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Visitante al anochecer por cyma30828

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Notas del capitulo:

Quería aclarar algo. Quién tenga wattpad, seguramente encontrará esta historia. No es plagio, es completamente mía, tengo una cuenta ahí, y es un lugar en el cual también me gusta escribir. Intentaré que las dos vayan al mismo ritmo. Dejando claro esto, he decido compartir esta historia por amor yaoi, ya que hace mucho que no escribía por aquí. Un saludo y espero os guste.

Si tan solo pudiera liberarme de mi condena. Si tan solo pudiera liberarme de mis cadenas. Si tan solo no me hubiera encerrado. Jamás creí que fuese capaz de hacerme tal atrocidad, pero aquí estaba, condenada a morir por un maldito lunático. Hubiera preferido encontrar mi final de una vez, pero no. Aquel estúpido me quería con vida, y no tenía ni idea de cuánto tiempo hacía que estaba aquí metida, pero sentía que había sido una eternidad. Había perdido la cuenta, por mucho que entrase la luz del sol, y tiempo después desapareciera, no era capaz de saber en cual día estaba viviendo.
 
En esos precisos momentos me encontraba sentada en un suelo sucio, con unas cadenas sujetándome las muñecas. Mi ropa estaba hecha jirones, todo por culpa de los constantes cortes a los cuales me sometía mi secuestrador. Con sólo recordarlo me entraban arcadas, aunque sabía que de mi estómago no saldría absolutamente nada. Supuse que sería otro modo de tortura, dejarme por temporadas sin comer. Lo había hecho por varias... ¿semanas? No lo sé, pero las ocasiones habían sido repetidas varias veces, sin embargo, ésta empezaba a ser más larga de lo normal.  
 
Podía sentir mis fuerzas desaparecer día tras día, apostaría cualquier cosa a que mi cuerpo había empezado a marcar los huesos, estaba segura que mi rostro demacrado no era digno de mi antigua apariencia, siempre intentando cuidarla. Pero de nada me había servido. 
 
Ahora estaba aquí, entre cuatro paredes y conviviendo con alguna asquerosa cucaracha que pasaba de vez en cuando. Ciertamente, su compañía era más grata que la de aquel loco.
 
—Me pregunto cuándo acabará esto... 
 
Cerré los ojos, sintiendo cómo poco a poco el sueño empezaba a invadirme. Sabía que había comenzado anochecer, la poca luz que entraba por un hueco que había en el techo, me indicaba tal afirmación. De repente, el sonido de un ave provocó que volviera abrir mis ojos, y fue entonces cuando me topé con una mirada que no me era conocida, no se trataba de mi secuestrador. ¿Cómo demonios era posible que estuviera viendo una persona frente a mí? ¿Había empezado a delirar? ¿Sería mi mente jugándome una mala pasada? 
 
Por otro lado, aquella chica era bellísima. Su pelo rojizo caía sobre sus hombros en suaves ondas. Una electrizante mirada sobrenatural que imponía tanto respeto como temor estaba fija en mis ojos. Nariz recta y levemente respingada, demasiado perfecta. Labios rosados, no muy finos, pero condenadamente seductores. 
 
Aquella chica, vestía con unos pantalones oscuros, no muy ceñidos a su largas piernas. Portaba una blusa completamente blanca, y por encima de ésta, una chaqueta negra de cuero. Por último estaban sus converse de color rojo. De algún modo, aún con esa ropa casual, por mi cabeza aparecía la palabra elegante. Me sentía muy confusa. Cualquiera diría que era una chica normal y corriente, pero mi instinto me negaba tal apariencia inocente. Toda ella gritaba peligro. 
 
En esos instantes, mi mente buscaba una explicación. Dejé de admirar tal persona digna de atención, e intenté verle sentido a esto. No era posible que aquella desconocida estuviera aquí dentro. El único modo de entrar era abriendo aquella puerta, y el único dueño de la llave era el maldito lunático que me tenía encerrada. No tenía sentido, había empezado a delirar, esto sería una alucinación.
 
—¿Una mala noche?— su voz llamó de nuevo mi interés. Mis ojos volvieron a parar en los suyos. Nunca en mi vida había visto una mirada tan surrealista. 
 
—He tenido mejores— respondí. Si esto era mi cabeza intentando distraerme, no pensaba echarlo a perder. Peor sería hablar con mi secuestrador. 
 
Ante mis palabras, ella sonrió, mostrando unos dientes blancos y perfectos, aunque logré divisar unos colmillos más largos de lo normal. 
 
—Cuéntame, ¿qué haces aquí?— dio dos pasos y se detuvo a escasos metros de mí. Mi cuerpo reaccionó solo, echándose hacia atrás, intentando mantener una distancia entre la desconocida y yo. 
 
—Un lunático me ha encerrado en este asqueroso lugar— escupí con asco y odio. Ella asintió y se agachó, clavando de nuevo sus ojos en los míos—. Y pensar que era uno de los mejores amigos de mis padres, está enfermo.
 
—¿Qué te ha hecho?
 
—¿Además de secuestrarme?— asintió de nuevo—. Cortarme por todo mi cuerpo, pegarme, intimidarme, dejarme días sin comer... Por Dios, prefiero la muerte a esto.
 
De nuevo aquel movimiento de cabeza. Parecía tan real, pero al mismo tiempo tan surrealista. Si había sido mi mente, debía de admitir que el trabajo de creación era bueno. 
 
—¿No piensas preguntarme quién soy?
 
—Supongo que eres una alucinación o algo creado por mi cabeza— mi respuesta la divirtió. De nuevo mostró una sonrisa perfecta mientras negaba.
 
—La verdad, es que no— se enderezó y se alejó de mí, cosa que me alivió—. Por desgracia, soy más real de lo que tú crees. He venido hasta aquí por el olor a sangre que emana este lugar. Estás débil, más de lo que pensaba en un principio, y lo sé por tu apariencia y concretamente, por tu sangre.
 
—¿Cómo has entrado?— su explicación no era lógica. ¿Se suponía que debía creerme tal tontería? No podía. 
 
—Querida, es lo último que deberías preguntarme— apoyó su espalda en una de las paredes y suspiró—. No estás en muy buenas condiciones, y estoy segura que esto seguirá por mucho tiempo, así que te propongo algo.
 
—¿El qué?— fruncí el ceño con sospecha, pareciéndome esto aún más extraño de lo que ya era.
 
—El modo de salir de aquí.
 

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