Capítulo I
La promesa que el árbol de cerezo escucho…
Hay amores que duran una eternidad pero otros son tan efímeros, como un parpadeo pero ¿Sabes? Esos amores son los que valen la pena vivir y sentir…
Ambos solo éramos niños cuando empezamos nuestra historia de amor. Tú eras el hijo del líder del clan más importante de Inglaterra y yo solo el hijo de una simple sirvienta. Aún recuerdo cuando nos presentaron…
Mi madre había enviudado recientemente y buscaba con desespero un trabajo, tu familia nos abrió las puertas. Mi madre trabajaría como sirvienta mientras que yo… mientras que yo sería tu niñera… De alguna manera me molestaba tener que cuidar a alguien menor que yo, tenía 10 años y tú 6. Aun así no pude negarme, tu padre me llevo a tu habitación, en el camino me dijo que ahí pasabas la mayor parte del día ya que tenías una salud delicada. Al entrar a esa lujosa habitación de inmediato captaste mi atención…
Tus ojos azul zafiro de inmediato me cautivaron, esos ojos contrataban con tu cabello negro azulado y tu blanca piel. Era pequeño para saber que me había enamorado de ti a primera vista…
-Sebastián este es mi hijo, Ciel Phantomhive- tu padre, Vincent Phantomhive, te presento con orgullo. Eras su único hijo y muy parecido a el- Ciel él es Sebastián Michaelis, desde ahora el cuidara de ti- parecías asustado con mi presencia ¿Había algo malo en mi para que me miraras de ese modo?- Ciel hijo di algo- te sonrojaste, casi te pones a llorar, esa reacción me pareció adorable pero muy infantil- Discúlpalo es tímido… Los dejare solos…
-Papa- al parecer no querías estar conmigo
-Estarás bien…- tu padre se fue dejándonos solos, tú me miraste con temor y curiosidad, quizá te intrigaban mis ojos de color escarlata que contrastaban con mi cabello negro azabache
Nos miramos durante un largo tiempo, sin decir palabra alguna, la situación era aburrida y extraña, estaba considerando la opción de irme cuando tú me hablaste por primera vez
-¿Quieres jugar conmigo?- estabas todo sonrojado, eras demasiado tímido, así que para darte confianza te sonreí
-Claro- mi respuesta provoco que sonrieras, de manera tan dulce, tan amplia, realmente estabas feliz. Eso me emociono…
Los primeros días contigo fueron difíciles, eras tímido pero tenías un horrible carácter, arrogante, caprichoso. Muchas veces tuve ganas de salir corriendo para ya nunca volver, me sacabas de quicio pero… una vez que me acostumbre a eso, pasar tiempo a tu lado empezó a ser maravilloso
Eras muy bueno tocando violín y piano, yo adoraba verte tocando, a pesar de ser tan pequeño e inútil, tocabas con maestría y pasión. Tu padre siempre quería que tocaras delante de otras personas solo para presumir tu talento, tú te morías de miedo y me pedias que estuviera a tu lado. Yo te obedecía ¿Qué opción tenia? Y así fue como fui conocido en la alta sociedad. Como la sombra de Ciel Phantomhive
Estuve contigo en las buenas y en las malas, tus desgracias comenzaron desde que eras pequeño, tu madre padecía una enfermedad que la iba acabando poco a poco, tú solías llorar muy seguido por esto y para animarte yo te decía que todo estaría bien, que tu madre se recuperaría… Pero no lo hizo, ella murió cuando tú tenías 8 años
Te negaste a ir a su funeral, ese día solamente te sentaste bajo un árbol de cerezos mirando el cielo, yo quería ir a consolarte pero no sabía cómo, no sabía que decirte. Solamente te mire de lejos… sin atreverme acercarme pero…
-Sebastián- tu padre nunca dejaba de sonreír, era una extraña cualidad. Había perdido a su esposa pero aun así sonreía- Ve animar a Ciel- eso quería hacer pero ¿Cómo?
-¿Cómo?- pregunte algo temeroso de recibir un regaño, pero tu padre solo sonrió de manera dulce, paternal
-Tú conoces bien a Ciel- eso era verdad, casi dos años junto a ti, te conocía como la palma de mi mano pero aun así no dejabas de sorprenderme-Te sorprende que no esté llorando ¿verdad?- tu padre tenía la habilidad de leerme la mente, eso me aterraba, pero me hizo darme cuenta por qué no me quería acercar a ti. Yo podía lidiar con tus lágrimas pero no con tu dolor, el dolor que no dejas ver tan fácilmente. Eras tan orgulloso- Ciel llora no por debilidad, es un niño después de todo, llorar es normal pero cuando se trata de sufrimiento él no sabe cómo expresarlo, por eso se mete en su mundo esperando a que alguien lo saque…- eso basto para que me atreviera a acercarme a ti…
-Ciel…- me miraste, tus ojos lucían tristes
-Me mentiste- no me espere eso, ¿Yo mentirte? Jamás…- me dijiste que se recuperaría…- Ah, se refería a eso
-No puedo tener siempre la razón- hiciste un puchero, te veías tan adorable que no pude evitar abrazarte de inmediato me empujaste- Ciel…
-Estoy molesto contigo- tu voz se empezó a quebrar-¡Muy molesto!- me empezaste a golpear, admito que quería regresarte los golpes pero al ver tus ojos que poco a poco se llenaban de lágrimas lo único que pudo hacer fue abrazarte, respondiste a mi abrazo gimoteando- ¡Sebastián! ¡Quiero que vuelva!- su llanto me recordó la vez que llore por la muerte de mi padre
-Lo sé pero ella no va volver pero ¿Sabes…?- como pude arranque una flor de cerezo, tu madre amaba esas flores- Ella siempre estará contigo…- miraste la flor incrédulo- Mientras este árbol no se marchite, ella no morirá…- tu tomaste la flor y sonreíste pero luego frunciste el ceño
-¿No estas mintiendo?- reí mientras negaba con la cabeza
-Yo nunca te mentiría- tú me mirabas con seriedad, no entendía esa reacción. De repente me abrazaste
-Tu no puedes mentirme, recuerda que yo soy tu amo- suspire, no me gustaba que me tratara como un sirviente, se suponía que éramos amigos ¿No?
-Si tú eres mi amo y mi amigo, así que por ese motivo nunca te mentiré- me miraste ilusionado, con tu mano me pediste que me acercara, lo hice, entonces tú me besaste en los labios, un beso rápido y casto
-¡Cuando seamos grandes nos casaremos!- gritaste con total seriedad, yo solo podía verte sorprendido y creo que hasta sonrojado ¿Eras consciente de lo que habías hecho y dicho? No lo sé, pero tu beso dulce y tus palabras me hicieron muy feliz- ¡Es una promesa!- estiraste tu dedo meñique
-Es una promesa- entrelace tu dedo con el mío y te di un casto beso en los labios… Definitivamente tú y yo nos casaríamos, estaríamos siempre juntos…
Qué ingenuos fuimos ¿No lo crees? Ciel…