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La Propuesta por YinYang

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Notas del capitulo:

Yo, [Nicole] batallé mucho con este capítulo. ¡No tenía inspiración! Lo siento. :(

 

Esperamos que el capítulo sea de su agrado. ♥

Capítulo 15

 

 

El viaje de vuelta a casa había sido silencioso, pero no incómodo. A pesar que volvieron en taxi -ya que era muy tarde- fue cuestión de minutos para que Seungri sintiera que los ojos le pesaban y dejara caer su cabeza en el hombro del moreno. A Young Bae no le molestó el gesto, muy al contrario, se preocupó de acomodar su cabeza de tal forma que no fuera a dolerle el cuello al despertar. Le parecía tierno a veces.

 

Cuando eran más jóvenes se sentían como hermanos, eran mucha la confianza y el sentimiento de apego que existía. El mayor le cuidaba como si fuera un niño despistado, y Seungri siempre le escuchaba y aceptaba sus regaños, casi tanto como los que le daba Seung Hyun cuando hacía desastres. Pero eso fue hasta los 16 más o menos, desde que el menor fue creciendo y fue tomando mayor personalidad, se dio cuenta que aquella fraternidad no era en realidad lo que parecía. Muy por el contrario, entre ellos comenzó a verse de mejor manera la química que existía. No era un sentimiento de hermanos, quizás sí amistad. Pero desde que ambos fueron creciendo, también fue aumentando entre ellos ese hilo tan delgado que los conectaba.

 

Tenían esa manía tan sutil de coquetearse mutuamente sin llegar a ser tan notorios o directos. Era agradable esa sensación de saber que podían hacerlo y se sentían cómodos con ello. No buscaban desesperadamente hacerlo, sino más bien, les gustaba la sensación de que las cosas se dieran por sí solas. Sólo ellos podrían entender aquello estando en la burbuja que fueron creando durante el paso de los años.

 

Seungri se removió y pasó su mano por sus ojos mientras se estiraba en el asiento. Miró un poco por la ventana, sólo para asegurarse que ya iban llegando a su casa.

 

—Es aquí, Hyung.

 

Young Bae asintió mientras el auto se detenía. Ambos bajaron dando las gracias al conductor, no sin antes pagarle. El menor se giró para comenzar a caminar y Young Bae le siguió en silencio a su lado. Hacía demasiado frío aquella noche, el viento no daba tregua alguna. El menor se acercó tranquilamente mientras tomaba su brazo y se acercaba. Su aliento se hacía notar mientras caminaba. El moreno no dijo nada, para él era muy normal, podía acostumbrarse a aquello siempre.

 

Casi al llegar, el menor sacó las llaves de su pantalón y abrió la puerta. Se giró a él y le invitó a pasar primero, a lo cual no se negó.

 

Debía admitir que tenía casa muy ordenada. Raro, ya que pensaba que Seungri probablemente tendría todo tirado por ahí. Cuando joven siempre tenía su cuarto desordenado. Sonrió, la sala era muy acogedora. Era suficiente para él que vivía solo.

 

—Me llama la atención lo limpio que tienes.

 

—He madurado, Hyung —dijo con confianza, sonriendo. —Y también me he vuelto más organizado.

 

Le miró fijamente. Young Bae asintió.

 

—Es un buen dato. Lo recordaré.

 

—Soy un buen dueño de casa —sonrió orgulloso. —Y además, trabajo. Buen partido, ¿no?

 

Alzó una ceja y le miró. Y de nuevo esa sutil pisca de coqueteo. Sonrió mirando los cuadros.

 

—Tendría que comprobarlo.

 

—Cuando quieras, Hyung.

 

Seungri se encaminó a la cocina mientras se quitaba el abrigo y lo dejaba colgado. Pensó en ofrecerle jugo o quizás cerveza, pero hacía tanto frío y conocía tan bien a Bae que un café era mejor en esta ocasión.

 

No se tomó la molestia ni de preguntarle si quería, simplemente lo hizo y ya. Salió de la cocina con dos tazas y le dio una. El moreno lo agradeció con una sonrisa y después se sentó en el sofá mientras veía a Ri dejar su taza en la mesita de centro y luego encaminarse a la estufa.

 

—Esta es mi compañera todas las noches —comentó mientras le encendía. —No me falla jamás. Fue la mejor inversión.

 

—Con lo friolento que eres no me extrañaría que tuvieras también un calienta camas.

 

—No, no tengo de esos —el menor hizo un puchero. —No me molestaría si te propones para ese puesto de todas maneras.

 

Young Bae rio. No lo decía de esa forma, pero tampoco le molestaba utilizar ese puesto. Le miró y el menor simplemente le guiñó un ojo mientras terminaba por encender la estufa.

 

—¡Se hizo el fuego!

 

Sonrió y entonces caminó hasta su lado en el sofá para tomar asiento junto a él mientras le daba un sorbo a su café. El moreno carraspeó y entonces le dedicó toda su atención.

 

—¿Hace cuánto que estás viviendo aquí?

 

—Oh, sólo unos meses nada más. Ya te dije que me fui, o mis padres me corrieron, que es prácticamente lo mismo.

 

—Es un lugar muy tranquilo.

 

—La verdad sí, no tengo vecino ruidosos y tiene una vista genial al mar.

 

El moreno asintió. Hubo un momento de silencio donde dio otro trago de su café, luego miró sus manos antes de volver a preguntar.

 

—No te veía hace mucho tiempo, Seung Hyun.

 

—Bueno… —el menor sonrió mirándole. —Supongo que nos pusimos más viejos, más trabajo, ya sabes…

 

—Aun así… —dijo mirándole. —Pasamos de vernos casi todos los días a una vez al año casi.

 

—¿Qué es? —El moreno le miró sin entender la pregunta. —¿Me echas de menos, Bae?

 

¿Y si decía que sí? Después de todo siempre fueron inseparables junto con Seung Hyun mayor.

 

—Sí. No he escuchado tus berrinches, ni tus gritos, ni tu risa tan malditamente escandalosa que se escucha a cuatro calles.

 

Seungri se echó a reír y le dio un golpe en el hombro.

 

—Ya te dije que crecí. Ya no hago berrinches. Sí grito todavía, y debo admitir que mi risa no ha cambiado. Pero tú tampoco cambias mucho, Hyung.

 

—Sigo igual que antes.

 

Volvió otro silencio donde ambos simplemente procuraban descansar un momento.

 

—Siempre pensé que terminarías yendo a Seúl.

 

—¿Por qué? —Le miró de reojo, esta vez más serio.

 

—Porque siempre te gustó más el ambiente de ciudad —Young Bae miró sus manos. —Aquí es una isla, está todo alejado. Y tú tenías esas ganas de ir a la ciudad. Muchos años pensé que estabas allá.

 

Seungri se giró y se acomodó para quedar frente a él.

 

—Seung Hyun Hyung se fue a trabajar a Seúl hace varios años —El menor suspiró. —Alguna vez tuve muchas ganas de ir, sí, pero luego me di cuenta que no quería irme. Tenía cosas preciadas aquí, y no quería perderlas.

 

—Ya veo.

 

—¿Por eso no me contactaste durante todo ese tiempo? —Ahora era Seungri el que hacía el cuestionario.

 

—Pensé que te habías ido a Seúl junto con Seung Hyun.

 

—Sigues siendo tan tonto, Young Bae.

 

Seungri negó con la cabeza. Una sonrisa vino a sus labios.

 

—Siempre estuve aquí. Esperando.

 

Aquello último había sonado mucho más serio que un simple coqueteo. Esta vez no había sido sutil, o eso era lo que había creído Young Bae al escucharle. Además de que Seungri ya no parecía decirlo en broma.

 

—¿Qué cosa, Seungri? ¿Qué estás esperando?

 

El menor esbozó una peculiar sonrisa. A Young Bae le intimidó un poco, pues de repente Seungri estaba acercándose a su rostro, mucho más de lo que quizá nunca lo hizo en el pasado. Cuando sus narices rozaron, el pelinegro se detuvo.

 

—¿Es necesario ser tan específico siempre, Hyung?

 

El titubeo en la respuesta del moreno no le ayudaba demasiado. No se había apartado ni un poco de la cercanía de Seung Hyun, pero tampoco se acercó él. Simplemente hizo nada.

 

—Al parecer sí.

 

Y es que Young Bae ya pensaba que Seungri sí gustaba de él, se notaba de lejos de hecho, pero quería oírlo, lo necesitaba. Siempre se supo atraído hacia él y viceversa, tenían este juego sensual de coquetearse y crear química entre ellos, pero ahora mismo quería oírlo de manera directa.

 

Los ojos del menor se cerraron por completo por un momento. A Young Bae le palpitó rápidamente el corazón. Un suave toque de los labios contrarios en los propios le hizo cortar el aliento de golpe y olvidarse del resto del mundo. Seungri le estaba besando, y sinceramente, eso era lo mejor que le pasaba hacía mucho tiempo.

 

No era nada impúdico, sólo un simple toque que ahora significaba mucho para ambos, sin excepciones. Young Bae le correspondió con afecto, sin llegar más allá. Quizá era algo anticuado, pero prefería ir a ese paso, especialmente con él.

 

Se separó para contemplar su rostro. El menor abría sus ojos con lentitud para fijarlos de inmediato en los propios. Una sonrisa cómplice se hizo presente y entonces ahí supo el moreno que no se había equivocado en corresponderle.

 

—¿Eso contesta a tu duda? —Preguntó el menor.

 

El moreno sonrió de lado y le apartó la mirada, dirigiéndola hacia el suelo.

 

—Sí…

 

—¿Estás siendo tímido?

 

—Seungri…

 

El menor le besó la mejilla y luego se puso de pie con una sonrisa enorme en sus labios.

 

—¿A dónde vas?

 

—Al baño —le respondió con rapidez, Seung Ri le miró de reojo deteniendo su paso —¿Qué? ¿Quieres ir conmigo?

 

Young Bae suspiró audiblemente mientras le sonreía en negación. Seungri jamás iba a cambiar.

 

Luego de un poco más de conversación, se dieron cuenta que era momento de dormir. Según el reloj eran las 3:30 a.m., hora suficiente para dormir, al otro día había que trabajar. El plan inicial para el moreno era dormir en el sofá, nunca se imaginó que terminaría en una confesión amorosa indirecta, aunque directa -sin palabras, pero con actos- y estaría debatiéndose entre entrar en la cama con Seungri o no.

 

—¿Vas a seguir mirándome desde ahí?

 

—Ah, no, yo sólo-

 

—Anda, Bae —Seungri palmeó la cama. —No dejaré que duermas en el sofá… no después de que por fin puedo abrazarte sin pretender nada.

 

—¿Quieres dormir abrazado a mí?

 

—Quizá.

 

El moreno sonrió. Dejó de pensarlo tanto y entró. Fue cuestión de segundos para sentir los brazos de Seungri alrededor de su cintura. Young Bae lo había imaginado muchas veces, sí. Pero no imaginó que hubiera un día en que realmente sucedería. Siempre se sintió atraído hacia Seung Hyun, siempre le gustó mucho y por fin ahora podía dejar sus sentimientos en libertad sin sentirse agobiado.

 


 

Al día siguiente ya estaban ambos a primera hora es sus puestos de trabajo. Seung Ri no había querido separarse de un abrazo muy caluroso y afectivo que le había dado Young Bae. El moreno, por último, le dio un beso que no iba a dejar a Seung Ri en paz queriendo volverlo a ver muy pronto de nuevo.

 

Por cosas de tiempo no se podrían ver en el futuro como quisieran, pero los mensajes de texto no se hicieron esperar después de los primeros treinta minutos que se separaron ese día.

 

«¿Cómo vas? ¿Ya has llegado?»

 

«Bae, en serio ya pareces un esposo.»

 

«¡¿Qué dices?! Siempre he sido así, no me alegues ahora.»

 

 

El menor sonrió ante la pantalla de su celular.

 

 

«Voy bien, ya llegué de hecho. Me hiciste levantar muy temprano.»

 

«Lo siento, es que mi trabajo queda más lejos… Traté de mantener silencio cuando me levanté.»

 

«Bueno, quebrar mi taza favorita no es muy discreto que digamos, pero está bien. Aunque me debes la taza.»

 

«Vale, lo tengo anotado. No sabía que te gustaba Nemo. Eres un niño.»

 

«Déjame, tuve una infancia difícil.»

 

«¡Mentiroso! Tus padres te aman y te consienten hasta el día de hoy.»

 

«¡Hyung, perdí a mi iguana por culpa de ellos!»

 

«¡Hace 10 años!»

 

«¿En serio quieres que hablemos de mi infancia?»

 

 

Young Bae negó con la cabeza mirando la pantalla. Si bien ambos ya eran lo bastante mayores, sabía que Seung Ri seguía teniendo alma de niño.

 

 

«No, no quiero. ¿Qué haces?»

 

«Bueno, hablo contigo, ¡pero llegó una compañera que te mueres! ¡Infartante!»

 

 

Aunque a veces igual se lo cuestionaba.

 

Dejó el celular con el visto en aquel mensaje sintiendo el cosquilleo típico de los celos, decidiendo comenzar su trabajo un poco antes del horario normal.

 

Cuando la hora de almuerzo llegó, su celular ya había recibido unos cuantos mensajes más del menor y un par de llamadas perdidas.

 

 

«¿Comenzaste con el trabajo? Hyung, respóndeme.»

 

«Vale, quizás sí me pasé con esa broma, pero sólo eso es, ¡una broma!»

 

«Hyung, ¡trabajo sólo con chicos, ya sabes eso!»

 

«Espera, no, eso no significa que esté viendo a los chicos también, aquí nadie me gusta sino ya habría intentado algo con alguien.»

 

«Hyung, creo que la estoy cagando más. ¡Pero si sabes cómo me pongo para qué me mensajeas!»

 

«¡Hyuuuuuuuung!»

 

 

Young Bae jamás creyó reírse tanto desde un programa de comedia que había visto hace unos días por televisión. Buscó el contacto y rápidamente le llamó de vuelta, Seung Ri no tardó demasiado en contestar.

 

—¿Hyung?

 

—Sí, soy yo.

 

—¿Estás enojado? Hyung, ya sé que siempre hecho a perder las cosas per-

 

—No, Seung Ri, no estoy enojado, sólo tuve mucho trabajo en la mañana. —Mintió, sonriendo por lo tierno que podía llegar a ser Seung Hyun.

 

—Oh, vale… ¿Qué haces, Hyung?

 

—Ahora mismo salí a comer, ¿y tú?

 

—Yo estoy terminando mi turno y me iré a casa, creo que me enfermé.

 

—¿De verdad? ¿Necesitas ayuda?

 

—No, no te preocupes, estaré bien con una pastilla y unas cuantas horas extras de sueño.

 

—Está bien… —Aceptó, aunque Seung Ri sabía que Young Bae no era de las personas que aceptaban tan rápidamente a algo así.

 

Cuando el turno del moreno terminó, viajó rápidamente a casa de Seung Ri. Se aseguró de comprar unas cuantas medicinas para evitar la fiebre, y la taza de Nemo que le había quebrado en la mañana.

 

Dudó un par de veces en tocar la puerta, pues las luces de la sala no estaban encendidas dejando completamente a oscuras la casa. Tomó la llave de emergencia que yacía bajo un masetero con un cactus, y abrió con precaución. Dejó su bolso con las cosas compradas en el sillón y se dirigió al cuarto.

 

Cuando lo vio durmiendo con mucha calma, no dudó en sacarse la chaqueta y los zapatos para acompañarle. Seung Ri no se veía enfermo, pero tampoco iba a dejar que se enfermara.

 

—¿Mm? —Balbuceó el menor al sentir un cuerpo más en su colchón, abrió un poco los ojos y entonces pudo distinguir entre las sombras de la oscuridad y la luz de la luna los rasgos del moreno —¿Hyung?

 

—Shh… —Le pidió, abrazándolo con rapidez para que no perdiera el sueño.

 

—¿Qué haces aquí?

 

—Vine a ver cómo estabas. Vamos, pregúntame mañana, ahora descansemos, ¿vale?

 

Seung Ri jamás se sintió tan feliz. Asintió y abrazó el torso del mayor cuando lo percibió ya acomodado. Sonrió con aires de triunfo volviendo a cerrar sus ojos, pues su plan había funcionado. Hacerse el enfermo era la manera más rápida de tener a Young Bae a su lado, y no es que se aprovechara, pero disfrutar un poco de su ingenio para tener cerca a la persona que le gustaba, no era ningún pecado.

Notas finales:


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