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En donde el mar se ahoga por Emile Brojen

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Notas del capitulo:

Bueno...gracias a quienes leen y comentan jeje. La verdad mi intención no es tener miles de comentarios....simplemente busco en donde publicar todas las cosas que se me ocurren :3 pero de igual modo gracias por su apoyo. Seeep, apenas subo otro capítulo XD

    Un golpeteo fuerte le tomó de sobresalto, sólo una persona llamaba a la puerta de ese modo. Se resguardó en las cobijas de su cama y esperó, esperó hasta que una voz aguda chilló lastimosamente el mismo penoso y falso cantar de siempre. Muchas veces le pidió a su madre que dejara de acceder a las súplicas de su hermana recibiendo siempre la misma respuesta: “ella es mi hermana y a pesar de todo la amo, nunca la dejaría sola”. ¿El amor hacia alguien te llevaba a quedar ciego y mudo, maniatado? “Mamá es asombrosa…puede con todo ella sola” pensó, siempre pensaba eso. Deseaba ser como ella, tan fuerte y bondadosa dando todo lo que tenía y más.

Había pasado ya una semana desde que volvieron del viaje y los rastros del sol sobre la piel no daban muestras de querer irse en bastante tiempo, causando comezón por la piel quemada que suplicaba por caer, era (sería) una serpiente mudando la dermis.  Su estómago le impidió seguir en el escondite; salió y al ver a su tía allí sentaba enfrentando a su madre se tensó de inmediato, saludó quedamente por mera cortesía y se aproximó a su progenitora. La tía, una mujer rubia y delgada a expensas totales de lo que su inútil marido les otorgaba era incapaz de hacer algo distinto, siempre tendía las manos esbozando su mejor expresión de mártir bíblica ante la vulnerable hermana mayor, esa mujer más alta y de cabellera negra.

-Hermana… ¿no piensas trabajar? Es decir…

-No es que no lo haya pensado, es que así como anda mi hijo tan enfermizo simplemente no puedo dejarlo solo, además mi esposo ya está mejor…pero debemos pagar una hipoteca y no hemos juntado el dinero aún, te prometo que será la última vez que te pida.

-… ¿Qué cantidad necesitas?

-Bueno…200 000  yenes. Son urgentes…un poco, tenemos plazo de 2 semanas.

-¡¿Qué?!-casi tira su taza con té-es demasiado dinero…no creo poder ayudarte esta vez.

-¡Hermana, por favor te necesito!-suplicó a la mayor-de verdad nos urge o nos metemos en serios problemas, el adeudo lo tenemos de más de 1 año…dime que cuento contigo, será la última vez que te moleste y te lo iremos pagando aunque sea poco  a poco…pero por favor-su voz se quebró. Su hermana mayor, abrumada por la súplica tan emocional y al solo pensar las consecuencias de un retraso en  el pago, mas la inconsciente amenaza de perder a su hermana sólo le condujo una solución.

Fue al estudio, en el último y más grande cajón había una pequeña caja fuerte de la cual extraño varios sobres amarillos, pequeños y bulbosos, se los entregó a su hermana menor.

-Toma, son como 170 000 yenes…no tengo la cantidad exacta que me pides.

-¡Gracias hermana! Con esto está bien, nosotros veremos el modo de completarlo, muchas gracias,  eres tan buena como siempre-la abrazó y se dirigió a la puerta-la vida te recompensará, ya te iremos pagando. Debo irme ya a avisarle a mi esposo-se despidió y salió casi corriendo del lugar. El infante vio a su madre con pesar.

-Calma, Ken-le sonrió al ver su carita de preocupación-ese dinero lo estaba ahorrando para emergencias, tus estudios y para los abogados del caso de tu padre…creo que todo eso deberá postergarse, pero te prometo que trabajaré muy duro para ir recuperando eso, aunque confío en que tu tía pague a tiempo-lo abrazó-debo ir al trabajo, te dejo a cargo.

Le dio un beso y se fue. El niño suspiró mientras daba un sorbo a su té, incapaz de entender todos los problemas que acogían a los adultos; jamás imaginó que su madre hubiera logrado ahorrar tanto y mucho menos imaginó que lo perdería tan fácilmente en un día, pero debía confiar en que su tía pagaría…debía confiar. Se puso a lavar los trastes sucios cuando un nuevo golpeteo llamó a la puerta, acudió y para sorpresa suya era Hide.  Apenas abrió la puerta el otro entró cual bólido suplicando que salieran a jugar. Kaneki se negó al inicio pues su deseo de ayudar a su madre era mayor y, viendo eso, el rubio se apresuró en darle una mano para que acabara pronto y pudieran salir.

-Hide…oye ¿tu papá en qué trabaja?

-No sé bien, en algo del gobierno pero siempre usa trajes y parece que es muy aburrido ¿por?

-Por nada, es que no sabía.

-Tu mamá tiene 2 trabajos ¿verdad? Debe cansarse mucho.

-Siempre se esfuerza tanto…es muy fuerte y dedicada, la admiro. Me gustaría ser como ella.

-…-le alborotó el pelo-ella es ella, tú eres tú. No necesitas ser así, nada más debes ser tú-guardó un breve silencio-oye ¿quién era la mujer que salió hace rato?

-La viste-ladeó su mirar-es mi tía, siempre viene a pedirle dinero a mamá, esta vez se pasó.

Terminaron apenas el reloj marcó las 4 de la tarde, Hide invitó a que fueran por helados, y tras una larga jornada de juego fueron por el frío postre. Sentados en los juegos del parque miraron a las aves ocultarse antes del ocaso, y una pregunta necesaria salió a flote.

-Kaneki ¿te dieron un papel para que fueras al hospital feo de hace 2 años?

-Sí, nos citaron a todos.

-Ojalá sea divertido, esa vez casi me duermo. Mira-le mostró su brazo en el que resaltaba una marca pequeña y elevada similar a una cicatriz-esto se me hizo después de que me picaron. A muchos niños se les hizo así.

-Qué raro, a mí no me salió nada-le mostró el brazo.

 

Antes de que el sol cayera por completo tuvieron que irse otorgándose su clásica despedida. El pelinegro, dentro de su casa, comenzó a leer una revista con un artículo sobre las células RC: similitudes abrumadoras entre las de origen humano y las de origen ghoul, teorías extrañas y no aprobadas sobre un posible parentesco muy cercano entre ambas especies…jamás había visto un ghoul, incluso pensó que todo era un mito, una mentira de la prensa amarillista para referirse a personas humanas que asesinaban brutalmente y los escudaban como “ghouls”…así de ingenuo podía ser.

Tan pronto se durmió la obscuridad del manto nocturno se fue, tan pronto que se lamentó por no poder dormir más. Debía ir a la cita. Ese día su madre estaba indispuesta para llevarlo por lo que fue la tía quien se ofreció a llevarlo. Su incomodidad no pudo ser mayor, ella le molestaba particularmente…pero si de ese modo le evitaba una carga a su madre… En una de las pulcras (tétricas) salas de espera el pequeño saludó a su amigo, tomándolo por sorpresa. Hablaron tonterías mientras todo pasaba para poder resistir las tediosas horas de espera hasta que llegó su turno. Los pasaron  por grupos, yendo ambos en un grupo de 15 menores. Dentro de un laboratorio los 15 niños recibieron un chequeo ordinario seguido de otra inyección, asombrosamente más dolorosa de lo que se pudo recordar con respecto a la primera hacía un par de años atrás. Los aplicadores se mostraron satisfechos al ver las marcas en los brazos de todos como una posible muestra de una aceptación por parte del sistema…todos menos uno. Ken fue visto de mal modo al no dar rastros de nada.

-Esto-dijo un hombre de edad avanzada, sosteniendo un frasco con medicamento-es un estabilizador sanguíneo, deberán tomarlo como acompañante del tratamiento que se les ha puesto, a sus papás ya se les ha dado la misma instrucción…además se ha acordado que acudan a actividades recreativas como agradecimiento por su cooperación.

Muchos niños (naturalmente) no entendieron gran cosa salvo la información de las actividades recreativas, y al salir el barullo se desató. La mujer rubia abrazó a su sobrino y le mostró el frasco de medicamento para terminar dándoselo mientras ella iba a parlotear con el mismo médico maduro.

-Kaneki ¿no te vas?-preguntó Hide al pasar.

-Sí, sólo espero a mi tía…nos vemos mañana en clases ¿sí?-tuvo que ver un escape para evitar otro tema incómodo.

-Ya, está bien-rio-no olvides tomar tu medicina o si no te vas a poner feo y verde…y sé paciente, parece que tu tía quiere esposo nuevo-se echó a reír tras lo cual emprendió la huida. Un par de horas pasaron y la clínica se vació considerablemente mientras un par hablaba enérgicamente, en tanto convalecía  un menor a causa del aburrimiento.

 

-Kaneki, ya vámonos-exclamó tras despedirse del médico-debo dejarles esto para poder largarme a lo mío-lo tomó de la mano y lo jaló con fuerza sin importarle mucho que el hombre la hubiese visto en su acto de brusquedad. Apenas lo dejó en el departamento le pasó el frasco con medicamento y un pequeño sobre, se despidió efusivamente y se fue sin decir más. “Tiene mucha energía” pensó el niño “debería de gastar la energía en un buen trabajo para que deje de molestarnos”. Sonó el teléfono, al otro lado el interlocutor le reclamó la causa de su rápida escapada, había querido ir con él por algo. Kaneki se disculpó explicando que su tía se lo llevó casi cargando sin decir mucho; Hide, constante como siempre, le pidió que buscara alguna buena película, iría a su casa a pasar el rato. Aunque le seguía resultando algo incómodo ese grado de confianza no podía negar que realmente le gustaba, la enérgica y alegre presencia del niño rubio siempre alegraba sus días desde que lo conoció. Buscó en el arsenal de la repisa, los viejos videocasetes desfilaban, para esas alturas  del siglo amenazaban con desaparecer, siendo reemplazados rápidamente. Pronto el visitante llegó, en hora buena pues el pequeño simplemente era incapaz de decidirse por una película en especial. Hide, bastante envalentado por sus crecientes edades tomó un videocasete cuyo título en letras obscuras y fondo siniestro provocó un escalofrío en el contrario: Poltergeist, aquella vieja película. No hubo mucha protesta, pusieron la cinta y, con palomitas en mano, dieron inicio. Varias veces pegaron brincos, lanzaron las palomitas, se cubrieron los rostros para ver a medias lo que sus acelerados corazones ya no podían soportar bajo la tensión, y cuando hubo terminado un silencio sepulcral inundó el lugar. Hide, bastante conmocionado apenas miró a su amigo quien, muy al contrario de él, parecía bastante tranquilo.

-¿No te ha dado miedo?

-Sí, pero ya pasó. Sólo es una película…aunque bastante fea y con malos efectos-se mordió el labio materializando un expresión preocupada. Cuando miró a su amigo algo punzó en su mente y sonrió con suficiencia-tú… ¿acaso tienes miedo? ¿Te has asustado mucho?

-S… ¡no!-reparó de inmediato-es sólo que a veces me sorprendo fácilmente, jamás me asustaría esa cochinada ficticia.

-Ajá, bien-se puso de pie para limpiar el desastre de las palomitas. Estuvo limpiando mientras Hide bebía los restos de su colorida soda en un vano intento de sumergir el miedo en las burbujas de su bebida naranja. “Sólo es una película” se dijo varias veces buscando relajarse poco a poco, pero…

-¡AH!-gritó mientras su cuerpo impactó contra el suelo y un par de vasos se destrozaron a su lado. Hide corrió hacia él bastante alarmado y comenzó a revisarlo-estoy bien…

-¿Cómo te caíste? Torpe.

-No lo sé, creo que me resbalé-desvió la vista, alcanzándose a percibir una mueca de quien contiene el llanto.

-Tonto, tonto.

-…..-no dijo nada, mantuvo la cabeza gacha, se le había ocurrido algo-Hide…creo que algo jaló mi pie-susurró de forma tan tétrica que el contrario se paralizó.

-¿Qué? Oye no estés bromeando-desvió la vista.

-No Hide…no bromeo-sus ojos mostraron terror absoluto-Shh… creo que…- valiéndose de que su amigo buscaba mirar otros lugares como queriendo distraerse, jaló el cable de la videocasetera quesalió volando atrayendo la atención del rubio, y un grito de auxilio le obligó a volver de nuevo viendo a Kaneki gritar siendo “encerrado” en el estudio. Con creciente terror el niño empezó a gritar mientras golpeaba la puerta en su inútil intento de ayudarlo. Tomó una silla y no dudó en usarla para golpear la puerta según se lo permitió su cuerpo pues la desesperación y el miedo de no entender lo que sucedía le abrumaron de sobremanera. No hubo necesidad de seguir. La puerta se abrió apenas unos centímetros, las manos de quien irrumpiría dentro temblaron sobre el borde de la puerta, empujándola más y más hasta que le fue posible pasar sin el menor problema. Todo estaba desordenado y sobresalía una figura encogida en un rincón. La penumbra le imposibilitaba ver, sin embargo sabía que el otro niño estaba allí, que debía ser él. Lo llamó quedamente sin obtener respuesta alguna, estiró una mano para tocarlo y el contrario ni se inmutó. La angustia se arremolinó en su pecho lentamente, y una suave y fría voz le helaron.

-No deberías estar aquí.

-¿Kaneki?

Lanzó un gruñido y le tomó la mano a tal velocidad que no dio tiempo de huir, fue encima de él lanzando palabras inverosímiles y no paró hasta derribarlo. La víctima gritó y no hizo nada…hasta que se percató de que el cuerpo sobre él ya no se movía. Lo llamó nuevamente y, para mayor conmoción, una risita emergió. La risita se pasó a un hilo de carcajadas. Perplejo, sumamente perplejo el rubio observó a su amigo retorcerse de risa quedando al borde del llanto.

-No puedo creer que te hayas creído todo-comenzó a ponerse colorado por la falta de aire a causa de la risa-deberías ver tu cara.

-…. ¿Estabas de broma?- se sintió desfallecer-pero… ¿y todo lo que pasó?

-Hide, creí que eras más listo-señaló un punto en la pared. El cable posterior que  conectaba a la videocasetera con la energía eléctrica daba una vuelta hasta el contacto en la pared donde anteriormente había estado Ken, y la jaló para tirarla, todo fue una improvisada y buena actuación mucho más sencilla al estar el estudio sólo separado de la cocina por una pared.

-¡Tonto, de verdad me asustaste!-le lanzó una servilleta hecha bolita y se enfurruñó por completo-cuando de verdad te pase algo no te voy a creer.

-¿Qué? Es mi venganza de la vez que me escondiste el almuerzo y lo dejaste en el baño de niñas-se sobó el estómago que ya bastante dolor sentía por no darse un respiro-ni es para tanto, es en juego.

-….-frunció el ceño al tope, dándole la espalda. Era verdad que a veces era él quien iniciaba las bromas contra el escuálido niño pelinegro, pero esta vez el susto fue muy grande. Quizás no fue gran cosa pero el susto previo por el largometraje fue un buen detonante, además…

-No te enojes-se acercó cauteloso por el hombro para poder mirarlo.

El rubio no iba a decir nada, estaba bastante indignado como para hacer caso a disculpas, y aunque quiso volverse a seguir reprochando esa escena le tapó la boca por completo. A lo mucho 3 dedos de distancia había entra ambas caras, y la expresión de cachorro triste fue suficiente para que, obligado por algo invisible y extraño para él, terminara por aceptar la sincera disculpa. Apenas hiló la frase el pelinegro lo abrazó y se alejó casi en el acto.

-Kaneki-comenzó al dirigirse a limpiar el estudio-¿nadie te ha dicho que eres muy raro?

-Me lo dices siempre-rodó los ojos mientras acomodaba algunos libros.

-Es verdad-le alcanzó un par de libros, y cerca del librero sujetó uno antes de que cayera al piso-¿ya los leíste todos?

-No, pero quiero hacerlo.

-Todos te los heredó tu papá ¿no?

-No sé, siempre han estado aquí y yo sólo los tomé-se encogió de hombros. En el fondo le gustaba creer que era así, y Hide no preguntó más. Alguna vez hablaron al respecto y la simple respuesta de Kaneki bastó para que no volviera a preguntarle nunca. Tocar añejos tiempos que apenas eran memorables por lo desagradable de su naturaleza era innecesario, aunque la duda del “caso” le rondaba por la mente.

-Oye Kaneki, ¿por qué tu mamá dijo algo de un caso de tu padre? Ya sabes, cuando vine hace 3 semanas

-Eso…-siguió en lo suyo sin desviar la atención de su labor-yo no recuerdo, pero por lo que mamá me contó una vez…mi papá trabajaba para un área de seguridad del gobierno y que realizando un trabajo fue asesinado. Mamá quiso que se aclarara todo, no creyó en el cuento que le dijeron los jefes de papá…por eso es lo del caso, no cree que lo hayan matado porque fue un peligro laboral o como sea eso…

-Entonces es por eso, vaya...qué mal. Oye, oye: si quieres le puedo decir a mi papá para que…

-Mira este libro, apenas voy a leerlo…según Kafka es complicado pero si son cuentos supongo que será fácil-casi le planta el pequeño libro en la cara y se apresuró a hojearlo-este cuento parece interesante…El Puente.

-Debe serlo, para aburridos como tú-se soltó a reír y se pescó del cuello contrario. Lejos de limpiar terminaron jugando y con el juego la luna fue ascendiendo; tuvieron que terminar. A esas alturas Kaneki ya no preguntaba sobre las razones por las cuales sus padres no se preocupaban mucho por la seguridad de su amigo, tan normal era el verlo partir solo en medio de la noche y aquella vez no fue la excepción. Se despidieron y su amigo partió.

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, basta por hoy que apenas me acordé de actualizar XDD nuevamente gracias por leer.


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