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Crónicas de un adolescente enamorado por SeventeenWorld

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Notas del capitulo:

Bueno, más vale tarde que nunca... supongo.

Jihoon nunca había prestado atención a las noticias de actualidad en la escuela; cosas como las fiestas, los chismes, los concursos, partidos y demás etcéteras le tenían ciertamente sin cuidado. Hasta el día en que apenas atravesar la puerta del colegio sintió que las miradas de todos se clavaban en él y algo apuntaba a que el tema de conversación de moda era su persona.

—     Hyung  —le llamó su hermano menor que caminaba a su lado—, ¿no sientes como que… todos nos miran?

El chico de cabellos rosados frunció el ceño. Entonces no es mi imaginación, pensó. Llegaron al salón del mayor, y antes de despedirse, Jihoon empujó amigablemente a Chan.

—     Es cosa tuya… Anda, ve a tu clase.

El azabache le sonrió y siguió su recorrido por el pasillo hasta perderse en las escaleras del primer piso. Jihoon suspiró y se adentró a su casillero en la parte trasera de la clase, ninguno de sus amigos había llegado aún. Algunas chicas cerca de su casillero cotilleaban sin discreción:

—     ¿Viste la foto? —Exclamó una de ellas, sentada en la mesa junto al pequeño, soltando una risita burlona—: ahora él será la burla.

La sangre se le heló a Hoon. Sólo conocía una razón para que, de un día para otro, se pudiera convertir en el centro de atención; la misma razón que se relacionaba con un foto y él haciendo el ridículo más grande de su vida. Apretó los dientes.

Ese maldito de Seungcheol había abierto la boca. ¡Y pensar que a Jihoon le comenzaba a agradar! Pero se las iba a pagar caro.

Abrió con brusquedad la puerta de su casillero, y al mirar su contenido, la ira acumulada de tan sólo unos segundos atrás, había cambiado por la vergüenza subiendo lentamente a su cara en forma de un rubor rojo que se extendió hasta sus orejas.

Había una foto pegada con cinta adhesiva de colores y un mensaje bajo la imagen.

[…]

Era un buen día, o al menos Jeonghan lo sentía como uno. Después de un largo fin de semana hablando con sus amigos, llegó a la conclusión de que, en dado caso que comenzara a gustar de cierto castaño de sonrisa linda y que tocaba la guitarra, no había nada de malo en ello. Es decir, él respetaba la relación con Seungcheol.

¡Porque aquel beso con Jisoo no fue nada!

Un pequeño error, tal vez. No es como si Jeonghan hubiera sentido mariposas en el estómago, o que pasó toda la noche pensando en lo suaves que eran los labios del músico y en lo lindo que se veía cuando se sonrojaba, tampoco es como si le preocupara lo que Jisoo pensó de él después del beso, claro que no.

—     ¡Ah! ¿Qué te está pasando, Jeonghan? —Se susurró a sí mismo mientras se restregaba la cara con las manos.

Nunca en su corta vida se había sentido tan confundido, tanto que ni siquiera podía ordenar correctamente sus pensamientos. Entró a su salón de clase y se acomodó en su lugar, pensando aún en por qué le era inevitable sonreír al recordar sus pequeños encuentros con Jisoo.

—     Jeonghan oppa —llamaron su atención.

Levantó la mirada y encontró a una chica castaña junto a un joven de cabellera negra; la presidenta y vicepresidente de la clase. Les sonrió como acto reflejo, pues se les notaba un tanto afligidos, invitándolos a continuar con cualesquiera cosa que tuvieran que decir.

—     Hyung —suspiró él—, Mina y yo queríamos decirte que… que no dejaremos que seas el centro de burla de nadie. Cuentas con todo nuestro apoyo.

—     ¡Sí! —asintió la muchacha—, tú sólo eres una víctima en esta situación.

El ángel enarcó una ceja, claramente desentendido y ajeno al motivo por el cual sus compañeros le decían tales palabras. La chica pareció notar que el de cabellera larga no tenía ni idea de lo que hablaban, así que, aclarándose la garganta, continuó.

—     Lo de la foto —explicó, mas Jeonghan seguía sin entender—. La foto de Seungcheol y ese pequeño… —el futbolista abrió los ojos, sorprendido—. ¡¿En serio no la has visto, oppa?!

El chico pelinegro sacó de su bolsillo una hoja cuidadosamente doblada, extendiéndola hasta Jeong. El castaño tomó el papel y lo extendió encontrándose con una imagen confusa; en la primer fotografía, Seungcheol besaba la frente de un chico bajito de cabello rosado, que a  Jeonghan se le hacía raramente familiar; en la segunda imagen ambos se veían a los ojos, mientras Cheol sostenía el rostro del menor mientras le sonreía feliz a pesar del gesto de desagrado de su compañero; en la tercera, ambos caminaban tomados de la mano, con los dedos entrelazados, mientras el menor bajaba la mirada.

Algo se rompió en Jeonghan.

El de cabellos largos y cuidados borró su sonrisa y trató de tranquilizarse. Una foto podría ser malinterpretada si se descontextualizaba el momento. Tal vez era algún malentendido… incluso pudo ser un desliz —Jeonghan más que nadie sabía que a veces se comente pequeños errores—. Pero fue inevitable y los ojos se le aguaran.

Yoon Jeonghan jamás estuvo seguro de lo que era el amor, tampoco si llegó a amar a Seungcheol, pero le dolía tanto. Le dolía saber que la primera persona que hizo latir su corazón, a la que se entregó en muchos sentidos, jamás le hubiera visto de aquella manera en que miraba a un extraño de cabello rosa. Dolía que la realidad le golpeara tan fuerte y de una sola vez; sabía que Cheol nunca fue en serio con él, que coqueteaba y se insinuaba a todo ser viviente, pero no imaginaba que algún día su novio se enamoraría… de alguien que no era él.

—     O-Oppa —llamó la chica—, no, no llores por favor.

Se llevó una mano al rostro, encontrando lágrimas escurridizas.

—     ¡Buenos días a todos! —Se escuchó la cantarina voz del rubio capitán de fútbol entrando al aula.

Todo se colocó tenso en cuanto Seungcheol enfocó el rostro afligido de Jeonghan y las lágrimas en el rostro usualmente alegre. Frunció el ceño, furioso. El rubio miró a la chica y el chico parados junto a su novio quienes le miraban con reproche y desdén.

—     ¿Quién hizo llorar al ángel? —Escupió molesto.

Jeonghan se levantó de su lugar y corrió hasta la salida, con el rostro cubierto por sus largos cabellos. El futbolista entendía cada vez menos la situación.

—     Idiota —reclamó la chica antes de darse media vuelta y regresar a su lugar, seguida por el chico azabache.

Dejó sus cosas en la silla junto a la de Jeonghan y divisó una hoja doblada en el escritorio; al descubrir su contenido, todo comenzó a tener sentido. Mierda, pensó. Salió corriendo al pasillo, donde una decisión imaginaria apareció ante el rubio.

Hacia el lado izquierdo se encontraba el salón de Jihoon, quien seguramente estaría furioso o incluso siendo atacado por las miradas juzgadoras de todo el mundo. Por el lado derecho fue hacia donde Jeonghan había salido corriendo, seguramente a los baños, con el corazón destrozado.

Se despeinó la cabellera teñida, claramente estresado, suspiró. Dobló hacia el lado derecho mientras buscaba con la mirada la melena castaña tan característica de la estrella del equipo de fútbol, sin prestar atención a lo que los demás alumnos rumoreaban sobre él ni a los que lo llegaron a mirar con resentimiento. Tan metido en su tarea estaba, que casi no sintió cuando tropezó con alguien a mitad del pasillo.

—     ¡Explica esto! —Le reclamaron de buenas a primeras, mientras le lanzaban una pelotita de papel a la cara. Por primera vez desde que le conocía, no le alegraba tanto encontrarse con Jihoon—. ¿Por qué demonios todos tienen esta maldita foto?

—     Jihoon —comenzó casi como un suspiro, pero la ira del menor era tal que ni siquiera notó la falta de un modismo cariñoso en su nombre.

—     ¿Fue tu idea? No entiendo qué quieres lograr. ¡Tampoco entiendo por qué a todos les afecta tanto! —Gritó como un reclamo para todos los entrometidos que no dejaban de juzgar la situación ni por un segundo—. Pero tú y todos aquí se pueden ir a la mierda.

—     ¡Jihoon…! —Trato de detenerle, al ver como se daba media vuelta, sosteniendo la muñeca blanquecina.

Debió saber que aquella acción era una mala idea desde el simple hecho de saber que hablaba de Lee Jihoon. El pequeño golpeó con su puño el estómago del rubio, seguido de un “oh” por parte de los espectadores, Cheol sintió que lo dejaban sin aire y se llevó ambas manos a la parte afectada de su cuerpo, hiperventilandose. Hoon gruñó molesto y se alejó de él.

[…]

Entró a los baños, caminando con un poco de dificultad aún, donde por fin encontró a la persona con la que necesitaba hablar. Jeonghan se encontraba sobre la barra de los lavabos, con la mirada perdida y los ojos rojos; miró por el rabillo del ojo la silueta de Seungcheol entrando a su escondite, pero no se movió ni un milímetro.

—     Escúchame —pidió el mayor, recargándose en la puerta—; las cosas no son así, ¿okay? Quiero decir… yo… no sé… todo es muy complicado.

—     Te entiendo —respondió el castaño, tomando por sorpresa al deportista—. Seungcheol, no estoy libre de culpa como para reclamarte nada —el nombrado enarcó una ceja, dudoso—. Pero necesito saber dos cosas. No contestes si no quieres, pero si no dices nada entenderé que la respuesta es algo que no me gustará escuchar.

—     Seguro.

—     Primero… ¿me amas?

El rubio abrió la boca, dispuesto a afirmar la cuestión; mas después pensó en que, debido a la seriedad de la situación, no podía dar una respuesta tan poco procesada, y al meditarlo dos veces, su mente quedó totalmente en blanco. El primer silencio se dio.

—     Bueno, supongo que eso lo esperaba —susurró el castaño, bajando del lugar donde se encontraba sentado—. Segundo, y último… ¿te enamoraste de él?

—     ¿De quién?

—     Sabes de quien hablo.

Cheol se mordió los labios. Él no lo llamaría amor, pues ni siquiera sabía cómo es cuando se ama a alguien, pero debía admitir que su atracción por Jihoon era diferente de la que normalmente sentía hacia las personas que le resultaban lindas. Tenía ganas de conocer todo de Lee Jihoon, a pesar de que este lo rechazara tan tajantemente; quería protegerlo y celarlo, pasar el mayor tiempo posible a su lado… ¡y era tan ridículo si lo pensaba! Porque, ¿desde cuándo un chico que había conocido de tan poco ponía su mundo de cabeza?

—     Eso era todo —Jeonghan interrumpió sus pensamientos—. Seungcheol deberíamos terminar.

—     ¡¿Qué?! No, yo-…

—     Cheol, no te engañes. Esto no tiene sentido.

—     Lo tiene.

—     Dame una buena razón por la cual deberíamos seguir esto —pidió cruzado de brazos, frente al capitán. El mayor guardó silencio—. No compliques más las cosas, terminemos de buena manera, ¿sí? Que esto no afecte ni nuestra amistad ni al equipo… pero… pero por el momento no tengo ganas de verte.

El castaño movió al rubio de la puerta y salió del lugar, dejando a un desconcertado Seungcheol en el medio de un baño vacío.

[…]

Jihoon caminaba más que molesto hacia su casa. Algún profesor le había visto golpear al estúpido rubio ese y le habían dado tres horas de detención; eran casi las seis y comenzó a llover de la nada. Tenía la seguridad de que si encontraba a cualquiera, con el humor que se cargaba en aquel instante, era capaz de matarlo.

Sus amigos no mencionaron nada acerca de la fotografía, e incluso Junhui le defendió de algunas estúpidas que le llamaron “zorra”. Y era eso lo que más le jodía, que no tenía ni la mínima idea de por qué a la escuela le afectaba tanto una estúpida fotografía, el único afectado se supondría era Jihoon, pero parecía que a partir del incidente se había convertido en una especie de villano.

Había maldecido tantas veces a Seungcheol ese día que ya no parecía suficiente, así que decidió alejarlo de sus pensamientos para evitar que un derrame de bilis le ocurriese. Pero aún después de una larga caminata bajo la lluvia hasta su casa, parecía imposible dejar de pensar en el rubio.

—     Llegué —gruñó molesto al entrar a su casa sin recibir respuesta. Recordó que los lunes su madre salía al supermercado—. Genial…

Se quitó la chaqueta verde militar que se encontraba empapada y se deshizo también de sus mojados zapatos y sus calcetines, para evitar mojar el piso de madera. Sintió un escalofrío al pisar la duela, pero se acostumbró rápidamente. Corrió escaleras arriba, encerrándose de una vez en su habitación.

Se cambió el uniforme empapado por lo primero que encontró en su armario, y con una toalla comenzó a secar su cabello. Se tiró en su cama, fijando su mirada en un punto ciego del techo, escuchando la lluvia golpear su ventana.

—     ¡Jihoon! —Escuchó que gritaban su nombre.

Genial, ahora no sólo no podía dejar de pensar a Seungcheol, ahora también lo alucinaba. O eso creyó hasta que escuchó el mismo llamado por tercera vez. Se asomó por la ventana junto a su cama, y lo que más temía era una realidad.

El rubio más molesto del mundo, bajo la lluvia, en su patio, gritando como demente. El de cabellos rosados frunció el ceño y abrió la ventana, recibiendo la brisa de las gotas que se colaban hacia adentro.

—     ¿Qué mierda haces aquí? ¿Quieres morirte?

—     ¡Ábreme! —Casi ordenó.

—     Si bajo será para quebrarte todos los huesos del cuerpo.

—     ¡Abre, por favor!

—     Ush —bufó, al notar que las luces del pórtico de su vecina se encendían—. Vete.

—     ¡Si no me abres armaré un escándalo aquí! —Gritó decidido, y parecía no bromear, pues su usual sonrisa traviesa no había aparecido en toda la conversación.

El menor cerró la ventana y se cruzó de brazos aún sobre su cama. Lo dejaría ahí hasta que se cansara, eso planeó hasta que el futbolista comenzó a gritar su nombre. Harto, tomó la guitarra con la que de vez en cuando tocaba —pues fue lo primero que encontró a la mano— y bajó las escaleras dispuesto a matarlo. Quitó el seguro de la puerta principal, en cuanto abrió, unos fríos y húmedos brazos lo rodearon en forma de abrazo.

—     Jihoon —gimió el mayor, y el dueño de la casa notó por primera vez que esas gotas que había visto en el rostro de Cheol no eran lluvia sino lágrimas. Su ira se aplacó momentáneamente y aflojó el agarre de su guitarra. El rubio gimoteaba mientras se aferraba al pequeño cuerpo del menor—. Jihoon… soy un asco de persona.

Notas finales:

Me pasé la tarde escribiéndolo, y como les he estado fallando, lo hice un poco más largo de lo habitual.

Y es que la historia de mi computadora ahora es demasiado larga como para contarla. Así que resuimremos en que ahora tengo otra computadora, más pinche, pero pues sirve.

Mis exámenes ya casi acaban y estoy a nada de salir de vacaciones, pero aún tengo un montón de tarea y pendientes, por lo que no he tenido demasiado tiempo.

En fin, MUCHÍSIMAS GRACIA POR LEER Y COMENTAR. Ya pasamos las 17k lecturas, lo cual es lo más hermoso del mundo, además de que me encanta leer todos sus comentarios, y espero poder responderlos pronto. En serio, tienen todo mi amor♥

 

¡Nos leemos!

 

Luv u♥

 

PiaPia.


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