Seco sus lágrimas con rudeza, lastimándose un poco. Sentía como su cabeza dolía por tanto llorar. Odiaba el hecho de sentirse tan lastimado por unas simples palabras
‘’Qué molestia’’ Al principio había querido pensar que el escritor no había murmurado eso, se dio cuenta que era verdad por ver la cara de remordimiento al preguntarle que había dicho. El mayor intento retenerle para explicarle, en verdad no había querido decir algo así; fue un desliz por su estrés.
Todavía recordaba la cara del menor al escuchar esas palabras, el sentir como sus manos temblaban cuando lo intento abrazar. Demonios, en verdad la había cagado. Había pasado una hora después de esa gran pelea y todavía sentía la culpabilidad golpear en su pecho al recordar esa cara llena de lagrimas
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—Usagi-san ¿Mañanas estas libre? — Intento sonar lo más tranquilo posible, quería salir con su pareja a algún lugar. Definitivamente eso no significa una cita, era lo que pensaba
—No lose, estoy muy ocupado— Comento sin siquiera voltear a verlo, se encontraba en su fecha limite
—Bueno ¿Tal vez te podrías desocupar unas dos horas? Es que estaba pensando…— Fue interrumpido por el mayor
—Misaki, te dije que no sabría decirte ¿Puedes dejarme trabajar? — Sintió una opresión en su pecho, esas palabras se escucharon muy secas y con rudeza. Intentaba pensar que era por el estrés
—Lo siento, te dejo trabajar— Justo cuando iba a salirse de la habitación, escucho salir de los labios de su pareja
—Que molestia— Murmuro mientras que continuaba escribiendo, en verdad se encontraba estresado y su pareja hablando sin dejarlo concentrarse era muy irritante
— ¿Qué dijiste?
Los ojos violetas se abrieron con sorpresa, rápidamente se dio cuenta lo que había dicho y sintió un gran remordimiento en su pecho. Dejo de escribir y con velocidad se dirigió hasta el menor— Misaki yo…— Yo no quería decir eso, las palabras no salían al ver el rostro del de cabellos castaños
Las lágrimas empezaron a bajar de su rostro. Auch, eso en realidad había dolido. La ira crecía conforme los segundos pasaban ¿Eso era lo qué pensaba de él? Simplemente había querido pasar un momento con su amante ¿Así era como le respondía? Sintió como lo agarraban de un brazo con delicadeza
Se zafó del delicado agarre con fuerza—Vete a la mierda— Susurro con dificultad por el nudo en su garganta. Salió del estudio ignorando las suplicas del otro
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Al siguiente día Takahashi despertó con una sed y un dolor de cabeza de los mil demonios, pero no tenía los ánimos ni la fuerza como para quejarse. Observo el reloj ¿En verdad tenía que ir a la universidad? Gimió con pereza y se alisto. No tenía las ganas suficientes como para darse un baño en una hora tan temprana. Salió de su habitación con sigilo, lo que menos quería era ver a su pareja. En verdad estaba muy lastimado por sus palabras. Agarro su bufanda y se puso sus zapatos, no tenía hambre
Caminaba hacia su apartamento, la universidad había terminado. A pesar de haberse desahogado un poco con su mejor amigo no podía sentirse mejor. Había avisado a la editorial que se encontraba muy enfermo y no iría a trabajar, su jefe le creyó al escuchar la voz del menor muy apagada y ronca
‘’No te preocupes, seguro que va a tener un explicación’’ Le causaba gracia esas palabras de su mejor amigo de cierta manera. Si el escritor se hubiese preocupado al menos lo habría seguido a su habitación. Por eso no quería enamorarse, a lo ultimo siempre sale uno más lastimado que el otro
Entro al apartamento y se dirigió a la sala. Abrió sus ojos sin poder creer lo que veía:
Rosas, eran rosas con un elegante color blanco, las reconoció; eran Baby Romantica. La sala de estar y parte de la cocina estaban llenas de flores. Podría jurar que eran más de cincuenta jarrones de vidrio con esos ramos. Se quedo paralizado al ver ese hermoso color blanco contrastando con los colores del lugar ¿Era mentira, verdad? Se acerco con cuidado hacia un jarrón, tocándolo como si en cualquier momento pudiese desaparecer
Sintió la delicadeza de los pétalos, no eran artificiales. Estudio los hermosos ramos; ninguno de ellos tenía espinas. Miro una pequeña tarjeta en uno de ellos ¿Acaso todos lo tenían? La tomo con sus manos temblorosas y abrió el pequeño trozo de papel
Era la letra del escritor, la podía reconocer perfectamente. Con ansiedad volvió a estudiar todas las dedicatorias en los ramos; todos decían lo mismo
‘’Perdóname’’
Sus lágrimas empezaron a salir sin su permiso. Subió las escaleras corriendo y con la misma rapidez se dirigió al estudio del mayor. Toco la puerta con tanta fuerza que podía jurar que estaba a punto de ser derrumbada. Abrieron y lo primero que hizo fue abrazar al de ojos violetas
Rápidamente sus leves jadeos por el llanto se convirtieron en sollozos ¿Por qué? ¿Por qué tenía que amar tanto a ese hombre? No rechazo los besos que repartían en su rostro lleno de lágrimas, tampoco cuando el mayor lo beso intensamente.
Lo necesitaba, aunque no quisiera admitirlo, Esa persona lo había convertido en un caprichoso. Después de tantos años ya no sentía la culpabilidad al amar con la misma pasión que el otro. En verdad se necesitaban el uno al otro, no podría vivir sin él
—Misaki, te amo— Fue lo que escucho entre besos el resto del día
Yo también te amo, estúpido.