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La Propuesta por YinYang

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Notas del capitulo:

Esperamos que lo disfruten. ♥

Capítulo 11

 

 

Apenas un paramédico se hizo presente, decidieron usar el helicóptero privado de la familia para transportar a la abuela de Seung Hyun hasta la ciudad y llevarla rápidamente al hospital. Los paramédicos la pusieron en una camilla y le pusieron un tubo de oxígeno en caso de emergencia mientras la subían. Inmediatamente los padres de Seung Hyun y él subieron con ella al helicóptero.

 

Seung Hyun agradeció en silencio que Young Bae estuviera presente, porque él sabía manejar esa cosa, él no aprendió nunca y su padre con los nervios ni siquiera podría llegar a tomar el rumbo.

 

El moreno despegó rápidamente y se dirigió con suavidad por el cielo mientras el paramédico apretaba el tubo de oxígeno. La abuelita de Seung Hyun levantó una mano y entre movimientos torpes se quitó el tubo. Quisieron detenerla, pero pronto se dieron cuenta que era en vano. Ella quería decir algo, y por el momento crucial, sabían que podía ser quizás lo último. Ella les miró y entonces el padre de Seung Hyun se agachó a su lado y miró a su hijo.

 

—Seung Hyun.

 

El pelinegro le miró y su abuelita estiró las manos para tomar las de él.

 

—Ustedes dos necesitan dejar de pelearse. Nunca van a estar de acuerdo... pero son familia... —Se le llenaron los ojos de lágrimas y Seung acarició sus manos suavemente. —Prométeme que vas a apoyar a Seung Hyun... aunque no estés de acuerdo con él.

 

Miró al padre de Seung y este bajó su mirada mientras asentía lentamente.

 

—Te lo prometo.

 

—Seung... —Se miró mientras apretaba sus manos. El pelinegro sentía sus ojos llenos de lágrimas. —Prométeme que te esforzarás más en ser parte de esta familia...

 

—Lo haré... —Le miró fijamente mientras asentía. —Lo prometo...

 

—Entonces, ya pueden llevarme los espíritus.

 

Ella soltó sus manos y dejó caer su cabeza nuevamente en la camilla mientras cerraba los ojos lentamente.

 

—¿Abuela? —Seung Hyun le miró. Ella no reaccionó.

 

La abuelita de repente apretó los párpados y entonces volvió a abrir los ojos. Se quitó nuevamente el tubo de oxígeno y entonces se sentó rápidamente en la camilla.

 

—No, todavía no me están esperando —dijo negando sonriente —. Me siento mucho mejor, no es necesario ir al hospital tesoro. —Dijo en voz alta hacia Young Bae mientras Seung Hyun le miraba con un tick en el ojo. La madre de Seung abrió su boca a par y el padre entrecerró los ojos. —Llévanos al aeropuerto por favor.

 

—¡¿Fingiste un infarto?! —El padre de Seung le miró con sus ojos muy abiertos.

 

—¡Por favor! —Seung Hyun le miró sin poder creerlo. Su abuela era otro nivel.

 

—¡Era la única manera de hacer que se callaran y fuéramos al aeropuerto! —Dijo regañándolos.

 

—No puedo llevarla al aeropuerto, abuela... —Young Bae la miró preocupado. —Las coordenad-

 

—Dong Young Bae, no me hagas hablar con tu mamá.

 

Le miró amenazante, el moreno sonrió negando.

 

—De acuerdo.

 

Ella se recostó en la camilla nuevamente y acomodó su cabeza. Seung Hyun llevó una mano a su cara y suspiró. Casi se le había ido el alma del cuerpo y su abuelita yacía bien tranquila.

 

—Me diste un buen susto.

 


 

Ji Yong miró por la ventana. Iba perdido en sus pensamientos. Se cruzó de brazos y apretó los dientes con fuerza sabiendo que en pocos minutos el avión partiría de vuelta a Seúl para que él recogiera todas sus cosas y volviera a su país de origen.

 

—Debió rendirse cuando todavía estaba en Seúl y todo habría sido más fácil. —Yang medio sonrió cruzándose de pies a su lado. —Verás, soy como Sherlock Holmes, siempre atrapo al transgresor. Así de bueno soy.

 

El hombre pareció reírse, pero Ji Yong no tenía ánimos de nada. Siempre había sido serio y desconsiderado como una diva sin sentimientos, pero ahora sentía que algo le dolía tanto que se sentía estúpidamente vulnerable. Una parte de su corazón que creía completamente intacto parecía comenzar a trisarse.

 


 

Seungri sonrió grandemente y puso los pies sobre el escritorio mientras los cruzaba relajadamente. Miró todo el panorama del aeropuerto desde la torre de control y suspiró. Trabajar en la torre de control para él era genial, podía controlar cuando despegaban y aterrizaban, se sentía el amo del universo.

 

Tomó el micrófono con el cual daba las instrucciones a todos y entonces dejó caer su espalda en la silla mientras lo acercaba a sus labios.

 

—Vuelo mil seiscientos uno, puede despegar en cuanto esté en posición.

 

—Entendido, Seungri.

 

Colgó y abrió su paquete de galletas con chispas de chocolate en paz mientras se balanceaba en el asiento.

 


 

Young Bae aterrizó a toda velocidad en la acera y, apenas tocó suelo, Seung Hyun bajó como si su vida dependiera de ello.

 

—¡Vamos, vamos! —Sacó su celular mientras se bajaba a toda prisa y marcó rápidamente mientras corría por la mitad de la pista de aterrizaje frente a la torre de control del aeropuerto.

 

Seungri dejó las galletas y bajó los pies para atender su celular con total tranquilidad.

 

—Torre. Adelante.

 

—¡Seungri! —Gritó mirando hacia la torre. —¡Soy Seung Hyun!

 

—¡Hyuuuuuuuuuuung! ¡¿Ya te casaste?! ¡No he podido conseguir el día libre para asistir! Si puedo llegar a la fiesta, ¿no?

 

—¡Seungri, cállate y escúchame! —Miró a todos lados. —Necesito un favor. Necesito hablar con Ji Yong, ¿puedes detener ese avión?

 

Miró en dirección al avión que comenzaba a ponerse en posición de despegue.

 

—¡Oh my god, Hyung! ¡¿Se te escapó la novia?! ¡No puedo creerlo! ¿Qué pasó?

 

—¡SEUNGRI! ¡Necesito que detengas ese avión! ¡Por favor!

 

—No puedo hacer eso, Hyung. —Dijo en un tono más preocupado mientras el avión comenzaba a elevarse poco a poco. —Podría ocasionar un accidente. Lo siento, Hyung.

 

Seung Hyun vio el avión partir y bajó el celular casi desesperado.

 

—¡No, no! —La abuelita y su madre bajaron lentamente del helicóptero. —¡No, maldición!

 

—¿Qué pasa? —El padre de Seung Hyun se bajó tras ellas.

 

—Ji Yong se va. —Dijo su esposa señalando el avión.

 

—¡Y no le pudo decir! —La abuelita se quejó.

 

—¿Decirle qué?

 

—¡Que lo ama! —Contestó su esposa con desilusión.

 

—Para que Ji Yong le diga que lo ama también.

 

—¿Pero cómo? —El hombre les miró confundido. —Se supone que era un plan y-

 

—¡Si no estuviera enamorado de Seung Hyun, no se habría ido! ¡No habría dicho la verdad!

 

—Claro que no. —Secundó la abuelita como si fuera lo más obvio que había escuchado.

 

—¿Soy el único que no entiende? —El hombre no cabía en su asombro.

 

—¡Ay, cariño, no sabes nada!

 

Caminaron lentamente hasta Seung Hyun. Este volvió a poner el celular en su oído.

 

—¡Seungri! ¡Mira abajo!

 

Seungri se puso de pie rápidamente y entonces lo vio parado en la pista y abrió sus ojos grandemente.

 

—¡Hyung! ¡Ahí estás! ¡Lo siento, no pude hacer nada!

 

—Está bien, Ri... Gracias. —Dijo cansado mientras bajaba el celular y cortaba.

 

Seung Hyun miró al suelo, ¿qué podía hacer ahora?

 

—Perdóname hijo... no sabía lo que sentías por él. —Su padre bajó la mirada también. Ahora se sentía culpable por ignorar los sentimientos de Seung Hyun completamente.

 

Seung Hyun le miró fijamente y simplemente asintió sin decir nada.

 

—Cariño, todo va a salir bien... —Su madre le miró.

 

El menor intentó sonreír, pero realmente ni siquiera sentía ánimos de hacerlo.

 


 

En Seúl, la oficina del mejor empleador de publicidad estaba siendo limpiada. Ji Yong guardaba todas sus cosas en cajas y trataba de mantener lo mejor posible en orden. La gente a su alrededor le miraba intensamente e incluso caminaban cerca de ahí para ver las cosas con más detalle. No podían creer que el gran Kwon Ji Yong se fuera, el jefe más antipático y altanero que habían tenido, pero aun así el más popular e inteligente.

 

Ji Yong tomó como pudo una caja con uno de sus bolsos en él y salió de la oficina con algo de dificultad. Suspiró cansado, estaba exhausto y quería que el día, ojalá, se pasara muy rápido para salir luego de toda aquella incómoda situación.

 

Miró a su alrededor y encontró a un amigo de Seung Hyun sentado conversando con una colega.

 

—Dong Wook... Dong Wook. Por favor envía los paquetes a esta dirección. —Ordenó pasándole un papel. —¿Puedes?

 

—S-sí, claro. Pero... —Titubeó, mirando atrás de Ji Yong.

 

—¿Qué? ¿Qué?

 

El castaño volteó y miró la entrada de la oficina. No podía creerlo. Su expresión facial demostraba asombro, pero se contuvo tratando de no hacerlo tan notorio. ¿Qué rayos hacía Seung Hyun ahí? ¡Él debía estar en Jeju! A menos que se hubiera ido corriendo inmediatamente después de su partida.

 

El pelinegro le sonrió sin mucho ánimo, no porque no estaba contento, sino porque estaba muy nervioso.

 

—H-hola... —Dijo algo agitado.

 

—Seung...

 

La oficina estaba llena de murmullos. Ji Yong se sentía nervioso, demasiado para su gusto. Seung Hyun se acercó cada vez más.

 

—P-pero, ¿por qué respiras así? —Seung Hyun inhaló con dificultad.

 

—Porque llegué corriendo.

 

—¿Ah, sí? ¿Desde Jeju?

 

Seung Hyun ya estaba muy cerca de él.

 

—Quiero hablar contigo.

 

—¿Sí? Pero no tengo tiempo ahora. Salgo en el vuelo de las cinco a Corea del Norte.

 

—Ji...

 

El menor se dio vuelta hacia Dong Wook y le entregó la caja que tenía en las manos.

 

—Ten, necesito que los empaques y que salgan hoy justo a-

 

—¡JI YONG, DEJA DE HABLAR! —Exclamó el mayor con fuerza.

 

Ji Yong sintió un escalofrío y dio vuelta hacia el pelinegro algo cohibido.

 

La oficina se llenó de un silencio eterno. Ji Yong miró hacia el lado, y como si fuera automático, todos los trabajadores se sentaron rápidamente en sus puestos comenzando a trabajar como si nada estuviera pasando, claramente disimulando de manera torpe que oían todo.

 

—Voy a decir algo. —Afirmó Seung.

 

—¿Sí?

 

—Sólo será un segundo.

 

—Bien, ¿qué? —Preguntó en un susurro mientras se cruzó de brazos.

 

Seung Hyun tragó grueso. Su cuerpo se sentía tenso, como si estuviera a punto de explotar algo que contenía de hace tiempo. Y bueno, realmente era exactamente eso.

 

—Hace varios días te odiaba, en serio. —Ji Yong elevó sus cejas. —Solía soñar con que te golpeara un auto o que te mordiera algún perro.

 

—Oh... Q-que tierno.

 

—Te dije que dejaras de hablar.

 

El menor guardó silencio y apoyó su peso en el otro pie.

 

—Tuvimos nuestra pequeña aventura en Jeju y las cosas cambiaron... Todo cambió cuando te besé. —Ambos se miraron, uno más avergonzado que el otro. —Cuando me hablaste de tus tatuajes... Y hasta cuando estuvimos desnudos.

 

Todos en la oficina volvieron a murmurar y hacer gestos sorprendidos. Ji Yong frunció un poco el ceño por eso.

 

—Pues, yo no vi nada, no sé de qué hablas.

 

—Sí me viste. Pero no me di cuenta de esto hasta que me quedé en el altar, solo, sin esposo, en el granero... —Seung exhaló fuertemente. —Ahora, ¿puedes imaginar mi decepción cuando de pronto entendí que el hombre que amo está a punto de ser deportado?

 

Ji Yong abrió mucho sus ojos hacia el mayor. No lo creía, no podía. ¿Estaba realmente pasando? No, no era real. Es que, ¿cómo?

 

El pelinegro prosiguió. Se acercó mucho más a Ji Yong sin apartar su mirada.

 

—Ji Yong... Cásate conmigo.

 

El menor entonces sintió en su estómago lo mismo que sentiría al caer de un avión: Pánico, nerviosismo, excitación, alegría, preocupación... Se lo estaba preguntando de verdad, de manera seria... Seung Hyun le estaba pidiendo matrimonio.

 

—Porque yo quiero estar contigo, Ji.

 

Pero a pesar de la potente adrenalina y alegría, cayó. Bajo esa mirada negra y brillante se dio cuenta de que no podía. Seung Hyun no le pertenecía y no le pertenecería jamás, porque era demasiado bueno, porque no podía merecer a alguien como él. Porque Seung Hyun era todo.

 

Con el dolor de su alma negó con su cabeza. Desvió su mirada y parpadeó muchas veces, resistiendo las ganas de llorar. Arregló su cabello y se acercó más al mayor.

 

—Créeme, no quieres estar conmigo —susurró.

 

—Sí, quiero.

 

El menor volvió a negar. Un nudo se formó en su garganta y como pudo tragó.

 

—El asunto es que... He vivido solo todo este tiempo y hay una razón: Estoy cómodo así, y creo que sería más sencillo sin nos olvidamos de todo lo que pasó y seguimos con nuestras vidas... separados.

 

Seung Hyun le miró fijamente. Su ceño se frunció un poco, pero no de enojo, estaba dolido, pero no iba a dejar que el miedo de Ji Yong le cegara de los reales sentimientos que sentía, que ambos sentían.

 

—Así es. —Asintió, dio un paso más cerca quedando casi tocándose con el castaño —Sería más sencillo.

 

Ji Yong asintió. Sus ojos se comenzaron a volver acuosos y sin poder evitarlo ya se le notaban las lágrimas. Luego negó apretando fuertemente sus labios. Seung Hyun le miró comprensivamente.

 

—Tengo miedo... —Susurró el menor, sincerándose.

 

—Y yo.

 

Seung entonces no aguantó más. Dejó caer su chaqueta negra al suelo y con ambas manos tomó el rostro del menor. Lo acercó tanto, que sus labios por fin se encontraron. Ji Yong se dejó acariciar solamente, porque hace rato quería volver a besarlo, y porque su cuerpo no era tan fuerte como para apartar a Seung Hyun de su toque. Sus labios se unieron suavemente, con paciencia.

 

Sus narices se rozaron y con la mirada perdida en el otro se quedaron ahí un momento, sin importarles el personal a su alrededor.

 

Había sido un beso tranquilizador, no podían negar el amor que había nacido entre ellos, ya no podían alejarse del otro. Entonces Ji Yong recordó un pequeño detalle.

 

—¿No deberías ponerte de rodillas? —Susurró entre sus labios.

 

—¿Entonces debería tomar la propuesta como un sí?

 

—Sí.

 

Se besaron una vez más. Los demás sonrieron.

 

—Eso, ¡muéstrale quién manda, Seung! —Gritó Dong Wook desde un extremo.

 

Ambos rieron mientras volvían a unir sus labios con alegría y amor. Era la primera vez que alguien podía dominar a Ji Yong.

Notas finales:

PD: Originalmente la película terminar acá... PERO como nosotras somos culs y las/os amamos, vamos a hacer más capítulos para ustedes. Igualmente el fanfic ya está en la recta final


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