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Las palabras no lo dicen todo. por Lizzy-chan

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Notas del fanfic:

Hola nwn de nuevo estoy con otro fic *-* Este será el tercero 7u7 (no cuentan la segunda temporada) Y bueno... espero que les guste, este fic comenzó cuando estaba hablando sola e inventando que era personas que no soy :v Ya saben, como Charlie xD okno uwu 

Notas del capitulo:

Hey hey... estos capítulos se narrarán a tercera persona y serán cortitos para facilitar la lectura, así que espero que les guste y que me digan su opinión por medio de un review. ¡Gracias por leer! n.n/

Lo único que podía vislumbrar eran las luces del flash de la cámara de aquel insistente fotógrafo novato, y lo único que podía hacer era ampliar las comisuras de sus labios, formando una perfecta sonrisa digna del perfecto estudiante graduado en literatura. Y cuando la “sesión de fotos” hubo acabado, se dirigió con sus compañeros de clase, vestidos igual con togas azul rey y sus birretes del mismo color. Pensó que cuando se graduara, todos lanzarían esos sombreros prismáticos por el aire y gritarían de felicidad y se aplaudirían a sí mismos porque están orgullosos de ellos. Pero las cosas  casi nunca suceden como se imagina.

-Light- lo llamó su profesor de manera afable.- Felicidades, ya eres oficialmente un hombre en la sociedad.

-Gracias- contestó el castaño, sonriendo y encogiéndose de hombros.

-Por cierto, Light, ¿ya tienes planeado lo que harás de ahora en adelante? Porque tengo una oferta muy buena para ti- le comentó, sonriendo de oreja a oreja y alzando las cejas.

-Aún no lo he pensado, Mikami-sensei, ¿cuál es su oferta?- preguntó sin ocultar su entusiasmo, con sus ojos miel rebosando de alegría al escuchar su primera oferta de empleo apenas en su fiesta de graduación.

Mikami se encogió de hombros y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie más que el castaño lo escuchara, tomó a Light de la muñeca para llevarlo hacia una de las mesas del comedor exterior de la universidad. Se sentó, haciendo un ademán al castaño para que hiciera lo mismo.

-Bueno, escucha, Light, este no es precisamente un “trabajo”- comenzó a decir con lentitud, tratando de hallar las mejores palabras para detallar todo lo quería relatar.- Eres un excelente estudiante y una de las cosas que más me sorprendió de ti fue tu perseverancia, así que… Me gustaría que trabajases en compañía con uno de los más famosas y excéntricos escritores, y yo sé, que admiras mucho.

Light abrió los ojos como platos, y esbozó una de sus más sinceras sonrisas. Estaba emocionado, e impotente. Quería darle un gran abrazo a su maestro que lo había apoyado estos últimos años en su ferviente estudio. Quería gritarle y presumirle a todo el mundo que trabajaría con el escritor que más ha admirado, o al menos, tenía la certeza de que Mikami se refería a ése del que Light tenía la certeza de saber quién es, porque, aunque su verdadero nombre esté oculto tras un muy bonito seudónimo y su rostro sea anónimo, él sabía que era una persona a la que se tenía que venerar con gran devoción.

-No me diga que trabajaré con… -musitó, sin dejar de mirar ni un segundo a su profesor que le miraba divertido.

-Sí, con “L”, o con “E.L.”, como quieras llamarle- le guiñó el ojo sonriendo.- Entonces, ¿aceptas?

El mancebo entusiasmado movió su cabeza de arriba hacia abajo precipitadamente varias veces en forma de asentimiento, sin dejar de mostrar sus dientes blancos y sus mejillas ruborizadas por la emoción que la noticia le concebía.

-De acuerdo. Entonces cuando la fiesta acabe, te llevaré a conocer a tu nuevo “maestro”- rio divertido al ver la expresión tan infantil y tierna de parte del menor.

-Sí, muchísimas gracias, sensei- fue lo único que consiguió decir, para después despedirse como todo hombre civilizado.

Cuando su profesor estuvo fuera de su campo de visión, soltó un gritito infantil y empezó a correr como un niño pequeño, pensando que por fin conocerá a ese gran escritor del que tanto ha oído hablar, y que por esa persona anónima decidió estudiar la carrera de literatura, no sólo literatura griega, latina o francesa, sino todo tipo de literatura; ya que había escuchado todas las entrevistas que tenían con “L” los reporteros por medio del teléfono, y recordó todas las preguntas que le hacían y las elocuentes respuestas que él contestaba: “¿Por qué no muestra su rostro al mundo, por fama y publicidad?” le preguntaron con cinismo, y él respondió “Todo lo contrario, sólo quiero dar a conocer mis letras a los lectores que gozan de ellas. Eso es todo, sólo mis letras, no mi persona ni mi personalidad. Eso es lo que es un escritor”.

Con esa respuesta hizo que el corazón de aquel chico que miraba la televisión en el canal de la entrevista latiera muy rápido y su rostro se ruborizaba, y lo único que pensaba era que ese anónimo era la persona más perfecta del mundo. Y que lo quería, y quería conocerlo.

Y ahí está, a sólo unas horas de poder lograr ver a ese gran amor platónico que tanto había soñado con conocer.

Sonrió, impaciente, incapaz de poder calmarse y tarareando cualquier canción para calmar un poco sus nervios, y en ese momento, Takada, su compañera de clases se acercó a él, aún con su toga y su birrete.

-¿Cómo te sientes, Light?- le preguntó, soltando un extenuante suspiro que mostraba cansancio y un ápice de temor.

-Como nunca- le contestó de inmediato, balanceándose adelante y hacia atrás, sonriendo de oreja a oreja, haciendo que Takada mostrara un gesto de incredulidad y confusión.

-¿Y eso? ¿No estás nervioso?- le preguntó, abriendo los ojos de par en par, sorprendida ante el semblante expresivo de Light, ya que él solía ser muy reservado.

-Ahora no lo estoy- contestó, soltando una risita infantil.- Tranquila, te irá bien- dijo, tratando de mantener la compostura de chico de diecinueve años en lugar de uno de cinco.

-Eso espero, bueno, la fiesta ya casi acaba, ¿vienes conmigo y con los demás chicos a celebrar nuestra graduación?- lo invitó sonriendo.

-Lo siento, tengo planes- se limitó a contestar, completamente seguro que conocer a “L” era mucho más interesante que una fiesta con personas con las que ni siquiera habla junto con alcohol y drogas, no obstante, trató de ser amable con ella, porque era la única que había tolerado su personalidad tan reservada que poseía.- Pero podré compensártelo con un café mañana en la mañana ¿Te parece bien? Sabes que las fiestas no son lo mío.

Takada asintió conforme, y se fue corriendo y alzando la mano para que sus compañeros no la olvidaran. Light, al contrario de ella, metió las manos en sus bolsillos a través de la toga azul rey que aún llevaba puesta, y se dirigió hacia la salida de la universidad, donde Mikami lo estaría esperando para por fin emprender camino hacia la casa de la “más grandiosa persona”, según Light.

 

 

Cuando se encontraron frente a la puerta del apartamento del gran escritor “L”, Mikami, antes de tocar, posó su brazo en el hombro del castaño, y con aire preocupado, dijo:

-Light, conozco a “L” desde hace varios años, y tiene un carácter un tanto…- frunció los labios y trató de encontrar palabras para describir a aquél extraño-… peculiar, así que si después de saber cómo es él quieres renunciar, está bien ¿De acuerdo? No te sientas comprometido en esto.

-No te preocupes, sensei, jamás renunciaría a trabajar con él, usted sabe más que nadie cuánto lo admiro y aprecio mucho que me haya elegido para trabajar en él- dijo el castaño con completa dulzura que se mostraba en sus ojos miel, tranquilizando al mayor.

Mikami asintió y tocó tres veces la puerta. Esperó. Esperó. Nada. Tocó de nuevo. Esperó. Nada. Se impacientó y abrió la puerta con su llave que tenía en el bolsillo de su gabardina negra. Light lo miró confundido.

-¿Tenía una llave y no la usó desde el principio?

El pelinegro sonrió de forma maliciosa.

-Digamos que la “tomé prestada”, él nunca abre la puerta si no “está de humor”, y es bastante extraña la vez en que “está de humor”. Así que tomar la llave me pareció lo más conveniente- dijo, abriendo la puerta.

Al otro lado se encontraba un chico de cabello azabache bastante pálido y ojeroso mirando fijamente la televisión en un sillón que antes era blanco, pero ahora tenía un color amarillento y gastado; estaba descalzo, en una posición extraña, acuclillado, comiéndose un pedazo de pastel de fresa y crema con papeles revueltos por toda la sala. Miraba una película romántica sin expresión alguna, y anotaba palabras incoherentes en una de las hojas.

-Hey, ¿qué estás haciendo?- le preguntó Mikami, cerrando la puerta tras de sí y mirando a Light sonriendo para inspirarle confianza.

El castaño se quedó boquiabierto al verlo, claro que no se lo esperaba así, se imaginaba a “L” como alguien formal y con clase, y al parecer él no utilizaba ni una servilleta; imaginaba que sería alguien erguido y que siempre usara traje, no que estuviera a las tres de la tarde en un pijama y sentándose de esa forma tan extraña; se imaginaba a alguien sano y, probablemente con canas al escuchar sus palabra tan compuestas y sabias, no a un muchacho casi de su misma edad y extremadamente pálido, con bolsas debajo de sus ojos. Pero, las cosas casi nunca suceden como se imaginan.

-Estoy inspirándome, por cierto, Mikami, ¿sabes hacer hamburguesas? Tengo hambre, y quiero una hamburguesa- contestó en el tono más monótono posible, y su voz le hizo dar un estremecimiento a Light, su voz era firme pero también suave como la seda, varonil pero jovial, y él no pudo evitar sonrojarse.- ¿Y a quién trajiste como invitado?-preguntó, poniendo pausa a la película con el control remoto y mirando directamente a los ojos a Light, y éste no pudo desviar la vista de sus hipnotizantes y atrayentes ojos oscuros como la noche sin luna ni estrellas, y,  como era de esperarse, se puso rojo como un tomate.

-Es tu nuevo asistente- le contestó Mikami con total indiferencia.- Y que tu madre te haga las hamburguesas.

El escritor soltó un suspiro y rio sarcástico, apoyó su espalda en el respaldo del sillón.

-¿Comenzarás con las apuestas?- dijo, sonriendo.- Yo voy por unas…- inspeccionó al chico de arriba hacia abajo, sonriendo con malicia, haciendo estremecer al castaño-… dos semanas.

-¿Tan poca fe le tienes? Yo voy por un mes, y que sean cien dólares- dijo Mikami con arrogancia.

-Trato hecho.

Light sólo miraba a ambos, confundido. “L” se dio cuenta de su incomprensión y le explicó que estaban apostando cuánto tiempo te quedabas antes de renunciar.

-Yo no pienso renunciar, así que temo que ambos perderán- dijo Light, sonriendo tímidamente, y ambos mayores se echaron a reír.- ¡Oigan! No se rían, que es cierto- hizo un puchero y se cruzó de brazos.

“L” miró sorprendido a Light, y pensó en varias palabras para describirlo: “Inocente” “Jovial” “Inexperto en varios sentidos”… “Lindo”. Sacudió la cabeza y descartó la última palabra, aturdido.

-Bueno, tengo que seguir trabajando- dijo Mikami, interrumpiendo los pensamientos de “L”.- Preséntense y espero que se lleven de lo mejor. Vamos, Elle, mueve el culo.

Él se levantó soltando un bufido, se acercó a Light y le tendió la mano, mirándolo de nuevo a los ojos, haciendo que el castaño se perdiera de nuevo en esos orbes azabaches.

-Elle Lawliet, veinticinco años, soy escritor, peso… cincuenta kilos, creo, quizá subí de peso por los dulces, como sea, mido un metro con setenta y nueve y mi cumpleaños es el…

-No actúes como idiota para que se vaya más rápido- dijo Mikami fulminándolo con la mirada, y Elle le sacó la lengua de manera infantil.

-Light Yagami, veintinueve años, graduado hace algunas horas- contestó el ojimiel sin escuchar a Mikami y estrechando con fuerza la mano de su nuevo tutor.

Seguramente esta convivencia será difícil, pensó Elle, pero este chico es… diferente, y extrañamente… quiero que se quede.

 

 

 

Notas finales:

ADSIFDIDFIDSFÑKDÑFLDJGHDJ

Creo que disfrutaré haciendo este fic mucho *--* Esta vez Elle se indentificará conmigo xDD y será igual de pesado que yo :'v no literalmente, porque yo peso mucho(?)

Pero dejando de bromas, espero que les haya gustado el primer capítulo y si tienen alguna crítica u opinión, estaré muy agradecida si me la hacen saber.

Lizzy se despide ._./


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