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Crónicas de un adolescente enamorado por SeventeenWorld

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Notas del capitulo:

Después de casi un mes, aquí estoy. No me maten.

—     ¿Seguro que estás bien?

Jeonghan sonrió a Seokmin para que su “sí” como respuesta sonase más convincente. Era un lindo detalle que el chico de bonita sonrisa se hubiese tomado la molestia de buscarle por toda la escuela para preguntar el cómo se encontraba, pero en esos momentos, Jeonghan no sentía el humor de hablar con nadie.

Seokmin torció la boca no del todo convencido de los resultados que obtuvo, pero soltó un suspiro de resignación al darse por vencido con su hyung.

—     Está bien, supongo. No faltes a la práctica de este viernes, por favor.

—     No lo haré —Jeonghan respondió sin mucha convicción, mientras alzaba una mano a forma de despedida.

El castaño se levantó de la silla frente al jugador estrella y salió lentamente del área de la cafetería, no sin antes voltear la mirada dos o tres veces.

Una vez a solas, en medio de la cafetería, el rubio suspiró pesadamente mientras se dejaba caer contra la mesa, recargando la mejilla sobre la tabla de plástico y cerrando los ojos por un momento.

Haber terminado su relación con Seungcheol fue más incómodo de lo previsto; apenas eran dos días desde que sucedió y un montón de cosas habían cambiado; se cambió de banca –hasta el otro extremo del salón–, ahora iba en autobús a casa, tres personas se le habían declarado, y no tenía ánimos de ir al entrenamiento. Pero no todo era malo; Seungkwan y Junhui se habían apoderado de su casa por las tardes, y eso le animaba bastante, además se sentía de alguna rara forma menos angustiado, e incluso había sacado una buena nota en matemáticas –tal vez eso no tenía nada que ver, pero vale la pena mencionarlo–.

Jeonghan despabiló y alzó la mirada cuando escucho pasos acercarse a la casi vacía cafetería. Sonrió. Jisoo. Al parecer, el castaño de prominentes ojeras no le había notado, pues caminaba demasiado inmerso en sí mismo. Esa era una de las tantas cosas que le agradaban de él, su sencillez ante todo, tan natural. Jisoo pareció notar su presencia hasta que casi choca de frente con él, y sus mejillas trigueñas se sonrojaron un poco.

—     ¿Jeonghan?... hum, hola —hizo una mueca simulando una sonrisa que al de cabellera larga causó gracia.

—     Jisoo —respondió—. ¿Sabes? Siempre me encuentras en mis peores momentos.

—     Lo siento —enrojeció. Jeonghan negó levemente, divertido.

Y ahora que lo recordaba, era la primera vez que hablaba con Hong Jisoo desde el día en que en el parque de la ciudad… accidentalmente… Jeonghan sintió que se sonrojaba un poco. Dios, con tantas cosas ni tiempo le había dado de disculparse por aquel “error”. Entendía si el músico se sintiera incómodo junto a él.

—     La verdad… sé que no somos amigos pero-

—     ¿No somos amigos? —El futbolista preguntó en broma, sin embargo, en el fondo, el que hubiese mencionado aquello llegó a molestarle de alguna manera.

—     ¿Lo somos?

—     ¿Quieres ser mi amigo, Hong Jisoo? —Ambos rieron, incluso si el sonrojo del músico se hizo más notorio.

—     Entonces, ya que somos amigos, yo… me preguntaba… ¿te encuentras bien?

—     ¿Tan mal me veo? —El futbolista fingió indignación.

Incluso esa actitud algo ácida de Jeonghan era agradable para Jisoo, hacía más fácil el hablar con él. Porque el americano admitía que no encontraba la forma de acercarse a alguien como Jeonghan; es decir, Jeonghan era el tipo de todos; atlético, atractivo, inteligente, divertido, demasiado popular para Jisoo, porque él sólo era… Jisoo. Y recordar que por unos segundos alguien tan como Jeonghan le había besado ponía su mundo de cabeza, haciendo florecer emociones que no deberían existir en su estómago y hacer crecer un montón de preguntas en su cabeza.

—     Jisoo —el americano escuchó a suave voz y atendió con la mirada—, sobre lo del otro día, en el parque… no fue mi intención hacerlo.

El castaño menor se sintió como un globo desinflándose. Claro. La peor parte de idealizar un malentendido es cuando las cosas se aclaran y te das cuenta que la situación es más decepcionante de lo esperado. Era obvio que Jeonghan no tenía esas intenciones para con él. Jisoo era todo lo contrario para alguien como Jeong, incluso la simple idea de que se fijase en él era casi un absurdo. Suspiró.

—     Espero no estés molesto conmigo —terminó el mayor.

—     ¡Para nada! —sonrió con un poco de tristeza.

Cuando el silencio se dio entre ambos, Jisoo notó el claro semblante de abatimiento en el rostro del ángel. Se golpeó internamente; el futbolista acababa de sufrir una decepción amorosa y él sólo pensaba en sí mismo, vaya egoísta, se reprochó.

Algo que nunca le agradó al chico americano era la tristeza de sus amigos o seres queridos, haciendo todo lo que estuviese a su alcance para animarles; es por eso que aceptó unirse al club de canto cuando Seungkwan necesitaba un miembro más para que aceptasen su petición en la coordinación escolar; es por eso que no reprochó nada cuando su madre quiso mudarse a Corea nuevamente; es por eso que abrió la boca para decir:

—     ¿Sabes? El club de canto tiene un concierto en unas semanas… pero no he practicado lo suficiente y… hum, me preguntaba si quisieras ayudarme.

—     Yo no sé tocar la guitarra —Jeonghan sonrió enternecido, entendiendo las para nada disimuladas intenciones del contrario.

—     No, pero podrías —el nerviosismo de Jisoo era puramente encantador ante cualquiera— decirme qué tal lo hago.

Jeonghan miró fijamente los ojos achocolatados y pequeños de Jisoo, aun cuando este desviaba la mirada, su sonrisa se ensanchó mágicamente con aquella simple acción y de repente el día parecía más soleado.

—     De acuerdo.

[…]

La fría brisa despertó de su ensoñación al pequeño de cabellos rosados. Sentía el peso del rubio sobre sus hombros, y el leve calor que su cuerpo despedía. No entendía como un sujeto tan desesperante lograba someterlo bajo aquella calma que le impedía matarlo por completo.

Una calma que amarraba su explosivo carácter y hacía que dentro de él surgieran cualidades que no sabía que tenía, como la curiosidad o la paciencia. Seungcheol lo trastocaba demasiado para su gusto.

—     Entra de una vez, que me enfermaré —Jihoon habló entrecortado, mientras cerraba la puerta, pero el mayor no se movió ni un ápice—. Ugh, idiota, estás mojado.

Por un momento, el bajito se preguntó si Seungcheol no hubiese muerto en esa posición, pero su suave respiración le confirmaba lo contrario.

—     ¿Qué haces aquí? —Preguntó, aún incómodo con la posición.

—     Me siento mal —susurró con voz ronca—. Soy la peor basura de este mundo, en serio; estuve pensando, ¿a quién podía contarle todo esto? Alguien que no me odie después de todo lo que hice… y tú dijiste que no me odiabas…

—     ¿Qué hiciste? —Jihoon frunció el ceño— ¿Por qué demonios esa foto está por todos lados? ¿Me querías molestar así?

—     ¡Yo no lo hice! —Seungcheol cambió su posición en un brusco movimiento, tomando por los hombros a Jihoon y mirándole directamente a los ojos, a través de los mechones húmedos de su cabello rubio. El menor se estremeció—. Créeme, por favor.

—     … s-supongamos que te creo… —titubeó— ¿qué tiene que ver media escuela en esto?

—     ¡Porque yo…! —agachó la mirada y se aferró más a los estrechos hombros—. Herí a Jeonghan; herí a una de las personas más amables del mundo, a un ángel. Lo he herido durante tanto tiempo. Él terminó conmigo.

El dueño de la casa sintió un nítido y agudo pitido en los oídos. El estómago se le revolvió en un instante. ¿Seungcheol tiene novio? Tenía. ¿Jeonghan? ¿No era ese el amigo de Soonyoung, el futbolista, el atractivo hyung? Ese Jonghan era novio de Seungcheol. Todo aquel tiempo en que el rubio futbolista le había acosado, amenazado y salido con él; todo lo hicieron a pesar de que Seungcheol tenía novio. Incluso cuando dijo que Jihoon “le gustaba”. No que hicieran algo malo o comprometedor pero Jihoon creyó…

¡Ay por Dios! ¡¿Qué demonios creía Jihoon?! ¿Que Seungcheol buscaba más que su amistad? Que había “algo” entre ellos. ¿Que cuando decía todas esas cosas cursis y melosas, era porque de verdad gustaba de Jihoon? No, no, no. Ese dolor en su corazón no podía ser verdad; ese susurro en su inconsciente que recitaba un “eres una aventurilla más” no debía existir; Jihoon no podía sentirse decepcionado al saber tal cosa. Estúpido pecho, debía parar de doler y arder.

—     Estás muy mojado —se alejó dos pasos del rubio, subiendo las escaleras.

—     Jihoon.

—     Traeré algo para que te seques… no quiero que mi madre me mate por el agua en el piso —gritó desde la segunda planta de la casa. Entrando a su habitación, y recargándose en la puerta.

Frunció el ceño, se tomó el estómago con ambas manos y apretó los labios. Se odiaba tanto por sentirse de aquella manera, por permitir que Seungcheol provocara un retortijón en sus tripas. Se incorporó lentamente y tomó unas toallas de su armario y un pijama que le quedaba grande; se dio media vuelta, para volver a la planta baja, pero al inicio de las escaleras se detuvo. ¿Qué estaba haciendo?

Debería echar a patadas al estúpido que lo convirtió en una “zorra rompe relaciones” ante la escuela; quien le chantajeaba; quien no le tomó en serio; quien provocó que su corazón doliera. Y al ver el rostro triste de Cheol, todas aquellas ideas desaparecían, y sólo quería decirle que todo estaría bien, que a pesar de todo, no le odiaba.

Aventó furioso las toallas y la ropa hasta el pecho de Seungcheol, sin mirarle a la cara, y dirigiéndose hasta la pequeña sala de su hogar.

—     El baño está al fondo.

En silencio, los lentos pasos del capitán de futbol hasta el cuarto indicado se escucharon como un murmullo, y después de unos minutos, Jihoon divisó en la entrada de la sala a un chico con pantalones holgados de color gris que no le cubrían más allá de la mitad de la pantorrilla y con una sudadera estampada con el Pato Donald en el centro y las mangas demasiado cortas para el cuerpo del mayor. Jihoon no pudo reprimir una risa.

—     ¿No luzco bien? —Bromeó Seungcheol, sin desvanecer por completo su cara triste.

—     Nunca luces bien —el rubio agachó la cara y se dejó caer en el sillón de doble plaza donde Jihoon se encontraba sentado, nuevamente afligido—. No lo dije en serio… —el de cabellos rosados rodó los ojos.

—     ¿Jihoon? —habló el mayor, y el dueño de la casa le miró—, gracias. Por ser tan lindo conmigo, a pesar de todo. —Sonrió por primera vez desde que llegó a esa casa.

—     Basta.

Cheol miró a los ojos al menor, sorprendido. Jihoon cambió su faz a una expresión seria, mientras apretaba los puños en su regazo.

—     Seungcheol, ¿no entiendes, cierto? Por eso hieres a las personas, porque no te das cuenta de lo que haces —Jihoon hablaba fríamente, a pesar de que su voz titubeaba y el corazón se le encogía—. Tienes el maldito don de hacer que todo suene tan dulce en tu voz; de hacer sentir… especial… a las personas; pero el problema es que para ti nadie es lo suficientemente especial.

—     No hago eso.

—     ¡Lo haces! —el menor se alteró un poco—. Lo haces con todos. Solo que, para cuando uno lo entiende, ya es tarde. Porque tu sonrisa, tus palabras y tus pequeñas acciones ya conquistaron por completo al corazón. —frunció el ceño—. No sé si lo haces adrede, pero deberías parar, porque cuando cumples un capricho y encuentras otro, hieres a las personas. ¿Era Jeonghan tu capricho?

—     Yo… —Seungcheol se quedó una vez más en blanco. Comenzaba a darse cuenta que cuando su mente sabía que debía admitir una mala acción, las ideas le desaparecían por completo.

—     ¿Lo ves? Hiciste lo mismo, seguramente; te debió gustar por alguna casualidad, él no era fácil, pero para ti no era problema ¿no? Ya que sabes decir las palabras correctas, sonreír de forma correcta. Lograste cumplir el capricho y te después aburrió. Lo hiciste con Jeonghan, como lo haces… c-conmigo. —Jihoon no evitó que la voz se le quebrase en el último momento, mientras se sentía furioso y adolorido por todo.

—     ¡No! —Respondió rápidamente el rubio.

Esta vez, la cabeza de Choi Seungcheol no se encontraba en blanco, pues un montón de ideas y palabras colmaban su boca al ver una lágrima amarga en el blanco rostro de la persona más ruda, adorable y linda que jamás conoció. Ver llorar a Jeonghan le dolió; ver una sola lágrima de Jihoon lo estaba matando, movía su mundo, lo dejaba sin aire.

—     Soy una mierda de persona, lo era, Jihoon. Lo admito, t-tal vez jugué con muchas personas, doy a-asco, lo sé —con sus aún frías manos tomó el rostro del menor, quien le escuchaba atentamente—; herí a bu-buenas personas. Merezco el odio que ahora todos me tienen. Sí, sí. Pero no me importa; si tú no me odias por completo… si me permites hablar contigo… si me crees cuando te digo que me gustas…. No me importa, lo juro. Cambiaré todo lo que sea necesario para demostrarte que  contigo no seré nunca así.

—     ¡Dije que pararas de hacer eso!

—     ¡Hablo en serio Lee Jihoon!

—     ¡Mentiroso! —Jihoon retiró su rostro del agarre, con ganas de estampar su puño en la nariz de Cheol.

El rubio se aferró a los hombros finos de Jihoon, atacando la pequeña boca del menor con la suya. Un beso tan desesperado como la situación lo ameritaba, que a pesar de todo era un contacto dulce, lento, sin morbo. Una mezcla de fresas y chocolate. Algo torpe, pues sus dientes chocaron más de una vez. Y si después de esto, Jihoon le molía a golpes, Seungcheol creía que valía totalmente la pena.

Eso pensó todo el camino de la escuela hasta la casa de Lee Jihoon; que ese pequeño chico de cabellos rosados valía cualquier pena, incluso la que soportaba en la escuela. Lo entendió al hablar con Jeonghan, entendió lo mucho que le gustaba Jihoon; le gustaba de una manera tan nueva y desconocida que era llenadora.

Se separó apenas un nada de los delgados labios, para hablar en susurros.

—     Cuando te vi en la puerta te dije que era un asco de persona, ya que a pesar de haber herido a una buena persona, no dejo de pensar en ti. Eres mucho más que un capricho. Te lo demostraré.

Notas finales:

Es una de los capítulos más largos que he escrito xDD no tengo muchas escusasa. Así que sólo espero no me odien tanto. 

Me encanta el JiCheol♥

MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LEERME Y COMENTAR. Las lecturas son tantas que no me la creo. Gracias, en serio♥

Hasta la próxima. Les amo♥

PiaPia


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