—Vamos Mahiro, come un poco de brócoli— Dijo Takahiro con insistencia
— ¡No! — El chiquillo hacia un berrinche por la comida, este quería comer otra cosa que no fuera ese brócoli asqueroso— ¡No me gusta!
—Nunca lo has probado cariño…— Comento Manami estresada
Manami y Takahiro habían intentado de todo para que su hijo de un año de edad comiera la comida de color verde. Ellos ya habían terminado de comer junto Misaki y Akihiko, los cuales seguían por año nuevo en la casa. Los dos invitados se encontraban sentados en la mesa del comedor mirando la escena
Misaki se levanto y fue a la cocina en busca de algo, dejando a la pareja y al escritor en silencio. Unos minutos más tarde entro con una cucharada del delicioso glaseado de fresa —Hermano ¿Me puedes dar la cuchara con brócoli? — Este asintió sin entender y se la dio
— ¡Mahiro mira lo que te traigo! — El pequeño de ojos avellana miro feliz la cucharada con dulce ¡Eso era lo que quería! El de cabellos cafés se acerco al niño y se arrodillo para quedar a la misma altura que la silla para comer del pequeño. Este rio y dijo con algunas palmadas
— ¡El avión!
— ¡Si, cierra los ojos ahí va el avión! — Mahiro cerró los ojos y abrió la boca con emoción
Misaki actuó rápido y cambio la cuchara de glaseado por la del brócoli, dándosela en la boca al chico. Los padres primerizos miraron al joven como si fuera su salvador. Esperen, lo era ¿Cómo no se les había ocurrido algo tan sencillo?
Todos quedaron en silencio al ver como el pequeño hacia una mueca, después de unos segundos la comida fue digerida y exclamo en voz baja
— ¿No hay más?
Tanto Takahiro como Manami se abalanzaron en el joven de veintidós años. El de lentes sacudió a su hermano menor con euforia
— ¿Cómo se te ocurrió hacer eso? — La voz de la esposa de su hermano mayor sonaba al borde de la felicidad, sin duda le habían quitado un peso de encima
—Hace mucho Usagi-san estaba enfermo, no quería tomar su medicina y lo soborne con una taza de café, la cual tenía medicina…— Se quedaron callados y observaron al escritor, sin duda era algo común en un hombre tan infantil
El de ojos violetas miro con burla a Misaki, esa no era la historia original
— ¡Solo es una cucharada! — Takahashi estaba molesto por la insistencia del mayor en hacer su trabajo más difícil
—La medicina sabe amarga— Comento de forma infantil, a pesar de sentirse horrible por la enfermedad, no podía desaprovechar la oportunidad de molestar a su amado— Si me dieras un beso tal vez podría tomarme la medicina
El universitario sabía que era una trampa, si hacia lo que el escritor le pedía no cumpliría con su parte al final. Suspiro con sus mejillas rojas por la vergüenza— Lo hare
— ¿Qué? — La cara de asombro del de ojos violetas era más que grande, una sonrisa apareció en su rostro y exclamo cerrando los ojos
—Estoy listo
Misaki sonrió y llevo la cucharada con medicina en a su boca, se acerco a los labios del escritor y los beso, cuidando de no ser delatado .Abrió la boca cuando el otro también lo hizo, rápidamente paso el amargo liquido a la otra boca y se separo.
La mirada violeta delataba molestia ¿Cómo había sido tan vilmente engañado? Trago la asquerosa medicina y rápidamente agarro el vaso de agua que estaba en la mesita a un lado de su cama
—No creas que te has salido con la tuya— Ese día el menor de los Takahashi comprendió que engañar al escritor tenía un precio muy caro
—Me acuerdo que esa taza sabía muy dulce…— Comento mirando con picardía al menor, este se sonrojo al adivinar los pensamientos de su pareja. Rápidamente le dirigió una mirada molesta ¡En verdad era un idiota!