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Noche desaparecida por ZAHAKI

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Notas del capitulo:

Surprise! Apuesto a que no se esperaban dos capitulitos (porque son cortittos) en un mismo día. La verdad decidí compensarlos por mi irregular publicación.

Entre otras cosas alguien me comentó que la narración no era lo que acostumbro y que hay cambios bruscos de perspectiva. Por tal motivo, me veo en la necesidad de volverme a explicar: Este fic fue creado a partir de un rol con mi Aladdin, por supuesto yo soy más de enfocarme en una perspectiva o lo que muchos dicen POV, pero los diálogos con Aladdin son completamente de mi partner en cambio Judal si es netamente mío. Por supuesto, he notado que son saltos algo estrepitosos pero si lo edito a una sola perspectiva, estaría cambiando lo que hizo mi compañera y no es la idea que quería transmitirles.

Quedando claro esto, disfruten ;D

Capítulo VIII


Porque dos enfocados son más efectivos que cuatro


Con rostro indefinible, encaró a Aladdin. La idea de usar la magia se había cruzado ya por su cabeza, pero no era algo que le atrajera demasiado a esas alturas. Es decir, había estado todo el día de un lado a otro con Kouha y el candidato inútil, pasando las horas más atormentadoras y jodedoras de su vida evitando usar la adivinación como para que al final tuviera que depender de ella.


Definitivamente no le veía el caso.


Resopló y comenzó a rascarse la nuca con fastidio, intentando serenarse. Luego miró alrededor de nuevo y los pasillos vacíos le hicieron preguntarse si de verdad había estado ahí.


—Antes de eso, enano. ¿Qué es este lugar y qué hicimos aquí? —preguntó con curiosidad, considerando que sus pasos le habían llevado hasta ese lugar.


—No estoy seguro —respondió Aladdin. En realidad estaba tan confundido como Judal, pero también tenía la sensación de haber estado ahí. Aladdin se preguntó si realmente había ido con Judal la noche anterior por ese camino. No podía afirmarlo ni negarlo—. Caminemos —sugirió el joven magi—, quizás podamos recordar algo.


Reanudaron la caminata aunque de manera mucho menos precipitada que al principio y en el transcurso más dudas asaltaron la cabeza del más joven. ¿Por qué? Se preguntó de pronto. ¿Qué había de importante en “la verdad”? Como bien había dicho Judal a tempranas horas, Aladdin podía decir que no pasó nada y librarlos a ambos de ese compromiso forzado, pero había una necesidad por saber qué había ocurrido, una necesidad que era opacada por inquietudes abstractas que intentaba develar junto a la compañía del otro sabiendo de antemano que la naturaleza de la misma no era unilateral.


Probablemente las respuestas a esas dudas estarían en el por qué habían terminado así. ¿Cuál fue el detonante? ¿Por qué con Judal? Aladdin tenía tantas inquieres y mentiría si dijera que no le frustraba no saber cómo responderlas o cómo formularlas apropiadamente.


Judal por su parte, rodó los ojos. Eso era lo que habían estado haciendo todo el maldito día y hasta el momento lo único que había confirmado era que estuvieron juntos en diferentes lugares y dopados hasta la saciedad.


—Si no encontramos nada tendremos que recurrir a eso —sugirió y aunque su voz sonara segura, no seguía convencido—. Mi paciencia no es eterna, Aladdin.


No recibió respuesta, pero tampoco la necesitaba. Se abrieron paso por los largos pasillos del complejo notando que el espacio expedía un ligero olor a licor y perfumes de diferentes clases. El suelo comenzaba a tornarse más sucio a medida que se adentraban e incluso las paredes y columnas tenían zonas fuertemente dañadas. Judal volvió a detenerse y se llevó una mano a la barbilla, pensativo, observando una mancha de quemadura en la pared.


—Hubo fiesta, hump —comentó con diversión.


—Más que fiesta —concordó Aladdin observando las mismas quemaduras y algunos hoyos en la pared—. Creo que estuvimos usando magia.


No era muy difícil concluir eso pero sí sería algo complicado descubrir el motivo de aquella pelea. Aladdin pasó su mano por la pared dañada y su mente siguió trabajando, intentando recordar. No parecía una batalla a muerte, nada estaba lo suficientemente destruido, pero el daño era notable en la superficie y los rastros de magia se percibían en las grietas. Si consideraban que sus estados físicos habían sido alterados por esas sustancias que consumieron, podían asumir que su cabeza tampoco funcionaba correctamente, ¿pero había sido tanto como para atacarse mutuamente?


Judal también le encontraba lo lógico el asunto, pues de las quemaduras no podía percibir ningún olor a pólvora o algo por el estilo y las rasgaduras que arruinaban el tapiz tenían todas las señales de haber sido provocadas por sus lanzas de hielo


Poco a poco, una idea se plantó en la mente de Aladdin. Era una idea que no acababa de aparecer y se estaba esforzando para poder darle forma. Mantuvo la mano sobre la pared y miró a Judal a su lado. Sus ojos analíticos pasaron por la figura de éste, pero no lo miraba en realidad, sólo pensaba y pronto una frase retornó a su cabeza.


—Creí que tenías pechos... —había sido apenas un susurro, pero le había escuchado. Judal le observó como si le hubiera salido otra cabeza, esperando haber escuchado mal. Observó en su dirección como si quisiera confirmar y casi como si lo hubiese pedido, éste dijo la declaración más absurda que había escuchado en ese día, precedida de la propuesta de Kouha de resolver el misterio que envolvía su supuesta noche anterior. Aladdin se mantuvo unos momentos con la vista perdida y una sonrisa estúpida estiró sus labios como si acabara de descubrir algo muy importante— ¡Creí que tenías pechos! —repitió alegre mientras que Judal lo miraba entre confundido y asqueado.


—¡¿Dónde carajos ves pechos aquí, enano de mierda?! —exclamó tocándose el torso con un palmazo antes de avanzar y halar al mocoso por la base de su trenza y alzarlo— Y por si aún tienes problemas con los géneros, te recuerdo que los hombres no tienen tetas.


—¡Suéltame, Judal! —Aladdin intentó sostener su cabello para que el tirón doliera menos, pero era inútil. Judal estaba enojado y con ganas de arrancarle hasta el cuero cabelludo. Todo porque lo había malinterpretado—. ¡No es eso! Ayer yo te abracé porque creí que tenías pechos y me atacaste, ¿lo recuerdas? Fue justo aquí.


Quizá se debía a que el recuerdo tenía que ver levemente con pechos y por eso lo recordaba con más facilidad, pero Aladdin tenía muy presente esa imagen en su cabeza. Judal y él persiguiéndose por las calles oscuras, tirándose hielo y fuego. En su recuerdo estaba riendo, pero ahora que lo pensaba había sido bastante peligroso. Había hecho muchas cosas extrañas en la compañía del Magi caído.


Judal siguió sosteniéndolo por el cabello. Intentó por todos los medios darle algo de sentido a lo que decía, pero todo era tan confuso que seguramente cualquier cosa que le dijeran, seguramente lo creería si le mostraban los elementos suficientes para tal fin; y ahora que nuevamente veía a su alrededor y el desastre evidentemente causado por fuerzas mágicas en duelo, no le parecía tan absurdo.


Volvió a enfocar a Aladdin y dio un último jalón inclinándose y a la vez, acercándolo a su rostro —Sigo sin comprender cómo sigues vivo tras decir aquello —susurró. ¿Qué parte de él era tan femenina como para ser confundido de esa forma? Sus bíceps estaban bastante definidos como para dejar en claro su sexualidad. Ese pensamiento le hizo sonreír ladino y rodando los ojos volvió la vista a Aladdin con la misma rapidez con la que la había apartado—. Creo que bien se nota que poseo algo entre las piernas mientras que contigo aún es dudoso por obvias razones...


Aladdin respondió juntando las cejas en clara muestra de un gesto confundido. ¿Obvias razones? ¿Le estaba diciendo que se veía como una chica? ¡Pero si él era un niño! No era su culpa que la noche anterior hubiera confundido a Judal, no estaba en su mejor momento y tenía los testigos a su favor. Nunca había tenido el problema de que se equivocaran, sus amigos y todos sabían que él no era una niña. ¿Qué trataba de decirle Judal?


—Es que tienes el cabello largo, con el maquillaje y en la oscuridad posiblemente te confundí con una linda señorita —explicó algo que para él era muy evidente—. ¿A qué te refieres con “dudoso”? Yo soy un niño.


Judal en cambio pareció fastidiarse del tema y se limitó a resoplar mientras dejaba ir el cabello del otro. Definitivamente no sabía ni porqué se esforzaba, sencillamente, no tenía caso.


—Esto no es un maquillaje estético, me protege del resplandor del sol. Además, tú también tienes el cabello largo y si a eso le agregamos tu voz de niña, pasas perfectamente por una —replicó, aunque con un tono bastante fastidiado por el simple hecho de tener que andar inventando la finalidad de su maquillaje. ¡¿Qué le importaba?! Mientras se viera bien, daba igual.


Sin esperar una respuesta, Judal se rascó perezosamente la nuca y siguió caminando alejándose de la zona de desastre antes de detenerse por completo ante un alto muro, que dada la ubicación, reconocía perfectamente lo que había al otro lado.


—Oye enano—llamó con tono curioso sin llegar a ser ansioso—, creo que ya sé cómo terminamos en la habitación de Su Tonteza.


Aladdin siguió los pasos de Judal y en seguida comprendió a lo que se refería. Abrió los ojos muy sorprendido, ahí estaba tan cerca la muralla que protegía el palacio de Sindria. El rastro de la pequeña pelea mágica que tuvieron los había llevado ahí. Quizás en la corrida habían escalado o sobrevolado el muro, ya estaban reconstruyendo casi todo el camino, sólo faltaba una parte. Ahora que lo pensaba, desde la mañana no habían estado en la habitación donde los encontraron y ahí precisamente es donde podría haber algo que los ayude a librarse de ese problema.

Notas finales:

El título fue algo estúpido, la verdad mi imaginación para esas cosas es bastante corta.

Y bueno, ya van quedando pocos capis para la conclusión. Muchísimas gracias por leer ;D


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