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Alguien para amar por Kirinatha Kou

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Notas del capitulo:

¿Que decir? Lamento la demora :c Disculpen cualquier error y espero os guste.

Los personajes pertencen a Oda

Susu~ ojala y no te decepciones QwQ

 

CAPITULO SEGUNDO. Entre palabras y accidentes

 

Apreció la lluvia caer a través de la ventana de  la cafetería. Ella iba a regresar del sanitario y le diría la verdad, no la amaba. Había dejado de hacerlo hacia mucho, pero no se lo decía por no herirla. Al final, sería el mismo resultado.

Un corazón roto y una conciencia intranquila. Tenía que darse meritos esta vez. No la había engañado en ninguna ocasión ¿Por qué era tan idiota? ¿Por qué no era capaz de amar?

“Perdona. Esto ya no está funcionando” y se fue antes de ver aquellas lagrimas derramarse. Era lo mejor para ambos, Vivi era hermosa e inteligente, ya encontraría a alguien que le apreciara. No como él.

Las calles parecían algo desérticas. La atmosfera era gris pero a pesar de ello, se sentía muy apaciguado. La lluvia le recordaba a sí mismo, como opacaba lo que tocaba. Las nubes grises cubrían el sol y todos deseaban verle lejos. La lluvia y él, se parecían demasiado. Cuando finalmente llegó, buscó un asiento. No habían demasiadas personas, a excepción de dos mujeres un poco mayores, de unos 40 años y un chico regordete con muchas espinillas en la cara. Ahí, ofrecían clases de ingles gratuitas. Una pequeña aula de una escuela pública, la abrían sábados y domingos cuando no habían alumnos.

Era su primer día. No tenía demasiado tiempo ni dinero como para pagar un curso intensivo así que esa era mejor opción. La puerta se abrió y esta vez entro un chico al que el cabello mojado le caía suavemente sobre el rostro. Puso sus cosas sobre el escritorio y con un trozo de tiza comenzó a anotar en el pizarrón. Le observó con mucha atención, llevaba una gabardina negra que le llegaba hasta las rodillas, jeans negros, unas botas grises y una camiseta blanca con cuello en “v” sus rizos rubios se deformaban levemente por la humedad.

-Disculpen la demora. Me cogió la lluvia- dijo al tiempo en que se tiraba el cabello hacia atrás con una mano –Mi nombre es Sabo y estaré a cargo de enseñarle el idioma ingles- “cuanto formalismo” pensó. Su nuevo “maestro” no era mucho mayor que él. Piel blanca, ojos azules, era un sujeto increíblemente apuesto. De no ser por esa cicatriz en su ojo izquierdo…sería completamente perfecto.

-Veo que hoy han venido muy pocos- parecía decepcionado, pero la sonrisa no se borraba de su rostro. -¿Qué les parece si iniciamos presentándonos? Comenzare, mi nombre es Sabo tengo 20 años y me encantan los gatos. Tanto que tengo 4. Don Gato, Lolo, Pelusa y el más pequeño, Queso- los presentes rieron al escuchar esos nombres tan divertidos y el rubio se sonrojo tenuemente.

-Me llamo Portgas D. Ace, tengo 21 y soy bombero voluntario-la atención se centró en el pelinegro sentado en las primeras bancas. El profesor le miró con atención, tanta que se perdió un instante en aquellas lagunas negras. Su expresión era seria pero las pecas en su rostro le restaban dureza a su rostro.

El resto de los presentes hicieron el mismo ejercicio y la clase transcurrió con normalidad. Ace, más que prestarle atención a la clase, lo hacía al rubio, a sus expresiones y movimientos. Era obvio que estaba interesado y Sabo podía sentir como le miraba fijamente. Era un poco incomodo, pero no iba a negar que sentía cierta curiosidad.

Al finalizar, la lluvia había cesado y el sol se asomaba tímidamente por el horizonte. Todos y cada uno agradecieron la clase a excepción de cierto pecoso que se quedo estático en su lugar esperando.

-Los veré la próxima semana. Gracias por venir- se despidió con amabilidad. Miró al chico sentado frente a él. Silencio. Ace no decía nada, solo estaba ahí, con esa expresión estancada.

-La clase termino, puedes…irte si así lo deseas- le dijo con un poco de dudas. Prosiguió a recoger sus cosas y solo escuchó el sonido del pupitre siendo arrastrado hacia atrás “al menos ya se va…”

-¿Necesitas ayuda?- habló al fin. Se había sentado sobre su escritorio y se rascaba la nuca.

-¿eh?  Ah claro ¿puedes correr las persianas?- borro el pizarrón y el aula quedo a oscuras cuando las persianas estuvieron extendidas. Agradecía que le prestaran el lugar de manera gratuita, por eso trataba de dejarlo tanto o más ordenado de lo que lo encontraba. Era frustrante tener tan pocos estudiantes –gracias por ayudarme. Y por venir…-lo último estuvo acompañado de un largo suspiro y Ace lo notó.

-Sí. No es nada supongo…eres un buen maestro- una tenue línea rosada cruzo sus mejías. No acostumbraba halagar a los demás y menos a un chico, pero esa sonrisa entristecida realmente le conmovía.

-Agradezco que intentes animarme. Siempre he querido hacer esto pero presiento que no podría ni enseñarle a un pingüino a nadar- ambos rieron ante tal ocurrencia.

Poco a poco las risas se apagaron y de nuevo reino el silencio. Al pelinegro no le molestaba quedarse callado y simplemente observar, estaba demasiado acostumbrado a ver, oír, cerrar la boca o atenerse a las consecuencias

Sabo era otro cantar. Su personalidad era tranquila pero más efusiva y estaba demasiado acostumbrado a que la gente le mintiera. Nadie era tan directo o tan silencioso. Siempre había alguien susurrándole falsedades y siempre tenía que fingir creerlas.

-¿No eres de muchas palabras, verdad?- se aproximo hasta la puerta y con la mirada le indico salir.

-No. Pero me encantaría escuchar un poco sobre tus gatos-quizás era un paso un poco agigantado, pero realmente quería charlar.

-Pues prepárate para una muy larga caminata- Ace sonrió. Su invitación había sido aceptada, pero de momento sintió culpabilidad, acababa de terminar con su novia y estaba demasiado tranquilo. Vaya  que era un imbécil.

 

Era un vecindario hermoso. Clase media alta. Las casas parecían sacadas de una revista con sus enredaderas y sus amplios jardines, balcones victorianos y corredores con pilares de mármol.

“Que no daría por que viviéramos en lugar así. Por darte todo lo que siempre has merecido”

Las aceras estaban bordeadas por arbustos recién recortados y todo se veía increíblemente ordenado y limpio. Uno que otro auto lujoso transita y solo los rodeaba el suave aroma a margaritas y amapolas.

-Lamento que nos desviáramos, tengo que visitar a un amigo. Espero no te moleste- el pecoso había insistido en cargar su portafolio. Le parecía un gesto ¿adorable?

-No te preocupes- le respondió de manera distraída. Sabo no dijo nada, el otro parecía demasiado entretenido observando el alrededor, las flores y las mariposas que se cruzaban en su camino de vez en cuando –A Luffy le encantarían estas flores- murmuro mas para sí que para su acompañante

-¿Luffy?- se arrepintió de haber hablado y quiso reprenderse mordiéndose la lengua. Siempre había sido muy recatado y le habían enseñado a no entrometerse en la vida personal  de los demás.

-Es mi hermano adoptivo. Bueno, yo soy el adoptado- observo de reojo al rubio que parecía no estar del todo conforme con la respuesta –Por ahora vivimos solos en un apartamento pero en cuanto tenga más dinero nos mudaremos a un mejor lugar- no solía confiarle sus asuntos a los extraños pero siempre que hablaba sobre Luffy no había quien le detuviera.

-Se ve que le quieres mucho- observo.

-Si. Demasiado- la conversación dio por terminada. Caminaron un par de cuadras mas hasta detenerse frente a una casita blanca de dos plantas. Estaba más apartada del resto y el jardín de rosas amarillas era inusualmente enorme.

Las abejas zumbaban y la suave brisa llevaba con ella el aroma a pasto recién cortado y a rosas. Una vez en el umbral, tocaron el timbre y aguardaron.

“Roronoa-ya no insista. Yo iré a…”

“¡Tu no me das ordenes! ¡Y ya te dije que me llames por mi apellido de soltero!”

“¿Por qué tiene que ser tan terco?”

“¡Tu que sabrás medicucho de mierda!”

Miraban la puerta con la confusión plantada en el rostro. Sabo sonreía apenado y Ace solo atinaba a imaginar que sucedía dentro. Finalmente la puerta de madera de roble se abrió y tras ella apareció un hombre joven, de ojeras pronunciadas y tatuajes intimidantes.

-emm- Sabo carraspeó un poco- Vine a ver a Sanji- como si hubiera sido invocado de la habitación contigua a la sala de estar, apareció otra persona.

-¿Sabo?- el pecoso no pudo evitar sentir curiosidad por aquel personaje. Un hombre escandalosamente rubio y  con unas demasiado extrañas cejas rizadas. Pero sin duda, la cualidad que más destacaba era la ausencia de su pierna derecha.

-¡Que gusto me da verte, hombre!- exclamó complacido el nombrado.

El resto de la tarde fue parcialmente aburrida. Sabo presentó a Ace y Sanji presentó a Law. Este último se mantuvo al margen todo el tiempo y Ace parecía ausente.

A diferencia de ellos, los rubios no dejaban de hablar y de contar lo que había acontecido en los últimos meses de sus respectivas vidas.

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-Lamento haber tardado- eran las seis de la tarde pasadas, debido al clima oscurecía más temprano de lo usual. –Tu hermano debe estar preocupado-

-No hay problema, él va a visitar a su abuelo todos los fines de semana- Sabo se pregunto si también sería el abuelo del pecoso, pero prefirió no seguir hurgando en la vida privada del otro.

-Gracias por ayudarme en el salón y por acompañarme hasta mi casa- el rubio sacó un par de llaves de su bolsillo y jugueteo con ellas un rato. Sentía un ambiente pesado y sabia que quería algo pero no atinaba que.

-No es nada. Buenas noches- resoplo con simpleza. Bajo las escaleras del pórtico pero la voz del otro le retuvo en la acera.

-¿Te veré el próximo sábado?- regresó sobre sus pasos hasta que ambos quedaron frente a frente. Sabo se sorprendió un poco por las acciones del pecoso. Pensó en retroceder y aumentar la distancia entre ellos, estaban demasiado cerca, pero su cuerpo parecía no querer reaccionar.

-Claro- y de pronto, el mundo se detuvo. Finalmente Ace corto el espacio que había entre ambos con suave beso.

Sabo no atinaba como reaccionar. Su corazón golpeaba su pecho con fuerza y el sentimiento que le embargaba le estaba consumiendo lentamente hasta que…rodeo el cuello del pelinegro con ambos brazos.

Eso no se lo esperaba. Pero algo dentro de sí, brinco de emoción. No esperaba que él otro le correspondiera de esa manera…

La falta de oxigeno les hizo separarse. Sus alientos eran visibles gracias a la luz de una farola cercana. Los ojos de Ace eran igual de inexpresivos que antes, en cambio los de Sabo tenía un hermoso brillo, notable a pesar de la oscuridad.

-N-Nos vemos…- bajo sus brazos de una manera tan lenta que a Ace le dio la impresión de que no quería separarse de su lado.

Una vez dentro se dejo caer en el sofá, ni siquiera encendió las luces, aun podía ver la silueta del pelinegro en el pórtico. Sus dedos aun temblaban y su pulso no se normalizaba ¿Qué era lo que le sucedía? Cuando alzo la vista de nuevo, él ya no estaba…

Se alejo pacientemente por las frías calles, pero, un extraño calor se había estancado en su pecho.

“Hasta el sábado entonces…”

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer .w.

Espero verles pronto x3


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