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La Propuesta por YinYang

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Notas del capitulo:

Lo bueno se hace esperar, dicen por ahí... Esperamos de todo corazón que les guste este capítulo. 

Capítulo 14

 

 

—¿Estás seguro que esto es lo correcto?

 

Ji Yong lo miró una vez más. El pelinegro soltó una risita, había escuchado esa pregunta al menos unas tres veces en lo que iba de viaje. Había decidido pasar unos días en las cabañas a los pies del mar un poco alejados de casa, los dos solos. Además, el viaje en el bote era muy bonito, relajado y, como diversión extra, habían invitado a su primo Young Bae y Seungri, como un tipo de agradecimiento por haber ayudado el día de la boda falsa a calmar a la gente mientras él corría por alcanzar al novio fugitivo.

 

De todas maneras, no es como si estuvieran lejos, tan sólo eran veinte minutos en cruzar desde el muelle. Pero el menor seguía insistiendo que quizás era de mala educación no quedarse en la casa de los padres de Seung Hyun cuando habían ido a verlos, esta vez de manera oficial.

 

—No pasa nada… mi abuela estaba feliz de que viniéramos y mamá también.

 

—Pero, pero… ¿y tú papá?

 

—Mi papá en serio que está arrepentido, además, no diría que no —acarició su mejilla un momento y le dedicó una sonrisa. —Relájate, a eso vinimos.

 

—Está bien.

 

No pudo evitar sonreír también ante la caricia.

 

—Me alegra que estén bien. —Young Bae se sentó a su lado con una gran sonrisa. —Este pobre chico corrió toda la Isla Jeju intentando alcanzarte, ¿sabes?

 

—Nunca te imaginé de esa manera.

 

—Y yo nunca pensé que tuvieras un lado tierno y romántico, ¡pero mira qué sorpresa! —Ji Yong le dio un golpecito en el brazo riendo.

 

De alguna forma tenía algo de razón. Siempre se había mostrado tan frío y despectivo con los demás, que no se sentía mal cuando le decían que creían que él no tenía sentimientos o no podía llegar a ser tierno y divertido. Seung Hyun se había llevado una grata sorpresa cuando comenzó a conocerlo más a fondo después de inventar el matrimonio. Quizás, la decisión de ayudarlo con la falsa boda había sido la mejor.

 

—Desde la primera vez que los vi sabía que tenían un montón de tensión entre ustedes —Seungri dio un sorbo de su bebida sonriendo. —Se insultaban y golpeaban como niños de cinco años para demostrar su amor. ¿No son lindos?

 

—¿Qué tiene de lindo? —El moreno se echó a reír.

 

—La forma desesperada de llamar la atención del otro.

 

—Tú haces acciones desesperadas para llamar la atención de alguien, ¿no, Ri?

 

Seung Hyun le miró entre risas y el menor pensó en golpearlo, pero entonces simplemente apretó sus labios, terminó sonriendo y asintiendo.

 

—Pues sí. Hay que buscar métodos, ya sabes.

 

El moreno desvió su mirada. A veces pensaba que existía algún tipo de afinidad con el menor del grupo, pero cuando Seungri afirmaba este tipo de situaciones, eso le hacía pensar que existía alguien en su corazón, aunque él ya lo había negado.

 

—Ya llegamos.

 

El mayor se puso de pie mientras el hombre que guiaba el bote anclaba en el lugar. Se bajó cuidadosamente y tendió su mano a Ji Yong para ayudarle, este sonrió, y aunque podría haber bajado solo, se afirmó del pelinegro sólo porque le pareció muy caballeroso. Una vez en el muelle, los dedos de Seung se enredaron entre los suyos y caminaron con las manos tomadas relajadamente. No era mucho lo que llevaban, solamente un bolso con ropa de cambio y algunas cosas útiles que Seung Hyun cargó sin mayores problemas.

 

—¡Es precioso!

 

Ji Yong se soltó del agarre y caminó alrededor de la cabaña. Era al estilo rústico, pero parecía ser de ensueño. De esas cabañas al medio del caribe o algo parecido. Se veía agradable y familiar. Dejó de sonreír y entonces giró mirándole. Alzó una ceja, intuitivo.

 

—No me digas.

 

—¿No te digo? —Una risa salió de sus labios.

 

—Es de tu familia. —Seung Hyun guardó silencio. —¡Demonios! ¿Sí lo es?

 

—Dijiste que no te dijera.

 

—¿Qué acaso son dueños de todo Jeju?

 

—Bueno…

 

—No puedo creerlo.

 

—Hyung va a ser dueño de todo esto en el futuro. —Seungri dijo riendo. —Así que tienes un buen partido.

 

—Debí haberle obligado a quedarse conmigo antes —dijo en tono de broma.

 

—¿Por qué no entramos? —Young Bae se acercó a la puerta con total confianza. 

 

El resto de la tarde fue espléndida. A decir verdad, Ji Yong hacía mucho tiempo que no reía tanto. El sonido de su voz regocijando fuerte y sus dientes perfectamente a la vista era algo nuevo para Seung Hyun, quien se sentía cada vez más hipnotizado por esa imagen tan hermosa.

 

Desde que el menor había comenzado su trabajo, sus únicas metas habían sido trabajar para ir subiendo de puesto hasta llegar a ser el mejor en su rubro, lo cual había logrado, pero a costa de dejar de tener amigos. Claro que todavía tenía algunos cercanos que le entendían, como en la moda y cosas por el estilo, pero era más bien solitario hasta la llegada de Seung Hyun a su vida. Y es que él se sentía mejor solo, desde que sus padres habían fallecido, sus tías nunca aparecieron y no tenía mayor familia, tenía un par de amigos, pero por su trabajo no podía verlos a menudo. Se culpaba por ello también, tampoco es como si se diera el tiempo para hacerlo.

 

Pero ahora sinceramente se estaba divirtiendo. Como nunca. Habían comido demasiado, habían hecho carnes, papas y otras infinidades de comida chatarra que nunca pensó en comer porque lo haría subir de peso. Pero realmente ahora ni siquiera le importaba. Y también había bebido varias copas de vino, adoraba beber, a decir verdad. Bebía bastante cuando leía u ojeaba alguna revista que le gustaba, muchos tipos de alcohol, pero ese era un secreto que pocas personas sabían. Y bueno, ahora su futuro marido, Young Bae y Seungri. Aunque sentía que confiaba bastante en ellos como para contarles sobre todos sus tatuajes, pero eso ya en otra ocasión. Por el momento ese era el secreto que sólo Seung Hyun sabía.

 

—Ah… —Tocó su estómago mientras reía todavía. —No puedo creer que seas tan ridículo.

 

—Hyung siempre ha tenido mentalidad de un niño de cinco años. —Seungri se reía ruidosamente por el baile sin gracia del mayor de todos.

 

—¿Nunca había hecho eso delante de ti? —Young Bae le miró riendo.

 

—No, él parecía amargado e idiota —Ji Yong siempre tan sincero.

 

—¡Gracias! —El mayor se echó a reír.

 

El pelinegro volvió a sentarse y entonces Ji Yong le dio un beso en la mejilla mientras sonreía. Realmente lo estaba disfrutando y se sentía tan agradecido con Seung Hyun por integrarlo en su vida y en su entorno. Hace mucho tiempo que no sentía tan grata compañía.

 

—Bien, creo que va siendo hora de irme. —Seungri se estiró. —Me encantaría quedarme a beber, pero mañana debo trabajar y ya he llegado suficientes veces en condición de zombi.

 

—No lo dudo —Seung Hyun se burló.

 

—Supongo que debería volver también —Young Bae se puso de pie.

 

—Hasta tu casa es más de una hora —el pelinegro le miró. —Y ya es muy tarde, quédate.

 

—Créeme que no es gracia que me quede cuando están los dos solos.

 

—No nos molestas, Bae —Ji Yong sonrió, hablaba en serio.

 

—Bae Hyung —Seungri llamó su atención. —¿Por qué no te quedas en mi casa?

 

Por un momento hubo un silencio. El mayor de todos sonrió levemente y miró a su novio quien no entendió mucho aquella expresión. Young Bae tenía un debate interno, nuevamente ese sentimiento de química o coqueteo entre ellos.

 

—Anda —le miró con una sonrisa. —La vez anterior dijiste que visitarías mi nuevo departamento. Lo prometiste.

 

—Lo sé —asintió mirándole fijamente y sonrió levemente. —¿Estás seguro?

 

—Claro que sí, no seas tonto —se rio y entonces se despidió de sus Hyungs. —¡Nos veremos! Pásenlo bien…

 

—Nos vemos, chicos —Young Bae se despidió con una sonrisa.

 

Cuando ya no alcanzaban a ver a sus amigos, ambos chicos entraron a la casa. El sol se estaba escondiendo y ya comenzaba a hacer frío, así que la chimenea en unos minutos yacía prendida a fuego medio dándole un toque más cálido al ambiente.

 

—¿Quieres algo de café? —preguntó Seung Hyun desde la cocina, que no estaba demasiado lejos del sofá.

 

—¿Me harás café sin azúcar con leche de soya descremada? —Preguntó con burla.

 

Obviamente Ji Yong sabía que Seung iba a entender la referencia. Pues era el tipo de café que el mismo pelinegro le llevaba todos los días a la oficina cuando aún era su asistente.

 

—Bueno, si me esperas unas… Mm no sé, ¿cuatro horas?, podría traerte hasta la máquina de Starbucks, princesita.

 

Ji Yong le tiró uno de los cojines que le cayó a un costado de la pierna izquierda a Seung Hyun. Este sólo rio.

 

Cuando tenía listo los líquidos calientes, fue a un lado de su prometido, dejando ambas tazas sobre la mesa de centro, pues aún estaban demasiado ardientes para beberlos. Seung puso uno de sus brazos sobre la cintura de Ji Yong, atrayéndolo hacia él mismo, besándolo suavemente y siendo correspondido con velocidad.

 

Sus salivas se mezclaron con armonía, haciendo un beso delicado por sobre todo. ¿Quién era la última persona con la que Ji Yong había disfrutado tanto de un beso? No recordaba a nadie en realidad. No mentiría con decir que Seung era la primera persona por la cual se había enamorado, pero sí tenía muy claro que sería el último. El indicado.

 

Cuando se separaron por falta de aire, el castaño miró con dos medias lunas en sus ojos a Seung. Le sonreía.

 

—¿Qué ha sido eso?

 

—Un beso.

 

—Lo sé, Seung. Pero, ¿por qué?

 

—¿Necesito explicar el por qué quiero besar a mi futuro esposo?

 

—No… No, claro que no. Pero fue inesperado… Te amo.

 

Seung cayó en cuenta entonces que Ji Yong todavía no estaba acostumbrado a esas muestras de afecto. En cierto sentido le parecía adorable, pero por otro le gustaría que se le hiciera algo tan natural como cuando él mismo le miraba, cual admirador, cuando Ji Yong sentía que tenía el cabello despeinado, cuando siempre lo luce perfecto.

 

—Deberás acostumbrarte, cariño. Después de que aceptaras ser mi esposo no tendré restricciones incluso si estamos en público.

 

Ji Yong se sintió orgulloso de conocer a alguien como Seung Hyun. Había sido el único en ponerle el mundo patas arriba y aun así quería tenerlo a su lado. Seung se había ganado su corazón tan naturalmente, que lo adoraba más de lo que jamás imaginó.

 

Con iniciativa propia ahora, se acercó al pelinegro y le besó con dulzura. Nada rudo, pero de repente las manos comenzaron a tomar más lugar en el cuerpo del otro. Eran toques muy inocentes a pesar de ser personas adultas ya experimentados en el ámbito sexual. Seung Hyun acariciaba las piernas del menor con mucha delicadeza, como si se fuera a quebrar. Mientras tanto, Ji Yong posaba sus manos en los hombros del pelinegro.

 

El beso había durado mucho más ésta vez. Ninguno protestó ni quiso alejarse tampoco. Tomaban aire cada vez que cambiaban de posición sus rostros al acomodar sus labios y hacer el beso más placentero.

 

Con algo más de fuerza en su agarre, Seung Hyun estrechó con sus manos las caderas del menor tratando de alzarlo, haciendo que este abriese sus piernas y quedara sentado sobre su regazo. En ese momento algo hizo ‘‘click’’ en el menor, haciéndole cortar instintivamente el beso. La mirada penetrante de Seung sobre sus ojos le hizo ponerse nervioso.

 

—¿Pasa algo? —Cuestionó el pelinegro.

 

—No… —Respondió sin quitarle la vista de sus obscuros luceros —¿Estás seguro de esto?

 

Seung Hyun no era iluso. Por supuesto que había entendido a qué se refería Ji Yong, pero lo que no entendía era el por qué lo preguntaba.

 

—Por supuesto que lo estoy, mi amor. ¿Tú no? Sabes que no te obligo a nada.

 

Ji Yong asintió en respuesta. No tenía miedo de entregarse a Seung, después de verle desnudo había imaginado en silencio el volver a verlo tal cual vino al mundo, ese hombre era perfecto en todo sentido de la palabra. Pero la situación entre ellos era tan perfecta, que le atemorizaba si sólo resultaba ser un sueño y se viera despertando en el avión que le devolvería a su país natal.

 

Juntaron nuevamente sus labios. Si era un sueño, entonces Ji Yong lo disfrutaría como nunca. Acarició el torso sobre la sudadera que tenía puesto Seung. Sintió que el mayor posó sus manos en ambos glúteos, haciendo que se arqueara sin abandonar el contacto entre sus labios.

 

—Mm… —Jadeó el mayor cuando la imagen extasiada de Ji Yong se hacía presente frente a su vista.

 

Seung prosiguió a quitarle el jersey rojo vino que vestía Ji ese día, dejándolo en completa desnudez de la cintura hacia arriba, dejando expuestos sus tatuajes del torso y los brazos. Se apoderó con apetito de las tetillas ya rígidas de Ji Yong, saboreando y llenándolas de su propia saliva. Tomó su desabrigada cintura con aspereza para que no se alejara de su rostro.

 

Ji Yong tenía sus ojos nublados producto de la excitación que provocaba la boca de Seung en una de sus zonas más sensibles del cuerpo. Se dejó llevar completamente, en ese momento –y ahora para siempre- sería de Seung Hyun contando hasta su último aliento. Reforzó sus palmas y entrelazó sus delgados dedos en algunos mechones del cabello de Seung. Cuando el mayor se separó de su zona izquierda para aproximarse al otro lado, Ji Yong con desvergüenza le quitó de un solo jalón la sudadera verde militar del pelinegro, comenzando así ambos a despojarse de sus prendas hasta quedar íntegramente desnudos.

 

—Eres hermoso —articuló Ji Yong, mordiendo levemente el cuello expuesto del mayor.

 

—Tú más. —Dijo en respuesta Seung Hyun.

 

Seung yacía encima de Ji Yong, acomodado entre las piernas de este. Su mano, algo temblorosa por ser la primera vez juntos, se posó sobre el miembro del menor comenzando a aumentar la fruición en su sistema. Los jadeos de Ji Yong le estimulaban aún más, empezando a desesperarse por el tiempo de espera que él mismo se estaba frenando para no llevar las cosas muy rápido.

 

Llevó sus dedos de la otra mano, mientras seguía con su trabajo en el falo del castaño, hacia los labios de Ji Yong, incentivándolo a lamerlos. El menor captó la señal de inmediato, recibiendo con el paladar preparado los dedos del mayor. Saboreó con maestría para el gusto de Seung Hyun. Los luceros cafés del castaño se posaban de vez en cuando en sus propios oscuros, dejándolo con una sensación vibrante en su pelvis.

 

—Ya está. —Anunció el menor con voz agobiante.

 

Seung Hyung, sin pensarlo dos veces, le comenzó a preparar, tratando de ser lo más delicado posible al recordar que Ji Yong llevaba mucho tiempo sin tener sexo. La angostura del orificio era demasiada. Seung imaginó de inmediato tener su miembro dentro, sintiéndose a punto de explotar.

 

Seung se preguntaba si era realmente necesario usar preservativo. En cualquier caso era lo mejor que podría ser, pero ahora se encontraba con Ji Yong. Con el perfecto jefe. Si él hubiera estado enfermo de algo hubiera sido el primero en saberlo, porque los doctores privados con los que se atendía el menor no eran para nada discretos y siempre lo llamaban a la oficina en vez de a su celular. Y por precaución a Ji Yong, él siempre había usado preservativo en todas sus relaciones, ya sean duraderas o sólo de una noche, aunque el menor no sabía eso.

 

Cuando los tres dedos ya entraban y salían lo mejor posible, Seung Hyun se apuró en buscar un condón dentro de su billetera. No se arriesgaría a quedar en vergüenza frente a Ji Yong y que este pensara que no se cuidaba. Lo abrió con cuidado frente a la mirada brillante del menor y comenzó a ponerlo. Sin duda hacerlo sin preservativo sería el cielo, pero mientras Ji no se lo diga, entonces seguiría usándolo.

 

Entró con cuidado en el menor, con ayuda previa de su dilatación con los dedos y ahora con una cantidad normal de vaselina en el condón. Percibió de inmediato la calidez que le encerraba la abertura del castaño.

 

Ji Yong trataba de no distinguir tanto su dolor, pero le era algo bastante difícil. Siempre había sido el que va abajo, sin embargo hace mucho tiempo que no tenía relaciones con nadie. Hacía cosas solo de vez en cuando, pero no era para nada lo mismo. Cerró sus ojos con fuerza y tiró su cabeza para atrás, dejándola justo en el respaldo del sillón en el que estaban. La chimenea les otorgaba calor de más, haciéndoles botar calor por medio del sudor.

 

Seung no dejó de acariciar el miembro de Ji Yong en un intento de hacerle olvidar por momentos aquel dolor que seguramente sentía en su zona más delicada de todas. Entró hasta el fondo con mucho cuidado pero sin detenerse. Se quedó ahí un rato, esperando a que el menor le diera una señal para comenzar a moverse, sintiéndose cada vez más torturado por la estrechez.

 

—Seung, m-muévete…

 

—¿Estás seguro?

 

Ji Yong le miró con el ceño fruncido.

 

—Vamos, no hagas p-preguntas así. Necesito que t-te muevas ahora.

 

Seung Hyun comenzó un vaivén lento, abriéndose paso en el cuerpo de Ji. Pero a los segundos, la dilatada entrada de Ji Yong ya estaba casi acostumbrada, dándole pase libre a que se moviera con más rapidez. Y así lo hizo.

 

—¡Oh… Dios! —Gimoteó el menor, apoyando la palma de sus manos en los hombros ajenos.

 

El pelinegro, sin detener sus caderas, acarició con una de sus palmas el torso tatuado del menor y aprovechó aquel momento para besarle de forma demandante, casi salvaje.

 

Las respiraciones chocaban la una contra la otra frente a sus rostros. El olor a café les inundaba las fosas, acordándoles que se enfriaba, y la chimenea los tenía a una temperatura más que elevada. Sus cuerpos se juntaban como uno sólo por primera vez, y para ninguno podría haber sido más perfecto. Sucedió de forma inesperada y justo tal como debía ser.

 

Ji Yong descargó su esencia entre la mano de Seung Hyun y su propio torso, por el contrario de su pareja quien lo hizo dentro del preservativo. El mayor se siguió moviendo un par de veces más después de acabar.

 

—Se nos ha entibiado el café. —Comentó el castaño sonriendo vagamente aún con el mayor entre sus piernas.

 

Seung juntó su propia nariz con la ajena frente a él y musitó:

 

—¿Qué tal si nos vamos a la pieza y dejamos que se enfríen toda la noche?

 

Ji Yong le besó de vuelta como respuesta. Esperando que para Seung aquel momento significara tanto como implicaba para él.

Notas finales:

#BIGBANG10 uhuhuhu ¡Mucho amor a todos!


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