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Vulpes por Katja Kitayima

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Notas del capitulo:

Un capítulo más a la lista~, esta vez, con algo de drama para ponerle emoción al asunto ;)

Lamento la demora; sin más que decir los dejo con el capítulo :)

“Kibum”


Jonghyun despertó de súbito por la mañana, por alguna razón sintió un poco más de frío de lo usual. Abrió los ojos y notó que algo faltaba a su lado: el cuerpo del zorro rojo no estaba más allí para darle el calor al que se había acostumbrado. Salió del refugio un poco aletargado, observando a su alrededor la tenue nevada que había dejado la noche anterior; miró a todos lados, pero Kibum no estaba allí.


“Tal vez fue por algo de alimento”


Pensó. Pero enseguida le extrañó, ya que él era el encargado de proveer la comida y Kibum le habría dejado saber a él, primero, que estaba hambriento y quería comer algo.


“Esto no me gusta...”


Todo el lugar estaba en completo y apacible silencio, los árboles nevados volvían casi blanco y austero todo el paisaje, haciendo un poco más difícil el ubicarse si no conoces bien los terrenos de Glacies. Jonghyun pensó que tal vez Kibum habría salido, y, al intentar regresar, habría perdido el rastro.


“Se perdió, sólo es eso, no supo cómo regresar”


El zorro blanco bajó la nariz y la pegó a la nieve, comenzó a tratar de olfatear el aroma de Kibum y deducir su posible localización. Su aroma era inconfundible, era un olor especial por ser un zorro rojo, y más que nada, porque Jonghyun ya conocía la esencia específica de Kibum, del mago del fuego del que estaba enamorado.


Y finalmente, en cuestión de segundos pudo ubicar un rastro: era de él, del zorro rojo; pero el aroma empezaba a esconderse debido al grosor de la nieve y que ésta seguía cayendo suavemente sobre la superficie. Tendría que apurarse o pronto la fragancia se debilitaría hasta desvanecerse.


Jonghyun comenzó a trotar hacia el norte, siguiendo el aroma hasta un pequeño pero tupido bosque oculto; estaba completamente nevado y las ramas eran tan gruesas y altas que bloqueaban en su mayoría la luz del día, haciendo más complicada la visión. Estaba comenzando a bajar la temperatura, tanto que hasta el mismo Jonghyun empezaba a sentir un poco de frío a pesar de la gruesa capa de pelaje blanco que lo cubría.


Sin embargo no vio nada, no vio a Kibum, no sintió su presencia, no distinguió entre la nieve sus pasos y su aroma estaba dispersándose cada vez más.


Jonghyun emitió algunos sonidos directos, casi como chillidos humanos, que salieron de su garganta, estaba clamando y llamando por su pareja en pos de que ésta lo escuchara y le contestara para saber que estaba cerca e ir por él. Lo estaba buscando angustiado, pero Kibum seguía sin responderle.


“¡Minho!”


Corrió presuroso hasta donde se encontraba su amigo, un audaz mago de los hielos, también cambiaformas, que se había aparecido ante sus ojos en la forma de un reno grande con enormes y orgullosas crestas asomando en la punta de su cabeza.


—Lo vi, a Kibum.


Le dijo en cuanto terminó de transformarse a su modo humano, un chico alto, casi de su edad y con el cabello marrón tupido en la frente.


—¿Cuándo lo viste? ¿A dónde se fue? —preguntó impetuoso el rubio, necesitaba las respuestas urgentemente.


—Pasó por aquí en la madrugada —le explicó— pero alguien se lo llevó.


El corazón de Jonghyun latió a toda prisa en tumbos profundos que le robaban el aliento; su mente trajo la posibilidad de lo peor que podría sucederle.


—Pero ¿ quién se lo llevó? ¿a dónde? ¡¿por qué?!


Minho suspiró en silencio antes de responder. Él, al ser un reno, podía percibir ondas más lejanas que las de cualquier humano o incluso animal, su visión era mucho mejor que la de los demás y por esa razón había podido presenciar la escena: alguien había capturado al zorro rojo, a la pareja de su mejor amigo.


—No fue un depredador, fue un humano con un aura distinta...otro mago, un coleccionista.


En ese momento, Jonghyun temió lo peor, recreando la escena de lo que probablemente pudo haber pasado con Kibum al haber sido atraído por uno de esos magos.


Los coleccionistas. Así les llaman a los magos con un gusto muy peculiar para reunir objetos y especies raras de todos los lugares; ellos viajan constantemente entre las zonas, buscando piezas únicas y diferentes para añadir a su vasta colección, sin importar si son, incluso, seres vivos. Sus futuras presas de colección, las vivas, son fácilmente atraídas con un simple hechizo que engatusa a sus nervios olfatorios, engañaba a su cerebro haciéndolos seguir el rastro del aroma hasta que eran capturadas inevitablemente por el coleccionista.


Jonghyun cerró los ojos cuando sintió desmayarse, la fuerza en sus piernas se redujo y la presión en sus venas disminuyó notablemente para dejarlo casi al borde del colapso. Lo malo no era que Kibum hubiese sido presa de algún depredador, pero caer en manos de los coleccionistas implicaba cosas todavía mucho peores, esos seres eran totalmente diferentes a los salvajes de los depredadores porque sus mentes estaban perturbadas y eran tratados como locos ante la perspectiva de cualquiera, incluso eran conocidos por su desequilibrada obsesión por realizar experimentos con sus nuevas adquisiciones para crear otras de mayor rareza todavía.


“No, Kibum no.... él no...”


Jonghyun lo sabía, que la razón para que Kibum hubiese sido capturado por uno de ellos es que era especial; los zorros rojos eran extremadamente raros, por no decir únicos, y se decía que sólo había muy pocos con vida y era muy difícil encontrarlos. Un zorro rojo, una especie ya de por sí muy singular y más por poseer el don de ambos sexos, era un tesoro único y valioso.


—Tú sabes que ellos... —Minho se detuvo antes de terminar la frase, no estaba seguro de si debía seguir discutiendo de eso con Jonghyun cuando el implicado era lo más importante para su vida— ...no sabes si ya hizo algo con él, o con las crías...


—Lo sé... lo sé... —aspiró profundo, aún cabizbajo intentando asimilarlo y negando la posibilidad— pero debo encontrar a ese coleccionista, él tiene a Kibum y a mis pequeños. Tengo que cuidar de ellos... —comenzó a sonar realmente abatido al darse cuenta de que no estaban a su lado.


Minho guardó silencio unos segundos, suspirando profundamente antes de seguir con la información. Lo estaba pensando, sabía que era peligroso para Jonghyun, pero nada de lo que le dijera le haría cambiar de idea; se habían llevado a la pareja de su amigo y a sus futuras crías, y Jonghyun, como macho alfa, debía buscar la protección de todos ellos a toda costa. Y sabía, también, que iba mucho más allá de un simple deber de la naturaleza, porque sabía lo mucho que amaba su mejor amigo a ese mago del fuego.


“Amor, Minho, así se siente el amor, así me siento con Kibum”


—Se marcharon desde las primeras horas de la mañana, pero su fortaleza no debe estar lejos, sabes que esos viejos vehículos no funcionan bien en un clima tan frío —dijo finalmente.


—¿Hacia dónde se fue? —preguntó determinante.


—Al norte, todavía puedo ver las ondas ultravioleta que dejó su magia.


Jonghyun no esperó más y se transformó en el zorro ártico, corriendo presuroso en la dirección que Minho le había indicado. Corrió, sin importarle que la nieve comenzara a caer con más fuerza ni los gritos de su amigo pidiéndole que tuviera cuidado. Sabía que no iba a ser fácil, pero haría todo lo necesario para encontrarlos y traerlos de vuelta a casa; estaba realmente preocupado.


Siguió un rastro de Kibum que encontró a tan solo unos cuantos metros del bosque; era débil, pero seguía siendo una referencia de que iba por buen camino. Caminó durante horas tratando de seguir con el aroma que percibía, pero a medida que la nieve llenaba el camino, sus esfuerzos se volvieron cada vez más difíciles; llegó a un punto en el que la nieve y la neblina habían cubierto todo su campo de visión, la noche ya estaba por llegar y de repente se encontró en un camino sin salida donde a cualquier lado que volteara seguía viendo blanco, blanco, blanco, blanco.


Se detuvo momentáneamente para tratar de encontrar nuevamente el rastro que ya había perdido, pero no tuvo suerte. La nieve lo había cubierto todo y se encontraba solo y desesperado. Estaba agobiado porque extrañaba a Kibum y a sus crías, en dónde estarían y cómo estarían, si estaban sufriendo o si alguien les estaba haciendo daño; temía perderlos y eso le estaba carcomiendo los nervios hasta el alma; y es que si eso llegaba a suceder, él simplemente moriría al instante de soledad y dolor por perder a quien amaba.


“¡Kibum! ¡Kibum! ¿En dónde estás? ¡KIBUM!”


Jonghyun comenzó a aullar en un tono lastimero, moviéndose inquieto y chillando desesperado; estaba llamando a su pareja para ubicarlo pero él no contestaba. La nieve estaba cayendo espesa cubriendo parte de su pelaje, estaba confundido y su cuerpo comenzaba a enfriarse por no saber qué más hacer estando en medio de una tormenta.


“Concéntrate, Jonghyun ¡concéntrate!”


Tenía que hallarlo a como diera lugar, tenía que calmarse para intentarlo, una y otra vez y todas las que fuesen necesarias para encontrarlo. Bajó la cabeza a la nieve y comenzó a olfatear de nuevo, aquí y allá para buscar cualquier indicio de un aroma que por fortuna encontró. Sus nervios olfatorios se alertaron, reconocieron el olor de Kibum impregnado en el ambiente; era muy leve aún, pero Jonghyun se sabía de memoria esa esencia porque estaba totalmente en él, en todo su cuerpo hasta los huesos y nada ni nadie se la borraría.


Corrió entre la nieve como pudo, siguiendo el rastro que lo había llevado hasta una zona más abierta en donde empezaba a ver algunos árboles, y justo frente a él, una pared rocosa que se ocultaba entre la neblina y se alzaba por delante de sus ojos, imponente.


Lo había encontrado al fin.


El coleccionista debía estar dentro de aquella fortaleza de piedra y metal, una especie de enrome vehículo, creado por ellos mismos en la que se transportaban y guardaban todas aquellas cosas que habían hurtado y privado de la vida. Kibum seguramente debía estar allí dentro, empero, no todo parecía tan fácil como se veía. Por lógica, Jonghyun sólo tenía que entrar en aquella fortaleza, el problema era que esos magos coleccionistas no eran estúpidos en lo absoluto, su guarida estaba rodeada por un invisible campo de fuerza que impedía la entrada no autorizada.


Pero Jonghyun había aprendido algunos buenos trucos desde que estaba con Kibum. El mago del fuego era un ser demasiado inteligente, y había desarrollado habilidades para manipular otros elementos además del fuego, entre ellos, el hielo. Kibum le había enseñado cómo aprovechar al máximo su elemento, a jugar con la alquimia y desarrollar nuevas fortalezas que le servirían justo en momentos como este.


“Esto debe ser suficiente para entrar”


Jonghyun pasó a su modo humano, listo para poner en práctica aquello que él y su pareja habían estado trabajando. Alzó su mano izquierda y comenzó a concentrar todo su poder para poder generar una brisa helada, una especie de torbellino que se arremolinaba sobre la palma de su mano; Jonghyun se acercó lo más que pudo al campo de fuerza y sopló la brizna contra la pared invisible. Pasaron algunos minutos en los que el zorro blanco siguió soplando hasta que notó que una parte de ese campo de fuerza estaba ya congelado, apareciendo ahora como un vidrio de hielo cristalino que dejaba ver las partículas con que estaba hecho.


Funcionó.


El mago del hielo suspiró cansado y se apoyó sobre sus rodillas en cuanto entró a la fortaleza, el truco había consumido gran parte de su energía, pero nada de eso importaría si lograba llegar con Kibum con la suficiente fuerza como para llevárselo de allí.


“Kibummie va a regañarme por no haberlo hecho como me dijo”


El mago rió amargamente; en serio esperaba que toda esta pesadilla terminara pronto para poder volver a casa y cuidar de su pareja e hijos.


Caminó sigiloso por todo el lugar, comenzando a buscar a Kibum por su aroma, el cual se encontraba impregnado en cualquier rincón. Él había pasado por allí, y eso, en cierto modo, le estaba dando más esperanzas de encontrarlo fácilmente; de menos sabía que sí estaba allí aún.


El olor del zorro rojo se hacía más fuerte a medida que avanzaba por los pasillos; miraba de reojo a las salas laterales y a las cosas que se encontraban como adornos a su alrededor: joyas de todo tipo y color, objetos de metal, líquidos brillantes, armas... toda clase de curiosidades que hasta a él mismo le parecían maravillosas. Sin embargo, su expresión de fascinación se borró en el instante en que vio, enfrascados en cápsulas gigantes, a un par de animales con pelaje exquisito y singular. Eso era totalmente una crueldad, no podía entender cómo es que ese mago coleccionista había podido llegar al punto de tener seres vivos en su repertorio.


—¡Kibum!


Gritó de repente cuando a su olfato llegó el aroma de su pareja. Corrió hasta el final del pasillo hasta encontrar una puerta de metal grabado; se detuvo un momento para poder percibir otra cosa, pero lo único que venía a sus nervios era el olor de Kibum, fuerte, intenso, llamándole y ordenándole que pasara.


“Él está aquí ¡lo sé!”


Lo primero que vio al entrar fue una serie de contenedores de vidrio, pero lo que había en su interior le obligó a retroceder algunos pasos, asustado de saber los alcances de los coleccionistas. Humanos, magos, cualquier tipo de cambiaforma, pero a final de cuentas seres vivos que yacían en paz dentro de los contenedores; Jonghyun no podía creerlo, ver a esos humanos allí, no sabiendo si estaban vivos o muertos, pero mantenerlos atrapados por siempre en cajas de cristal como si fueran objetos de exhibición... eso era simplemente repugnante.


Bummie... no.…tú no... —chilló.


Su mirada fue de total sufrimiento cuando giró la vista y lo vio: allí a lo lejos, en un perfecto e intacto contenedor de cristal, el cuerpo de su pareja flotaba entre un líquido transparente que hacía brillar el pelaje de su cola y orejas con intensidad; parcialmente transformado en el zorro rojo, el pelirrojo parecía estar profundamente dormido, con los ojos cerrados y sus labios entreabiertos, dándole una expresión serena y hermosa a la vista de cualquiera.


—¿Qué es lo que te hicieron? —murmuró entre lágrimas, sufriendo de verle en ese estado tan indefenso y vulnerable. Intentó en vano golpear el cristal, tratando de romperlo y sacarlo de allí, pero su estado emocional pudo más que su fuerza física; estaba devastado.


—Es mejor que se quede allí.


Jonghyun volteó hacia el extraño que había aparecido en la puerta; el famoso mago coleccionista había aparecido, un humano de edad avanzada y complexión extremadamente delgada que lucía túnicas brillantes, plagadas de adornos y collares por doquier, su larga y grisácea barba caía sobre de estos dándole una apariencia un tanto desordenada, su semblante era sereno pero una mirada demencial se asomaba por entre un par de redondas y finas gafas de metal.


—Está sufriendo... —le encaró con el rostro empapado en lágrimas.


—No lo está, te lo aseguro –le dijo con un tono de voz grueso— Se encuentra en un profundo sueño provocado por ese líquido que ves allí; está vivo y en buenas condiciones, no te preocupes por él.


El coleccionista le sonrió amablemente y con tranquilidad, admirando el contenedor del zorro rojo y disfrutando de la belleza que emanaba al estar allí guardado. Pero Jonghyun pensaba de otro modo, aquello le pareció la cosa más cruel del mundo.


—No debe estar aquí... ¡Déjalo volver conmigo!


Le suplicó; su temple estaba perdiéndose por la desesperación de no tenerlo a su lado junto con sus futuras crías. Estaba siendo demasiado doloroso para él a estas alturas.


—No puedo hacer eso —respondió sereno— es un espécimen muy raro y escaso, probablemente jamás volveré a ver uno como él.


—Pero él es mi pareja, es... mío –declaró— y también las criaturas que lleva dentro.


Jonghyun comenzaba a enfadarse por la frustración; sus manos repasaron suavemente el cristal del contenedor, recargando su frente contra este.


—Está mejor aquí, créeme. De este modo, el zorro rojo jamás envejecerá, siempre será joven y hermoso y nunca tendrás que pasar por el dolor de verlo morir antes de que tú lo hagas. ¿Acaso quieres eso? Si en verdad deseas protegerlo de que algo lo dañe, este es el lugar adecuado para él.


Era duro, pero en cierto modo el coleccionista tenía razón. Era cruel e inhumano tener a esos seres vivos encerrados en contenedores sólo por gusto y admiración a su belleza y rareza, sin embargo, eso era un método de asegurarles protección por décadas, lejos de los depredadores y de aquellos entes malvados. Aún así, Jonghyun había jurado protegerlo y estar con él, defenderlo de todo, a él y a sus crías, porque ese era su instinto como zorro, y, porque como ser humano, se había enamorado de él.


El mago del hielo no puedo evitar romper en llanto ante la escena, cayó de rodillas al suelo y su sollozo se hizo evidente. Es que no quería perderlo, pero realmente no sabía qué hacer, estaba demasiado agobiado como para poder pensar coherentemente.


El coleccionista sonrió tranquilamente, sabía que un simple mago cambiaformas del hielo no podría levantar su mano contra él, y menos con lo debilitado que estaba. Y estaba a punto de retirarse cuando sintió algo, una ligera brisa helada pasó cerca de su rostro, de algún modo el ambiente empezó a helarse dentro del cuarto.


—¿Qué es lo que haces? —preguntó el coleccionista al ver cómo sus manos se entumían, su piel, su propio cuerpo comenzaba a llenarse de hielo en la superficie; y de repente, ya no fue capaz de dar un paso más, todo en la habitación estaba al punto de congelación.


Lo último que el coleccionista alcanzó a ver fue un aura azulada que rodeó al zorro ártico, en cuestión de segundos la temperatura había descendido de modo tal que ahora estaba dentro de un bloque de hielo con su forma, el hielo que rodeaba a su propio cuerpo.


“Emocional... ese mago del hielo... ¡sabe la técnica!”

Notas finales:

Muchas gracias por todos sus lindos comentarios en torno a esta historia, de verdad me siento muy agradecida por el hecho de que les esté pareciendo interesante hacia donde va todo esto :)


Y pues... tengo que decirlo, el siguiente capítulo es ya el final; espero poderlo subir a finales de marzo sin falta :)

¡¡Muchas gracias!!


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