Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

En donde el mar se ahoga por Emile Brojen

[Reviews - 10]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí otro capítulo. Sé que a veces tardo pero la univerisdad me absorbe mucho  T_T a parte el fandom de TG arde en llamas cada fin de semana...y bueno, nada más.

V
Lánguidamente sus brazos cayeron a sus costados, incapaces de sostener nada. El dolor bloqueó cualquier otro estímulo, cualquier memoria. Sólo se encerró. Los ojos perdidos en el sucio blanco del techo estaban secos, y su garganta marchita. 
La puerta se abrió, pasando la mujer sobre los libros de palabras que no aliviaban el sufrimiento. Aquella mujer permaneció al pie de la cama sólo observando al menor. Pero a él no le interesaba esa presencia.
 
-Ken, debes bajar a comer. Te enfermarás.
 
-…..
 
-Si te pones mal la trabajadora social pensará que no somos aptos para cuidarte y me quitarán tu custodia-sonó bastante preocupada.
No entendió la causa por la cual repentinamente él era tan importante para ella, si siempre fue como un extraño al que llegó a supervisar un par de veces y por mero compromiso para con su difunta hermana. Y con mayor motivo se negó a obedecerla, una parte de su inconsciente le hacía experimentar una profunda molestia que acallaba constantemente.
 
-Baja…y…dejaré que tu amigo el rubio venga a verte, eso te haría bien ¿no?
 
-Rubio…¿Hide?-por fin habló. Había olvidado a su amigo en medio del pesar de la partida de su madre, la sola idea le devolvió un poco de su perdida energía. Aquellas dos semanas enclaustrado por completo perdió contacto total con su buen amigo, él nunca se apareció en el funeral y mucho menos lo llamó, por su parte el pelinegro tampoco lo hizo. De mala gana se puso de pie y fue escoltado por su tía al comedor en donde un pequeño festín aguardaba por él. No sentía hambre, pero se sabía débil así que empezó a comer casi por obligación, buscando terminar pronto para poder citar a Hide. Su tía miró un tanto satisfecha esa conducta y permitió que el niño se reuniera con el otro pequeño, claro, lejos del domicilio. El niño de ojos grises llamó a la casa de los Nagachika, siendo la ama de casa quien respondiera su llamada. La mujer habló dulcemente para dar el retrasado pésame y aseguró que su hijo iría a verlo.
Lo esperó en el parque de siempre, extrañamente temeroso. Temía de la gente, estaba alterado, era como si en cualquier momento se fuese a ver atacado sin aparente razón salvo por el simple hecho de estar vivo, como si algo le dijera que la muerte lo reclamaría como propio del mismo modo. Una cálida mano le tomó el hombro y miró a su poseedor. El miedo comenzó a irse hasta disiparse por completo cuando ese par de brazos lo estrujaron con fuerza entre sí.
 
-Perdona por no haberte visto antes y por no haber estado contigo cuando fue lo de tu mamá-lamentó con toda su honestidad, conteniendo el llanto para no deprimir más a su amigo.
 
-Descuida…no pasa nada-se le quebró la voz. Al parecer con el simple hecho de estar ante él afloraron todos esos sentimientos que buscó reprimir, por más que quiso contenerse para no preocuparlo demás irremediablemente estalló. Sus frías lágrimas fueron humedeciendo el hombro que resguardó su rostro, y ese par de manos buscaron darle un consuelo inmediato, dejando que se deshiciera tanto como necesitara. Esa tarde no fue de juegos, fue de silencio matizado de sollozos y palabras cálidas.
Cuando su llanto se vio terminado tras bastante rato, permaneció apegado al otro, temía que al alejarse desapareciera.
 
-Hide… ¿qué ha pasado en estas dos semanas?
 
-Pues…
 
Hide supuso que esa pregunta era obligada. Siendo él tan atento y apegado con el pelinegro el hecho de que se ausentara en un momento tan crítico no podía ser obra de una banalidad. Si guardaba sus palabras sería un factor de preocupación.
 
-Mi abuelo está de viaje en Alemania y tuvo un percance allá. Papá tuvo que ir a verlo pero como me volví a sentir mal no quiso dejarme aquí, así que me llevó con él, también fue mi mamá. Cuando volvimos hace unos 4 días nos enteramos de todo. Papá no quiso que viniera, pero mamá me ayudó y bueno, aquí estoy-confesó, apenado por eso.
 
-¿Qué te pasó?-inquirió con evidente preocupación.
 
-No sé bien, no le entendí al médico. No podía respirar nada de nada y me llené de ronchas rojas y enormes.
 
-…-no supo qué decir. Tantos eventos desagradables tirados a su suerte en un tiempo tan breve. De haber sabido en su momento lo que le pasó a su amigo se habría puesto peor, o eso supuso. El miedo que sintió días atrás, incluso el miedo de momentos antes de que llegara el otro niño, volvió de golpe. 
 
Abrazó de súbito al rubio, casi temblando.
 
-¿Kaneki?
 
No obtuvo palabras de la otra boca, sólo el férreo abrazo. En el fondo entendió el sustento de ese acto. Le abrazó también sin decir nada. Si de él dependiera colocaría al niño en un lugar donde nada le pasara, donde siempre estuviera seguro. Aquél destello en su vida, dándole la energía que necesitaría. Lo adoraba, poco a poco se volvía su todo. Y de este modo quiso preservarle para siempre.
 
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-Entra pronto a la ducha o se va a enfriar el agua-dijo la mujer al pasar a su lado. El menor obedeció. Pasó una semana desde su tarde con Hide y en el transcurso de esos días la trabajadora social los visitó, al parecer todo estaba en “orden”. La hermana de su difunta madre se portó bastante sensata a pesar de todo, aunque desde hacía 2 días se le veía más tensa de lo normal. Acudió sin muchas ganas por las toallas para ir a la ducha; estando dentro contempló el vapor empañando los cristales impidiéndole ver su reflejo o cualquier otra cosa, sólo esa bruma blanca….
El blanco le desagradaba si lo pensaba bien. El agua cristalina le sirvió de único espejo, se metió de súbito a la bañera y en el acto se puso de pie casi pegando un brinco. Estaba helada.
 
-Ken ¿todo bien?
 
-…-se tapó con una toalla-este…
 
-Está fría ¿verdad? Te dije que no tardaras. El calentador de averió…te traeré agua caliente, espera.
 
Como si tuviera otra opción. Se quedó en el borde de la bañera a la espera de la prometida agua caliente. Sonrió un poco al entender que su tía estaba siendo más amable, tal vez en el fondo fuera dulce como lo solía ser su madre. La puerta se abrió y entró la mujer cargando dos baldes humeantes. Vertió uno en la bañera y pidió al infante que agitara las aguas para que se templara.
 
-Si ya la sientes más tibia entra, que el agua que traje estaba hirviendo-le sonrió de lado-sin pena, para ayudarte con la otra.
 
Hizo caso. El agua estaba mejor, comenzó a sumergirse aunque aún le faltaba algo de calidez.
 
-¿Quieres un poco de más agua caliente?
 
-Sí, pero poca-sonrió algo tímido.
 
-Bien, ya te la echo, hazte un poco a la orilla.
 
Obedeció nuevamente. La mujer tomó la otra cubeta de agua hirviendo y comenzó a echar pequeño chorros en la bañera; hizo una pausa prolongada en la cual el pelinegro no supo si ya había terminado para poder proseguir con su baño o esperar a que su tía prosiguiera. Sin previo aviso la mujer soltó un sonoro suspiro decorado con una corta risita, acto seguido, dejó caer el resto del agua dentro de la bañera pero de forma agresiva, curiosamente contra el borde de la bañera.
Un grito fortísimo.
No supo si meterse por completo en el agua o salir corriendo en busca de un alivio. El sonido del agua quemando su dermis acentuó el hecho. Primero se sumergió por completo y al no hallar alivio salió de súbito, apegando su cuerpo contra los fríos azulejos, resultando en un sopor pasajero que terminó por ser peor, sintió que la piel se pegaba a las paredes y que si seguía así no podría separarse sin arrancársela. Se tambaleó fuera de la bañera hasta caer al piso incapaz de asimilar semejante dolor.
 
-Eso te ganas por no haber sido bueno. Si la trabajadora nos retira la pensión será todo tu culpa, se nota que mi estúpida hermana no supo educarte…a ver si ya vas buscando un modo de quitar esa cara de compungido-espetó-vele el lado amable…al menos la cicatriz que te dejó tu mami ya no se va a notar tanto-rió un poco, mirando la enorme marca ahora más roja que recorría oblicuamente la espalda del niño, marca que era poca cosa comparada con las zonas cruentas de esa misma espalda quemada por el contacto con el agua hervida. Su cuerpo no pudo soportar el dolor, terminó por quedar inconsciente, al menos de ese modo no sufriría.
.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
 
-¡Estúpida! Si le hubiera pasado algo peor estaríamos en serios problemas-gritó tan fuerte como le permitía su garganta.
 
-¡Ay ya cálmate! Exagerado. Además se lo merecía….total, está mejor ¿ya?-le dio la espalda-
 
-Habiendo tantas maneras se te ocurre echarle agua hirviendo. No eres más idiota porque no se puede. Agradece que mi primo pudo atenderlo, nos ahorramos una visita al hospital y el pase para el juzgado-chasqueó los dientes-¡No me des la espalda cuando te hablo!-la jaló del pelo con fuerza, casi tirándola hasta hacerla voltear para encararla-con razón tus papis preferían a tu hermana, eres una inútil.
 
-¡suéltame, y no me recuerdes a esa mierda muerta!-se agitó hasta poder soltarse.
 
Los gritos del matrimonio resonaron en esa casa, llenando todo de un ambiente repulsivo. El hijo del matrimonio, ese niño caprichoso, miró rabioso al cuerpo que yacía dentro de la obscura habitación de huéspedes.
 
-Todo es tu culpa, mis papás pelean más que antes por tú culpa. Ojalá te hubieras muerto junto con tu mamá, ¡vete!-le gritó y azotó la puerta para después echarse a correr escaleras abajo. 
Otro ruido interrumpió su carrera y los gritos.
 
El niño herido apenas y se movió en su cama, tratando de ignorar todo: el dolor físico, los gritos, los agravios, cualquier malestar que empeorara su estado, pero no pudo. Estaba harto. Estiró una mano para tomar un vaso con agua fresca pero le vio vacío. No quiso tener que seguir dependiendo de esa horrible familia así que, a costa de su dolor, se puso de pie para ir a la cocina por agua. 6 días pasaron desde que fue agredido así que ya podía moverse más. Tambaleante fue a las escaleras, bajó lentamente cuidando no perder el equilibrio. En el último escalón una superficie curva le hizo dar un traspié, alcanzando a preservar la postura en el último instante. Miró la causa de su tropiezo: la mano de su primo quien yacía tirado al pie de las escaleras. Aquel niño estaba cubierto de ronchas, y al parecer su estado de inconsciencia no parecía producto de la caída. Ken lo miró un rato sin entender mucho, pero al final hizo caso omiso y pasó de largo a su lado, rumbo al agua que calmaría su seca garganta. Desde la cocina escuchó a su tía gritarle a su primo, Yuuichi, al parecer al verlo así.
 
.-.-.-.-.-.-.-..-.-.-.-.-.-.
 
-Ken, qué bueno que vuelves-lo abrazó Hikari-llegas en buen momento, toma-le entregó una cartilla.
 
-¿Qué es?
 
-Luego te explico, mientras cuéntame ¿cómo has estado? Supe todo lo que pasó…de verdad lo lamento.
 
-Pues….fue feo y…eso-desvió la vista, incómodo de tener que contar sobre su estado. Desde la última vez que estuvo en ese lugar había pasado más de un mes, y en todo ese lapso no hubieron muchos cambios, de igual manera las vacaciones estaban por terminar.
 
-Entiendo, calma amor, aquí te queremos mucho-lo abrazó, el niño se incomodó de inmediato pues aún tenía cierto malestar de sus heridas-y sobre eso…es una cartilla de identificación temporal. Pasaremos la última semana del curso en un centro más amplio y bonito que este hospital ¿te gusta la idea?
 
-Sí, supongo-confesó, Odiaba ese hospital-voy von Hide…
 
Corrió a buscar a su amigo, al que encontró en los jardines, sembrando unas flores.
 
-Hola Hide.
 
-Kaneki-se lanzó sobre él-hasta que apareces, es aburrido estar cuando no estás tú ¿qué tanto estuviste haciendo?
 
-Hem…cosas locas con mi tía, pero todo bien-le sonrió ampliamente, rascando brevemente su barbilla-¿y tú cómo te has sentido?
 
-Mejor, a veces me salen ronchitas pero ya estoy mejor-se recargó en él-¿ya listo para la última semana? Nos largamos de aquí, ojalá el otro centro sea bonito.
 
-Sí, ojalá y…
 
Un ruido fuerte tomó por sorpresa a todos, seguido de varios estruendos más. Una alarma comenzó a sonar y el pánico se apoderó de los presentes. Aturdidos los dos niños se pusieron de pie sin saber bien lo que debían hacer, prefirieron correr a la sala donde les daban sus cursos; allí Hikari y los otros instructores resguardaron a los menores.
 
-¡Llamen a la CCG!-gritó alguien, parecía un enfermero. A través de la puerta corrediza de cristal era visible parte del caos exterior, aquellos estruendos eran obra de disparos, y una serie de gritos estremeció su cuerpo. 
Una doctora entró a la sala y ordenó que se movieran de allí, estaban demasiado expuestos. Al parecer todo era un enfrentamiento entre dos grupos, lo peor del caso era que estaban de por medio ghouls masacrando a todos los que podían. Cuando corrieron a la sala posterior que estaba en el piso superior aquella doctora que fue a movilizarlos se quejó, parando en seco.
 
-Señorita Kanou…-murmuró Hikari al pasar cerca, llevando a Ken y a Hide de la mano. Aquella doctora tosió un poco y cayó al suelo, de entre su melena clara un charco rojo fue avanzando sobre el piso. Los niños gritaron y su tutora los jaló aterrorizada. Estaban en medio del caos, era la primera vez que Hide veía a alguien morir, se dejó guiar por inercia pues de otro modo sus pies no respondían.
Afuera un grupo armado era combatido pos los agentes de la CCG que arribaron al sitio. El comandante de ese escuadrón se vio superado por la fiereza del ataque de esos enemigos naturales del homo sapiens. Una de los agentes, una joven chica rubia, se sorprendió de sobremanera cuando vio las armas de los ghouls: rifles quinque, armas supuestamente exclusivas de la organización gubernamental a cargo del exterminio de esos demonios antropófagos.
 
-¡Investigador Fura! ¿de dónde han sacado esas armas?-le gritó al estar cerca en medio del tiroteo. El hombre apuntó a las palabras de la joven rubia, algo no iba bien, tal vez los rumores que se filtraban entre los pasillos de la base de la CCG no fueran tan descabellados o errados. Pero no era hora de ponerse a pensar en esas cuestiones. Al parecer el verdadero blanco de ese ataque era el hospital contiguo, la sola idea de que eso fuera cierto le crispó los nervios.
Debían retener ese ataque antes de que los experimentos cayeran en manos del enemigo. Si eso pasara, sería su fin.
Notas finales:

Es todo...creo que quedó como trunco, pero la verdad no se me ocurrió otra manera XD y gracias a quienes leen <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).