Una pequeña cabecita descansaba contra la ventana fría de aquel auto, tiernos balbuceos salían de entre sus labios rosas mientras estos se mantenían semi abiertos. Su pequeño cuerpo temblaba ligeramente por el frío a pesar de que la amable mujer de trabajo social le había entregado su largo abrigo.
El auto daba pequeños saltitos debido a los baches de la carretera despertando así finalmente al pequeño niño. Sus delicadas manos se hicieron puñitos para poder frotar sus hermosos y brillantes ojitos mientras soltaba tiernos gruñiditos.
La trabajadora social no hizo más que sonreír embobada al ver al adorable niño en los asientos traseros por el espejo retrovisor.
-¿Ya despertaste pequeño? -Preguntó sin dejar de ver la carretera
-Ummm-respondió con un puchero en sus labios-¿Falta mucho?
-Si pequeño, intenta seguir durmiendo que yo te despierto para que comas algo
Él asintió obediente con su cabecita. Se acomodó en el asiento y comenzó ver el hermoso paisaje de fuera; el pasto verde y los árboles contrastaban hermosamente con el sol que estaba a punto de esconderse. Así poco a poco se fue relajando hasta que sus preciosos ojos se cerraron finalmente.
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-Pequeño... -Escuchó una dulce voz llamándolo. Lentamente abrió sus ojos para encontrarse con que ya estaba completamente oscuro -Pequeño...-giró su rostro y se topó con el amable rostro de la trabajadora social -Es hora de comer, vamos hay que ir antes de que cierren.
La mujer bajó del auto y lo rodeo para abrirle la puerta, ella le extendió la mano y él no dudó en tomarla con la suya. Ambos se dirigieron a la parada de descanso que se encontraba a la mitad de la carretera
-¿Qué es lo que vas a ordenar cielo?-preguntó la mujer enternecida al verlo intentar leer el menú el cual era más grande que su cabeza
- Ummm... no lo sé -Bajó el menú y la miró con sus mejillas sonrosadas por la vergüenza de no poder entender mucho de lo que decía en ese trozo de papel
-No te preocupes cariño, ¿Qué te parece una taza de chocolate caliente y una dona?
-¡Si! ¡Me gusta el chocolate! –Sus manitos aplaudieron alegremente
Hicieron la orden y esperaron pacientemente hasta que la camarera les llevó la comida. El pequeño niño tomó felizmente su chocolate y comió su dona embarrando sus mejillas y manos con el delicioso y dulce glaseado
-Pero mira nada más como quedaste –Dijo entre risas la trabajadora social intentando quitar con una servilleta el glaseado de las abultadas mejillas del menor que aún contenían trocitos de dona en su interior
Ambos terminaron de comer y decidieron que llevarían un par de donas para el camino
-¿Cuánto falta Dara noona? –Preguntó el pequeño un par de minutos después de que partieran
-Solo un par de horas cariño, llegaremos por la mañana asique aprovecha de dormir ahora. ¿No estás feliz de vas a conocer a muchos amigos nuevos?
-Ummm… ¿Cuándo voy a poder ver a mami? -Un silencio sepulcral invadió el interior del vehículo. Dara estaba desconcertada, no sabía que decirle, porque vamos ¿Qué tan fácil es decirle a un niño de cinco años que su madre está en la cárcel por homicidio y con una orden de restricción para que no se pueda acercar a su hijo? Ella definitivamente no iba a perturbar la cabecita de ese adorable y precioso ser, así que optó por la única salida que se le ocurrió
-Por ahora no cariño, ¿Recuerdas que te dije que ella iba a estar en un viaje de negocios por un largo tiempo?
-Sí, pero quiero hablar con mami –Sus hermosos ojos se llenaron de gruesas lágrimas las cuales comenzaron a bajar libremente por sus sonrosadas mejillas
-No llores cielo –Dara estaba con un gran nudo en su garganta, el shock de ese pequeño había sido tan grande que su cabecita había decidido olvidar todo y distorsionar los crueles recuerdos. Un mes entero estuvo en tratamiento psicológico, el psicólogo solo había dicho que el shock había sido de tal magnitud que su propio organismo había actuado para protegerlo; desechando así los malos recuerdos y creando unos nuevos a partir de sus fantasías. Lo único malo es que no se sabía cómo todo eso lo iba a afectar a lo largo de su vida, cada ser humano era diferente por lo que actuaban de distintas formas frente a los estímulos y/o traumas, así que era imposible saber desde ya cuando los recuerdos verdaderos reemplazarían a las fantasías creadas por su propia mente
-Pero… -Sus rosados y pequeños labios se abultaron en un adorable puchero y Dara creyó morir ante esa imagen
-Te prometo que hablarás con ella lo antes posible –Una sonrisa de culpabilidad tranquilizó al pequeño quien asintió felizmente con su cabecita –Ahora duerme cielo que mañana será un largo día ¿Quieres que prenda la calefacción para que puedas dormir mejor? –Él simplemente asintió y se acurrucó en el gran abrigo para posteriormente cerrar sus ojitos
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-Cielo, ya llegamos –Sintió unos suaves toquecitos en su bracito. Poco a poco abrió los ojos encontrándose con que ya era de día; el cielo estaba iluminado por los rayos de sol y las nubes blancas y esponjosas se deslizaban como peces en el mar.
Sus puñitos frotaron sus ojitos intentando quitarle el sueño. Dara le tendió la mano para ayudarlo a bajar, él la tomó y de un brinquito bajó del auto. El abrigo le quedaba tan grande que lo hacía ver aún más pequeño de lo que ya era.
Miró a su alrededor y se encontró con un maravilloso paisaje digno de los cuentos que su mami le leía antes de ir a la cama. Pasto y enormes árboles rodeaban a una enorme casa, los ventanales de cristal transparente eran rodeados por enredaderas y florecillas muy bonitas, el maicillo que guiaba el camino hacia la entrada contrastaba hermosamente con el pasto y las bancas que estaban bajo los árboles. Elegantes faroles estaban a cada lado de la entrada decorados con adorables dibujos que de seguro habían hecho los demás niños
Dara había peleado por un mes entero en el juzgado para que le permitieran llevar al pequeño al mejor orfanato de toda corea del sur, ya no quedaban cupos, pero gracias al cielo uno de los niños había sido adoptado quedando así un bacante. Bacante que Dara se aseguró de que su pequeño niño ocupara, si ella tuviera el dinero y espacio suficiente en su departamento definitivamente lo huera adoptado sin pensarlo dos veces, pero al parecer el destino no lo quería así.
El pequeño apretó su mano cuando el timbre fue presionado
-Tienes que estar tranquilo cariño –Dijo poniéndose a su altura –Ya verás que harás buenos amigos y la pasarás genial, ¿Recuerdas lo que hablamos antes de que viniéramos aquí? –Ella le había dicho que por lo lindo que era iba a ser adoptado por una amable familia e iría con ellos hasta que su mamá volviera del viaje de negocios.
-Sí -Respondió en un susurro. La gran puerta de madera se abrió dejando ver a una mujer alta y delgada de cabello chocolate y ojos amables al igual que una cálida sonrisa. Su cabello llegaba hasta un poco más arriba de su cintura y su flequillo cubría toda su frente dejando que sus preciosos ojos resaltaran hermosamente
-Buenos días –Saludó haciendo una pequeña venia
-Buenos días –Correspondió amablemente el saludo Dara
-Tú debes ser la trabajadora social que envió el gobierno ¿verdad?
-Así es, y traigo conmigo a este precioso niño –El pequeño se sonrojó ante las palabras. Pero en cuanto la mujer desconocida se puso en cuclillas a su altura a una distancia prudente, él se escondió tras las piernas de Dara, asomando solo su cabecita para mirar a la mujer quien sonrió enternecida
-Hola pequeño, mi nombre es Park Bom pero puedes llamarme Bommie noona –Dijo con una cálida sonrisa -¿Y el tuyo?
-Y-yo m-me llamo L-luhan –sus mejillas seguían sonrosadas y solo dejaba ver a mitad de su rostro
-Qué bonito nombre, al igual que tú pequeño –Estiró su mano y con sus finos dedos acarició el suave cabello rubio
-G-gracias
La mujer se incorporó y con una suave sonrisa los hizo pasar al interior de la casa. Les dio un corto tour del primer piso: pasando por la sala de estar la cual tenía varios sillones y una bonita chimenea de ladrillo que sostenía varios tipos de consolas, suspendida en la pared había una gran televisión plasma; En la pared continua un librero repleto de libros y cajas con juegos de mesa y frente a este varios puff de diferentes colores llamativos. También les mostró los diferentes y largos pasillos que llevaban a las salas de estudio, cocina, comedor lavandería y baños. Finalmente Bom los hizo pasar a su despacho que estaba decorado con n muy buen gusto
-Bueno, aquí es donde haremos el papeleo y hablaremos de Luhan –Luhan se encontraba sentado en una silla muy cómoda a un lado de Dara
Bom sacó varios papeles los cuales Dara firmó no sin antes leerlos detenidamente
-Bien –Dijo Bom luego de guardar los papeles en el expediente de Luhan –Ahora con respecto a Luhan, quiero asegurar de que nosotros le proveeremos de todo lo que necesite de aquí hasta que cumpla la mayoría de edad si es que no ha sido adoptado, lo que dudo mucho –Sonrió bonitamente al pequeño que la miraba atentamente –Compartirás habitación con un compañero, las comidas durante el día son cuatro, a las 7:30 AM el desayuno, a las 13:30 PM el almuerzo, a las 17:00 PM la merienda y a las 8:30PM la cena. Todos tienen que estar acostados a más tardar a las 9:30 PM que es cuando las luces se apagan. Espero que no tengas problemas con los horarios –Finalizó con una sonrisa a lo que Luhan negó rápidamente con su cabecita –¡Ah! Y me olvidaba, en tu armario encontrarás ropa de diario y el uniforme escolar
-Eso quería confirmar, ¿Las cases las dan aquí mismo? –Preguntó preocupada Dara, si de algo se quería asegurar era que la educación de su pequeño fuera buena y le diera un buen futuro
-No, un autobús pasa a buscar a los niños y los lleva a una escuela a unos 15 minutos de aquí
Dicho esto los tres fueron hasta el auto de Dara de dónde sacaron una pequeña maletita con las pocas pero significativas pertenencias de Luhan. Bom la tomó y la llevó a la entrada para darles un poco de privacidad
-Bueno Lulu, aquí estarás bien. Sé un buen niño ¿Sí? –Sus ojos estaban inundados en lágrimas. No quería dejar a su pequeño solo. El mes que pasaron juntos fue suficiente para que ese dulce niño se quedara con un trocito de su corazón
-Sí –Susurró con la voz quebrada. Gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas mientras sus puñitos trataban de detenerlas
-No llores cariño, te prometo que llamaré todas las semanas e intentaré venir a verte seguido ¿Está bien?
-¿P-por la g-garrita? –Preguntó mostrando su pequeño dedito meñique
-Por la garrita –Rió entrelazando sus dedos. Afianzando una promesa
-Vamos Luhan –Habló Bom tendiéndole su mano. Luhan la tomó vacilante aun frotando con su puñito su ojo –Ahora irémos a tu habitación y te enseñaré a tus compañeros ¿de acuerdo? –Luhan asintió viendo como Dara se despedía con la mano e ingresaba a su auto para minutos después salir por el alto portón –No hagas eso pequeño, que te harás daño –Dijo refiriéndose a que Luhan aún frotaba su ojito
En silencio y aun de la mano caminaron hasta la puerta. Bom tomó la pequeña maletita y lo dirigió hasta las grandes escaleras que las cuales llevaban a las habitaciones
-¿Y- y los demás? –Preguntó al no ver a ningún niño
-Están en clases cariño
Luhan solo asintió mientras a paso lento y con dificultad subía las escaleras gracias a sus cortas piernitas. Él definitivamente se encontraba abrumado, eran demasiados cambios los cuales había tenido que soportar hasta ahora; su madre de viaje, muchas preguntas de hombres extraños, un señor haciéndolo dibujar mientras le preguntaba cosas que él no lograba entender muy bien, Dara, un viaje bastante largo, ahora una casa nueva con niños nuevos con los que jugar. La verdad es que no sabía cómo llamar el torrente de sentimientos que invadían su organismo. Solo esperaba hacer amigos y que mami volviera pronto de su viaje.