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Noche desaparecida por ZAHAKI

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Notas del capitulo:

Dios mío, más de seis meses. No tengo perdón. Lo bueno y a la vez nostálgico es que sólo queda un capítulo y quiero agradecer los reviews, follows y fav; son un amor. Me he divertido mucho con sus comentarios.

No tengo mucho que agregar además de advertirle de posibles errores. No los molesto más y disfruten.

Capítulo IX

Acercándose a la verdad o algo por el estilo…

Una emoción inexplicable le embargó. Ya estaba a  punto de resolver ese misterio en el que habían estado todo el día. Rápidamente, Aladdin se despojó del turbante mágico en su cabeza y se subió en él, tirando de la mano de Judal.

—Ven, sube —dijo mientras volvía a tirar de su mano para enfatizar su pedido—. Ya nos queda poco camino.

Tal vez era una confianza exagerada la que le estaba permitiendo a Judal, ya que se trataba de una persona en la que obviamente no debería poner ninguna expectativa, pero se sentía cómodo con esto. No le molestaba la compañía o cercanía del otro Magi, tanto que hasta le compartía su turbante como si verdaderamente fueran amigos.

Judal no tenía idea de qué expresión hizo, pero seguramente la cara se le congeló de sorpresa antes de que su cerebro comenzara a trabajar de nuevo para responder.

—Ya sabes que no necesito eso, enano —en su voz había algo de fastidio como de costumbre mientras se volvía a remover el flequillo delantero que cubría levemente su frente, con pereza. El niño permaneció callado como si esperara una respuesta y él atinó a rodar los ojos hastiado—. Bien, me montaré en tu maldito turbante. Así que terminemos con esto de una jodida vez para poder largarme.

Se acercó a donde el chico montado en su turbante le esperaba y se dejó caer con un ligero puff a su lado. Se acomodó colocando los brazos tras su cabeza dejando a cargo al otro para que se encargara del resto.

Judal no fue capaz de verlo, pero una sonrisa pequeña y boba se le escapó de los labios al niño. Había convencido a Judal, no sabía cómo, pero lo había hecho. Volteó el rostro para que éste no viera su expresión risueña y le dio órdenes al turbante para que se elevara. No mencionaron palabra alguna mientras volaban encima de la muralla y por los jardines del Palacio.

El joven Magi dio un pequeño suspiro, miró a Judal un instante y luego alrededor. Algo tenían que encontrar.

—¿No recuerdas algo? —le preguntó al otro Magi mientras lo observaba con curiosidad— Este tramo me resulta confuso.

Entreabrió un ojo para atender a la pregunta del niño y viéndose sobre las paredes sindrianas se sentó para poder ver todo el espacio con detenimiento.

—En realidad, lo que me gustaría saber es cómo carajos cruzamos el muro —dijo luego de un rato de silencio—. Resulta obvio que ayer no estábamos en condiciones para usar magias complejas —aunque quien sabe lo que pudo ocurrir.

Él mismo tenía varios rasguños aunque eran muy leves si los comparaba a los del niño. Echó otro vistazo alrededor y lo único que vio fue el largo pasillo que da a la habitación real, los jardines laterales y la fuente con la figura ridícula en medio de ellas. Lo meditó un momento más y cuando estaba por darse por vencido, algo llamó su atención.

Se inclinó un poco, pero la oscuridad que comenzaba a acentuarse no le dejaba enfocar bien por lo que dando un saltito del turbante, descendió hasta caer suavemente al borde de mármol de la fuente y metiendo la mano en ésta, sacó un trozo de vendaje que aún tenía manchas de suciedad que se había aclarado aparentemente por todo el tiempo que estuvo en el agua.

—¿No te parece conocido esto, enano?

Descendió también mientras oía la pregunta de Judal y se acomodaba el turbante sobre la cabeza. Aladdin se acercó hacia la fuente y observó con gran curiosidad aquellas vendas, las cuales eran como las que él usaba. ¡Al fin encontraron algo! Aunque no estaba seguro de cómo terminó ahí.

—Creo que me caí dentro —dijo Aladdin de pronto, pero había sido una frase al aire, mientras trataba de reconstruir la escena en su mente.

Un impulso ilógico lo atacó en ese momento y subió a la fuente, parándose en el borde de ésta. Caminó un par de pasos haciendo equilibrio y recordó mejor. Efectivamente, se había caído ahí.

—Estaba aquí parado y me caí —Aladdin volteó para ver a Judal, como si esperara que éste le confirmara que lo que decía era cierto—. Y tú también caíste. Te enojaste porque se te corrió maquillaje o algo así.

Vagamente, Judal recordó unos retazos de aquel acontecimiento. El agua había logrado despejarle un poco de lo que sea que había consumido por unos momentos. Dio varios pasos sobre el mármol de la fuente y deteniéndose en el otro extremo, con los dedos en la barbilla para concentrarse. Asintió, no obstante hizo una mueca inconforme ante el recuerdo de sus condiciones.

—No me caí —replicó de inmediato—. Tú me llevaste contigo, enano —gruñó y volvió la mirada hacia el pasillo que daba hacia las habitaciones reales y ahí entendió cómo fue que terminó en la habitación del rey idiota—. Por ahí se llega a la habitación de Su Tonteza... —comentó saltando del borde del mármol y echándose a caminar tranquilamente hacia el sitio mencionado.

Por su parte, Aladdin no recordaba exactamente si lo había tirado en la fuente o el mismo Judal se había caído, pero eso era un dato irrelevante. Miró con curiosidad a Judal cuando éste se alejó y mencionó esa última frase. ¿En serio ése era el camino? Ya estaba bastante oscuro y Aladdin tuvo que afilar un poco más la vista para cerciorarse de la verosimilitud en las palabras del otro Magi. Sin embargo lo siguió y comprobó que era cierto, de inmediato llegaron a la habitación que pertenecía a Sinbad. Aunque, ahora que lo pensaba, ¿por qué todo se sentía tan silencioso en el palacio?

Por un momento tuvo la idea de que quizá todo el mundo se había ido y sólo quedaba él con Judal, pero eso tal vez era demasiado absurdo. Los demás debían estar en otra parte, muy alejada, que ellos no podían escuchar. Al entrar en el cuarto, Aladdin sintió como si la cabeza le pesara. Sus recuerdos estaban borrosos, pero podía reconstruir con mucho esfuerzo partes de la escena, aunque la habitación del rey también estaba muy oscura. ¿A dónde había desaparecido todo el mundo?

—Vinimos aquí empapados, recuerdo que tenía mucho frío —mencionó Aladdin mirando alrededor, buscando alguna vela o algo para encender y, aunque no lo viera directamente, sabía que Judal también estaba inspeccionando el lugar como podía— y luego... es algo confuso —admitió. Había muchas cosas en su cabeza, pero nada concreto lograba formarse.

La habitación estaba oscura. Ni siquiera las luces que lograban colarse por los ventanales le permitieron mejor visión de las cosas, aunque eso en realidad, no hacía falta. El aposento del rey idiota lucía ligeramente distinto o quizás era el efecto de la oscuridad el que le daba esa sensación. No obstante cuando comenzó a hacer una inspección un poco más metódica, viendo desde la puerta hasta los lugares en los que estaba seguro, tocó, se tropezó o se apoyó; seguro estaba ahora que estuvo en búsqueda de algo para secarse porque podía percibir cierto desorden que al parecer los chambelanes no se molestaron en recoger tras el escándalo de esa mañana-casi-mediodía.

—Y así fue como terminamos desnudos —dijo con neutralidad mientras movía con los pies un desorden de telas esparcidas, luego se giró hacia Aladdin como si esperara una respuesta a pesar de que no esperó por ella y decidió continuar—, pero eso no significa que haya profanado tu inocencia —reiteró aunque para ser sincero ya había sido tan acusado del asunto que aún estaba sorprendido de que su voz no saliera dudosa en ese momento.

Además, con esa oscuridad y las tenues luces del palacio le daban una apariencia a Aladdin que le hacían reconsiderar el hecho de no haberlo tocado ¿cuánto no más con lo que sea que tenía su organismo la noche anterior? A esas alturas ya no podía estar seguro de si realmente no había cedido a sus instintos. ¿Debería felicitarse por dar el paso hacia la madurez? Tonterías. Debería estar reprochándose tal absurdo, mas no encontró la molestia o la aversión necesaria para ello. Lo único que verdaderamente le irritaba era ni siquiera recordar que se jodió a un maldito mocoso.

¡10 puntos para Kou!

—No lo sé —dijo Aladdin en un suspiro y se pasó las manos por el rostro.

Repentinamente, el cansancio de todo ese largo día había caído sobre sus hombros. Habían caminado tanto, recorrido, investigado para al final llegar a nada. ¿Ese era el verdadero final de todo? ¿No había nada más allá? Su cabeza le dolía cada vez que intentaba recordar, pero aun así tenía la absurda necesidad de saberlo. El joven Magi encaminó sus pasos hacia la cama del rey Sinbad y se sentó en ella acariciándola suavemente como si la memoria sensitiva de su tacto pudiera indicarle algo más. ¿En serio ahí había dormido con Judal y habían hecho todas esas cosas que les adjudicaron? ¿Cómo? No podía entenderlo.

Comprendía que habían estado sujetos a sustancias y cosas que alteraron sus juicios, pero Aladdin sabía que eso no era suficiente. Tuvo que haber más, algo que los hizo quebrarse y ceder, pero no estaba del todo seguro de querer saber eso. Tuvo ganas de pronunciar un par de palabras, pero no supo cómo hacerlo. A pesar de todo, aún no sabía bien cómo dirigirse a Judal. Ellos se conocían poco y a la vez bastante. ¿Será que iban a acabar casándose en serio? Apenas era capaz de imaginarse con Judal hablando, no tenía ni idea de qué harían estando casados. ¿Cómo esto se había salido tanto de control?

Cuando Aladdin iba hablar nuevamente, sintió que la cama se hundía y vio que Judal se había recostado al otro lado, probablemente estaba tan cansado como él y le comenzaban a fallar las energías, cosa que en realidad el estado de ánimo venía haciendo evidente desde hacía un rato. El silencio entre ellos se prolongó, largo y tenso. ¿Qué más podrían hacer ahora? Posiblemente había una forma más de conocer la verdad, sin llegar a las últimas consecuencias, aunque quizá fuera aún peor.

—¿Tú lo harías? —La pregunta salió sola de sus labios y tan baja que pareció un susurro. Judal lo miró bastante confundido y no era para menos. En ese instante, Aladdin no pensaba retroceder, necesitaba al menos esa respuesta. Se subió completamente a la cama, apoyándose sobre sus rodillas antes de acercarse más a Judal y quedar sobre éste colocando una mano a cada lado del otro rostro para mantener equilibrio. Tenía que verlo y oírlo para creer—. ¿Harías este tipo de cosas conmigo?

Notas finales:

¡HASTA YO HARIA ESE TIPO DE COSAS CONTIGO, BEBE! No tienen idea de todas las cosas que se me cruzaron cuando recibí esa respuesta en el rol. Quedé en blanco como por una semana sin saber cómo continuar sin caer en OoC o saltarle encima al Aladdin de mi partner. Fue adorable.

En fin, me dejo de divagar. Quiero tener el capítulo 10 pronto para poder seguir con mi vida y actualizar Juego de AMORPG. Besos y gracias por acompañarme hasta acá. Se les quiere.


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