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Crónicas de un adolescente enamorado por SeventeenWorld

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Notas del capitulo:

Tarde pero seguro... supongo.

<< ¿Minghao?

Enviado 5:34 p.m.

El rubio miró la pantalla del celular una vez más, con la esperanza de que tal vez no había recepción en ese lugar o que la respuesta había llegado y no se había dado cuenta; pero por más que lo intentaba, el resultado siempre era el mismo: nada.

—    Mocoso, ¿podrías soltar eso y venir a ayudar? —Su madre elevó la voz desde la cocina, donde miraba a su hijo con el ceño fruncido—. Te la has pasado el día pegado a esa cosa, hasta donde yo sé, no va a cambiar si lo miras más.

—    Voy… —contestó con decaimiento, guardando el aparato en su bolcillo.

Soonyoung se levantó del sofá y dejó a un lado el pesado libro de “Coreano I” sobre la mesa ratona de la sala. Entrando a la enorme cocina de su hogar, encontró a su atareada madre yendo y viniendo con todo tipo de cosas para la cena. Esa mujer no dejaba de ser chef ni en su casa.

—    Lava los platos sucios.

—    Sí. —Se colocó el delantal para no mojarse y comenzó con su labor.

Su madre era la clase de persona que a pesar de tener el dinero suficiente para pagarle a alguien por hacer todas aquellas tareas, prefería por mucho hacerlas ella misma. Soonyoung sonrió, le agradaba mucho su madre.

El celular en su bolcillo timbró anunciando la llegada de un mensaje y el corazón de Soon se alborotó al mismo tiempo. Se secó las manos y sacó el aparato lo más rápido que su nerviosismo le permitía.

Enano:

>> ¡Sálvame!

Recibido 6:15 p.m.

Los pulmones hinchados del rubio se desinflaron por completo con decepción. No era Minghao. Soon comenzó a considerar la posibilidad de que el muchacho chino no le había dado el número correcto o simplemente no le quería contestar.

Enano:

>> Idiota, podría estar muriendo y no te importa.

Recibido 6:17 p.m.

>> ¡Soonyoung!

Recibido 6:17 p.m.

Rodó los ojos. Era particularmente inusual que Jihoon necesitara su ayuda, y era aún más raro que el pequeño estuviese despierto a esa hora. Porque sí, los sagrados sábados de Jihoon consistían en dormir prácticamente todo el día.

<< Si estuvieses muriendo no podrías mensajear. ¿Qué pasa?

Enviado 6:18 p.m.

El teléfono del rubio recibía una llamada de entrada por parte del chico con el que anteriormente mensajeaba. Contestó alejándose lentamente de la cocina, procurando que su madre no notara su huida.

—    ¿Qué quieres, Jihoonnie? Soy alguien bastante ocupado.

—    El idiota de Seungcheol está en mi casa. ¡Mi casa!

—    ¡Oh por Dios! ¿Qué Seungcheol?

—    ¿Cuántos Seungcheol conoces? Sácalo de aquí… O sácame de aquí… ¡haz algo!

—    ¿Por qué yo? —Se cruzó de brazos e hizo un puchero aunque el otro no podía verlo—. Wonwoo vive más cerca de tu casa… ¡O Junhui, él es bueno con esas cosas!

—    Porque eres el único que contestó. Además es tu amigo.

—    ¿Por qué no simplemente lo ignoras y esperas a que se vaya?

—    Mi madre está en la sala, junto con Chan.

—    ¡Ah! —Ahora entendía todo.

La señora Lee tenía la rara manía de tratar a cualquier sujeto que pisaba esa casa como si fuera la futura esposa o marido de su hijo. Aun recordaba la primera vez que fue a visitar a Jihoon y cómo la mujer lo atacó con preguntas un tanto incómodas; incluso hasta la fecha, la señora aseguraba que Jihoon y él tenían una especie de relación.

—    Bien, bien. Veré que hacer… voy para tu casa… ¡Pero me debes una!

—    Sí, sí. ¡Apresúrate!

Ambos colgaron al mismo tiempo cuando la conversación terminó. Soonyoung, tomó sus cosas —llaves, dinero, identificaciones— y se escabulló por la puerta de la cocina, su madre pareció no darse cuenta, lo cual era casi un milagro. Tomó la bicicleta y condujo hasta la casa de su amigo rosa. Vivían relativamente lejos, por lo que le tomó unos quince minutos llegar. Se colocó en la entrada de la bonita casa de Jihoon y sacó su móvil:

<< Ya llegué, baja.

Enviado 6:55 p.m.

A penas envió el mensaje, la puerta se abrió de un de repente, mostrando a una sonriente y bajita señora entrelazando el brazo con la pesadilla de Jihoon, quien, por su expresión, se halló igual de sorprendido por la coincidencia.

—    ¡Oh! Soonyoung-ah, ¿qué haces aquí, hijo?

—    Yo… eh… hoy tenía una cita con Jihoon.

[Una hora antes]

La parte favorita de la vida de Jihoon eran los sábados; nadie sabía a ciencia cierta qué tanto hacía todo —absolutamente todo— el día encerrado en su habitación, pero era mejor no interrumpirlo en sus sagrado descanso, todos conocían lo temperamental que llegaba a ser. La única persona que había sacado de su hiatus semanal al pequeño había sido la señora Lee.

La verdad era que no existía tal enorme misterio. Jihoon pasaba los sábados de su vida durmiendo, escuchando música, comiendo chatarra, viendo películas y durmiendo una vez más. Un día entero lleno de ociosidad en todo el sentido de la palabra.

Estaba ya entrando a su siesta de las 5:30 cuando alguien —quien parecía no apreciar su vida— tocó, o mejor dicho, casi derribó a golpes su puerta. Algo en su sangre hirvió de furia, mientras se levantaba rápidamente y abrió el pedazo de madera que bloqueaba la entrada encontrándose con el vacío. Esto sólo consiguió enfurecerlo más. Echando chispas bajó las escaleras y a grandes zancadas llegó hasta la recepción de la casa:

—    ¡Lee Chan! ¡¿Qué demonios te he dicho sobre molestarme?!

—    Jihoon, cariñito —interrumpió su madre—, mira, te vinieron a buscar.

Entonces se encontraba junto a su madre el rubio de sonrisa estúpida, con las manos en los bolsillos de los jeans. Entonces Jihoon estaba vestido con unos shorts rosados y un enorme suéter del ratón Miguelito, con el cabello hecho un desastre. ¡Pero Lee Jihoon nunca perdería su altanería! Así que con la vergüenza llenándole la cara, respingó la nariz.

—    Ugh. Lárgate de aquí —se dio media vuelta, con toda la calma que pudo gracias a sus adormecidas piernas, y caminó escaleras arriba.

Una vez en la soledad de su habitación, la pena e ira retenida explotó en forma de un pequeño de cabellos rosados pataleando en la cama, tirándose de los cabellos, rodando en el suelo y ahogando sus gritos en una almohada.

¿Quién demonios le había dicho a ese sujeto su dirección? ¿Qué hacía ahí? ¡¿Por qué demonios tuvo que verlo en aquel estado?! Probablemente la respuesta a cada incógnita era: “el mundo te odia”.

—    ¡Hyung! —escuchó la chillona voz de Chan fuera de su cuarto—, ¿es ese el Seungcheol del instituto? ¡Oh por dios! ¿Qué hace aquí? ¡¿Lo conoces?!... ¡¿Estás saliendo con él?! Espera… pero que no él tienen nov-…

—    ¡Vete de aquí! —Gritó, entrando en pánico ante tal interrogatorio.

—    Como quieras, pero mamá ya lo invitó a sentarse, y ya empezó a sacar los álbumes fotográficos.

Hoon palideció. Esa mujer quería acabar de matar la poca dignidad que aún le quedaba, no había duda. El pequeño se quebraba la cabeza para encontrar la razón por la cual ese sujeto se encontrara invadiendo su casa, y al fin recordó la estúpida “cita” que Seungcheol organizó por su cuenta.

Fuera cual fuera la razón, Jihoon sabía dos cosas; debía sacar a Choi Seungcheol de su casa y debía deshacerse de él. Intentó recurrir a Junhui, ya que él era el perfecto alcahuete, pero sólo le contestó un: “Estoy ocupado Jihoonnie, adiós”; con Wonwoo no hubo mejor resultado, este ni siquiera respondió. Se le acabaron las opciones y terminó mensajeando a Soonyoung; el tipo era un idiota en cuanto a relaciones se trataba —no que Jihoon fuera el gran experto, pero…—, pero fue el rubio el único que contestó.

Tras una discusión con el bailarín, decidió que tendría que hacer un sacrilegio; tendría que arreglarse aquél sábado.

¿Pero qué debería ponerse?... ¡Qué decía! Obviamente cualquier cosa, no es como si se tuviera que ver “especial” por algún motivo. Sólo iría con Soonyoung a dar vueltas por ahí. ¿Pero si Seungcheol los seguía?... ¡ah!

Se tiró una vez más a la cama. Desesperado e irritado.

[Una hora y media después]

Soonyoung no sabía en qué momento todo aquel lío terminó atrapándolo. Pues ahora se encontraba esperando en la entrada del cine, con una cubeta —extra grande— de palomitas en los brazos, deseando escapar de la horrible tensión que había entre Seungcheol y Jihoon, quienes lo arrastraron ahí.

Seungcheol lo miraba de vez en cuando como deseándole lo peor de lo peor y Jihoon se había vuelto una sanguijuela que no se despegaba de su brazo. Todo porque al de cabellos rosados se le ocurrió decir en la entrada de su hogar: “Voy a ir al cine con Soonyoung. Lo habíamos planeado desde hace mucho”, y Cheol se incluyó en esos falsos planes, después de una seria discusión con el pequeño gruñón, quien al final terminó aceptando por alguna razón que Soonyoung desconocía.

Las ventajas de todo aquello, eran que el rubio los había llevado en su auto —en contra de la voluntad de Jihoon—, había comprado las entradas del cine —una vez más, sin permiso del pequeño— y Hoon le había comprado, en compensación, muchas cosas en la dulcería del lugar.

—    Toma, niño —llamó el futbolista— este es tu boleto.

Soon miró el pequeño pedazo de papel; “Posesión Satánica”, 7:55 p.m., sala 7, asiento 25A. Tragó grueso. No es que le asustaran ese tipo de películas, sólo lo ponían nervioso. Afortunadamente no iba sólo, y sabía que a Jihoon esa clase de películas le aburrían.

—    Espera, ¿por qué demonios mi boleto es el asiento 20A? —Reclamó el pequeño—. ¿Qué boleto tienes tú?

—    21A —respondió el rubio mayor, con una sonrisa coqueta en los labios—, hay una razón para esto, Jihoonnie, los otros asientos estaban ocupados —mintió.

—    Esperemos otra función entonces.

—    ¡Vamos, Jihoonnie! Ya compramos todo —puchereó el mayor de todos—, además, al niño no le molesta ni le da miedo, ¿verdad?

—    E-En realidad…

—    ¡Lo ves! Sin problemas. Vamos.

El rubio bailarín fue dejado de lado, ignorado, una vez más. Consideró la posibilidad de huir de ahí y regresar a su hogar… pero caminar hasta su casa sería tan cansado. Y después de un viaje escolar quedó claro que él y los buses no eran buena combinación. Maldijo por lo bajo hasta que escuchó a su celular vibrando en su bolcillo.

El chico lindo:

>> Sí… ¿quién eres tú?

Recibido 7:45 p.m.

Casi tira la cubeta de la emoción que le causó el mensaje, y a su vez se mordió los labios; no recordaba cómo había guardado el número del chino, y tampoco recordaba que él nunca le dio su número. Tal vez por eso no contestaba, nadie respondería a un número desconocido.

<< ¡Ay, lo olvidé! Soy Kwon Soonyoung, ¿me recuerdas?

Enviado 7:45 p.m.

El chico lindo:

>> ¡Claro! Olvidé pedir tu número. Pero ahora lo tengo. Te registraré. J

Recibido 7:46 p.m.

El corazón de Soon se aceleró repentinamente y un montón de preguntas tontas llenaban su cabeza —como el ¿de qué manera guardaría su número? ¿Sería Kwon Soonyoung? ¿Soonyoun hyung? — y tecleó un nuevo mensaje con la velocidad de un rayo.

<< ¿Qué haces?

Enviado 7:48 p.m.

No era la pregunta más ingeniosa que se le pudo haber ocurrido. Pero no quería que su pequeña conversación muriera ahí. Minghao tardó más de tres minutos en contestar, y Hoshi se cuestionó si había forzado demasiado el tema.

El chico lindo:

>> Mis amigos me han arrastrado al cine… se estrenó una película… es de terror… odio esas películas. ¿Y tú?

Recibido 7:52 p.m.

Sonrió. La redacción era pésima, pero no lo hacía tan mal para ser un extranjero. El rubio alzó la cabeza, miró a la izquierda, miró a la derecha. No había muchos cines en los alrededores, las posibilidades de estar en el mismo lugar eran considerables. No pensó dos veces y marcó el número de Minghao.

El timbre de espera sonó dos, tres y cuatro veces. Hasta que contestó.

—    ¿Qué sucede? —Preguntó en voz baja la suave voz del chino.

—    Oh, es sólo que también estoy en el cine —hizo una pausa—, ¿no sería gracioso encontrarte aquí?

—    Bueno… supongo que sí —se escuchó su risita baja— ahora mismo estamos en la dulcería… yo-

La voz de Minghao se interrumpió, como si alguien le hubiese arrebatado el celular de entre las manos, y muchas risas de fondo acompañadas de un “¿Con quién hablas, amor?” “¿me estás engañando?”, y los quejidos del chino fueron lo último que se escuchó antes de que la llamada terminara.

Soonyoung miró con el ceño fruncido la pantalla táctil del aparato. ¿Quién estaba con Minghao? Eso no sonaba como si fuese un simple “amigo”. Y si era una especie de broma, le resultaba de muy mal gusto. Esperen, ¿a Soonyoung no le agradó un broma? ¡Algo estaba mal en aquella oración!

—    ¡Soon, apúrate! —escuchó la molesta voz de Jihoon llamarlo desde el pasillo de la antesala.

Suspiró irritado y siguió a la pareja que ya entraba al oscuro lugar. Entre tropiezos y maldiciones, los tres llegaron a sus respectivos lugares, y hasta que el bailarín se encontró sólo, rodeado de asientos vacíos, viendo en la lejanía —tres asientos lejos de él— a Seungcheol intentando abrazar a Jihoon, mientras la película comenzaba, fue entonces que sintió que podría morir de miedo.

La oscuridad de la sala no dejaba ver a un pequeño grupo de tres personas que subían por las escaleras de los pasillos, y los cuchicheos que hacían era lo único que hacía notar su presencia.

—    No fue gracioso, hyung.

—    Sí lo fue —susurró otra persona, reprimiendo las risas.

—    No hagas ruido, ya empezó la película —habló un tercero— Minghao, ¿qué asiento tienes?

—    24A.

Notas finales:

Muchas, muchas gracias por su comentarios y lecturas. Sobre todo las lecturas subieron muchísimo, las jasmo♥

Mi agenda sigue igual de apretada gracias a la escuela y el trabajo, so... no me he dado el tiempo de pasar la historia a wattpad; además tengo por ahí unos one-shots incompletos que espero pronto publicar. Mientras tanto, gracias por el apoyo.

No se olviden de votar por los bebés en los MAMA, como rookie del año. Sabemos que se lo merecen muchísimo♥ 
¿Y por quién votaron en las demás categorías? En el de rap, yo voté por San E (porque es mi bias... ggg, lo amo) pero me entristeció saber que va perdiendo

Como sea, voten mucho, por favor, y reproduzcan, y twetteen, y eso... 

¡Las jamo rete harto!

Bais.

PiaPia


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