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Noche desaparecida por ZAHAKI

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Notas del capitulo:

Casi 6 meses, lo repito, soy un desastre, una procrastinadora y me merezco todo el oprobio por la tardanza. Admito que a principio de año estuve complicada aunque no tanto como los últimos dos meses, no digo que mis actividades no me dejen hacer nada, pero si requieren algo de esfuerzo mental y termino particularmente agotada para cualquier otra cosa.


Esta historia si bien tiene un par de años escrita, siempre había algo que me impedía publicar los capítulos así que hasta no leerlo unas… ¿10 veces? No me atrevía a publicar nada, pero bueno, acá está y espero que sea de su agrado.


Los disclaimer los conocen, no lo pongo en cada capítulo porque esos son aclarados en el primero y ¿para qué sigo jodiendo si quieren leer? Bueno, porque soy así de fastidiosa, como sea, ENJOY!

Capítulo X

 Si no puedes contra los rumores…

 

Quizás era una pregunta demasiado boba, pero necesitaba la respuesta. Aladdin no era capaz de contestar con certeza por sí mismo, pero tenía bastantes ideas. Por más que no quisieran admitirlo, ellos habían tenido algo cuando estuvieron recreando esa escena con Kouha. Una conexión, una reminiscencia o lo que fuera. Claramente lo había sentido y eso mismo le hacía creer que la idea de haberse acostado con Judal no era tan absurda después de todo.

Por otra parte, Judal mentiría si dijera que aquella acción no le descolocó lo suficiente como para dejarle unos minutos en un pesado silencio. Sin embargo, no fue la pregunta la que dejó al magi oscuro en ese estado de consternación (que afortunadamente pudo disimular), sino la expresión expectante del chiquillo en la ansiosa espera. Los grandes y brillantes ojos evidenciaban lo impaciente que estaba por una respuesta que, aunque el Oráculo no quería admitir, era una confirmación a sus propios pensamientos, a lo que venía dándole vueltas desde que dejó al par de idiotas con su espectáculo callejero barato.

Movió los flecos delante de su rostro, apartándolos de su campo visual con un movimiento delicado de sus dedos.

—¿Y qué se supone qué harás con la respuesta? —preguntó. Quizás evadiendo infantilmente la aceptación de que el maldito mocoso no le era indiferente desde siempre— ¿Qué ganarás sabiendo algo cómo eso? ¿Reforzar tu teoría? —Continuó y en su entrecejo se formaron unas pequeñas arrugas de  seriedad mientras colocaba una mano en la mejilla del niño para impedir que éste se alejara a pesar de que no mostrara intenciones de tal cosa— ¿De qué puede servirte el saber que soy tan degenerado como para ponerle la mano encima a un niño como tú?

Aladdin se mordió los labios y los humedeció, por pura costumbre, mientras las palabras de Judal rebotaban en su cabeza. ¿De qué le serviría su respuesta? Eso realmente no sabía cómo contestarlo y a la vez tenía una idea en su mente. Deseaba saber la verdad detrás de todo esto, así habían estado durante ese el día, aunque ahora todo se viera aún más turbio. Como si un manto de niebla los hubiera rodeado y no pudieran salir de él. No podían seguir desde ese punto al que habían llegado, pero Aladdin sospechaba que no era así.

Algo en el interior del niño le impedía rendirse, y no lo haría. Quería saber qué más había entre ellos dos. No fue capaz de mencionar palabra alguna, pero sí había notado cómo Judal no rechazó su cercanía. Ver el rostro de éste tan próximo del suyo lo volvió a llevar a la escena que vivieron horas antes y su toque le estremecía de una manera que se le hacía imposible rechazar. Ese momento tan confuso que lo había atrapado y no podía evitar recordar. Por un instante, Aladdin tuvo la idea de que posiblemente muchas cosas se hubieran disipado si hacían lo que Kouha quería, aunque también pudiera que no. Eso nunca lo sabrían, o quizá...

Prefirió no pensarlo más y tomar el valor que sentía en ese momento, guiado por una idea peligrosa podría decirse. Aladdin sintió que la respiración le pesaba más cuando colocó las manos sobre el pecho de Judal y se inclinó aún más. Un calor extraño le recorrió el cuerpo cuando sus manos tocaron el cuerpo del otro Magi y, para su sorpresa, éste no lo apartó ni hizo el amago de alejarlo. Posiblemente estaba confundido por sus acciones y Aladdin optó por aprovecharse de eso, ya vería qué haría después. Miró unos segundos a Judal, como si se asegurara de que éste no intentara matarlo por acercarse así, cerró los ojos y cortó la distancia que los separaba.

Fue cosa de un instante. Simplemente apoyó los labios sobre los de Judal y, aunque un momento después los quitó, eso había alcanzado para hacer que su corazón latiera desbocado. No se había sentido para nada mal y aunque hubiese sido algo tan pequeño, no fue desagradable en lo absoluto. Incluso lo hubiera vuelto a intentar, pero esa idea fue puesta en pausa cuando su mirada se dirigió a la de Judal y no supo con qué se encontraría.

Y si antes Judal no sabía qué pensar o qué hacer, literalmente ahora se encontraba en blanco. Era vergonzoso el hecho de que su capacidad de reacción hubiera quedado anulada ante la osadía del chiquillo, que con todo y lo avergonzado que aparentemente estaba, no le desviaba la mirada. Cuando cayó en cuenta de que había pasado tiempo y que no había mencionado (de hecho tampoco pudo hacer) nada, abrió la boca y tuvo que respirar haciendo un poco de ruido al notar que había cortado el paso de oxígeno involuntariamente.

—¿Acaso… sigues borracho, mocoso? —preguntó con el hito de voz asombrado, maldiciéndose al instante por no haberse logrado recuperar. La verdad, aún se encontraba en un estado que le transmitía una sensación de embriaguez que le inquietaba de una manera que no comprendía. La mirada que el niño le dirigía tampoco era de demasiada ayuda aunque eso era una vulgar excusa. Judal cuando se sintió algo recuperado, terminó resoplando, intentando darle un orden a sus pensamientos sin conseguir algo que le dejase medianamente satisfecho.

Aladdin le confundía tanto como le intrigaba, y él no podía comprender porque el enano idiota no huía de él sabiendo que no era ni sería una buena persona, y era aquí cuando Judal se volvía a preguntar “¿Por qué simplemente no te vas?” y tras varias preguntas en las que se ponía en duda la existencia de su inteligencia, la respuesta llegó como si le escupiera despectivamente la verdad en la cara: “Porque sencillamente no te da la gana”.

El magi cerró los ojos un breve instante, respiró y volvió a enfocar al chico que no se había movido de su sitio, haciendo notoria su impaciencia.

—No tengo la respuesta de lo que pasó anoche —confesó al fin tras varios segundos sin tener la intención de detenerse a dar más explicaciones de las necesarias. Se tomó un momento para deslizar la mano sobre el rostro de Aladdin hasta alcanzar algunos cabellos revueltos, acomodándolos tras su oreja para poder contemplar mejor las líneas de su delgado rostro, que a su percepción, lucía bastante enigmático con el ángulo de la luna hacia el perfil del niño—, pero si hay algo que sé es que sí soy un completo degenerado. ¿No crees que es el momento para huir?

Aquellas caricias que Judal le daba hicieron que su interior temblara. No había esperado una respuesta así, de hecho no había esperado nada más que reproche y burla, dejar que las cosas pasaran habían provocado un efecto inesperado. De todas formas, Aladdin no se fue, no tenía esa necesidad de eso sino lo contrario.

Estaba cómodo con Judal, una sensación de satisfacción y goce le llenaban el cuerpo sólo por estar así de cerca de él, más un gran calor que parecía sólo crecer y crecer. Quería más de eso, descubrir si esto que estaba pasando era real y ellos en serio sentían todas estas cosas. Las manos de Aladdin se deslizaron un poco más por el pecho y hombros de Judal hasta acabar detrás de la nuca de éste, era un simple abrazo. Su cara estaba pegada a la del otro Magi, sus narices chocaban y sentía que la cara le estaba hirviendo, pero era agradable.

—No quiero ir a ninguna parte —confesó. Y sus palabras salieron casi en un susurro. ¿De dónde le salía la voluntad y las ganas de permanecer? De algún deseo egoísta interno, porque la realidad era de que se sentía increíblemente bien junto a Judal. Así que… ¿por qué debería huir?—. Quiero permanecer aquí... a tu lado.

Judal de momento no pudo hacer más que quedarse muy quieto, dejando que su cuerpo reconociera y aceptara aquella cercanía. Lo que los había llevado a ese instante quedó rezagado en un plano muy alejado de su actual realidad, tanto que, todo parecía carecer de importancia, si es que en algún momento la tuvo. Lo cierto era que al Oráculo no podía importarle menos en ese momento.

La otra mano imitó el recorrido de su gemela hasta encontrarse con los otros dedos, escondiéndose en la parte baja de la cabellera azulada y aflojando en el proceso su trenza sin llegar a desatarla por completo. Se dedicó a sentir el calor que aquella piel transmitía, albergando la satisfacción de tener la posibilidad de experimentar algo recíproco, al menos por una vez.

—Y yo no quiero que te vayas, enano… —admitió con una presión en la garganta que hizo que su voz saliera un poco más grave, incómoda, delatora de su confusión. Judal quiso darle una última oportunidad al chico de retractarse, pero se encontró sin la voluntad para ello.

Ahora que no había príncipes molestos ni situaciones comprometedoras, descubrió lo poco que le importaba lo que ocurrió, y que seguramente toda aquella patética comitiva tendría que ocuparse de preocuparse verdaderamente para el día siguiente. Ese pensamiento sí que le sacó una amplia sonrisa retorcida que estuvo seguro que Aladdin alcanzó a ver.

— Asegúrate de no olvidarlo esta vez, Aladdin.

El pequeño cuerpo de Aladdin tembló, sintiendo cómo Judal le acariciaba el pelo. Un suspiro involuntario salió de sus labios, dándose cuenta que ya estaba fuera de sí, en lo único que pensaba era en seguir adelante. No estaba seguro de cómo, sólo era guiado por diferentes instintos, los cuales nacían junto con los movimientos de Judal y de sus propios deseos.

—Tú tampoco —luego de mencionar esa pequeña frase, ya con la respiración un tanto agitada, ambos volvieron a besarse. Un toque casi mágico, como si hubieran esperado ese momento durante todo el día de forma inconsciente. Los labios de Judal se templaban a los suyos de una forma casi irreal y la lengua de éste no hacía más que calentarle la sangre. Ni siquiera se dio cuenta cuándo cayeron en la cama ni cuándo la ropa desapareció permitiendo que las cálidas manos dibujaras etéreas siluetas en su piel.

No, definitivamente esto no podría olvidarlo.

Notas finales:

Muy agradecida con los comentarios y follows, al principio no creí que gustaría tanto pero quedé gratamente sorprendida.

Por otra parte, debo comentar que la chica que era mi Aladdin (sí, con la que escribí esto), prácticamente desapareció de mi vida así que tengo como 7 u 8 meses que no hablo directamente con ella aunque supe que está bien. ¿Qué puedo decir? La vida es así, quizá consiga algún Aladdin que me saque las mismas carcajadas y a la vez juegue conmigo cuando me den ganas de rolear al abuelo (sí, entendieron bien, en ocasiones yo roleaba a David y ella a Aladdin o Salomón de acuerdo al antojo random).

 


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