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Crónicas de un adolescente enamorado por SeventeenWorld

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Notas del capitulo:

¡Nuevo capítulo!

Tenía pensado actualizar los jueves, pero no puedo resistirme a publicar esto ya.

—    ¡DK! —El castaño menor dejó caer un pesado libro junto a su mayor que dormía sobre la mesa.

—    ¡¿Qué?! —Se levantó asustado, girando la vista a todos lados y encontrándose con la risita del menor—. Muy gracioso, Boo.

—    No deberías dormir en el club —Seungkwan rodeó la mesa y se sentó frente al mayor que aún cabeceaba.

—    ¡Ah! —Suspiró—. Seungcheol está como loco con los entrenamientos —se estiró en el asiento—, no quiere que haya ni un error.

—    Deja el soccer —el menor sacó de su mochila un cuadernillo—, esos juegos cavernícolas sólo matan tus neuronas.

—    ¡Já! —Se rió, mostrando su sonrisa de comercial blanca y resplandeciente—, es como si te dijera que dejaras el canto.

—    Eso es diferente.

—    Es lo mismo —interrumpió—; cantar y jugar me gustan por igual.

—    Como quieras. Acabarás muerto a ese paso.

Seokmin se rió una vez más y se recostó sobre la mesa del salón. El club de canto no era muy grande; sólo una pequeña sala para los tres integrantes. No era lo mismo que coro, hay que aclarar, los coristas seguían siempre las instrucciones del director y cantaban tediosas canciones; el club de canto permitía expresar con libertad el potencial vocal de sus integrantes. El fundador, y menor de los miembros, Seungkwan, se enorgullecía cada vez que daba esa explicación.

—    Ayer logré subir otra octava.

—    Te lastimarás la garganta —regañó entre sueños el mayor.

—    ¡No lo haré! Sólo tienes miedo de que te alcance —Seokmin respondió con un quejido—. ¡Hyung! Dime tu secreto, ¿cómo alcanzas notas tan altas?

—    No hay secreto —continuó, antes de que Boo lo siguiera cuestionando—. ¿Dónde está Jisoo?

—    Dijo que llegaría un poco tarde.

Un mensaje llegó al teléfono del menor: “La maestra de Ciencias Sociales te matará. Reprobaste otra vez”. Kwan abrió los ojos y se levantó de su asiento con pánico: “Chan, ¿estás seguro? ¡No bromees con eso!”. Seokmin notó el repentino cambio de su menor e intrigado preguntó:

—    ¿Qué te picó ahora?

—    Reprobé Sociales —susurró, como ido. DK soltó una carcajada.

—    ¡Pero si es la materia más fácil! —No contenía la risa—, y pensar que incluso salvaste matemáticas, pero no Sociales, ¡que risa, Boo!

—    ¡No es divertido! —Se dejó caer—. ¿Qué haré ahora?... ¡estúpida escuela!

Boo Seungkwan, bicampeón estatal de canto, voz prodigio, carismático y popular, era un completo desastre en la escuela. Había logrado sobre llevar todas sus materias (o eso pensó), y ahora le salían con que tendría que re-cursar Sociales.

—    Habla con la maestra. La mayoría siempre dejan un trabajo especial o algo así para que apruebes.

—    ¿En serio? —Preguntó esperanzado.

—    Sí. No le digas a nadie, pero Mingyu igual reprobó esa materia.

—    ¡Tengo que hablar con la maestra! —Se colgó la bolsa y salió corriendo—. Nos vemos más tarde, hyung.

—    Sí, sí —se recargó sobre sus brazos y siguió con su siesta.

El castaño corrió escaleras arriba hasta el salón de la maestra de Sociales, de lo cual se arrepintió al poco rato. Llegó sin aire hasta la puerta donde se encontraba la mentada señora y con la promesa de jamás hacer ejercicio. Tocó dos veces la puerta, recibiendo un “pase” de la mujer. Cuando entró al salón se dio cuenta que la profesora no se encontraba sola, había ahí un chico de su clase, Hansol. Sus miradas se cruzaron por unos segundos, para después pasarse de largo mutuamente.

—    Profesora, necesito hablar con usted… en privado.

—    Yo también quiero hablar con usted, señor Boo. Siéntese. —Señaló el lugar junto al ya presente. Seungkwan obedeció con incomodidad—. Supongo que ya se enteraron que no acreditaron mi materia. —El castaño se sorprendió. Así que Hansol tampoco aprobó—. Y también supongo que quieren un trabajo para aprobar.

—    Profesora…

—    Se los daré —de uno de los cajones de su enorme escritorio sacó un muñeco a escala real de un bebé—. Esto.

—    ¿Qué es eso? —Preguntó Chwe con una ceja alzada.

—    Su hijo.

—    ¡¿Qué?! —Los jóvenes replicaron a una sola voz.

—    No es tan difícil, chicos. Sólo tienen que venir aquí cada viernes y mostrarme lo sano y feliz que está su bebé por un mes. Eso es todo. Deberán cuidarlo, bañarlo, alimentarlo y divertirlo.

—    ¿No puedo tener mi propio muñeco? —Preguntó Seungkwan.

—    Hijo, señor Boo, hijo. Y no. Sólo hay un modelo para esta actividad. Así que —colocó en las manos del cantante el muñeco—, será mejor que lo cuiden bien. Se pueden retirar, la primera revisión será mañana. Buen día.

La mujer regresó a leer unos papeles en su escritorio y no dijo ni una palabra más. Hansol se levantó de la silla y salió del salón sin decir palabra. Seungkwan hizo una torpe reverencia y salió apresurado con el muñeco en las manos, acunándolo en sus brazos. Al llegar al pasillo, divisó a lo lejos la figura de Chwe.

—    ¡Oye! —Corrió hasta él—. Oye, detente —tocó uno de sus hombros a lo que el contrario reaccionó bruscamente.

—    ¿Qué quieres?

—    ¿Cómo que qué? Te toca llevarte esta cosa —mostró el juguete.

—    ¡Já! Olvídalo, idiota. Estás solo en esto —le dio un manotazo para que dejara de tocarlo.

—    ¿Idio…? ¡Qué te sucede, estúpido! Ni creas que haré esto solo y te llevarás calificación… yo… le diré a la profesora.

—    ¡Haz lo que quieras, princesa!

El muñeco, como sintiendo la tensión de la situación, comenzó a temblar y emitir un raro ruido semejante a un llanto. Seungkwan lo alejó de sí, asustado. No entendía qué tenía que hacer para callar al bebé falso.

—    ¡Cállalo! —Gritó Hansol, cubriendo sus oídos, molesto.

—    ¡No sé cómo!

—    Dámelo —lo arrebató de las manos ajenas.

Hansol meció al muñeco entre sus brazos, sorprendiendo a Boo cuando comenzó a tararear una canción de cuna y el juguete dejó de llorar. El cantante pensó seriamente si debía reír o asombrarse, pero optó por no hacer nada y retroceder lentamente.

—    ¿A dónde crees que vas?

—    Yo eh…, hoy es tu día de cuidarlo —soltó y se dio media vuelta, corriendo hacia el lado contrario, bajando las escaleras.

Se había prometido no volver a hacer ejercicio, pero ni loco estaba dispuesto a andar cargando por ahí a un juguete molesto. Bajó la primera parte de los escalones, y justo en el descanso de las escaleras sintió un empujón en su espalda y cómo fue a estamparse contra la pared de enfrente. Soltó un gemido de dolor “bastardo loco”, pensó. Una mano fuerte le dio media vuelta y el muñeco se estampó con brusquedad en su estómago.

—    ¿Qué parte de ‘estás solo’ no entendiste? —Susurró Hansol entre dientes, cerca de su rostro, tanto que Kwan tenía que voltear ligeramente el rostro para no sentirse tan incómodo.

—    ¿Quieres morir? —Desafió, a pesar de sentir tan maltratado el cuerpo.

—    No, tú quieres morir. Llévate esta cosa y no me molestes más.

—    Tú… tú… ¡no me hagas esto! Es sólo un estúpido proyecto —esta vez, Seungkwan recurrió a la súplica.

—    Por eso mismo lo puedes hacer solo. Deja de actuar como una princesa.

El brabucón se dio media vuelta y bajó las escaleras, aunque esta vez a Kwan no le quedaron ganas de seguirlo de nuevo. No es que le tuviera miedo, ¡por supuesto que no! Pero él no era de los cavernícolas que arreglaban todo a golpes, él era inteligente, tenía un buen cerebro a diferencia del estúpido de Chwe Hansol.

—    Tranquilo, bebé —le susurró al muñeco, mirando el camino por donde la silueta de su compañero desapareció—. Haré que tu desobligado padre se coma sus palabras.

Notas finales:

¡Ta dá!

Sé que ya lo dije por todos lados, pero lo repito, tengo lesionado un hombro, por lo que es difícil escribir. Esto lo tenía listo desde la semana pasada, así que no sé si el próximo capítulo esté listo a tiempo, espero que sí.

Gracias por leer y por comentar, todas son un amor. También, me gustaría que me compartieran sus historias de SEVENETEEN UuUr y si son H8shi me harán muy feliz.

Como sea, tengan una linda noche y no se olviden de comentar y darle like a nuestra página en facebook. Muchos besos.

Pia Pia.


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