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Los Secretos del Mundo por Bellphegor

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Notas del capitulo:

Bueno... aqui estoy de vuelta jeje... Disculpen la demora, pero en mi universidad estuvimos dos meses en toma y volvimos a clases hace unas dos semanas o tres, y se me ha vuelto algo caotica la vida, ademas he tenido algunos problemas personales. Ahora se me vienen pronte los examenes finales, por lo que no aseguro actualizar pronto.

¡Pero una vez acabe todo les juro que me vuelvo regular, publicaré toos los viernes! (cuando acabe mis examenes jeje ¬¬U)

Bueno, pasen y disfruten.

Capitulo Segundo: La Final del Torneo y el secreto de la Serpiente

 

Esa noche ambos jóvenes se llevaron una reprimenda de sus maestros, pero Serpiente fue el que se llevó la peor parte, después de todo el maestro león se figuraba que algo así iba a suceder. Pero el maestro serpiente estaba furioso, indignado, y no se contuvo a la hora de reclamarle a su joven discípulo, el cual solo escuchaba con la cabeza gacha, no se atrevía, por primera vez en su vida, a ver a su maestro a los ojos; nunca lo había visto tan furioso.

 

    –¡Es que no puedo creer esto!– vociferaba furioso –¡Nunca, pero es que nunca me habías desobedecido de esta forma! ¡Te desconozco! ¡Tú no actúas de esta manera! ¿Qué es lo que te sucede?–

    –Lo siento maestro– contestó aún con la cabeza gacha –por favor, permítame este acto egoísta de mi parte, se lo suplico– solicitó con una reverencia

    –No, mañana no te presentaras a la final y es mi última palabra– responde tajante –y por si no queda claro: es una orden

    –…lo siento maestro…pero no puedo aceptar esa orden, ya pasé a la final y sería la peor deshonra el no presentarse, como si tuviera miedo a mis contrincantes, como si fuera un perro que huye con el rabo entre las piernas–

    –Pues te aguantas, no te permitiré pelear en la final, si solo fuera ese miserable león no te pondría tantos reparos, pero está ese rinoceronte. Escucha: si peleas no ganarás, te lo doy por firmado, saldrás gravemente herido– dijo con un tono frio e indiferente. Esto molestó mucho al joven que ahora lo miraba desafiante.

    –¿Cree que no podré ganar contra él? ¿Tan baja estima me tiene?– preguntó furioso.

    –No es que te tenga en baja estima. Lo que sucede es que él está a un nivel mucho más allá que tú, solo me preocupo por ti– le dijo suavizando la mirada

    –Pues no tiene por qué– le contestó desafiante

    –¿Acaso actúas de esta forma por ese cachorro de león?– cuestionó alzando una de sus cejas. La pregunta -que más parecía una afirmación- descolocó al joven, él en ningún momento se cuestionó cual era la fuente de esa impulsividad y desobediencia ¿tendría razón su maestro y lo estaría haciendo por ese león? ¡NO! ¡estaba haciendo eso para probarse a sí mismo, para probarse que era capaz!...aunque sonaba como si quisiera convencerse a sí mismo. Su maestro suspiró cansado –ya di mi última palabra. Ahora a dormir, nos iremos mañana temprano–

 

Tras decir aquello ultimo se retiró para descansar, poco después el albino también se fue a dormir.

A la mañana siguiente, cerca de la hora de la pelea, el maestro se levantó y dispuso sus cosas para partir. Fue a la habitación de su discípulo y llamó a la puerta, nadie respondió. Después de unos cuantos intentos fallidos, se temió lo peor y entro a la fuerza, rompiendo la puerta en el proceso, y encontró la habitación vacía y ordenada, las cosas estaban listas en un rincón junto a una nota que decía:

 

Para mi maestro:

  Lamento el desobedecerlo, pero debo hacerlo. Debo probarme a mí mismo que soy capaz de hacer esto y que valió la pena el que me rescatara aquel día de aquel callejón. Si no puedo con esto significa que todo ha sido en vano, yo realmente lo estimo y sé que no me he comportado bien con usted todos estos años y le agradezco toda la paciencia y disposición que ha tenido para con migo todos estos años. Si salgo con bien de esta pelea aceptaré cualquier castigo que me imponga, pero si dado el caso en que todo salga mal, por favor…acabe con migo con sus propias manos.

 

                                               Atentamente: Kusanagi Endomaru.

 

PD: si sale mal, por favor dele al viejo toro mis saludos y dígale que también le tengo en alta estima y le tengo un gran respeto.

 

Cuando terminó de leer la carta estaba totalmente pálido, a un nivel enfermizo, eso era por donde lo viera una carta de despedida. Salió corriendo a su habitación mientras pensaba “maldición, por favor no” y rebuscó entre sus cosas y sacó una cajita rectangular. Al abrirla se veía un forro de terciopelo con una figura hundida como si fuera una jeringa con aguja, pero dicha jeringa no estaba “¡maldito mocoso!”.

 

En el estadio, en la sala de espera de los peleadores, se encontraban los tres contendientes esperando. Tanto León como Serpiente vestían igual que el día anterior, pero Rinoceronte vestía unos pantalones holgados y una polera sin mangas. Rinoceronte era un hombre de unos 24 años, medía unos 2,5 m, de pelo negro, piel ligeramente bronceada, y muy musculoso. De pronto se escuchó un escándalo a las afueras, parecía que alguien intentaba entrar al recinto reservado solo a los peleadores. Tanto León como Rinoceronte se giraron curiosos por lo que sucedía, pero el albino estaba indiferente a la situación mientras daba vuelta algunas cartas que estaban dispersas por el suelo frente a él. Poco después el escándalo cesó. En eso entra tanto “Lady Tigresa” y un león que no habían visto antes, tenía una cara de vago y que lo obligaron a levantarse de la cama que hasta un ciego se daría cuenta.

 

    –Tu maestro es molesto Serpiente– dijo la tigresa con cara de hastío

    –Lo sé– respondió con indiferencia mientras seguía viendo las cartas

    –Muy bien trió de ineptos, habrán ciertos cambios para la final: 1º yo no seré su réferi, será el vago a mi espalda– decía con antipatía –2º no habrá límite de tiempo, sí antes había pero todos terminaron antes de que se cumpliera; 3º el cuadrilátero se ha retirado por lo que podrán moverse por donde mejor les plazca, eso incluye los palcos para espectadores, solo asegúrense de no matar a ninguno de ellos; 4º Sigue prohibiéndose matar, pero pueden hacer lo que quieran, desde molerse a palos como cercenarse miembros del cuerpo y dejarse incapacitado los unos a los otros, no nos importa; 5º normalmente se declara a un solo ganador, pero cabe la posibilidad que si dos de los finalistas empatan y su desempeño fue igual se declara dos campeones, esto queda a juicio del réferi; 6º El réferi es dios ¿entienden? Si él dice que alguien queda fuera quedará fuera, si él cree que la pelea se detiene se detendrá, y recuerden que a pesar de su apariencia él es un gran maestro y les puede patear el culo cuando mejor le plazca; 7º pueden ocupar lo que quieran mientras lo hayan declarado ante réferi y/o juez, el juez soy yo. Aunque creo que ya han declarado todo lo que querían declarar, pero por si las dudas: hablen ahora o callen para siempre– Serpiente se levantó y le susurró algo al oído, la tigresa le miró extrañada pero se retiraron ambos por el parillo y volvieron al poco tiempo –¿alguien más?...¿no? pues bien, en cinco minutos pueden presentarse para la pelea, hasta entonces están libres– tras decir aquello tanto la tigresa como el león mayor se retiraron. El silencio reino incómodamente un momento, hasta que León se acercó con su ya acostumbrada sonrisa.

    –Y…– el albino se le quedó mirando –¿Qué declaraste?–

    –¿No crees un poco ingenuo de tu parte el creer que te lo voy a decir a ti, que eres mi oponente en esta pelea?– cuestionó alzando una ceja

    –Vamos, no seas malo– parecía que esa sonrisa no desaparecería ni con la más cruel de sus indiferencias. Con solo ver su mirada desistió y cambio su foco de atención en las cartas que el albino había vuelto a mirar –¿Son cartas de tarot? – el otro solo asintió –¿sabes leerlas? ¿me harías una lectura?–

    –No tienes tanta suerte– contestó sin mirarle

 

Estuvo unos tres minutos con lo mismo hasta que se cansó, y se acercó al rinoceronte para ver que hacía con un par de dados que tenía en las manos. Serpiente realmente no podía comprender a ese león, ¡era muy hiperactivo! El común de los leones machos es más parecido al réferi de esta pelea, por lo que tanta energía era sumamente extraña. Bueno, qué más daba. Al ganar el encuentro, ese muchacho tendría que responder a lo que se le pegara en gana, esa había sido la apuesta. De un momento a otro el rinoceronte se levanta y camina hacia él.

 

    –Bueno, bueno. ¿Les parece bien si matamos el tiempo con un pequeño juego de dados? – dijo mostrando los que tenía en manos.

    –No estoy interesado gracias– contestó el albino

    –Yo si quiero– dijo inmediatamente el pelirrojo hiperactivo

    –Vamos, no seas cobarde “reptil”– dijo con un deje de burla. Usualmente ese apelativo se ocupaba como un insulto en el bajo mundo, quiere decir “eres tan poca cosa que te tienes que arrastrar tras los grandes para sobrevivir”. Eso molestó mucho a nuestra serpiente, pero no lo demostró…en sus facciones.

    –Explica tu tonto juego y comencemos de una vez– le dijo impregnando de  mucho veneno cada palabra

    –Es muy sencillo, yo lanzo los dos dados y cada uno dice un numero, desde el cero al diez, y el que haya dicho el más cercano gana– explico muy sencillamente –si se preguntan por qué del cero al diez, es porque estos dados son únicos, especiales, en vez de enumerar del uno al seis, como los dados comunes, este enumera del cero al cinco. Lógicamente la cara del cero no tiene nada– explicaba mientras mostraba todas las caras de los dados – hagamos tres lanzadas, una por cada uno ¿Qué tal? –

    –De acuerdo– contestaron ambos al unisonó y se miraron por ese echo, mientras el rinoceronte sonreía con malicia.

 

El primero en lanzar fue León quien apostó por el número cinco, Serpiente por el siete, y Rinoceronte por el dos; el número que salió fue el ocho. El segundo en lanzar fue Serpiente quien apostó por el tres, León por el uno, y Rinoceronte por el ocho; salió el número dos, el albino y el pelirrojo empataron. El rino solo se reía de su mala suerte, y cuando iba a lanzar fue interrumpido por León.

 

    –Así es muy aburrido…¿Por qué no apostamos algo en esta tercera vez? ¿Qué les parece?– el albino le miró con desinterés en la propuesta y el rinoceronte solo se rió a carcajadas, a lo que los otros dos se le quedaron mirando.

    –Disculpen jajaja… es solo que me es gracioso,…discúlpenme, creo que no les dije todo jajaja… desde el principio hemos estado apostando– los otros dos lo miraron sin entender– poseo una habilidad llamada “el destino por azar”. Al jugar un juego de azar doy una apuesta que me de alguna orden a futuro, yo decido la apuesta y yo decido cuantos partidas del juego, en este caso escogí tres, a través de un juego de dados, las apuestas son: 1º A quien atacaré primero será al más lejano y si yo gano los hago polvo al mismo tiempo; 2º Cuantos golpes dejaré intencionalmente que me den, dictado por el más acertado multiplicado por diez, en este caso se utilizará el término medio que es 20 golpes; y 3º…–se le formó una sonrisa por lo demás sádica –…el porcentaje de mi fuerza a utilizar en la pelea será dictada por el más acertado– ambos se miraron preocupados, habían caído miserablemente en su trampa, recordaron ese sin sentido que dijo el búho el día anterior y comprendieron. El otro continuó –ni piensen en retirarse, el juego ya comenzó, por lo que si no lanzan no importa cuál sea el resultado, yo ganaré, por lo que les conviene jugar–

    –Concuerdo– dijo aparentemente calmado el albino –si por esos azares yo o el idiota decimos tres, dos o uno y sale aquel numero…tu no llegarías a usar más allá del 30% ¿me equivoco?

    –En lo absoluto– y tras decir eso lanzó los dados –diez–

    –Uno– dijo el albino

    –Dos– dijo el pelirrojo. Cuando los dados se detuvieron, empezaron a lamentarse. Los dados marcaban dos cincos, diez. Rinoceronte había ganado esa ronda. Este se puso a saltar feliz y a celebrar

    –¡Sí! ¡qué felicidad! ¡nunca había podido usar el cien por ciento de mi fuerza y ayer ese búho solo me permitió usar un cuarenta por ciento! ¡jajajajaja!– ambos chicos se pusieron pálidos, enfermizos, si al búho lo dejo en ese estado con solo el cuarenta por ciento, les esperaba una agonía –escuchen, no me importa si me atacan en equipo, lo harían más interesante, haría que la pelea dure un poco más ¡JAJAJAJAJAJA!– dijo mientras se iba caminando tranquilamente riendo hacia una esquina. Los dos jóvenes se retiraron a la esquina contraria y hablaron en susurros

    –Creo que deberíamos aliarnos, por lo menos hasta derrotar a esa mole– dijo el pelirrojo

    –¿Acaso le tienes miedo?– preguntó alzando una de sus cejas

    –Pues sí ¿acaso tu no?– contestó sin dudar – o hay vergüenza en ello, es una reacción natural hacia el peligro inminente, nos alerta para no hacer cosas estúpidas–

    –Pues búscate ayuda en otra parte, yo pelearé solo, no necesito tu ayuda–

    –No seas orgulloso– le contestó frunciendo un poco el seño

    –No he desobedecido a mi maestro para esto,……debo demostrarme que soy capaz– lo ultimo lo dijo tan bajo que el pelirrojo no le entendió muy bien

    –Haaa. Como quieras… pero si cambias de idea, la oferta sigue en pié– le dijo con una sonrisa

 

En ese momento sonó un timbre que daba la alerta de que ya era la hora, por lo que se encaminaron al campo de batalla. Al salir la luz del sol los segó por un momento y cuando se acostumbraron a la cantidad de luz se fijaron que las gradas estaban a rebosar de gente, había mucha más que en las rondas anteriores. Mientras los presentaban cada quien se encamino a un punto distinto de la arena, formando un triangulo. Serpiente se encaminaba a su lugar totalmente indiferente y mirando al suelo, mientras pensaba, no se atrevía a mirar a las gradas por temor a encontrarse con la mirada de su maestro. En cambio León y Rinoceronte saludaban al público como si fueran celebridades, además cuando el pelirrojo vio a su maestro en las gradas -que lo veía de manera reprobatoria- solo le sonrió y le hiso el símbolo de la paz, su maestro solo suspiró resignado y dio un bostezo cansado. Todo el estadio quedó en un pesado silencio, esperando el inicio. Todo comenzó con un bostezo del réferi, los tres se movieron al mismo tiempo. El rinoceronte fue directamente por León, él había perdido esa ronda de dados, el cual esquivó a duras penas el puño que terminó incrustado totalmente en el suelo, lo cual fue aprovechado por el albino para atacar con su “mordedura de serpiente”, la cual dio en el objetivo. Sonriendo se apartó rápidamente, pero en vez de contraatacar, solo sacó su puño del suelo y se rascó el brazo, en donde recibió la mordida. En ese preciso momento el pelirrojo aprovechó para darle un potente codazo en la boca del estomago, pero el otro ni se inmutó,  lo miró un instante y le dio un fuerte puñetazo en la cabeza que lo botó al suelo y lo dejó algo aturdido, pero aún consiente. El rino se sonrió y puso su mano extendida con los dedos juntos, como si simulara una punta de algo y pronto se vio, era como si la “sombra” de un rinoceronte se manifestara, o al menos la cabeza, la mano era el cuerno. Apuntó al moreno tirado en el suelo antes de gritar el nombre de la técnica: “Cornada de Rinoceronte”. Pasó muy rapido, antes de darse cuenta su cuerpo ya se estaba moviendo, apesar de que sería la oportunidad perfecta para atacarlo en el cuello con la guardia baja, prefirió atacar con ua patada a la rodilla derecha, desde atras, haciendole doblarla y perder estabilidad. La cornada finalmente impacto unos diez centimetros al lado de la cabeza del pelirrojo, creando una imprescionante fisura en la tierra de unos veinte metros de longitud y un metro en su punto más ancho. Todo el estadio quedó en silencio nuevamente ante tal despliegue de poder puro.

 

Ambos jovenes se levantaron, León con ayuda del albino, y se apartaron lo más posible. Cuando estuvieron a una buena distancia el albino habló en voz baja.

 

    –¿La oferta de antes sigue en pie?– el otro solo asintió –con lo de ahora queda claro que es demasiado fuerte para enfrentarlo solo, me frustra un poco el no ser capaz de enfrentármele por mi cuenta, pero no queda de otra, no he desobedecido a mi maestro para perder de esta forma tan humillante, por lo que trabajemos juntos…hasta que lo hagamos caer–

    –Kekeke me parece bien ¿alguna idea?–

    –Atacar de frente procurando que no nos atrape con sus manos o brazos, trataré de  inmovilizarlo y cuando lo consiga  ataca a la cabeza, apunta a su oreja. ¿estás en condiciones?– el pelirrojo asintió y se paró por su cuenta, ya de manera estable, y ambos se lanzaron al ataque. Se movían de manera impresionantemente sincronizada, moviéndose en zigzag.

 

Rápidamente llegaron donde estaba el gigantesco hombre y empezaron a golpearlo incesantemente, él solo se protegía la cara, hasta que contó veinte golpes y empezó a intentar agarrarlos, pero se movían rápido y con agilidad. Hasta que en un descuido el rinoceronte descuidó su flanco izquierdo, lo cual fue aprovechado por Serpiente que se lanzó hacia su oponente y lo envolvió, por la espalda, los brazos y piernas con las suyas propias. Empezó a contraer los músculos con gran fuerza, era su técnica “atadura de serpiente”. Viendo como lo tenía bien sujeto, León se abalanzó contra Rinoceronte, pero antes de que pudiera llegar, y mientras estaba en el aire, empezó a hacer fuerza, y fue tal la presión que el albino fue obligado a soltarse siendo despedido un poco más allá del cuerpo que apresaba, y todo por la fuerza bruta de aquel sujeto. Agarró a León en pleno vuelo, lo envolvió en su brazo y empezó a ejercer presión. Mientras el pelirrojo gruñía de dolor, Rinoceronte se giró y agarró al albino e hiso lo mismo que con León.

 

Esto pintaba a mal, si continuaban así les rompería los huesos. Ante tal situación no le quedaba más opción que usar otra técnica, más bien ocuparía dos. Primero empezó a hacer un sonido algo extraño, como si fuera la advertencia de una cascabel, después abrió bien grande su boca, de la cual salieron un par de manos, que empujaron la boca provocando que se extendiera aún más a un punto “no-humano” y de ahí salió él mismo, con la misma vestimenta, solo que cubierto con un poco de liquido viscoso. Una vez fuera y ante la atónita mirada del rinoceronte colocó la mano en posición para la mordedura de serpiente y atacó tres veces al brazo que sostenía a León, que también estaba estupefacto, y saltó alejándose. Inmediatamente Rinoceronte se dio cuenta que esta mordedura era distinta a las anteriores, dado que le empezó a hacer un inmediato efecto, provocando que poco a poco fuera soltando el agarre sobre el pelirrojo. Cuando se sintió libre de toda esa presión, él mismo se zafó del agarre y se alejó hasta quedar al lado del albino.

 

    –¿pero qué rayos fue…?– preguntaba desconcertado.

    –Ocupé “muda de piel”, me permite cambiar de piel al igual que lo hacen las serpientes en la naturaleza, pero no me gusta usarla porque tengo que dislocar todos mis huesos. Además ocupé una mordedura más fuerte, “mordedura de cascabel” es diez veces más potente que una “mordedura de serpiente” común y corriente, pero para usarla primero debo dar una advertencia, como las cascabel– responde de forma apresurada – no durará mucho el efecto…espérame aquí un momento, si se libera de los efectos distráelo un momento, tengo una idea– dice mientras da media vuelta y se dirige hacia Lady Tigresa.

    –Si claro, como no– dice al aire, por el rabillo del ojo ve que la tigresa le entrega algo. Al volver ve que tiene una jeringa en mano con un líquido verdoso transparente

    –Tú querías saber que había declarado, pues es esto–

 

Desde las gradas el maestro serpiente se sentó al lado del maestro león, se saludaron con calma, la cual se fue rápidamente cuando vio como la tigresa que era jueza le entregaba la jeringa a su discípulo, el cual le dio una mirada como pidiendo disculpas. Lo único que pudo hacer fue gritarle “NO LO HAGAS”, pero fue inútil.

 

    –¿y qué es eso?– cuestionó el moreno viendo el verdoso liquido

    –Es una fórmula que convierte mis huesos en un material más flexible, así no sufriré al atarlo con “atadura de serpiente” y podré mantenerlo inmóvil. Una vez consiga inmovilizarlo quiero que ocupes tu “puño del rey de bestias”– el otro lo miró con espanto mientras se inyectaba el liquido y se oía un desesperado grito desde las gradas

    –¡¿te has vuelto completamente loco?! ¡Tú también saldrás perjudicado!–

    –¡No discutas! Tengo mis medios para no salir perjudicado, tú confía y haz lo que digo– y sin esperar respuesta se lanzó al ataque

 

Rápidamente se dispusieron al ataque, justo cuando Rinoceronte se recuperaba y los atacaba con su “cornada de rinoceronte”, una y otra vez. Ambos esquivaban y atacaban, el albino ocupaba “mordedura de cascabel” y sus movimientos lo hacían parecer como si estuviera hecho de hule, el pelirrojo se movía veloz y ágil dando fuertes golpes. Ambos recibían algún que otro golpe, pero nada que no pudieran resistir, más bien se diría que recibían los golpes para tener un lugar ventajoso para dar ciertos golpes. Finalmente el albino vio su oportunidad y envolvió al gigantesco hombre con su “envoltura de serpiente”. Al hacerlo le gritó al pelirrojo “hazlo ahora, a la boca del estomago”, a lo cual León empezó a cargar su puño de energía, mientras Rinoceronte trataba de zafarse igual que antes pero no lo conseguía, incluso mientras más peleaba por liberarse más fuerte era el agarre, hasta que lo dejó en posición de estrella. El albino grito que lo hiciera de una vez por lo que  el pelirrojo se lanzó al ataque, y antes de que llegara, Serpiente utilizó sus propios colmillos para usar la “mordedura de cascabel” en el cuello del hombre. En el justo momento del impacto usó “muda de piel” escapando a un costado, pero no salió del todo indemne, su abdomen parecía algo quemado. El cuerpo del rinoceronte fue arrojado con tal fuerza que atravesó todo el campo de batalla y derrumbó parte del muro, quedando incrustado en las gradas. De un momento a otro, y nadie sabe cómo, el león réferi apareció al lado del rinoceronte y constató que seguía vivo pero inconsciente, y lo declaró fuera. Todo el estadio estalló en aplausos y escándalo, pero los dos que quedaban se pararon uno frente al otro en el centro del campo y se volvió a hacer el silencio.

 

    –Solo quedamos tu y yo– dijo el pelirrojo, exhausto y jadeando

    –Si tienes razón– contestó de la misma forma –he de reconocerte como rival… apenas tengo la energía para una última técnica, se llama “Ataque de emperador serpiente” es básicamente lo mismo que tu “puño del rey de bestias” pero yo no ocupo fuego– le contó con una leve sonrisa

    –Estoy en tus mismas condiciones, si tu utilizas a tu emperador, yo utilizaré a mi rey ¿Qué dices? kekeke– dijo sonriendo

    –Me parece perfecto, pero primero una pelea cuerpo a cuerpo ¿te parece bien?–

    –Perfecto–

 

Dicho y hecho ambos se apartaron un metro del otro y de un momento al otro, en una sincronía perfecta, se lanzaron al ataque. Ocupaban patadas, puños, codos, incluso hubieron un par de cabezazos, se movían a gran velocidad, estaban haciendo uso de todo el campo de batalla, incluso León corría a cuatro patas a una velocidad de vértigo, mientras Serpiente reptaba a la misma velocidad. Lo único que podían ver los espectadores, no entrenados, eran unas sombras borrosas que colisionaban de vez en cuando. Finalmente el movimiento se detuvo cuando se golpearon mutuamente en el rostro. Ambos se apartaron un par de pasos y se dieron leves sonrisas, en la mano izquierda de León apareció una cabeza de león de fuego que parecía vivo, y en la mano derecha de Serpiente, que la había puesto como si fuera una garra, apareció la cabeza y de de una serpiente de agua y parte del cuerpo de la serpiente se manifestaba en el brazo, esta serpiente también parecía tener vida propia. Ambos se miraron un par de segundos y luego de lanzaron contra el otro, impactando ambas técnicas. El impacto fue tan poderoso que creó una pequeña explosión. Cuando se despejó la humareda se podía apreciar a ambos en la misma posición del impacto, no se movían. Pasaron los segundos y nada, por lo que el león réferi se acerco a ellos, pero antes de alcanzarlos ambos se desplomaron al mismo tempo. El réferi estaba atónito, no sabía qué declarar, por lo que esperaría a ver quien recobraba la conciencia primero. A los tres minutos pudo ver como la serpiente empezaba a moverse, pero antes de decir nada el león se empezó a quejar, habían recuperado la conciencia al mismo tiempo. La situación le pareció tan cómica que se empezó a reír, miró a su compañera jueza quien simplemente se encogió de hombros y le sonrió, el réferi sonrió, asintió y agarró el brazo de ambos jóvenes y anunció:

 

    –¡Damas y caballeros! ¡de toda las especies!.... ¡este año!......¡¡TENEMOS DOBLE CAMPEÓN!! ¡¡¡LEÓN y SERPIENTE SON LOS CAMPEONES DE LA VERCIÓN NUMERO CUARENTA Y OCHO DEL GRAN TORNEO DE ARTES MARCIALES DEL BAJO MUNDO!!! – anunció finalmente

 

Ambos jóvenes no se lo podían creer, ambos ganaron, al albino le parecía absurdo y el pelirrojo se sentía frustrado ¿Qué significaba eso para su apuesta? Ambos se levantaron y se apoyaron en el otro para iniciar a caminar hacia la enfermería. A Rinoceronte ya se lo habían llevado, y aunque les ofrecieron ayuda o llevarlos en una camilla ellos se negaron rotundamente.

 

    –¿Entonces… me dirás de dónde eres?– preguntó el pelirrojo

    –No estoy en obligación de responder, ninguno ganó la apuesta, apostamos que uno de los dos ganaría, no que lo haríamos los dos, empatamos, no ganó ninguno– dijo con tono calmado

    –Pero que aguafiestas– contestó con un puchero

    –Soy japonés, nací y crecí en Japón, pero he viajado por muchos países por la naturaleza de mi trabajo– ante esto el león lo miró sorprendido pero contento –solo contestaré a lo que yo quiera ¿entendido? –

    –Claro ¿en que trabajas?–

    –Sicario­– contestó con simplicidad –las mismas preguntas para ti–

    –Ah, vale– aun sabiendo eso no se le borro la sonrisa –yo nací en Italia, pero me crié en España, pero mi padre era griego. Trabajo medio tiempo de garzón en un restorán cerca de mi escuela, y en el bajo mundo puedo ser matón, guarda espaldas o mensajero, depende de la paga si acepto o no–

    –Vale,…¿Por qué eres como eres?– ante la interrogación plasmada en la cara del otro se tuvo que explicar –eres demasiado hiperactivo, los leones por regla general son más flojos, haraganes, vagos, pero tu… parece que no se te acaba nunca la energía, sin ánimos de ofender–

    –Ah, no ofende, es común y lógica tu duda, dado que los leones son como describes, mi maestro es una clara muestra de ello. Tu sabes que normalmente cuando tienes dos padres de especies distintas el hijo hereda los genes animales de solo uno ¿no?– el otro solo asiente –pues sabrás también que hay ciertos casos que el hijo puede heredar alguna característica de su otro progenitor, pues yo soy uno de esos casos. Mi padre era un león, pero mi madre era un colibrí, un hermoso colibrí si me permites decir, también de ella heredé este color rojo, estoy muy orgulloso de los rasgos que heredé de ella…pero esta hiperactividad también tiene su contra, como es algo incompatible con el instinto de constante descanso del león macho, llega un punto en el que simplemente colapso o cuando duermo no hay quien o que me despierte, es completamente imposible kekeke. Cuando niño creyeron que tenía narcolepsia, me hicieron muchos exámenes– se reía de sí mismo, luego lo miró con una leve sonrisa –y tú ¿Por qué eres tan amargado, tan frio y distante… a que le temes tanto? – el albino lo vio sorprendido ¿Cómo es que podía darse cuenta de esa manera?

    –…yo…yo  las vi feas desde muy joven, desde que era niño que conozco la obscuridad y crueldad de la que es capaz este mundo, a los ocho fui rescatado de un callejón por mi maestro, pero jamás ha sido un “padre protector” el simplemente me ensañaba a pelear y sobrevivir, por lo que me crié principalmente en las calles– contaba con la mirada perdida en los recuerdos, hasta que de pronto se volvió una llena de dolor, pero no de dolor físico, sino que de ese dolor del alma –supongo que temo el abrirme a la gente y que esta me traicione–

    –Yo no te traicionaré– lo dijo con tal convicción que le creyó, y justamente por eso lo veía más sorprendido, no lo conocía de nada y decía que no lo traicionaría, como si quisiera ser su amigo. De pronto se detuvieron y León se sacó la muñequera de la mano izquierda y se la colocó en la izquierda al albino –es un recuerdo muy preciado de mi madre, quiero que conserves tú la izquierda, para que veas que voy enserio, me gustaría ser tu amigo, estas muñequeras siempre deben permanecer juntas, por lo que cuando nos vayamos de aquí te buscaré para que podamos ser amigos; asique cuídala– Serpiente solo lo veía totalmente desconcertado y se le escapó una ligera sonrisa y asintió

 

De ahí en más no se dijeron nada más hasta que llegaron a la enfermería, donde los atendieron y se recostaron en unas camillas, las cuales estaban una frente a la otra, y se durmieron. A los diez minutos los gemidos agónicos y jadeos pesados del albino desperraron a León que vio como el chico se retorcía en su cama, claramente sufriendo. Se levantó rápidamente de la cama y se le acercó, algo no andaba nada bien, por lo que llamó a la enfermera.

 

Antes de esto, cuando recién se estaban retirando del campo de batalla apoyados el uno en el otro, los maestros de ambos muchachos se pararon en el centro. Al segundo un hombre muy grande se les acercó, un rinoceronte.

 

    –Que recuerdos ¿no? – dijo el recién llegado

    –Si, fue exactamente como la ultima vez– respondió el león, sonriendo

    –Si, y pensar que nuestros discípulos repetirían la historia jeje, que ironía– comentó la serpiente.

    –Si…¿quieren revivir los viejos tiempos?– propuso el león

    –Por mi bien ¿no se aliarán como en el pasado? –

    –¿Por quién nos tomas? ya somos maestros, todos estamos al mismo nivel. No, ahora vamos a definir lo que no hicimos en aquel entonces– contestó la serpiente

    –Perfecto, entonces yo haré de réferi– dijo Lady Tigresa mientras se acercaba

    –Pareces más calmado, Musashi– comentó por lo bajo el león

    –Si, es que parece que no sucedió nada malo por usar esa droga… quiero pensar que nada malo sucederá, que tomo precauciones–

    –¡¿Listos, viejas ratas?!–

    –¡Listos!– respondieron los tres al unísono

    –¡¡Comiencen!!– gritó la tigresa

 

Comenzaron la pelea y el solo choque que sus puños lanzó una poderosa y destructiva onda expansiva. A los quince minutos aún no había claro ganador pero se detuvieron a petición de la serpiente, tenía un muy mal presentimiento y cuando escuchó el grito de su disípalo temió lo peor por lo que salió corriendo.

 

Volviendo a la habitación, León trataba de hacer reaccionar al albino hasta que este le empujó muy fuerte y le gritaba que no se le acercara, y al dirigirle la mirada pudo ver que sus ojos se habían vuelto rojos y su presencia empezaba a ser cada vez más salvaje. En eso entra el maestro del joven serpiente seguido de su propio maestro, el cual al ver al albino dijo que se apartara y expuso sus garras, listo para atacar a matar, pero el pelirrojo se puso en su camino.

 

    –¿Qué cree que hace maestro?– le preguntó molesto

    –No tengo tiempo para esto, muévete, tengo que encargarme de un salvaje–

    –Él no es salvaje… ¿verdad? – preguntando temeroso a la respuesta, viendo a la serpiente mayor.

    –No– el león mayor iba a reclamar pero no lo dejó –yo y un amigo lo encontramos así en un callejón hace unos nueve años, el estado salvaje lo contaminaba, pero su voluntad se resistía a verse consumido por el salvajismo– contaba mientras marcaba en su celular –el ha vivido así desde siempre, le ayudamos a contener el estado salvaje con una medicina especial, pero esta es incompatible con la droga que tomó durante la pelea… ¿Carlos? ¿donde estas?... ¿traes tu implemento medico?... ¡bien no me importa si debes hacer una estampida o cuanta gente te lleves por delante maldito toro, si no estás en la enfermería en cinco minutos perderemos a Maru!,…… se tomo la droga durante la pelea, ¡¡lo perdemos por cada segundo que desperdicias pidiendo explicaciones!!– dijo a la persona al otro lado de la línea y colgó

    –¿Entonces esto le sucedió por culpa de esa droga que se inyectó durante la pelea?– preguntó preocupado el pelirrojo, a lo que la serpiente mayor lo miro un momento para luego asentir –maldición, me imaginé que algo iba mal cuando fue por esa cosa, no debí dejarlo utilizarla– se lamentaba sosteniéndose la cabeza con sus manos. Levantó la cabeza cuando sintió la mano de la serpiente mayor en su hombro

    –No te culpes, no tienes ninguna culpa, fue decisión suya, y solo suya– le dijo mientras la daba una pequeña sonrisa tranquilizadora. En eso las puertas se abren de forma abrupta y entra un enorme hombre, musculoso, que se colocaba una bata medica sobre un traje formal, peli castaño, de piel bronceada, era un inmenso toro negro.

    –¿Cómo se encuentra?– dijo acercándose al albino empezando a revisarlo

    –¿Cómo crees que está idiota? Claramente está sufriendo, pero es fuerte, sigue combatiendo contra el salvajismo– dijo claramente preocupado

    –Muy bien, ahora, necesito que absolutamente todos salgan excepto por Musashi– dijo dirigiendo su mirada a todos los presentes –les prometo que después les explicaremos todo, Musashi, necesito que lo ates, que quede bien amarrado, ya sabes cómo, y luego sal con los demás– ordenó el toro

 

Nadie repuso nada, obedecieron las ordenes sin rechistar, incluso se llevaron al inconsciente rinoceronte afuera. Poco después el maestro serpiente se les unió fuera de la habitación. Al elevar la vista se encontró con la mirada de todos, fija en él. Estaban esperando explicaciones, y la tigresa parecía muy molesta.

 

    –¿Y bien?– cuestionó el maestro león

    –¿Por qué has traído a un salvaje a este recinto? ¿Qué tienes que decir en tu defesa?– acusó la tigresa

    –No es un salvaje– contestó molesto

    –Da igual, es inestable, vive en el limbo. Has expuesto a toda la gente que estaba y aún está aquí. Dame una buena razón para no entrar y acabar con su vida en este preciso instante–

    –Primero, te mataría antes de que siquiera te le acercaras. Segundo, el no está en ese estado por una elección que él haya hecho, él vive así desde los ocho años, las condiciones en las que vivía le condicionaron de esa forma– ante tal declaración todos abrieron los ojos sorprendidos –cuando lo encontramos ya estaba en estado salvaje, o al menos lo parecía, pero al fijarnos sus ojos no eran rojos, estaba luchando contra el salvajismo. Con solo ocho años podía mantenerse cuerdo y no sucumbía al salvajismo, algo que no logra cualquiera, incluso alguien mucho mayor y más preparado le cuesta resistir el salvajismo cundo este se desata, pero de alguna forma lo consiguió. Lo encontramos en un maloliente callejón lleno de primates, se atacaban los unos a los otros por mugrosos trozos de cartón para no tener que dormir en el suelo mojado, incluso vi un par de cadáveres desfigurados, seguramente murieron peleando por esos cartones o por algo de basura comestible. Lo único que lo protegía de esos sujetos era el miedo instintivo que le tenían por su estado salvaje, si hubieran atacado ignorando ese instinto el chico no hubiera podido protegerse– todos estaban atónitos con lo contado, pero la historia no acababa ahí –al acercarnos rápidamente pudo ver de qué especie éramos, que es otra cosa que cuesta en estado salvaje. Intentó hablarnos, pero tenía la garganta seriamente dañada… nos lo llevamos con nosotros e intentamos crear una cura para su estado, tardamos dos meses en encontrar una fórmula que lo ayudaría a contener el estado salvaje, y por esos dos meses no sucumbió, no flaqueó, en ningún momento… nos costó educarlo, salía constantemente, lo encontrábamos hurgando en la basura buscando comida, no dejaba que lo tocáramos en ningún lugar que no fuera la cabeza. Al pasar una semana, luego de comenzar a administrarle la medicina, finalmente logramos que comenzara a hablar un poco, él creía que si sacaba comida de la que nosotros teníamos lo íbamos a castigar,…ese mismo día le revisé el cuerpo entero, tenia cicatrices que eran claros signos de tortura… no se qué sucedió, pero nos contó que sus antiguos amos lo castigaban duramente si hacia algo malo…– su mirada estaba vacía, perdida en el doloroso recuerdo de aquella época. El resto solo lo miraba con sorpresa, cualquiera que viviera lo que ese joven vivió, más aun a esa edad, hubiera sucumbido al peor de los salvajismos hace mucho tiempo

    –Si se entera que estás hablando de su vida intentará arrancarte la cabeza– dijo el toro mientras salía de la habitación –ya lo estabilicé, le administré la medicina concentrada y le di un sedante, ahora está durmiendo–

    –Gracias–

    –No debes darlas, recuerda que también es alguien a quien aprecio. Miren creo que con lo que oyeron es más que suficiente, cuento corto: lo curamos, averiguamos que el salvajismo lo acecha constantemente por lo que debe tomar todos los días su medicina a cierta hora si no ocurre lo de ahora, solo que no tan catastrófico. Creció bajo nuestro tutelaje pero se forjo el solo su personalidad, no le gusta que se inmiscuyan en su vida, por lo que es mejor que no sepa que ustedes lo saben, por lo demás, no hay nada que agregar. Pero si siguen pensando en acabar con él, adelante inténtenlo, pero tendrán que pasar sobre mi y sobre Musashi para conseguirlo– dijo con la mirada seria.

    –No se preocupen,…guardaremos el secreto, sobre todo del consejo– comentó el león réferi –el problema está en el joven– se giró a ver al joven pelirrojo –esto es algo que no debiera saber–

    –¿Qué? No, esperen. Puedo mantener el secreto, no hablaré, quiero que sea mi amigo, no haré nada que pueda perjudicarlo– dijo rápidamente, nervioso.

    –No es eso cachorro– le dijo su maestro –lo que está sucediendo aquí es un crimen, el ocultar esta información del consejo nos traerá problemas a todos nosotros si se llega a descubrir, y no podemos involucrarte–

    –Pe-pero–

    –Lo siento, pero te haré olvidar– dijo el maestro serpiente, murmuró unas palabras ininteligibles y de una de sus manga salió una serpiente traslucida –“Maldición de Serpiente: Amnesia”– la traslucida serpiente se acercó rápidamente al muchacho y “engulló” su cabeza. León sentía una inmensa presión en su cabeza, le dolía a horrores, sentía como sus recuerdos empezaban a difuminarse, incluso su promesa en el pasillo, y al recordarla batalló contra la técnica, hasta que finalmente, la serpiente estalló en mil pedazos y él se desmayo.

    –¿Qué paso? ¿Funcionó?– preguntó el maestro león.

    –…No lo sé, debería–

    –¿Cómo que debería?– pregunto esta vez la tigresa

    –Nunca ha explotado así, se desvanece nada más. Pero la reacción del desmayo es la misma, por lo que habrá que esperar a que despierte para cerciorarnos–

    –Bueno, pues nosotros nos vamos– dijo el toro

 

Al entrar de nuevo a la habitación, el albino estaba sentado en su cama. Le reclamó a su maestro el haber hablado más de la cuenta, pues parece que no se durmió inmediatamente cuando le administraron el sedante, por lo que se dio cuenta de lo que hablaban, y sabía lo que le hicieron al pelirrojo. Su mirada era vacía como siempre, pero tanto el maestro como el toro se dieron cuenta de una pequeña sombra de tristeza nublándola. Se fueron en ese preciso momento, mientras el albino ocultaba la muñequera. Unas horas más tarde se despertó el pelirrojo con un gran dolor de cabeza.

 

    –¿Como estas?– le pregunta su maestro

    –Bien, pero me duele mucho la cabeza… ¿Dónde estoy? – pregunto mirando su entorno algo desorientado.

    –En la enfermería… ¿Qué es lo último que recuerdas?– el menor lo miró confundido un momento antes de contestar

    –Me declararon ganador junto a Serpiente nos movilizábamos a la enfermería… pero no recuerdo nada más– su maestro sonrió satisfecho

     –Pues ambos se desmallaron de camino a la enfermería, el maestro de Serpiente ya se lo llevó hace unas horas, estaba molesto por lo que supe– le contó sonriendo, hasta que se fijó en algo curioso –¿y tu muñequera derecha?–

     –¿Eh?– dijo mirándose la muñeca –¡no está! ¡debió caérseme camino a la enfermería, ayúdeme a buscarla por favor maestro!–

    –Si, si. Cálmate, yo la buscaré, tú descansa– diciendo esto se dispuso a salir en busca de la muñequera perdida.

 

 

 

 

 

Un mes. Eso es el tiempo que ha pasado desde el torneo, un mes. Cierto albino de ojos purpuras miraba al cielo desde el aula de una escuela en Yokohama, en la región de Kantō. Recordaba que tenía que volver temprano a la casa de su maestro y tutor para hacer el aseo de toda la casa, ese era parte de su castigo. Muchos dirían que no es la gran cosa, pero ellos no tienen que limpiar una casa antigua -de las grandes- de la era feudal ellos solos, esa casa era inmensa como una mansión, le había pertenecido a la familia de su maestro por generaciones. Y luego tenía entrenamiento intensivo y después debía hacer los deberes de la escuela. Finalizaba el día exhausto. Había llevado ese ritmo de vida durante todo el mes. Al finalizar la clase el profesor dio un anuncio.

 

    –Bueno, debo darles un anuncio antes de marcharme– todo el salón puso atención, menos el albino –hoy por la tarde no voy a estar por asuntos personales, pero llegará un alumno nuevo transferido de una escuela en España, parece que es de origen italiano y no llegará hasta la tarde porque su vuelo se retrasó. Quiero que sean amigables con él y lo ayuden a adaptarse… y que no se mescle con gente como Kusanagi-kun– dijo mientras miraba molesto al albino que ni atención le prestaba.

Notas finales:

Bueno ¿que les parecio? ¿les gustó, no les gusto? Por favor diganmelo en un review.

¿Alguna sugerencia? ¿algo que deseen incluir o algo que quieran que suceda? cualquier idea me la dan en un review. Necesito ideas para los nombres de el joven león y su maestro, si no me dan ideas que les gustaría decidiré por mi mismo.

A pasado mucho tiempo, y el nombre "La generación del desvelo" sigue sin gustarme mucho, si nadie da ideas para cuando vuelva a actualizar cambiaré el nombre a "Verdades ocultas en las sombras del mundo" ¿les gusta el nombre, no? un review y me cuentan.

Fianlmente, para la historia tengo tres enemigos (antagonistas) que serán el eje de la historia, la pienso dividir en tres "tomos". Si a alguien no le gusta o quiere dar ideas, son bienvenidos e invitados a comentar. Los enemigos pensados son tres como ya dije, uo esta fijo para la tercera parte o "tomo" de esta historia, por lo que me gustaría que me dijeran de los otros dos cual prefieren primero. Uno es un cientifico loco babuino que intenta crear al ser perfecto mediante medicina genetica de maneras muy poco ortodoxas, el otro es algun animal (no primate) que llama a la revolución, se cansó de vivir en las sombras. Ustedes dictan.

Ah si para finaliazar, les pido nuevamente un nombre para los decendientes de los no-primates y para los desendientes de los primates, de lo contrario lo decidiré yo.

Sin mas que agregar, les agradesco que se hayan dado el tiempo para leerme y espero haya sido de su gusto. Nos leemos.

(porfavor dejen reviews)


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