Tercer curso de secundaria, estaba feliz. Un año más y al fin saldría de aquella escuela, que aunque no odiaba, tampoco me agradaba mucho.
Había llegado a la secundaria temprano por consejo de mi mamá, o más bien mandamiento. Que si no te apuras llegaras tarde a tu primer día de clases en tu tercer año, que cuando quieras irte el transporte irá rebosando de gente, que no porque los demás se vayan tarde tú también.
Y aquí estaba, esperando a que algún compañero de mi salón llegará para hacerme compañía mientras esperábamos a que nos designaran nuestro salón. Porque si, los directivos no lo hicieron antes.
Empezaba a desesperarme pues cada vez había más gente a mi alrededor, estudiantes de tercero y segundo, así como de primero y sus padres que los acompañaban, pero ninguno de mis amigos. Era algo que no entendía, ¿para qué acompañarlos a su primer día de clases? Mi madre lo había hecho cuando yo ingresé también pero no había sentido que fuera bueno o me ayudara en algo, tan solo me sentí un poco inútil.
— ¡Sung Gyu! —escuche un grito muy cerca de mí, era mi mejor amigo Il Woo.
— No seas escandaloso que ya bastante ruido hay aquí —bufé— ¿Qué los maestros no piensan apurarse?, ¿Por qué no lo hicieron en vacaciones? ¡Que fastidio! —alegué entre dientes. Si, odio esperar.
— Debes tener paciencia, ¿O qué, ya quieres tener clases? —esto último lo dijo con burla pues bien sabe que odio estudiar.
— Sabes que no pero ya quiero entrar al salón, hace un poco de frio aquí —Y sí que hacía. Me pregunto por qué debemos entrar a clases con ese maldito frio de los mil demonios, ¡que yo solo quería seguir arropado entre las mantas, joder!
— Mira, ahí viene Bora y su bola de amigos —dijo Il Woo con fastidio cuando vio entrar a mi mejor amiga. Bien sabía que no le agradaba Bora pero era peor con sus amiguitos, que eran unos fresas hijos de puta. Si, a mí tampoco me agradaban pero mientras no me los pusieran en frente todo bien.
— ¿Te das cuenta? Ella ya llegó y los demás no. Ella siempre es la última en llegar, ¿Dónde mierda están los demás?, ¿Nos habremos equivocado de día?
— Pero si todos están entrando hoy —me dijo confundido mi amigo.
— Podríamos ser la excepción —Tenia lógica ¿no?
— ¡Hey! Hola estúpido —Bora había llegado hasta donde estábamos y me saludo con un choque de puños— Hola Il Woo—saludó esta vez a mi amigo, quien solo elevó un poco la cabeza para hacerle saber que la había escuchado.
— ¿Sabes qué hora es? Me estoy hartando de estar parado como idiota —le pregunte a Bora lo que ésta levanto una ceja de forma burlona.
— Es entendible, 14 años es mucho tiempo —y soltó a reírse como loca. Esto no se quedaba así.
— Oh, ¿Qué está pasando? —pregunto Il Woo y me gire a ver qué pasaba. Todos comenzaban a irse a diferentes lados despejando el patio central quedando solamente los terceros.
— ¡Al fin! Un minuto más e iba a ir a reclamarle a la esquelética de la prefecta.
— ¿Por qué a ella? —me preguntó Bora
— La dirección la tienen cerrada con llave —aclaré.
Segundos después apareció Yonna, la prefecta esquelética que había mencionado antes y Wheesung, un gran prefecto en actitud pero no en estatura debía aclarar.
Yonna estuvo hablando por aproximadamente 10 minutos en los que no me enteré de nada pero después vi que ambos prefectos pasaban a los grupos a sus respectivos salones, quedando de últimos nosotros, el “E”.
— Bien chicos, les tengo una mala noticia — Por favor que no sea real, que los rumores no sean ciertos, que no nos hagan esto, por favor no— El grupo “E” será deshecho —No era verdad, no. ¿Por qué me hacía esto a mí?, ¿Por qué cuando comenzaba a tener amigos, cuando comenzaba a querer a mis compañeros, me alejaban de ellos?, ¿Toda mi vida sería así, sin amigos, sola?
— No se vale que me hagan esto… —dije con tristeza. Quería llorar pero no lo haría.
La esquelética hija de perra comenzó a nombrarnos y decirnos en que salón quedaríamos, porque si, nos regarían como basura, como sobras.
Todo ese tiempo Bora e Il Woo trataron de animarme diciéndome que no importaba donde quedáramos, seguiríamos siendo amigos.
Hasta que los nombraron. Quedaron juntos en el “C”.
Estaba entrando en pánico, ¿A dónde me meterían?, ¿Con quién?
—Kim Sung Gyu— escuche mi nombre ser nombrado. Trague saliva temeroso— Grupo “D”.
Puta vieja.
Puta vida.
Puta suerte.
Putos todos.
—Sung Gyu, quedamos juntos —me habló Dong Woo, un compañero con el que me había comenzado a llevar tan solo meses antes de terminar el segundo año. Yo lo miré, él me miraba sonriente y le correspondí, ¿no podría ser tan malo o sí?
No debí preguntar.
Entrando al salón lo primero que vi fue a él.
Y me enamoré.