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Ghost Hunter por Mayuu

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Oír a su hermano gritar de rabia cuando atraviesa el pasillo que lo lleva al despacho no es algo que lo sorprenda realmente. Jongdae no tardó más de una sola hora en empezar a odiar su trabajo y Jongin en parte siente pena hacia él, ser camarero y ser torturado por Baekhyun es una cosa pero ser el que tiene que limpiarlo todo y ser tratado como sirviente por Junmyeon es otra muy distinta. Cada día de esa semana, cuando vuelven a casa a altas horas de la noche y sintiendo todas las partes de sus cuerpos pedir a gritos un descanso, todo lo que sale de los labios de Jongdae son maldiciones hacia el jefe, sobre sus extrañas costumbres, su humor retorcido y a lo que él denomina "colección de Satan". Jongin pocas veces ve a Junmyeon durante todo el día, él se pasa el día atendiendo a clientes y Junmyeon encerrado en su cuarto demoniaco como si no soportara ver la luz del sol. Si hace unos días que Jongin sentía curiosidad por conocer más a Junmyeon y todo ese misterio que lo envuelve, siempre que Jongdae empieza a hablar de él se le quita el mínimo rastro de curiosidad. Jongin termina creyendo que Junmyeon es solo un mago antisocial que se aburre mucho.

 

Cuando abre la puerta, sin molestarse a llamar, ni Junmyeon ni su propio hermano se sorprenden o se giran a verlo. Jongdae parece demasiado concentrado en mirar al otro con odio, mordiéndose el labio inferior con tanta fuerza que es increíble que aún no esté sangrando, Junmyeon en cambio tiene la mirada fija en el suelo, dónde Jongin ve un bote de vidrio roto, liquido amarillento escampándose lentamente y dos ojos diminutos flotando en el charco. Por la forma de la pupila sabe rápidamente de que se tratan de los ojos de algún felino.

 

—Ha sido sin querer, SIN QUERER. ¿Qué es lo que no entiendes de esas dos palabras?

 

Junmyeon levanta la vista hacía Jongdae, quien esta de brazos cruzados.

 

—El echo que esas dos palabras salgan de TÚ boca es lo que no entiendo.—dice—¿¡Cómo puedes ser tan insensible?!

 

—¿Yo insensible? ¿Quien colecciona partes de seres vivos? Dime ¡¿quién?! —pregunta Jongdae, señalando con gestos todas las estanterías que llenaban ese despacho—Si por mi fuera hubiera cogido todas estas cosas y las hubiera quemado y echado al váter que es dónde deberían estar.

 

—Eh chicos...—empieza Jongin pero ellos lo ignoran totalmente.

 

—Ah bueno, entonces después de tirarlo todo recuerda limpiar el vater, mujer de la limpieza.— Junmyeon hace énfasis en las dos últimas palabras y Jongin cierra los ojos con fuerza esperando la reacción de Jongdae.

 

—¿Qué me has dicho?

 

Mujer de la limpieza—repite—mujer de la limpieza.

 

No se escucha grito, tampoco ningun golpe. Jongin, cuando abre los ojos, solo ve a un Jongdae caminar lentamente hacia la estantería más cercana que encuentra, coge el primer recipiente sin mucho esfuerzo y una vez inspeccionado qué hay dentro, alza la vista para fijar los sus ojos a los de Junmyeon.

 

—Presta atención a lo que hace la mujer de limpieza, Junmyeon—dice antes de arrojar con fuerza el recipiente al suelo. Este se rompe con facilidad, el liquido esta vez es más negro que amarillo con trozos de carne flotando en ella. Jongin distingue una masa de carne más grande que el resto pero aparta la mirada rápidamente al notar la primera arcada, huele realmente mal.

 

Junmyeon traga aire con dificultad, con los ojos como platos y la boca semiabierta por la sorpresa, a diferencia de Jongin, no consigue apartar la mirada del recipiente roto.

 

—Y esto, no lo pienso limpiar yo—finaliza Jongdae.

 

—Podéis calmaros un poco, quiero hablar conti...

 

—Lo vas a limpiar, oh, claro que lo vas a limpiar—habla Junmyeon interrumpiendo otra vez a Jongin.

 

—No.—replica Jongdae.

 

—Sí.

 

—No.

 

—Sí.

 

—Sí.

 

—No.

 

—¡Ja!—se burla Jongdae al salirse con la suya.

 

—Esto que acabas de hacer ha sido realmente estupido.

 

—Y bien que caíste.

 

Jongin desea salir de allí y volver con Baekhyun, por raro e impensable que sea ese deseo, es así, al menos a fuera no huele a muerto ni tiene que aguantar a dos personas que se podrían considerar perfectamente adultos pelear como niños.

 

—Vosotros dos.—empieza de nuevo Jongin, alzando un poco más su tono de voz.

 

—¡Jongin! ¿Qué haces aquí?—pregunta sorprendido su hermano cuando se gira al oír su voz.

Da un profundo bocado de aire antes de responder—He estado todo este tiempo aquí viendo vuestra interesante pelea del día.

 

—Perdona a tu hermano por favor, despediría a Jongdae si pudiera, pero verlo limpiar y desesperarse me alegra el día. Tienes que entenderme.

 

—Te entiendo.—dice Jongin, asintiendo con la cabeza.

 

—Vosotros par de...

 

—Pero no he venido aquí por eso—le interrumpe su hermano pequeño—Junmyeon, hicimos un trato ¿cuando piensas llevarnos a esa casa?

 

El rostro de Junmyeon pierde totalmente la chispa del humor en el momento que escucha las palabras de Jongin, como si de pronto le hubieran despertado de un bonito sueño.

 

—No creía que quisierais ir tan pronto, apenas hace poco que llegasteis a este pueblo creía que quizás queríais disfrutar un poco.

 

—No vinimos aquí para hacer turismo, para eso existen lugares mejores—le explica Jongin.—vinimos aquí para que el Kyungsoo ese deje de deprimir a la gente.

 

A veces tiene la sensación de que él es el único que se toma enserio su deber como cazador, la gente lo ve como algo tan insignificante, como si matar a un muerto lleno de odio fuera la cosa más fácil del mundo. Algunos, los aficionados, los que creen saber todo sobre esto pero en realidad no saben nada ven esto como un simple entretenimiento, para meter un poco de miedo en sus aburridas mentes y para tener experiencias que explicarles a los pobres ingenuos. Él no lo ve así, no lo ve como algo que lo divierte, ni tampoco como algo que hace porque no tiene nada más que hacer, Jongin mata muertos porque es necesario que alguien lo haga, lo ve como un deber, como el deber de alguien que puede salvar el mundo y lo hace.

 

—Comprendo Jongin, lo comprendo—la voz de Junmyeon de repente suena cansada—pero aún sois jóvenes, tenéis que disfrutar de la vida antes de palmarla.

 

Tanto Jongdae como Jongin miran sorprendidos al rostro preocupado del jefe, quién parecía que hablaba seriamente. Ninguno de los dos comprende sus palabras.

 

—¿De qué estas hablando?—Jongdae frunce el ceño, confundido.

 

—Digo, sois jóvenes ¿seguro que queréis morir tan temprano?

 

—¿Quién te ha dicho que queremos morir?—pregunta el mayor de los hermanos

 

—Oh vamos, lo que queréis hacer es un suicidio. Nadie ha salido de esa casa vivo...no espera, corrijo. Nadie ha salido de esa casa nunca. —comenta Junmyeon, haciendo énfasis a la palabra "nunca" con un rostro desesperado

 

—Nos dedicamos a esto, Junmyeon. No dejaremos que nos raje el cuello.

 

La palabras de Jongin no parecen tranquilizar a Junmyeon. Se gira y se dirige hacia su escritorio con el ceño fruncido. Se sienta en su silla de cuero para luego volver a dirigir su mirada hacia los dos jóvenes expertos que tiene adelante, incapaz de imaginarse cómo esos dos chicos, delgados y con rasgos suaves puedan con un espíritu como ese.

 

Jongin, con su pelo platino despeinado, unas enormes ojeras que tiñen la parte inferior de sus ojos y el uniforme de su bar lleno de arrugas y manchas. Jongdae a su lado, su pelo negro azabache le cubría toda la frente y tampoco luce más bien que el pelo de Jongin. Su piel, de un tono más blanquecino que la de su hermano estaba cubierto de sudor y manchas negras, las cuales Junmyeon tiene parte de culpa.

 

Estos dos muchachos, piensa Junmyeon, no tienen nada que hacer con Kyungsoo.

—Dijiste que nos llevarías hasta allí. Ese era el trato.—Jongdae le mantiene la mirada fija a Junmyeon, exigiendo lo que les prometió.

 

—Lo sé, recuerdo lo que digo. Pero ahora que lo pienso siento que hice mal en prometeros eso. Pocos sitios desprenden tanta tragedia y muerte como ese, simplemente creo que hay cosas en esta vida que es mejor mantenerlas lejos de nosotros.

 

—Esta muriendo gente inocente y esto seguirá si nadie hace nada al respecto ¿lo entiendes? —le dice Jongin, cansado.

 

—¿Ni siquiera os puedo convencer de que antes os preparéis mejor para entrar?

 

—Solo será ir a inspeccionar la casa de momento.

 

—Vale, pero ¿os dais cuenta de que si no volváis vivos os quedaréis sin sueldo no?—dice Junmyeon, su rostro luce serio a pesar de lo que acaba de decir, hace que los dos hermanos sueltan un largo suspiro.

—Junmyeon.—dicen los dos a la vez.

 

—Si, vale, vale. —Junmyeon alza las dos manos para hacerles entender de que se rinde.

 

—¿Entonces cuando nos vamos?—preguntó Jongin impaciente.

 

—Ah, no no, yo no voy. —habla con rapidez.

 

Jongdae se cruza de brazos, sin entender lo que realmente pretende Junmyeon—No estas hablando enserio. No sabemos guiarnos por el pueblo aún.

 

—Para esto tengo solución. Que os acompañe Baekhyun esta noche—dice finalizando con una torpe sonrisa.

 

*****

 

Los anocheceres de ese pueblo acostumbran a ser fríos y solitarios, ninguno de los habitantes se atrevía a salir a la calle de noche y ese día no iba a ser una excepción. Las calles permanecieron un rato a oscuras cuando el sol se puso con lentitud, pero las farolas no tardaron en iluminar el camino, haciendo que todo se tiña de un color amarillento. Los tres jóvenes que rompen el silencio con sus pisadas hacen que el pueblo no parezca un pueblo fantasma y los casi gritos del joven rubio del medio resuenan en cada esquina de las desoladas callejones.

 

—¡Chicos esto es realmente excitante! ¡No me creo que vaya a participar por fin en algo así!—dice Baekhyun dando pequeños saltitos de felicidad.

 

—Mantén la boca cerrada.—le exige Jongdae quién se coloca mejor el arco y las flechas en su hombro.

 

Jongdae no solía llevar su arco en la mayoría de "misiones ", porque la mayoría de veces con la daga de Jongin ya tenían suficientes. Pero en casos como el de Do Kyungsoo, se ve obligado a llevarlo, no solo por si surge algún tipo de problema, si no también porque llevar el arco de alguna manera hace que Jongdae se sienta más seguro.

 

Desde muy pequeño su hermano mayor ya se apuntó a clases de tiro en arco y se sorprendió al descubrir que tiene un cierto don con las flechas, llegó a tal punto que incluso era mejor que arqueros mayores y con más años de aprendizaje que él y ganaba todos los torneos de tiro en arco que iba solo con 7 años. Jongdae dejó el tiro en arco cuando murieron sus padres porque en ese momento la tristeza y la desesperación hizo que no tuviera ganas de hacer nada, pero años después, cuando decidió dedicarse a la caza de espíritus se dio cuenta de que necesitaba una arma, quizás no tan poderosa como la daga de Jongin, pero si una que pudiera herir los espíritus. Costó meses de búsqueda para encontrar ese arco que lleva en ese momento en su hombro, pero cuando por fin la encontró, supo que estaba echa para que la utilizara él.

 

El arco tiene la estructura echa por fibra de vidrio, el que le da un color gris plateado. El tacto es rugoso cuando pasa los dedos por encima de la superficie y aún teniendo la pinta de pesar mucho, Jongdae esta tan acostumbrado a ella que la levanta sin un mínimo esfuerzo, como si fuera echa de plumas. Las flechas, echas a mano por Jongdae, son del metal más ligero que pudieron encontrar y el que le da el poder de herir a los espíritus a todo este conjunto es que en la punta de cada una de las flechas Jongdae se encargó de incorporarles un fragmento de plata de un tamaño milimétrico, pero lejos de ser un fragmento de un trozo de plata normal y corriente, los fragmentos pertenecían a la antigua arma que utilizaba su padre para atacar a los espíritus. Las flechas no enviaban a los fantasmas al otro barrio, pero si conseguía debilitarles lo suficiente para que a Jongin le diera tiempo de clavarle la daga en sus pechos, el lugar dónde antes tenían el corazón.

 

Jongin, cuando vio que su hermano cogía el arco no dijo absolutamente nada, en verdad si Jongdae no se hubiera acordado de cogerlo, él mismo le habría dicho que llevase el arco encima por si acaso.

 

A medida que van avanzando se dieron cuenta de que por el camino cada vez hay menos casas y apartamentos. Los árboles y el terreno irregular van sustituyendo las casas y el suelo de cemento hasta que llegan a un punto en el que el pueblo parece quedar completamente atrás y se encuentran en el inicio de lo que es una gran extensión de bosque. No caminaron mucho por el pequeño camino en medio de los árboles antes de divisar lo que parece ser una casa bastante vieja.

 

Una pequeña valla los separa de lo que es el jardín de la casa y los tres la cruzan de un salto sin mucho esfuerzo. Una vez delante de la casa, pisando la mala hierba de un jardín que hacía años que nadie cuida, Jongin no puede apartar la mirada del edificio que tienen adelante. Comparada con el resto de las casas del pueblo, la que tenían delante es mucho más grande pero tampoco llega a ser una mansión de ricos. Las paredes, que Jongin cree que en el pasado eran de un marrón pastel, ahora están casi teñidas de negro, con manchas y partes caídas por todas partes. Ventanas rotas, madera podrida y plantas que parecen quererse comer la casa hacen que Jongin deseara volver al pasado, a ese periodo de tiempo en el que aún vivía alguien allí y en los tiempos en que seguramente esta misma casa aún conservaba esa belleza que ahora el tiempo y las historias se lo arrebataron.

 

—Es peor de lo que me imaginaba—comenta Jongdae a su lado—pero al menos se mantiene derecha. 

 

—Hubo un tiempo en que muchos querían comprarla y reformarla, pero los pocos que lo intentaron, ya sabéis... fracasaron de la peor manera posible—Jongin se sorprende al notar la tranquilidad en la voz de Baekhyun, si la gente del pueblo temían tanto esta maldita casa ¿cómo es que Byun Baekhyun aparenta estar tan tranquilo en estos momentos?

 

—¿Cómo es que estas tan tranquilo Baekhyun?—le pregunta Jongin.

 

El chico se echa el pelo rubio hacia atrás, mirándolo con una sonrisa traviesa.

 

—Es que no es la primera vez que vengo aquí. De echo he venido varias veces a esta casa.

 

Al ver las reacciones de sorpresa de los dos hermanos, Baekhyun continua explicando.

 

—Cuando no consigo conciliar el sueño por la noches suelo venir aquí, sentarme en la césped y escuchar los movimientos dentro de la casa, las cosas rompiéndose, la madera crujir y puertas cerrándose con fuerza.

 

—¿Sabes que eso que haces es muy peligroso verdad?—le dice Jongin.

 

—No realmente, nunca me ha pasado nada cuando vengo, no entro dentro de la casa, soy simplemente un espectador—explica.—Antes no creía en los fantasmas ¿sabes? Pero esta casa, parece estar tan llena de algo en lo que no creía que de alguna manera siento que al observarla estoy delante de todo un mundo en el que nadie es capaz de encontrarle explicación, es un sentimiento raro.

 

Jongin, por milésima vez en esa semana, piensa que ese chico en verdad esta muy loco pero a la vez entiende de alguna manera lo que hace. Cuando las personas estan delante de algo que no consiguen explicar con la ciencia ni todas esas leyes creadas por científicos, algo, la curiosidad o quizás la intriga de saber qué es, los atrae, como si el simple echo de ser un misterio los sedujera de alguna manera.

 

—Y ahora por fin voy a entrar dentro—dice y aplaude ligeramente con su delicadas manos mostrando su entusiasmo.

 

—Baekhyun, será mejor que te quedes afuera. —le advierte Jongin.

 

—No, no, no, ni hablar. No podéis hacerme esto.—Baekhyun al ver la seriedad en el rostro de Jongin empieza a inquietarse.—Quiero entrar, no sabes lo mucho que he estado esperando este momento, porfa porfa porfa.

 

—Baekhyun, esto no es un juego de niños, dejo de ser un juego cuando esa cosa mató a la primera de todas las víctima—contesta Jongdae quien esta a unos pasos más adelante que ellos mirando la casa con curiosidad.

 

—¿Pero sois expertos en esto no? Se supone que con vosotros no me pasará nada.

 

Ingenuo, piensa Jongin.

 

—No puedo garantizar que no te pasa nada.

 

—Entonces no me importa, pero quiero entrar.—Baekhyun le devuelve la mirada, decidido.

 

No es la primera vez que alguien les acompaña en el lugar de los sucesos, tampoco es la primera vez que verían a un fantasma con alguien con ellos, pero en cambio, si es la primera vez que alguien les suplica por ir con ellos.

 

—Jongin, que entre, si se asusta ya sabrá salir corriendo.

 

Jongdae ya había subido hasta al porche de la casa y los esperaba, con las flechas de su arco colgando de su espalda. Jongin se queda unos segundos mirando a su rubio compañero de trabajo, la palabra "delicado" suena al fondo de su cerebro como si alguien muy lejos le estuviera intentando decir algo a cerca del muchacho que tiene a su lado. Baekhyun no parece de esos chicos que corren mucho ni de los que tienen mucha fuerza, pero Jongin a estas alturas, no es capaz de decirle nada para que se queda fuera.

 

—No te separes de nosotros—dicho esto, avanza con pasos grandes hacia donde esta Jongdae y Baekhyun lo sigue, no sin antes soltar una exclamación de alegría.

 

—¡Esto será divertido!

 

Cuando Jongdae le da un débil empujón a la puerta, esta se abre con facilidad. Una corriente de aire le remueve el pelo plateado de Jongin, huele a madera podrida y a suciedad, la misma olor que todas las casa viejas que han visitado. Al mirar dentro, no encuentra nada más que oscuridad y la forma de algunos muebles viejos que se distinguen gracias a la tenue luz de la luna.

 

Jongin saca las linternas que llevaba en la maleta y les da una a cada uno. Con la repentina luz artificial iluminando el interior de la casa, Jongdae es quién entra primero, seguido de Baekhyun y Jongin. El suelo cruje con cada uno de sus pisadas, rompiendo el tenso silencio del momento. Partículas de polvo cubren cada mínimo superficie del lugar y también flotan en el aire haciéndose visibles ante la luz de las linternas. Se encuentran en medio del salón, más grande de lo que imaginaba y con unos muebles sucios pero bien conservados. Justo delante suyo, en el medio del salón, se encuentra una escalera de caracol que lleva al piso de arriba y a la derecha una puerta que Jongin cree que probablemente los llevaría a la cocina. Hay manchas negras en las paredes y en el suelo que Jongin desea que no sean de sangre humana y también trozos de cristal roto esparcidos por el suelo.

 

—Esto es más grande de lo que creía—aunque Jongdae no hubiera levantado mucho su voz y estuviera casi hablando en susurros, su voz se escucha por toda la casa con más claridad que nunca. Jongin se pregunta si Kyungsoo los estaría escuchando ahora o observándolos escondido en una esquina oscura esperando el momento adecuado para salir y asustarlos.

 

Jongin ilumina cada esquina del salón con la linterna pero solo encuentra telarañas, bichos que se escapan al ver la luz y más manchas negras. El aire que inspira es densa y siente los pulmones llenarse de algo sucio y pudoroso.

 

—Eh Baekhyun, ¿no sabrás por casualidad cómo muere esa gente?—bonito momento para preguntar eso Kim Jongin.

 

Baekhyun, quién cada vez se acerca más a Jongin y repite cada movimiento que hace el pequeño de los hermanos, duda un poco antes de pronunciar palabra.

 

—Encuentran partes de sus cuerpos esparcidos por el bosque, pero no todos en el mismo lugar si no en partes del bosque diferentes. Un día puedes encontrar la pierna de alguien flotando en el río y otro día una mano de esa misma persona colgando de un árbol...—Jongin nota cierto temblor en la voz de Baekhyun, un temblor tan débil que él mismo duda si solo es imaginación suya o si es real.

 

—Eso es terrible— comenta Jongdae.

 

—Pero según dicen, las víctimas mueren desangradas por una herida en el cuello, lo que da entender que esa cosa primero les raja el cuello para luego despedazarlos una vez muertos.

 

Lo que da entender que las manchas de las paredes sí es sangre humana, piensa Jongin.

 

Nadie dice nada, en verdad no hay mucho que decir delante de relatos como ese.

 

Jongin recorre las paredes de todo el salón con la luz de la linterna y de repente dándose cuenta de que en esta hay colgados varios cuadros. La mayoría de ellos son de paisajes y objetos abstractos, pero su atención se centra en una en concreto. Enfoca la linterna encima de un cuadro que resulta ser el retrato de alguien joven, vestido con un esmoquin negro que parece de varios siglos atrás pero demasiado elegante para alguien tan joven. Un rostro de fracciones marcadas y piel blanquecina, una mirada vacía y fría y unos labios gruesos sin un mínimo rastro de sonrisa. Su pelo castaño peinado hacia atrás a la perfección hace que Jongin sienta vergüenza de su propio pelo descontrolado. El joven retratado tenía cierto atractivo, seguro era de esos típicos chicos que hacen que la gente se voltee a verlos otra vez cuando se los topan por la calle.

 

—Eh chicos, venid— avisa a los otros dos sin apartar la vista del cuadro.

 

Baekhyun no tarda en acercarse a su lado y segundos después siente el peso de la cabeza de Jongdae en su hombro.

 

—¿Es este Kyungsoo? —pregunta Jongin señalando el chico del cuadro.

 

Jongdae no tarda en responder.

 

—Si este es Kyungsoo, el mundo habrá desaprovechado otra carita bonita. Qué triste.

 

Baekhyun niega con la cabeza, decepcionado por algo.

 

—¿Quién querría matar a semejante pibón? —Baekhyun se muerde el labio mirando el rostro del chico de mirada fría.

 

Jongdae suelta una risa estridente que resuena por todo el salón y Jongin se ve obligarlo a callarlo con un codazo.

 

—Siendo Kyungsoo o no, me gustaría ver este apuesto joven esta noche—vuelve a decir Baekhyun.

 

—Esperándote en tu cama—añade Jongdae.

 

—No lo decía en ese sentido pero ahora que lo dices...

 

Jongin inspira profundamente y decide dejar a los dos chicos atrás con su chico esmoquin. No sabe porqué pero extrañamente no se había imaginado un Kyungsoo así aunque tampoco sabe cómo se había imaginado que fuera Kyungsoo, un chico tan joven que ha matado a tanta gente, es difícil de imaginar.

 

Se dirige hacia la enorme escalera de caracol, preguntándose si arriba darán por fin con lo que buscan.

 

—Jongdae, Baekhyun, aquí abajo no hay nada, creo que deberíamos ir arriba.

 

—¿Deberíamos llevarnos el cuadro a casa? —oye que le dice Baekhyun a Jongdae.

 

—¿No crees que quizás esté maldito o algo? O quizás termines siendo acosado por un fantasma durante el resto de tu vida.

 

—No me importaría la verdad—le contesta Baekhyun con una sinceridad que Jongin no se lo esperaba para nada.

 

Viendo el poco éxito que tuvo su propuesta Jongin decide ir por su propia cuenta, sube las escaleras con lentitud temiendo que se rompan a su paso, pero no lo hacen. Cuando llega al segundo piso se encuentra con dos pasillo a cada lado, largos y anchos, lleno de puertas cerradas. Aquí arriba las voces de Baekhyun y Jongdae casi no se escuchan y Jongin agradece este echo.

 

Decide explorar primero el pasillo de la derecha, algo, quizás el echo de que su daga palpita con fuerza cuando mira hacia el pasillo de la derecha, le empuja a elegir ese camino.

 

Jongin avanza fijándose en cada una de las puertas, la oscuridad sería absoluta si no fuera por la luz de la linterna ya que no hay ni una sola ventana que ilumine esa parte de la casa. Llega un momento en que las voces de Jongdae y Baekhyun desaparecen por completo y todo lo que se oye son sus pasos.

 

Intenta abrir algunas puertas sin mucho éxito y solo consigue que su mano se ensucie de polvo, cree que no es el mejor momento para echar a bajo alguna de las puertas de ese pasillo solo para luego no encontrar nada detrás de ellas, así que finalmente se rinde y sigue avanzando. De repente, oye el ruido de una puerta abrirse con lentitud y después lo que parece ser los sollozos de una persona, más bien de un chico, invaden sus oídos.

 

Provienen del fondo del pasillo no muy lejos de Jongin pero este, impaciente por ver de quién o de qué procede los sollozos, aunque ya se hace a la idea, acelera el paso. A medida que iba avanzando, los sollozos se escuchan con más fuerza y la tristeza que desprende de ellos sorprende una vez más a Jongin. Con la linterna, enfoca hacia adelante y ve lo que es el final del pasillo, donde hay una puerta semi abierta.

 

El pensamiento de ir a avisar a Jongdae le pasa por la cabeza, pero finalmente decide primero ir a inspeccionarlo él solo, al fin y al cabo es él quien lleva la arma que puede matar a los fantasmas, no necesita nada más. Jongin piensa que ir a avisarlos ahora que esta tan cerca del fantasma solo es perder el tiempo.

 

Frena al paso cuando le falta poco para llegar a la puerta de donde provienen los sollozos. Y con pasos lentos llega delante de ella. Le gustaría poder primero mirar lo que hay dentro para después entrar, pero se da cuenta de que si ilumina la habitación con la linterna será como cavar su propia tumba. Inspira profundamente y empuja la puerta con la mano libre rezando para que esta no haga ruido.

 

Los sollozos se detienen de repente. El silencio vuelve a inundarlo todo.

 

Entra, dentro huele a madera vieja mezclado con el olor metálico de la sangre. Jongin recorre toda la habitación con la linterna, dándose cuenta de que es un dormitorio. Hay una cama en una esquina de la habitación y a su lado un armario gigante. Jongin avanza con pasos cuidadosos procurando hacer el mínimo ruido posible. Todo lo que se escucha ahora son los latidos de su corazón y se pregunta si es solo él quien consigue escucharlos.

 

Algo se mueve a su derecha, una respiración, un gruñido, un grito ahogado. Al girarse y enfocar la linterna en una esquina oscura su corazón casi se le sale del pecho al descubrir que no esta solo.

 

Enfoca un rostro cubierto de sangre y unos ojos enormes y completamente negros le devuelven la mirada. La linterna se cae al suelo por la sorpresa y se apaga. La puerta se cierra de golpe inundando el cuarto en una completa oscuridad.

 

A Jongin no le da tiempo de agacharse y buscar su linterna perdida porque algo gatea hacia él y lo empuja con fuerza al suelo.

 

—MUERE MUERE MUERE MUERE—Grita con rabia el ser que tiene encima suyo.

 

Una frías manos rodean su cuello y aprietan con una fuerza sobrenatural mientras Jongin intenta quitárselo de encima. Unas uñas se clavan en la piel de Jongin y en un acto desesperado, el joven cazafantasmas consigue sacar la daga de su bolsillo y con el mango golpearle la cabeza al espíritu. Las manos lo sueltan y el espíritu cae a su lado con un golpe seco. Jongin consigue levantarse con rapidez, sintiéndose mareado y con el cuello ardiendo de dolor. Oye el ruido del espíritu doblándose de dolor mientras desenfunda la daga. La luz azulada de la hoja ilumina toda la habitación y Jongin ve al espíritu, Do Kyungsoo era su nombre, en el suelo jadeando.

 

No le da tiempo de reaccionar porque con un rápido movimiento de manos Kyungsoo mueve el gigantesco armario hacia Jongin, queriendo aplastarlo entre la pared y la madera podrida, Jongin lo esquiva con dificultad y cuando levanta la vista ve a Kyungsoo, delante suyo mirándole con esos ojos gigantes teñidos de negro profundo. Todo él esta lleno de manchas rojas, su rostro, su blanca camisa y sus sucios pantalones, teñidos por una sangre que procede de la profunda herida que tiene en el cuello. Los pies de Do Kyungsoo no tocan el suelo, flotan unos 5 centímetros por encima de la madera haciendo que Jongin tenga que levantar mucho la vista para mirarle la cara.

 

No es el chico del cuadro. No tiene fracciones marcadas ni el pelo peinado perfectamente.

 

El verdadero Do Kyungsoo es la muerte en persona.

 

—Estúpido humano—su voz suena gélida y clara.

 

Kyungsoo hace un ligero movimiento de manos y de repente Jongin siente que algo le agarra por la camisa con fuerza y lo levanta del suelo. Lucha en vano contra el aire pero solo consigue que su cuerpo se eleve más y más. Cuando Kyungsoo mueve sus manos rápidamente hacia la pared, el cuerpo de Jongin es empujado con fuerza contra la dura superficie, toda su espalda choca violentamente con ella y Kim Jongin cae de bruces al suelo, golpeándose la nariz. El dolor le recorre por todo el cuerpo y su vista se nubla, siente que tiene que levantarse del suelo y clavarle la maldita daga al corazón de ese muchacho pero no encuentra fuerzas para hacerlo.

 

Kyungsoo no tarda en volver a levantarlo del suelo agarrándolo por el cuello, esta vez con sus propias manos y lo vuelve a empujar contra la pared. Jongin siente el rostro de Kyungsoo a centímetros del suyo y si su nariz no estuviera rota por todas las partes posibles, esta seguro que el aliento de ese fantasma apestaría a muerto.

 

—Vosotros humanos inútiles, ¡¿aún no os ha quedado claro de que os quiero lejos de esta casa?! —grita con una rabia mal contenida, apretando más el agarre.

 

Jongin le respondería tantas cosas si pudiera pero le falta aire, se ve hasta incapaz de emitir cualquier otro ruido que no sea el de alguien ahogándose. Aun con la vista nublada por la falta de aire ve los gruesos labios del fantasma curvarse en una retorcida sonrisa, la sonrisa de un auténtico asesino.

 

La daga palpita incontrolable en su mano y Jongin hace un último intento para parar todo esto. Con un rápido movimiento levanta el brazo que lleva la daga y apuñala la espalda de Kyungsoo con las últimas fuerzas que le quedan, este chilla de dolor y suelta un poco el agarre alrededor del cuello de Jongin, no lo suficiente como para que Jongin tocara de pies al suelo pero si suficiente para que Jongin tomara un gran bocado de aire.

 

Jongin ve que Kyungsoo cierra sus ojos negros como la propia oscuridad con una mueca de dolor y espera que la daga l0 debilite del todo. Necesita decir la palabras.

 

—Espi-ritu furore...c-caecati, in...—empieza pronunciando las palabras de siempre pero se ve obligado a aturarse cuando Kyungsoo vuelve a abrir los ojos, con lentitud.

 

El joven cazador de fantasmas no ve el negro profundo de antes en los ojos del espíritu, si no que esta vez son completamente normales, pareciendo casi humanos. Jongin es incapaz de apartar la vista del marrón caramelo de esos ojos, perdido entre la infinita tristeza que expresan y la pizca de calidez que encuentra, esa extraña mezcla es algo que deja a Jongin fuera de lugar.

 

Las manchas de sangre en el rostro de Kyungsoo desaparecen, dejando tras ellas una fina piel blanquísima y el rostro de alguien que una vez estuvo vivo.

 

—¿Q-qué has echo?—la voz de Kyungsoo ahora suena cansada, adolorida y sin rastro de la rabia que antes lo inundaba—¿Qué me has echo?

 

Kyungsoo luce como si hubiera recuperado la vista después de estar ciego durante mucho tiempo. Su mirada cae en los ojos de Jongin y este no sabe qué decir ni qué hacer porque lo que le acaba de pasar con Kyungsoo no le ha pasado con ningún otro fantasma. Todos, después de ser apuñalados por la daga morían definitivamente y se convertían en polvo, en cambio Do Kyungsoo parece haber vuelto a la vida otra vez.

 

Pero todo pasa más deprisa de lo que Jongin querría, porque de repente la puerta cae al suelo llenando la habitación de polvo y una flecha luminosa atraviesa el aire, pasa justo por delante de Jongin y nota como segundos después Kyungsoo se desploma al suelo gritando y jadeando de dolor. Jongin cae con él y desgraciadamente su cabeza empieza a dar vueltas cuando su cuerpo choca contra el suelo. Manchas negras cubren todo su campo de visión y lo último que escucha antes de perder el conocimiento es la voz de Jongdae gritando su nombre.

 

***** 

 

Notas finales:

Y hasta aquí el capítulo 2, ya era hora que Kyungsoo hiciera su aparición *-*

¿Qué os ha parecido? 


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