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He’s like a rainbow por Aya Chwan

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Notas del fanfic:

TITULO:

He’s like a rainbow

RESUMEN:

Esta es la historia de un día de lluvia, pero no un día de lluvia cualquiera sino, de esos que parecen no acabar nunca…

 

Un regalo para mi querida Carla-san~

N° DE CAPITULOS:

Dos

AUTOR:

Aya~Chwan.

NOTAS DEL FANFIC:

.AU

.Un regalo sorpresa para mi muy estimada Carla-san ¡Espero te guste! ^^

.Todos los personajes pertenecen a Eiichiro Oda. Yo solo los utilizo anónimamente :v

Notas del capitulo:

Hola gente guapa c: Este fic va dedicado a Carlanga, quien ademas tienen muy buenos fics n_n

Todos los personajes pertenecen a Oda. Yo solo los utilizo anonimamente

Ojala les guste y disculpen errores c:

CAPÍTULO I

Esta es la historia de un día de lluvia, pero no un día de lluvia cualquiera sino, de esos que parecen no acabar nunca. Un día donde todo se veía opaco y sin vida. Un día donde pareciera que las presiones diarias caen del cielo e impactaran directo en tu cara

Esta es una historia contada en un día de lluvia, uno en el que un joven de cabellos oscuros y ojos color plata se ha quedado sin dinero suficiente para abordar el metro y regresar a casa. Ha sido un día largo en el trabajo, salvando vidas e incluso arriesgando su salud personal por las largas jornadas y las horas extras. Nadie puede ver su sufrimiento. La lluvia le había cogido antes de llegar a la estación, perdió la billetera en un taxi y había resbalado en un charco ¿Quién iba siquiera a imaginar que lo que había bajo esas ropas mojadas y mugrientas era un neurólogo que había estado durante seis horas en el quirófano? Cansado, deprimido y con el celular estropeado por el agua. Nadie iba a llamar, nadie se preocupaba por él y aunque muriera de hipotermia nadie le extrañaría.

Esta es la historia de un hombre roto. Perdido bajo la lluvia de su pasado. Un hombre rendido, con sus brazos apoyados en sus rodillas y su cara escondida entre sus tatuadas manos.

Esta es la historia de un día de lluvia, pero no un día de lluvia cualquiera sino, uno de esos que parecen no acabar nunca. Un día donde los relámpagos brillan con furia y sus estruendos son ensordecedores. Un día donde lo que más se anhela es estar en el lugar al que llamas hogar junto a una frazada y un chocolate tibio.

Esta es la historia contada en un día de lluvia, donde todos corrían a los distintos establecimientos para resguardarse del mal clima. Sus ojos azules destellaron una chispa de felicidad al observar la belleza de su creación, mas enseguida al salir de la cocina y mirar a tantas parejas riendo juntos a pesar del tiempo le hizo sentir otra vez furioso. Con la elegancia que le caracterizaba saludo a las damas que tomaban el té junto a la ventana. Él sonreía, pero en ese día frio y oscuro había tomado una decisión.

Esta es la historia de un hombre cansado de creer. De creer en que las cosas cambiarían, que nunca es tarde para enmendar tus errores. Un hombre triste que anhelaba que las cosas fueran como creía merecer. Con el orgullo tan elevado que lo estaba destruyendo, atrapado en conjeturas falsas y en su propio ego.

Esta es la historia de un día de lluvia, pero no un día de lluvia cualquiera sino, de esos que parecen no acabar nunca. Un día donde el agua fluye libre por cualquier superficie que tocaba. Un día donde puedes usar esas botas que tienes al fondo del armario para saltar de barrizal en barrizal. Esta es una historia contada en un día de lluvia, donde, sin pensarlo demasiado había tomado su sombrero, un impermeable verde y sus botas amarillas. Miraba el cielo y cerraba los ojos perdiéndose en la sensación de las gotas frías resbalando por su rostro.

Ese jovencito, de aspecto inocente e ingenuo era como un rayo de luz a donde quiera que se aparecía. Saludaba a los desconocidos con una sonrisa plasmada en el rostro, una tan cálida y genuina que era imposible no devolvérsela con ternura.

Esta es la historia de un hombre, un chico de 17 años llamado Monkey D. Luffy. Un chico que al bajar del metro se fijó en un hombre que estaba solo en la estación. Parecía un pordiosero.

“Niño ¿no te han dicho que no debes hablarle a los extraños?” le respondió con hosquedad al verle sentado a su lado y hablándole con tanta confianza.

“Si me lo han dicho muchas veces shishishishishi ¿Por qué estás tan triste?” el extraño le miro sorprendido ¿Cómo debía responder a eso? Nisiquiera se conocían…pero el menor era más astuto de lo que aparentaba. Lo había leído en sus ojos 

“Eres solo un adolescente. Hay cosas que no puedes entender y la soledad es una de ellas” sus ojos plateados vagaron por la estación. Siempre se había sentido solo, que no le importaba a nadie…

“Bueno si te sientes solo toma” le tendió un papel con algunos números. El joven doctor no tardó mucho en darse cuenta que era un número telefónico “Cuando me siento solo, miro lo que tengo enfrente y las nubes se disipan” el pelinegro se levantó y corrió un poco para detenerse a la salida de la estación mientras alzaba su mano derecha “Cuando quieras hablar llámame shishishishishi seremos muy buenos amigos” y así como apareció se esfumo bajo la lluvia. Él se quedó perdido por unos momentos. El mundo estaba lleno de gente extraña. Para su sorpresa en el lugar donde había estado el inoportuno moreno había un boleto para el metro, quizás se le había caído por accidente…

De salto en salto, de charco en charco llego a su destino y su lugar favorito en el mundo. El Baratie. El mejor restaurante según él y sus hermanos. Se sentó junto a la ventana y aguardo con ansiedad

“Otra vez tu mocoso. La última vez venias oliendo a pescado y esta vez estas llenando todo de barro” le reclamaba el joven mesero de ojos azules como el cielo “¿Qué te sirvo?” le pregunto con un tono más cariñoso.

“Lo de siempre. Cuatro platos de ramen, mucha carne, un pastel de chocolate y dos platos especiales. Para llevar por favor shishishishi” aplaudió con felicidad y aunque no era muy paciente ya le habían advertido que si hacia desorden como la última vez no le iban a servir de nuevo. Y cuando se trataba de comida no había lugar para errores.

Como le encantaban los días lluviosos.

El joven regresó y le entrego su pedido. Cuando Luffy llegaba al restaurante era mejor servirle rápido.

“¿Cómo van las cosas con Zoro?” soltó de sopetón el menor. El ojiazul se tensó, no quería responderle y mucho menos comentarle que quería romper con él.

“Todo va de maravilla ¿y tú y tus hermanos?” Luffy era astuto, se daría cuenta que mentía por lo que opto por cambiar de tema.

“Ayer discutimos con Ace. Y enserio estaba furioso, casi estuve a punto de decirle que lo odiaba. Pero después lo pensé y entendí que yo también estaba en un error y todo se arregló” el pequeño se dirigió a la salida “A veces es bueno sentarse a pensar en lo que estamos haciendo mal” se puso el sombrero y corrió bajo la lluvia.

El joven mesero se llevó un cigarrillo sin encender a la boca. Ese chico siempre parecía un retrasado, pero su sinceridad era la cualidad más sorprendente en él…igual que en Zoro.

Esta no es la historia de un día lluvioso, pero no un día de lluvia cualquiera sino, uno de esos que acabaran en cualquier momento. Un día donde un tímido arcoíris se plasma en el horizonte. Un día donde nunca es tarde para volver a nacer. Esta es una historia contada en un dia de lluvia, donde no se trata de la lluvia o los recuerdos que esta trae consigo, sino de la belleza de una sonrisa legítima.

Esta no es la historia de uno, dos o tres hombres. Es la historia de cómo con una simples palabras pudieron cambiar dos vidas. Porque él era como un arcoíris, irradiaba vida y color y era imposible no volver a creer.

Por que él era como un arcoíris. Tan natural y tan libre…

CONTINUARA

Notas finales:

Gracias por leer QwQ


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