Hacía unos dos minutos desde que escuché un ruido proveniente del cuarto de baño en el que se encontraba Donghae, luego nada. Literalmente, no oía nada.
—Hey, ¿Donghae? ¿Estás bien?—no hubo respuesta alguna así que comencé a preocuparme—¿Hae? ¡Hae! ¿Me oyes?
Nada de nada. Mierda. Abrí la puerta de golpe, por suerte, él no había puesto pestillo. Di un brinco hacia atrás al encontrarme semejante escena. Ahí estaba tumbado en el suelo con un moretón en la cabeza.
—Joder...—musité y le levanté del suelo para dejarlo en la habitación que ambos compartíamos. Intenté despertarlo—, Hae, despierta. ¡Hae!
Mi compañero abrió al fin los ojos. Suspiré aliviado.
—¡Menos mal! ¡Pensé que te había pasado algo grave!—él me miró extrañado.
—Estoy bien, lo que no entiendo es que haces aquí tú—fruncí el ceño pensando que se trataba de una broma.
—Esto... Pues nos tocó a nosotros quedarnos aquí hoy, los demás salieron.
—¿Qué demás? De verdad que no te entiendo. ¿Qué haces en mi casa?—debe de ser una broma, seguro que se trata de eso.
—Donghae, vivo aquí también—le digo riendo, aun pensaba que se trataba de una broma de mal gusto.
—¿Donghae? ¿Quién es ese?—me pregunta sin moverse demasiado. Abrí los ojos sorprendido.
—¡Tú eres Donghae, babo!—le dije molesto—, deja ya la broma, no tiene gracia.
—¿Broma? ¿De qué estás hablando?
—¿Te duele algo?—me preocupé.
—La cabeza—contestó antes de sentarse—, sal de mi casa antes de que llame a la policia.
—Donghae, ¿de verdad que no me conoces?
—Claro que no, te estoy diciendo que te largues—me advirtió. Salí de la habitación con mi teléfono y me encerré en el baño para llamar a un médico. Le di las indicaciones para que viniera a la casa, ya que Donghae no me iba a acompañar ni en broma. Una vez hecha la llamada, me dirigí a la sala de estar, donde ahora estaba mi compañero.
—¿Otra vez tú? ¡Te voy a denunciar! ¡Esta es mi casa! ¡Lárgate!—me gritó enfadado.
—Soy Hyukjae, ¿de verdad que no te acuerdas?
—No finjas conocerme, simplemente vete—señaló la puerta.
—¿No crees que esta casa es demasiado grande para ti solo?
—¡Cállate! ¡No te incumbe!
—Claro que me incumbe—respondí pero al querer continuar me interrumpió el sonido del timbre, debía ser el doctor. Fui a abrir.
—¡Eh! Pero, ¿qué haces? Tengo que abrir yo, es mi casa—me reprochó siguiéndome hasta la puerta. Después de estar seguro de que se trataba del médico abrí.
—Buenos días, soy el doctor Kwon, ¿dónde se encuentra el paciente?
Eunhyuk señala en la dirección de Donghae y Donghae a Eunhyuk.
—Fui yo quien llamó, el paciente es él—contesté.
—¿Por qué has llamado a un médico? ¿Estás loco?—me reprocha, ayudé al señor con su equipamento sanitario hasta llegar a la sala de estar.
—Dígame qué ha pasado—dirigiéndose a Hyukjae.
—Se ha caído en el baño y no recuerda nada.
—¿Ni su nombre?
—No, no lo recordaba hasta que se lo dije—Donghae los miraba sin comprender. El médico se giró hacia Donghae.
—Buenas, soy el doctor Kwon. Debo revisarle para comprobar su estado—le dice educadamente.
—Pero estoy bien—replica él.
—Por favor, solo será un momento—sacó un montón de objetos extraños de su mochila. Donghae suelta un bufido y yo simplemente me reí un poco. El médico me pidió que esperara en otra parte mientras le revisaba así que salí al balcón. Estuve esperando bastante tiempo, hasta que el doctor me avisó de que había terminado. Entré en la habitación donde estaba Donghae, le vi durmiendo plácidamente en el sofá.
—Ha sufrido una amnesia temporal, no es que sea muy grave en el momento, el problema probablemente esté en los problemas que se presenten después. De cuatro a seis horas recuperará la memoria pero lo mejor será que descanse al menos unas dos horas. Cuando se le haya pasado debe ir al hospital, le dejaré la tarjeta del especialista que le atenderá.
—Muchas gracias por todo—dije acompañándole hasta la puerta. El médico se marchó por el largo pasillo. Entré en casa nuevamente y me dirigí al sofá en el que se encontraba Donghae. Me senté en una silla frente a él, esperando que pasara el tiempo y por si había alguna novedad.
Empecé a cabecear por el sueño que tenía y, irremediablemente, me quedé dormido, con la cabeza al lado de la de él.
—¡Eh! ¡Despierta!—escuché el grito de Donghae y abrí los ojos.
—¿Qué pasa?
—¡Levántate, mono!—me sorprendí, al parecer estaba empezando a recordar cosas. Me incorporé de inmediato.
—¿Estás mejor?
—No sé, pero estoy harto de dormir. Quiero salir fuera—me dijo mientras intentaba ponerse los zapatos.
—No puedes salir, Hae. Aun estás enfermo—le quité el par de tenis de las manos y los lancé hacia la cocina, fuera de su alcance.
—¿Eres idiota? Déjame, ¡no eres mi madre!
—No te portes como un crío, no puedes salir ahora—intenté hacerle razonar—, además, el médico me ha dicho que debes descansar.
—Pero no quiero descansar más...—no sé por qué la receta que me había enseñado mi madre vino a mi mente y se me ocurrió una idea para distraer a Hae—, quiero cocinar...
—¿Te apetece hacer unas magdalenas?
—¿Magdalenas?—dice confundido. Empecé a explicarle.
—Sí, son unos dulces que...—él me interrumpió.
—Sé lo que es una magdalena—soltó un bufido. Sonreí, se estaba comportando como un niño.
—¿Entonces?—pregunté esperanzado.
—Será mejor que no hacer nada...
Acompañado de Donghae fui a la cocina para sacar todos los ingredientes y utensilios necesarios. Empecé a hacer la masa en un bol, Hae me obsevaba detenidamente, como si intentara recordar después todos los pasos. No tardé demasiado en acabar, pero ahora necesitaba ir al baño.
—Hae, ¿puedes poner un poco de harina en los moldes y en la bandeja? En seguida vuelvo—, él asintió con la cabeza y me dirigí al baño.
Poco después volví a la cocina encontrándome a Donghae cubierto de harina de la cintura hasta las orejas. Solté una carcajada.
—¡Hae! ¿Pero qué...?—seguí riéndome, era una imagen verdaderamente adorable.
—Se me ha caído, lo siento—se disculpa cabizbajo lo que hace que me parezca aun más tierno.
—¡No pasa nada! Yo lo arreglaré, ve a darte una ducha—le di un beso en la frente, él se fue hacia el baño. Metí las magdalenas en el horno.
MIERDA. Escuché el sonido de botellas de champú cayendo en el baño y corrí lo más rápido que pude hasta llegar allí.
—¡Hae! ¡Hae!—grité preocupado. Entonces le ví, estaba muy debilitado, se agarraba de lo que podía ya que casi estaba cayendo al suelo, me acerqué a él y le levanté sin importar que me mojara, ya que el agua estaba abierta. Le quité su camiseta para poder sacarle toda la harina que tenía encima, él se aferró a mí para no caerse. Cogí la regadera de la ducha y le eché agua en el pelo y sus brazos. Cuando la harina hubo desaparecido le ayudé a salir, cogí una toalla y tuve que quitarle también los puñeteros pantalones que estaban ahora empapados.
A duras penas le acompañé hasta la habitación, dejándolo como pude sobre la cama.
—Hyuk...—escuché que dijo con los ojos entrecerrados, luego se quedó dormido. Me alegré de que hubiera recordado mi nombre.
Fui a la cocina para apagar el horno donde estaban las magdalenas. Seguidamente me dirigí a mi habitación para estar con él. En cuanto despertara le llevaría al hospital.
Me senté a su lado. El tiempo empezó a correr, sin casi ni darme cuenta, pero Donghae tenía la culpa de esto. Realmente parecía un niño, apretaba las manos de vez en cuando, fruncía el ceño, sonreía y llegaba a poner muchísimas expresiones diferentes en cada minuto. Acerqué mi mano a la suya y para mi sorpresa la agarró con fuerza.
Una hora. Había pasado una hora y poco desde que estaba allí mirándole. Él empezó a abrir los ojos. Esperanzado esperé.
—¿Eunhyuk?—fue lo primero que dijo—¿Qué me ha pasado? Me duele mucho la cabeza.
—Amnesia—contesté aliviado de que ya recordara todo.
—¿En serio?—murmuró incorporándose, entonces se dio cuenta de que solo tenía su ropa interior—¿Por qué estoy así?
—Te ayudé a bañarte, te estabas cayendo.
—Oh—dice—, entonces es por eso que tu camiseta está húmeda.
Asentí con la cabeza.
—Vamos, tenemos que ir al médico...
—¿Tenemos?
—Sí, no vas a ir solo—dije ya al lado de la cómoda para quitarme la camiseta y ponerme otra. Él también se vistió y pronto salimos junto al chófer hasta llegar al hospital. Antes de bajar comprobamos que no había ningún paparazzi allí. Acompañé a Hae hasta la planta que me había dicho el doctor Kwon y esperé fuera mientras él estaba en la consulta.
No tuve noción del tiempo, ya que me dormí en la sala de espera. Total, estaba vacía.
—Hyuk, despierta—me dice Hae. Abrí los ojos esperando alguna noticia—me han dicho que todo es completamente normal, no hay ninguna conmoción cerebral ni nada de eso, estoy bien—respondió. Sonreí aliviado y le di un abrazo.
—Me preocupaste mucho, 'pececito'— le dije llamándolo por su 'apodo'.
—Lo siento.
—No te disculpes, no es tu culpa—contesté con una sonrisa, rompiendo el abrazo—, vamos, hay que ir a casa.
Él asintió con la cabeza. Bajamos y pedimos un taxi que nos llevó de nuevo a nuestro hogar. Entramos en el ascensor con normalidad, entonces vi a Hae nervioso, acercándose a mí. Rozó sus dedos con mi mano y luego entrelazó sus dedos con los míos. Sonreí abiertamente y él me imitó.
—Gracias, monito—murmuró.
—De nada—salimos del ascensor y entramos en casa. Le di un beso en la mejilla y nos dirigimos a la habitación. No piensen mal, eran las tres de la madrugada y necesitábamos dormir. Nos pusimos los pijamas y cuando estaba a punto de meterme en mi cama, oí la voz de Donghae.
—Hyuk...—me giré hacia él—, duerme conmigo.
Sonreí y pegué mi cama a la suya. Luego me tumbé. Él rodó sobre si mismo hasta llegar a mi lado, pasó un brazo por encima de mí y luego cerró los ojos. Yo también puse un brazo encima de la cintura de Hae antes de quedarme dormido nuevamente.