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Noche desaparecida por ZAHAKI

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Notas del capitulo:

No hay excusas para la tardanza. Así que disfruten.

Capítulo IV

El camino a la verdad está lleno de copas rotas

Centro de Sindria. Más o menos las dos pasadas de la tarde o eso calculaba Kouha porque se le había olvidado el reloj en el palacio y no se guiaba muy bien con esas tonterías del sol.

Eran las dos y punto.

El joven príncipe caminaba delante de todos, dirigiendo la comparsa. El objetivo principal, aparentemente, era observar tratando de analizar si encontraba algo sospechoso con su instinto de detective. Sin embargo, los demás pensaban que ese "instinto" estaba un poco descoordinado en lo que investigaciones se refería.

— ¡Ahí! —Gritó repentinamente el príncipe al quitarse la pipa de la boca y en respuesta, todos miraron al lugar donde apuntaba Kouha casi conteniendo la respiración— ¡Esa tela quedaría perfecta para un traje de Mei! —Exclamó acercándose a uno de los puestos en la calle para ver la tela más de cerca y estudiarla críticamente—. Así dejará de vestirse como un pordiosero, ¿no lo crees, Judal?

— ¿Puedes dejar de hacer tantas ridiculeces? —El Magi ya estaba harto de las vueltas que había tenido que dar sin resultados. Desde el principio se arrepentía de haber dejado que el príncipe interviniera y ahora mucho más—. Hace horas que estamos caminando y sólo te has dedicado a comprar pura mierda.

—Eso contribuye a la investigación —aseguró sin dejarse ofender por el lenguaje de su Oráculo.

—Dime: ¿en qué demonios contribuyen esas estúpidas cortinas que compraste con lo que buscamos?

—En que me pone de buen humor saber que tendré unas cortinas geniales en mi habitación, lo que me da más ánimos de continuar investigando.

En ese instante, Judal estuvo a punto de ahorcar al joven y Aladdin tuvo que detenerlo. De cualquier modo no le parecía conveniente que le pasara algo al tercer príncipe mientras estuviera con ellos. Mientras tanto, Alibaba llegaba jadeando a ellos, cargando un millón de cajas, bolsas y demás cosas. Todos los paquetes que embalaban compras de Kouha.

—Chicos… —trató de hablar el rubio— Ayúdenme.

Un momento después de aquel jadeo lastimero, cayó al piso y nadie le prestó más atención, ni siquiera Aladdin. Estaba demasiado enroscado en la presente situación como para preocuparse por el bienestar muscular de su candidato. Además, sólo eran unas cosas, Alibaba no moriría, aunque quizá esa estatua tigre de que Kouha había dicho que "necesitaba" era un poco pesada.

Vueltas y más vueltas inútiles sucedieron al evento anterior. Alibaba no chilló tanto como en un principio y Judal, bueno, él sencillamente estaba pesando realmente tomar la palabra de destrozarlo todo y largarse al carajo como amenazó a tempranas horas.

—Creo que estuvimos aquí—comentó Aladdin al pasar por una casa de citas con un llamativo letrero que exponía mujeres vistiendo pocas pero llamativas telas— ¿No deberíamos investigar?

Tan siquiera la mención de la palabra irritó notoriamente a Judal que lanzó un sonoro resoplido—Tómatelo en serio, enano. Aclaremos esto antes de que nos obliguen a participar en una boda política o yo decida matarlos a todos—lo más probable es que sucediera lo segundo si no lo solucionaban pronto.

— ¿Bo-boda?... —el chiquillo no podía ni siquiera pronunciar la palabra con claridad, y por primera vez en el día, Judal le encontró lo divertido al asunto a pesar de que realmente no iba a consentir un matrimonio ni con el enano ni con nadie.

Dejó ver una sonrisa ladina presentando orgullosamente una hilera filosa de dientes marfiles— ¿Acaso no te lo comenté? —Preguntó con acentuada diversión rodeando a Aladdin con pasos lentos hasta quedar a su espalda. Ambas manos hicieron ligera presión en los hombros del joven Magi, acentuando los nervios que le hicieron titiritar con rigidez—Su idioteza quiere que pague por mi crimen limpiando tu honor. ¿No te parece un padre adorable, Chibi?

La turbación de Aladdin fue evidente, al punto de que incluso parecía haber dejado de respirar unos instantes antes de observar de vuelta a Judal, completamente consternado. Sus pupilas azules y grandes, estaban dilatadas y temblaban en sus retinas dando la impresión de estar extraviadas por varios segundos, eternos seguros en los que el moreno esperó pacientemente una reacción.

—Pero yo no quiero casarme…—murmuró aún con la expresión desencajada.

—Bienvenido a mi mundo—resopló Judal volviendo a su estado habitual de desinterés—. Así que tómatelo en serio, aunque también puedes ir a decirle al rey idiota que no pasó nada y que deje el teatro—sugirió mientras colocaba ambos brazos tras su cabeza y avanzaba a paso perezoso delante del local, apartándolo de su rango de búsqueda sin siquiera pensarlo.

Aladdin dio otro par de pasos, dudoso, y volvió la mirada al local. Algo le decía que realmente había estado ahí hacía poco, pero puede que sus frecuentes visitas en esos lugares le estuviera jugando una broma en su memoria a corto plazo. Se dispuso a avanzar cuando una de las señoritas le saludó desde la ventana del establecimiento preguntándole si no iba a pasar por ahí ese día. Amablemente y con mucho pesar, tuvo que rechazar la oferta alegando estar ocupado. En ese instante, ella se quedó observando a Judal para proceder a saludarlo.

El Magi adulto parecía tan confundido como el niño.

—Hoy también estás con tu amigo—dijo ella comprensiva esbozando una sonrisa, y en ese momento Kouha apareció como si hubiera sido invocado por un mago de circo. Judal y Aladdin miraron a su alrededor a ver de dónde diablos había salido el humito que acompañó como efecto especial a la dramática entrada, y que comenzaba a dispersarse en el aire.

El tercer príncipe no perdió tiempo de hacer su intervención y se apoyó con el codo sobre el alfeizar de la ventana en donde estaba la anfitriona observándole con confusión.

—Así que este par de tórtolos estuvo aquí la noche pasada…—comentó él entre la pregunta y la afirmación a lo que la muchacha asintió sin parecer muy segura de lo que había insinuado— ¿Y demostraron su amor aquí?

— ¡Deja de poner las cosas así, idiota! —si antes estaba arrepentido de haber aceptado la propuesta, ahora quería arrancarle la lengua antes de que empeorara más las cosas.

Kouha alzó la mano para que bajara la voz y no interrumpiera más —Es sólo para saber en qué momento se hicieron tan cercanos. En algún momento tuvieron que terminar en la cama, pero ¿cómo llegaron a eso? — suspendió la pregunta para dejar en claro las intenciones del por qué las hacía de manera sugerente.

Aladdin desvió la mirada a Judal y de vuelta al príncipe sin saber si aquel argumento era tan válido como para hacer ese tipo de preguntas. De hecho, no quería escuchar nada. Deseaba desaparecer y no seguir con aquel teatro.

La anfitriona parpadeó con expresión de sorpresa un par de veces antes de dejar que su mirada cayera sobre Judal y luego sobre Aladdin—Lo siento—respondió ella haciendo que el mayor de los Magis desistiera de su intento de asesinato hacia el príncipe el cual se quejó nuevamente de que tendría que conseguir un cambio de ropas por lo horrible que Judal las había arrugado—. Pensé que eran amigos, no me imaginé que estaban en esas condiciones. Es que Aladdin viene muy seguido…

— ¡Se equivoca señorita! —exclamó el niño con la cara tintada de un fuerte rubor.

— ¡¿Lo ven?! —exclamó Alibaba dejando caer las compras y el crujido de un cristal llenó el ambiente. Kouha chilló con un tono bastante agudo y masculino mientras se arrodillaba frente a sus cosas con dramatismo, pero nadie le prestó atención a éste. Todas las miradas se dirigieron a Judal producto del dedo señalador y acusatorio del Príncipe de Baldadd— ¡Este maldito degenerado realmente lo hizo!

El acusado frunció el ceño en dirección al príncipe pero Aladdin se interpuso calmando al rubio antes de que Judal pudiese hacer cualquier cosa, como por ejemplo: un helado de limón, ¿tal vez?

—Eso no dice nada, Alibaba—argumentó el muchacho antes de volverse a la señorita del local nocturno—. ¿Podría decirme a qué hora estuvimos aquí y qué hicimos durante todo ese tiempo? —Si bien no quería saber nada, al menos así agilizaba las cosas y sería menos vergonzoso.

Ella se mostró mucho más confundida que al principio, pero accedió a la petición del niño y relató a muy grandes rasgos que prácticamente Aladdin había arrastrado al muchacho al establecimiento y que no estuvieron mucho rato, sobretodo porque el adulto parecía que iba a causar destrozos cuando Aladdin enterró la cara en su pecho y dejó una marca al confundirlo con una de las anfitrionas.

Judal se mostró desconcertado mientras lanzaba un rápido vistazo al lugar indicado y recordaba lo mencionado por Kouha en la habitación del rey cuando alcanzó a ver aquella marca.

—Creí que todo era parte de una broma a tu amigo—cerró ella llevándose un dedo a la barbilla, pensativa.

—Supongo que tendremos que seguir buscando—propuso Kouha completamente recuperado del despecho de sus finas copas de cristal, factura que le haría llegar a cierto rubio o se la cobraría de alguna forma provechosa.


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