Jack estaba atento a su teléfono para cuando sonara. Joe le había mandado un mensaje diciéndole que tenía que hablar algo importante con él. Había estado cuidando a su hermano pequeño toda la tarde y estaba agotado. Al final el pequeño de 7 años se había quedado dormido… ¿Cómo podía ser tan hiperactivo?
Estaba leyendo un libro cuando el teléfono sonó, lo cogió casi al instante. No quería que la melodía despertara a Ian.
—Jack, soy yo—dijo.
—Hola, ¿pasa algo?
—Yes…Voy a volver.
—¿Qué?
—La empresa donde trabajo es internacional. Me van a transferir allá.
—¿En serio?
—Yes…—Jack se quedó en silencio, automáticamente pensó en Diego y que quizás iba a intentar volver con él, aunque ahora él estaba con Oliver y no lo tenía muy claro—. Jack… Are you there? (¿estás ahí?)
—Sí, me distraje. ¿Cuándo vienes?
—La próxima semana, el viernes por la noche estaré ahí. ¿Podemos encontrarnos el sábado?
—Claro—aseguró mientras veía como el pequeño tumbado en el sofá se movía y abría levemente los ojos—Tengo que colgar, estoy cuidando a mi hermano y se ha despertado.
—Oh, it's okay. We can talk later (Está bien. Podemos hablar más tarde)
Colgó y se dirigió al niño. Justo en ese momento tocaron al timbre, debía ser su madre. Abrió y efectivamente era ella. Recogió al niño y se lo llevó, agradeciendo a Jack que lo hubiese cuidado. Después se marchó.
Al día siguiente no hubieron demasiados hechos importantes por la mañana. Diego y Oliver fueron a clase como de costumbre, al igual que Jack. Este estaba debatiendo en si decirle a su mejor amigo que Joe iba a volver, pero al ver que Diego estaba en los alrededores prefirió no hacerlo ese día. Ya le daba igual que estuviesen juntos, había asumido que Oliver iba a ser su mejor amigo y nada más, tampoco es que le quedaran sentimientos desde la última vez que se había sentido atraído por él. Ahora estaba más bien confuso, sentía atracción por Joe, pero él también lo veía como un amigo. Y eso le jodía mucho. Que todo el mundo lo viese como un amigo.
Después de las clases, Oliver se apuró en llegar a casa rápido para hacer las maletas. Diego se ofreció a ayudarlo a prepararla así que iba acompañado de él. Por el camino, tomaron un bocadillo que compraron en una cafetería cercana a la universidad así que ya no tenían que hacer comida al llegar a casa.
Cuando llegaron, el teléfono de Oliver comenzó a sonar. Era su hermana.
—¿Kelly?
—Sí. ¿Ya tienes todo preparado?
—Estoy en ello.
—¿Pero no tuviste toda la tarde y noche de ayer?
Oliver se sonrojó al recordarlo.
—Sí, pero estuve… ocupado.
—Ah, ya veo—ella rió—entonces te dejo que termines. Paso a buscarte a las ocho, tenemos que estar en el aeropuerto a las nueve.
—Está bien.
—Nos vemos esta noche.
—Sí—y colgó.
Levantó la cabeza y vio a Diego observándolo.
—Salgo a las ocho.
—Bien—respondió serio.
Llevaba casi todo el día así, riendo solo cuando era necesario y no cuando le diera la gana como realmente haría. Estaba mucho más serio de lo normal.
—¿Qué te pasa?
—Nada—suspiró—Solo que... Me da un poco de miedo esto del viaje.
—¿Por qué?
—Si te pasase algo no sé que haría...
—No me va a pasar nada, idiota.
—Ya, pero, ¿y si te secuestran cuando estés allá? ¿Y si te atracan con un arma o…?—Oliver se acercó a él y lo tomó por las mejillas.
—Estaré bien, sé cuidarme solito—dijo sin haberlo soltado—. Eres un idiota.
Diego rió y lo abrazó con fuerza para luego darle un leve beso en la nuca. Rompieron el abrazo para empezar a guardar la ropa en la maleta.
Tardaron una hora y poco al menos en terminar, después decidieron ver un maratón de películas juntos hasta que viniera Kelly. Optaron por una humorística que les sacó más de una carcajada a ambos. Oliver se apoyó en su hombro cuando ya iban por la segunda película, esta era más seria y de acción. El rubio se quedó dormido en la mitad, así que Diego lo dejó dormir en su regazo mientras seguía viendo la película. Cuando terminó miró el reloj, eran las ocho menos diez.
—Oli—acarició la cara del rubio.
—¿Mmm?
—Tienes que despertarte, dentro de poco va a llegar tu hermana—dijo.
Oliver se sentó en el sofá desperezándose mientras Diego pasaba sus dedos por el despeinado pelo del chico.
—Voy a cambiarme de ropa—musitó.
—¿Quieres que te ayude?—preguntó el moreno con picardia.
—No hace falta—respondió enseñándole la lengua con una risa nerviosa.
Un par de minutos después, Oliver ya se había cambiado. Salió al salón, encontrándose a Diego sentado en el sofá mirándolo. Iba a empezar a despedirse cuando se dio cuenta de que tenía los ojos llorosos.
—Diego…
—No quiero que te pase nada, ¿vale?—dijo conteniendo las lágrimas.
Oliver caminó hacia él.
—Ya te dije que estaré bien—se agachó frente a Diego y limpió la primera lágrima que caía en la mejilla del chico.
—Te quiero—pasó los brazos por el cuello de Oliver.
—Te quiero—repitió él acercándose para acortar la distancia que los separaba con un beso. Al principio era casi tímido, pero a medida que iban tomando confianza se iba volviendo más apasionado.
No supo cuando ni cómo pero acabó sentado encima de Diego explorando la boca del otro como si fuese la primera vez que lo hacía. Se habían distraído tanto que ni siquiera se percataron de que ya era la hora, hasta que alguien tocó el timbre. Se separaron sonrojados. Oliver se levantó para ir a abrir la puerta. Invitó a Kelly a entrar y eso hizo.
—Hola, Diego—sonrió ella saludándolo con dos besos en las mejillas.
—¿Cómo estás?—contestó él.
—Bastante estresada la verdad—, se dirigió a su hermano— ¿Ya tienes todo preparado?
—Sí, ¿a qué hora tenemos que salir?
—Si salimos a las y cuarto nos da tiempo.
—De acuerdo.
Ambos se miraron para luego suspirar.
—Por cierto… tenía que… bueno, teníamos que pedirte algo.
—¿Qué pasa?—dijo confundida.
Oliver miró a Diego y él se encogió de hombros.
—Mi padre viene este martes y quiere que le presente a mi supuesta novia.
—Pero… ¿no le has dicho que estás saliendo con Oliver?
—No, él es muy… cerrado en ese aspecto. No aceptaría que salgo con un chico...
—Oh, ya veo, ¿qué vas a hacer entonces?
Hicieron una pausa.
—Pensé que a lo mejor tú podías fingir ser su novia—intervino Oliver.
Kelly se quedó callada unos segundos.
—¿Yo?
—Sí…
—Bueno, está bien, os ayudaré.
—¿En serio? ¡Muchas gracias!—exclamó Diego con una sonrisa.
—De nada, por cierto, ya es la hora—dijo mirando al reloj.
Oliver sintió una punzada en el corazón. Se giró hacia Diego. Se sentía incapaz de decir algo, le dolía alejarse de él.
—Te acompaño hasta la puerta—dijo él con una pequeña sonrisa.
—Hecho—Oliver buscó su maleta y se dirigieron al ascensor en silencio.
Llegaron a la planta baja, bajaron del ascensor y Oliver se quedó quieto.
—El taxista nos está esperando, iré a hablar con él. —hizo una pausa—Nos vemos pronto, Diego—sonrió marchándose para dejarlos solos un par de minutos.
Se miraron en silencio para luego sin aguantarlo más abrazar al otro con fuerza.
—Te echaré de menos—musitó el moreno, Oliver no contestó ya que si lo hacía temía que se le escapara alguna lágrima—. Ten mucho cuidado, cuídate y pásalo bien.
El rubio no quería hablar, lo veía innecesario en ese momento. Colocó las manos en la nuca del moreno y lo besó sin importarle que allí hubiera gente o no. Cuando se separaron para tomar aire pegaron su frente a la del otro.
—Llámame cuando llegues, no importa la hora que sea.
—De acuerdo—lo abrazó con más fuerza.
—Siento interrumpir, pero tenemos que salir ya—escucharon la voz de Kelly desde la puerta.
—Ya voy—suspiró el rubio—Hasta el domingo.
El moreno asintió para luego plantarle otro beso en los labios, esta vez más corto que el anterior.
—Ten cuidado.
—Y tú—se separaron.
Oliver tomó su maleta y se dirigió al taxi para guardar la maleta y subirse. En parte estaba alegre de poder ir a ver a su padre, pero por otra, no quería separarse de Diego y eso lo entristecía.