, con una cicatriz en su ojo derecho dejándolo tuerto vestido con pieles de animal. Se encaminaron por el pasillo hacia el área de combate, y ya cerca podían oír la presentación.

 

    –¡¡Y Finalmente llegamos a la última batalla de esta ronda preliminar!!– anunciaba Lady Tigresa atreves del micrófono –¡¡Luego de la pelea se dará un tiempo de hora y media de descanso donde podrán disfrutar de las exquisiteces de nuestros restaurantes!! ¡¡¡no se lo pierdan!!!– al pelirrojo le parecía más una vendedora de algún producto que una animadora de torneo de artes marciales –esto se hará para que los peleadores puedan reponerse y estar en condiciones para las semifinales que se llevaran a cabo a las cinco de la tarde, y mañana el show principal, ¡¡¡La Gran Final!!! –la gente explotó en vítores  y demases –sin más les dejo con la última pelea ¡¡¡León V/S Oso!!!– anuncia mientras sale del cuadrilátero.

 

Dieron la campana de inició y lo primero que hiso el oso fue lanzar un rugido que si no fuera porque el pelirrojo se enganchó con sus garras a la arena, hubiera salido volando varios metros como mínimo. El osos se sonrió y burlándose le dijo “¿te gustó mi saludo pequeñajo?” a lo que el joven solo rió mientras le respondía que “no estuvo mal, si no fuera por ese mal tufo” para continuar riendo como maniaco, fue tanta la risa que se empezó a revolcarse en el suelo sujetándose la barriga. Ante esto el gigante se enfadó demasiado, había intentado burlarse del joven y el burlado había sido él. Ante la cólera se lanzó hacia el muchacho que aún se retorcía en el suelo y calvó poderosamente su puño en el piso, levantando una pequeña cortina de polvo. Una vez despejada se percató que había estrellado el puño al lado derecho del joven, desconcertado sacó su puño del suelo y atacó con el otro, pero antes de pegarle, el joven se giró hacia la derecha mientras aún se retorcía, cabe señalar que tenía los ojos cerrados. Esto lo enojó y comenzó a dar golpes alternando de un puño a otro cada vez más rápido y todos y cada uno de ellos eran esquivados de la misma absurda forma, la gota que rebalsó el vaso fue que el joven, abriendo uno de sus ojos, le dijo mientras se reía “es increíble que no le puedas ni dar a alguien que está indefenso en el suelo riendo con los ojos cerrados, hasta una mosca podría hacerlo” y con eso todo el estadio se puso a reír, incluso la réferi y comentarista, Lady Tigresa, se reía a carcajada limpia.

 

El oso se sentía tan humilladlo que se levantó, alzó las manos al cielo y las empezó a dejarlas caer con una fuerza impresionante. Al mismo tiempo León dejaba de reír y apoyó todo su cuerpo en sus manos teniendo los brazos y piernas flectados; dándose impulsó con sus manos, estiró brazos y piernas, elevando su cuerpo, dando un fuerte golpe con sus talones en el mentón del gigantón que venía en bajada. El golpe fue tan poderoso que elevo el cuerpo del enorme hombre; rápidamente el pelirrojo se puso de pie y se preparó. Antes de que tocara el piso le dio un codazo, seguido de un rodillazo, cabezazo, puño, patada, codazo, rodillazo, patada y puño mandándolo a volar al otro extremo del ring; en toda la seguidilla de golpes el oso no alcanzó, en ningún momento, tocar el suelo y todos fueron a parar a la boca del estomago. El estadio quedó en silencio, todos estaban impresionados con lo recién visto. La tigresa revisó al oso y por radio llamó a los paramédicos, se acercó al joven, que estaba asustado por lo que podría hacerle, y alzando su brazo derecho gritó un “E AQUÍ AL GANADÓR” aplausos, vítores, chiflidos, de todo se oía celebrando el suceso. Él feliz empezó a reverenciar y lanzar besos al aire a sus admiradores/as.

 

Durante el descanso tanto el albino y el pelirrojo estaban almorzando juntos. No se dirigían la palabra, no se miraban, ni siquiera prestaban atención al mundo que les rodeaba. Cada uno estaba inmerso en su mundo interior meditando que hacer. Al llegar la hora para reiniciar los combates cada uno ya había tomado una decisión.

 

El primer combate sería el del Grupo A: Serpiente V/S  Jabalí. Y ambos peleadores ya se habían subido al cuadrilátero; pero cuando dieron la parida,…ninguno se movió.

 

    –Está claro que no eres un simple pelador, estas por sobre el promedio de los participantes aquí– dijo de pronto el jabalí –incluso puede que seas mejor que yo…si fuera un simple combate cuerpo a cuerpo no tendría posibilidad, te propongo algo, en este duelo solo ocuparemos una habilidad especial y nada más,  ¿te parece?–

    –Como quieras –esa respuesta tan desinteresada descolocó un poco al mayor que creía que no aceptaría.

 

Ambos se colocaron en posición de combate y de un momento a otro empezaron a correr en sentido a colisión. Justo en el último instante Serpiente saltó por encima de Jabalí para caer detrás de él y en un rápido movimiento girarse y golpearlo en la nuca. Pero el jabalí reaccionó rápido también, girándose y bloqueando el golpe, luego se apartó a gran velocidad y empleo su técnica “embiste de jabalina” que consiste e ir a toda carrera hacia el oponente y atravesarlo con el brazo como si fuera efectivamente una jabalina. Serpiente lo esquivó girando sobre su propio eje y aprovechó de golpear el brazo extendido con su propia técnica “mordedura de serpiente” que consiste en colocar la mano como si fueran las fauces de una serpiente y las uñas se convierten en garras simulando los colmillos y así enterrarlos en el cuerpo contrario inyectando un veneno, a elección del albino, directo al torrente sanguíneo. Jabalí frustrado por fallar y adolorido por la mordedura intento nuevamente el “embiste de jabalina”. Esta vez el ataque fue esquivado saltando por encima y efectuó la mordedura en el hombro derecho. Ante la frustración el jabalí no pudo evitar alegarle.

 

    –Uuuughh ¡¡Ya Para!! ¡¡Para de saltar y saltar!! ¡¡Se supone que eres una serpiente, ¡¡¡NO UN MALDITO MONO!!!!!– después de decir eso todo quedó en silencio y Serpiente tenia la mirada gacha. Desde las gradas el maestro serpiente se lamentaba y rogaba a los cielos por la desdichada alma del pobre jabalí.

    –¿Qué has dicho? –un aura totalmente obscura y tenebrosa cubrió de repente al albino, la cual hiso retroceder asustado al jabalí – ¿cómo te has atrevido a llamarme?– al levantar la mirada, esta estaba vacía, sin expresión, sin emoción, sin nada,…pero daba mucho terror verla –Estas muerto– declaró con simpleza y para todo el que lo vio y escucho dio por cierto y literal lo dicho.

 

De un momento a otro apareció frente al jabalí y lo atacó con “mordedura de serpiente” una y otro y otra vez. Fue un ataque continuo de mordeduras que duró treinta segundos. Al finalizar, el jabalí cayó pesadamente al piso, inconsciente, y el albino se alejó tranquilamente, como si allí nada hubiera pasado. Se acercó a la tigresa y le dijo que sería bueno llamar a paramédicos, le había inyectado un veneno paralizante pero puede que se le haya pasado un poco la mano. Rápidamente llamó a paramédico con la radio y declaró a Serpiente ganador y primer finalista del torneo. La audiencia estaba impresionada y rápidamente empezó a celebrarle, menos el maestro que tenía una mirada mescla entre sorpresa y un gran enojo. Ya estaba hecho, había ganado, y por una extraña razón, que él no lograba comprender, no se arrepentía de haber desobedecido a su maestro, incluso estaba ansioso por que comenzara la final.

 

Cuando el albino volvió al hall de los peleadores, fue recibido por un efusivo abrazo de parte de León, que lo felicitaba y le decía que lo esperara que él también ganaría su pelea para que pudieran pelear en la final. Esto desencajó a Serpiente que rápidamente lo apartó de su persona y se fue a sentar a un rincón algo perturbado “¿Por qué este león se comporta de esa manera? ¡Es demasiado enérgico!” pensaba el albino.

 

Finalmente le llegó el turno al Grupo B: Lobo V/S León. Ambos peleadores subieron al área de combate a esperar la partida.

 

Al dar el inicio ambos empezaron a correr en círculo, rodeando el área del cuadrilátero, mientras se veían fijos a los ojos. El lobo fue el primero en atacar, le lanzó una piedra que había en el suelo -esta se desprendió con uno de los embistes jabalina de la anterior pelea- a una gran velocidad y fuerza, y aprovechó que León se distrajo con eso para acercarse rápidamente y asestarle un puñetazo en la boca del estomago. El pelirrojo reaccionó justo para interponer su mano y con la otra agarrarle la muñeca. Ayudándose del brazo de su oponente pasó entre las piernas de este para quedar atrás suyo y propinarle una patada en la espalda luego corrió hasta el centro del cuadrilátero. El lobo lo miró molesto, ese niñato se quería burlar de él. Rápidamente se lanzó al ataque pero justo antes de llegar donde el muchacho, saltó hacia su derecha, luego a una esquina del ring, utilizando su habilidad “frenesí de lobo” la cual consiste en  moverse rápida y ágilmente por un espacio determinado, dejando a la presa en medio de este y no dejándolo mover de allí, dando zarpazos o mordidas rápidas y desgarradoras, como el nombre indica el usuario entra en un estado de frenesí, por lo que técnicamente no es consciente de lo que realmente hace por lo que puede dañar tanto a enemigos como aliados, y la única forma de detenerlo es esperar en una pieza a que se detenga por si solo, la técnica dura dos minutos, no existe ninguna otro….. De un rápido y fuerte puñetazo León estampó al lobo en el suelo, le fue sencillo hacerlo una vez logro descubrir el patrón en el que se movía. Mientras esperaba que se levantase empezó a cargar su puño de energía. El lobo se paró tambaleante y jadeante, mientras el pelirrojo preparaba su habilidad “Puño del Rey de Bestias” que consiste en que su puño se envuelve en llamas rojas que toman la forma de una cabeza de león macho adulto que pareciera tener vida propia, es un golpe devastador, muy fuerte, y que quema lo que esté en su camino -se puede proyectar lejos de la persona invocante, pero León aun no lo puede hacer-. Le sonrió a Lobo, que lo miraba con miedo por lo que se le venía -y no podía mover el cuerpo-, y lo golpeó con fuerza, dejándolo inconsciente en el acto. Los aplausos y alabanzas no se hicieron esperar, y mientras sacaban al lobo en una camilla, declaraban vencedor del Grupo B y segundo finalista a León.

 

Una vez de regreso en el hall, lo primero que vio fue un vaso de limonada. Lo cogió y vio que quien se lo había entregado fue Serpiente quien le dijo un “felicidades por tu victoria” en un tono bajo, casi imperceptible, pero el pelirrojo si lo escucho y le sonrió dándole las gracias, el albino solo se giró y se fue con indiferencia. Al moreno le corrió una gota –al puro estilo anime- por la cien mientras reía nervioso, no sabía que pensar de ese chico, si realmente era amable o un maldito petulante.

 

Finalmente se dio el último combate, ninguno de los dos fue a verlo, lo único que supieron es que el triunfador fue el rinoceronte y que el búho salió muy mal herido, lo vieron pasar en una camilla, casi irreconocible mientras repetía “los dados, los dados, cuidado con los dados”. Finalmente se había decidido, la final sería un tres contra tres entre Serpiente-León-Rinoceronte, y se realizaría al día siguiente.

Notas finales:

[1] Un tipo de sacerdote japonés. https://www.google.com/search?q=leon+de+nemea&biw=1366&bih=657&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ved=0CCsQsARqFQoTCN_Z56mpk8cCFcmGkAodaJEGBg&dpr=1#tbm=isch&q=onmyouji

[2] Vestimenta tradicional japonesa holgada parecido a un pantalón. https://www.google.com/search?q=leon+de+nemea&biw=1366&bih=657&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ved=0CCsQsARqFQoTCN_Z56mpk8cCFcmGkAodaJEGBg&dpr=1#tbm=isch&q=hakama

https://www.google.com/search?q=leon+de+nemea&biw=1366&bih=657&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ved=0CCsQsARqFQoTCN_Z56mpk8cCFcmGkAodaJEGBg&dpr=1#tbm=isch&q=hakama+ninja

[3] Faja que se utiliza para sujetar el kimono

 

Muy bien ¿que les parecio?¿les gustó?¿no? anda cuentenme.

Me gustaría que me ayudaran con lo siguiente: que nombre darle a León, a su maestro y al maestro serpiente (no se me ocurren jeje)(el nombre de Serpiente ya lo escogí yo). ¿que otros animales les gustaria que aparecieran?.........creo que eso es todo por el momento, cualquier idea es bienveida :)

 

Ah si, a los que encuentren que la tecnica de león es un plagio, pues... me inspiré en el golpe del rey bestia de leomon, pero yo no lo concidero plagio por que es algo muy utilizado, u ejemplo concreto es el atauqe de Loki de fairy tail sus puños son envueltos en magia luminosa en forma de león, si les molesta o algo me dicen y  cambio le que consiidere conveniente para el caso.

 

Creo que eso es todo, nos lemos bye bye.


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