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Hurts. por ChocoPyo

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Notas del fanfic:

Bien, esto definitivamente será un Two-Shot, así que, lo siento si las dejo deseando más. No sé cuando suba el siguiente capítulo, pero espero que lo disfruten y no me tiren tomatasos con lo que pasará.

Ya era un mes exactamente.

Un mes desde que a Jimin, sus problemas personales habían decidido hundirlo en un pozo con bastante profundidad, la suficiente como para que se autolesionara. Un mes haciendo exactamente lo mismo todos los días por las mañanas; un mes sintiéndose la peor basura del mundo. Un mes desde que su sonrisa había dejado de verse como comúnmente lo hacía. Por supuesto que recordaba el cómo había llegado a hacer tal cosa; sería una mentira si dijese que no. Al principio dolía, pero era una forma de mantener su mente ocupada reaccionando ante el dolor para que, por lo menos, olvidara unos segundos su patética vida; porque sí, su vida se había vuelto patética después de que se, una tarde, se había puesto a pensar sobre las incontables veces en que sus compañeros lo habían llamado cerdo, gordo, feo, o de maneras parecidas. Entendía que él no era la persona más delgada o guapa del grupo, pero hacía su mejor esfuerzo por mantenerse delgado y verse bien, quemando toda su grasa sobrante con rutinas largas y difíciles que lo mantenían exhausto, pero sin embargo no parecía funcionar de ninguna forma. Y eso lo molestaba.
A diario, el despertar deseando no haberlo hecho ya se había convertido en algo rutinario. Detestaba saber que era un asco físicamente para sus compañeros; detestaba simplemente existir. Si los asqueaba con su sola presencia, no quería ni imaginar que dirían todos cuando se enterasen de que era gay.

“Seguramente ni siquiera querrían verme, y le pedirían a BangPD-nim que me cambaran de cuarto y me excluirían de las prácticas grupales”.

Estaba recostado; era de mañana y ya no podía dormir. Se levantó de su cama al igual que el día anterior, pensando en lo que siempre deseaba mas nunca hacía. Frotó su cara y arrastró los pies hasta el baño de la habitación, no sin antes echarle una mirada al cuerpo dormido de JungKook; suspiró recordando el trato de Kook hacia él. Cerró la puerta para obtener privacidad mientras largaba otro suspiro; esa vez no le puso el pestillo, y tal vez ese había sido su error.
Se sacó la camisa y se paró frente al reducido espejo que estaba arria del lavamanos. Pasó saliva mientras veía su rostro; “qué asco doy…”, se dijo a sí mismo. Los ojos le escocieron conforme apreciaba a la horrenda bola de grasa que tenía enfrente. No aguantó mucho y se apartó con brusquedad para luego buscar a la que desde hacía un mes se había vuelto en su mejor amiga, y sentarse en la tapa del inodoro, no son antes sacarse el pantalón de pijama gris que traía puesto.
Observó con detenimiento las blancas cicatrices que portaban sus muslos, muy cerca de la ingle y más arriba de media pierna; también había marquitas en el interior de estas. Eran tan delgadas. Apretó los labios con frustración para después, recordándose que era un asco y un cerdo, hundir la cuchilla en su piel, rasgándola de manera recta. Vio cómo brotaba su sangre a través de la herida, y le pareció, por una milésima de segundo, que hacer aquello era una estupidez. Aunque ese pensamiento no duró mucho; frunció el ceño y volvió a pasar la delgada hoja de metal por sus muslos, haciendo múltiples cortes en más de una sola dirección, rellenando los espacios en los que no había heridas, dejando así una punzante sensación de felicidad momentánea.

Alzó la cabeza ligeramente para observar su vientre sin los abdominales que tanto le gustaban a las fans, y se sintió culpable. Culpable por ser un asco de persona; culpable por no poder controlarse y comer a todas horas y en cualquier lugar. Sin previo aviso, gruesas lágrimas descendieron por las tibias mejillas del moreno, nublándole la vista y provocando que, al agachar la mirada de nuevo, las gotas impactasen contra las lastimadas piernas de este. Y de nuevo se sintió un asco. De repente, entre sus sollozos escuchó la puerta ser tocada y una voz que creyó reconocer como la del Golden maknae, preguntando si estaba ocupado, a lo que Jimin se alteró e intentó esconder la cuchilla bajo su pierna, cortándosela de forma leve, aunque lo ignoró y se apresuró a contestar que sí. Tomó su pantalón del pijama y se lo puso en las piernas al momento en el que la perilla se giró; lo único que atinó a hacer fue a meter la mano en el pantalón, simulando que se masturbaba. Quizá algo inmaduro, pero buena opción para el momento. Ocultó sus lágrimas y puso cara de orgasmo como mejor pudo.

— Ah… —fingió gemir al ver la cabecilla del menor asomarse y, con los ojos abiertos cual platos volver a cerrar la puerta diciendo múltiples lo siento.

Jimin prefirió ignorarlo y arrojar su pantalón manchado de sangre a la regadera con bastante odio y asco.

Se sentía una mierda por haber hecho aquello, pero era su única salvación sino quería que le descubriesen. Si no quería que arruinaran su “felicidad”.

Cansado y enojado de llorar, se levantó y se deshizo del bóxer con cuidado de no mancharlo con sangre para después meterse bajo el caliente chorro de agua.  Una vez que estuvo ahí, se dejó mojar  por las continuas gotas, sintiendo cómo le ardían las piernas. Quitó un poco del agua en su rostro para ver cómo estaban sus heridas, encontrando que la sangre era arrastrada cuando el agua pasaba por ese lugar, limpiándolas con cuidado. Suspiró y cerró los ojos pensando en su hyung, pero no cualquiera, sino, Suga, que desde no sabía cuándo, había empezado a llamar su atención, aunque claro, nunca le miraría a él porque, uno, era “un maldito cerdo”, y segundo, él no era marica.
Frustrado y cansado de su vida, alzó la cabeza en busca de una solución para acabar de una vez por todas con su miseria, encontrándose con su reflejo en la pared de cristal pulido. Movió su mano izquierda a su cara y, llegando a la mejilla derecha, la estiró, sintiendo su propio calor corporal; al instante en el que sintió que su piel se estiraba, quitó la mano lleno de asco porque tenía demasiada grasa en la cara. “A esto ni siquiera se le puede llamar mejilla…”, pensó tristemente frotando sus heridas en las piernas, sacándose gemidos de dolor y sonrisas de satisfacción al comprobar que el dolor físico, en efecto, aliviaba las penas del alma…

O eso creía él.

Sin perder más el tiempo, se enjabonó el cuerpo, restregándose fuertemente donde estaban las heridas recién hechas con desaprobación por su mismo cuerpo. Casi al terminar de ducharse, vio cómo de sus muslos ya no salía más sangre, y sonrió por primera vez en toda la mañana de manera real, contento porque verdaderamente, ese pequeño cúter hacía milagros. Suspiró y, sin cuidado alguno, se enredó en la toalla, envolviendo de su cintura hacia abajo y un poco más arriba de las rodillas, pero sin dejar al descubierto más de la cuenta. Antes de salir, se puso frente al espejo una vez más, recordando cuando, con orgullo, le había dicho a los chicos que había bajado de peso, puesto que mucha de su ropa le quedaba grande, presumiendo levemente el que su vientre se había hecho aún más plano y que los músculos de sus brazos resaltaban un poco más. Sin embargo, nadie dijo lo que quería oír, lo que buscaba escuchar casi con desesperación. En lugar de eso sólo se burlaron.

 

— Miren hyungs soltó con una velocidad sorprendente para todos, incluso para él; era sorprendente que lo hiciera, puesto que normalmente hablaba lento y eran entendibles sus palabras, todo lo contrario a ese momento.

Los presentes se giraron para verlo, ignorando por un momento a la televisión, y esperando a que hablara. Jimin estaba sonriendo mucho, eso era signo de que había descubierto algo y estaba feliz, lo cual no pasó desapercibido por ninguno en la sala. Creían que sería una de sus muchas tonterías como siempre, pero aun así le prestaron atención, pues era parte del grupo y un amigo.

¿Qué pasa ahora Jiminie? —preguntó un cariñoso Jin sentado al lado de TaeHyung y HoSeok. El pequeño sólo sonrió y se levantó la camiseta, mostrando sus abdominales no tan marcados en el proceso.

NamJoon, Hoseok y JungKook bufaron medio molestos por el mismo cuento de siempre.

¿Ya vas a empezar Jimin? habló claramente molesto el pelirrubio líder.

Lo-lo siento… Yo no… pensaba seguir hablando, pero el maknae lo interrumpió córtate y enojado.

Hyung, por favor cállate el moreno bailarín se encogió en su lugar apretando la mandíbula y mirándolo con el ceño fruncido. Sabemos que te gusta mostrar tus abs, pero hoy no, hyung.

No, no es lo que creen alegó—. Yo… les quería mostrar que eh bajado de peso… dijo cabizbajo para después morderse el labio inferior—. La… la ropa me queda grande… Yo… ¡Pude bajar de peso! exclamó bajito mientras extendía a los lados los brazos viendo en todas direcciones donde los muchachos estaban sentados. A lo lejos vio cómo Tae volcaba los ojos, lo cual creyó que era fastidio, y sin embargo era por diversiónIn-incluso mis brazos están un poco más marcados…

Se sentía un tonto al hablar de esa manera tan desesperada, pero quería escuchar palabras de apoyo, por lo menos murmullos que dijeran lo mucho que era cierto.

Lo necesitaba.

Pero nadie se las dio. Al contrario; escuchó risas y luego a HoSeok decir algo por lo que los demás se rieron también. No sabía qué había dicho, puesto que había dejado de escuchar todo a su alrededor. Fue cuando TaeHyung dijo que el peso que había perdido lo recuperaría pronto sino dejaba de comer como un cerdo, que despertó. Tragó saliva y, riendo falsamente, se marchó al baño a llorar.

 

“Eso eres para ellos Jimin…”, se dijo abriendo la puerta del baño, “Un jodido y asqueroso cerdo…”. No entendía por qué le afectaba tanto el qué dijeran los demás, pero así era. Le afectaba más de lo que quería y sabía que no podía hacer nada.

“O tal vez sí…”

En la oscuridad, notó cómo JungKook se levantaba y murmuraba un muy apagado y avergonzado buenos días, sacándole una sonrisita a Jimin, más no de felicidad, sino de culpabilidad y molestia hacia sí mismo por no poder ser como el maknae. A su lado siempre se sentía inútil e inservible debido a que él podía hacer de todo; cantar, rapear, bailar, incluso sabía cocinar un poco, además de que era muy lindo y delgado al igual que TaeHyung. A ellos dos sí que los envidiaba.
No respondió al saludo mañanero, en cambio meneó la cabeza y murmuró un “hey, hora de ducharse Kookie”, para después sentarse en la cama, justo frente a su mueble, y empezar a sacar ropa de este. Segundos más tarde se escuchó la cama del menor rechinar junto a unos pasos y al colchón de la suya hundirse ante el peso ajeno. En ningún momento se esperó que su dongsaeng lo abrazara, ya que siempre andaba por ahí diciendo que no se le acercara porque era feo y le contagiaría su fealdad. Incluso, por unos momentos sintió que su vida era mejor.

“Pero que mentira…”

— Vamos Kookie… —habló con un notable cansancio en su voz— Ahora no.

El pelinegro hizo un puchero que no vio el más bajo, luego de eso se bajó de la mullida cama de Jimin y se fue directo al baño, murmurando cosas sobre el cómo lo había tratado y que el moreno no pudo escuchar con exactitud.

Con pereza, largó un suspiro y se encogió en la cama, completamente agotado, sintiendo todos y cada uno de sus músculos relajarse, pero no podía permitirse dormir, no al menos en toalla, por lo que, con rapidez de levantó y se colocó uno bóxer negro que daba contraste con su piel algo blanca, y se recostó de nuevo en su cama, volteado hacia arriba. No se enteró de en qué momento se había dormido, ni siquiera supo en el momento en el que el maknae había interrumpido en la habitación haciendo ruido y cantando en tono normal. Él tan sólo siguió ahí dormido, disfrutando la tibieza de la cama. Por otro lado, el menor intentó llamar su atención para jugar un rato con él, pero su sorpresa fue grande al ver las rayas rojizas en las piernas de su hyung. Asustado, salió corriendo en busca del único hyung que podría ayudar a parte de NamJoon y Jin.

Suga.

Bajó por las escaleras tan rápido como pudo sin tropezar, una vez en la primer planta, casi gritó el nombre de la persona a la que buscaba, sin embargo no hubo necesidad pues se lo encontró en la cocina, buscando las galletas de TaeHyung en la alacena. Sin perder tiempo, lo jaloneó del brazo hablando tan rápido como cuando rapeaba No More Dream, dejando confundido al mayor ante lo dicho. Frunciendo el ceño, silenció al pelinegro.

— Ahora sí, Jeon JungKookie —dijo YoonGi con un atisbo de fastidio en su voz—, ¿qué pasó?

El menor tragó saliva y apretó los labios a punto de llorar.

— Es… es Jimin, hyung —el semblante del más grande se tensó en una mueca de preocupación—. ÉL… él tiene heridas en las piernas…

Notas finales:

Gracias por darle una oportunidad ^^

Bye bye~~


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