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Un dulce viaje por TakamasaYuna

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Se encontraba perdido. Todo lo que veía eran grandes edificios que se le hacían irreconocibles. Hacía dos años que no pisaba Corea del sur y todo estaba muy cambiado, o tal vez no. La cosa era que Luhan, recién llegado de visitar a su madre en china no sabía cómo llegar al hotel. Su estancia en casa de su madre había durado relativamente poco comparada con su pequeño viaje de un año y medio por el mundo. Y para colmo de todo, no llevaba dinero con él para pagar un taxi. Otro pequeño problema que se agregaba a la lista de “cosas que Luhan ha hecho mal desde que se bajó del avión”.

 

Caminó intentando reconocer algún lugar o por lo menos una esquina, pero cada paso que daba era un paso cada vez más  desconocido. Ya cansado decidió acercarse a la primera persona que pasara.

 

–Disculpe –intentó llamar la atención de una chica que pasaba pero, esta solo lo miró y siguió caminando. ¿Por qué ni siquiera se había  parado? Mierda, había hablado en chino. Luhan se reprendió por no recordar ese insignificante detalle de hablar en coreano, e indignado se dejó caer en su maleta, quedando sentado en mitad de la calle.

 

Agachó su cabeza y sacó su teléfono para mirar la hora. No había puesto saldo a su móvil  tampoco, por lo que el pequeño aparato no le servía de mucho. Suspiró y a los pocos segundos sintió pequeñas gotitas caer sobre la pantalla. Iba a llover. Al chico no le dio tiempo para asimilar todos los datos cuando la lluvia se intensificó.

 

Corrió sin cesar hasta un pequeño techo y maldijo para sí.

 

–¿Es que todo en este día le iba a salir mal? –pensó un poco indignado.

 

Mientras esperaba que escampara se puso a revisar su agenda, vacía, pero mirar los numeritos del calendario le entretuvieron, tanto que no notó cuando un chico castaño y un poco más alto que él llego corriendo a refugiarse también de la lluvia. El techo era tan pequeño que Luhan solo notó la presencia del extraño cuando este se pegó tanto que lo hizo retroceder, provocando que su hombro se mojarse.

 

Él  desconocido se dio cuenta pronto que prácticamente le había arrebatado el refugio al chico y se disculpó, murmurando un “lo siento” casi imperceptible.

 

Luhan empezó a observar al chico castaño. Su tez era blanca como las nubes y sus labios delgados tenían un ligero tono rosado. Era jodidamente sexy.

 

Cuando escampó, el chico salió del refugio pero antes de poder marcharse Luhan lo detuvo.

 

–Perdona –habló en coreano, por lo menos esta vez lo hacía correctamente–. ¿Sabes dónde queda este hotel? –preguntó mostrándole un pequeño panfleto donde se encontraba el nombre del hotel.

 

–Claro –el chico le explicó cuidadosamente como llegar al hotel pero Luhan y su poco sentido de la orientación no se ubicaban demasiado.

 

El chico al ver que su compañero no entendía su explicación, se ofreció amablemente a acompañarlo ya que el sitio no quedaba muy lejos. Los dos caminaron en silencio por unas dos calles, voltearon un par de veces y se pararon al frente de una gran puerta que dejaba ver el hall del lugar. Luhan conto un par de vueltas a la derecha, otras tantas a la izquierda y no sé cuantos pasos de frente. Si hubiera venido solo, de seguro no hubiera llegado nunca.

 

Le dio las gracias al desconocido y este se fue.

 

Llegada la noche, no podía pegar ojos. No se debía a que la cama no fuera cómoda, ni tampoco se debía al inexistente ruido del lugar, su insomnio era provocado por el recuerdo del chico de la tarde. Su sonrisa, su dulce voz, no era capaz de dejar de pensar, su mente estaba atascada en el recuerdo de todos los pequeños detalles del chico. Era ridículo, él nunca se había fijado en un hombre antes. Solo había salido con chicas en su vida, la idea de tener algo con un hombre le producía arcadas pero extrañamente, pensar concretamente en esa persona lo que le provocaba era una rara sensación en el estómago, como si millones de hormigas caminaran dentro de él.

 

–Por nada del mundo dejaré las dulces curvas de una mujer –pensó intentando borrar la imagen del chico de su cabeza.

 

Una hora más tarde seguía sin dormirse, por lo que rebuscó en su maleta y se alistó para salir. La noche era joven y él necesitaba una chica que le recordara sus preferencias.

 

 

 

Las luces del lugar le cegaban, la música estridente hacía vibrar sus tímpanos. Avanzó entre la gente hasta llegar al centro de la pista y, sin esperar ni un segundo más, empezó a moverse al ritmo de la canción. Todavía no había visto a alguna chica de su interés pero eso no le preocupaba demasiado, tenía toda la noche por delante. Además, el ser extranjero sumaba un punto a su favor.

 

Luhan no comprendía el por qué, pero desde muy joven las chicas habían mostrado un enorme interés por su acento y por su belleza extranjera, la cual le desconcertaba pues él era chino, y entre chinos y coreanos no hay mucha diferencia que digamos.

 

Tras un par de copas y unas cuantas canciones, alguien llamó su atención. Para su sorpresa no es una mujer despampanante sino una ancha espalda que le era bastante familiar. No dejó de mirar la figura de aquella persona hasta que logró verle la cara. La luz de la discoteca iluminó las facciones de aquel chico, no tan delicadas como las recordaba pero aun así era realmente atractivo.

 

La verdad es que Luhan todavía se reusaba a intentar ligar con un chico pero su cabeza alcoholizada solo le repetía que por una excepción no pasaría nada. Y la verdad es que dejó llevar por su parte irracional ya que todo su cuerpo se sentía extrañamente atraído por ese chico.

 

–¿Me ayudas a encontrar el baño? –preguntó con una voz coqueta cuando ya estaba lo suficientemente cerca del chico como para ser escuchado.

 

La primera reacción del contrario fue apartarse pero al darse cuenta quién era el que le había hecho la pregunta se rio. No sabía si la intención de aquel extranjero era de verdad usar el baño o estaba coqueteando muy peculiarmente. Llegó a la conclusión de que la segunda opción era más razonable cuando el rubio chico le apretó descaradamente el trasero y se lamió los labios.

 

El moreno pudo notar el aliento a alcohol del rubio y decidió no alargar más aquella escenita, lo llevaría al baño pero rápidamente se iría, aquel era el plan.

 

Luhan se dejó guiar por aquel chico del cual no sabía el nombre aun, sin embargo, poco le importaba para pasar una noche en la cama. Se podían gemir muchas cosas sin llegar a pronunciar un nombre.

 

No tardaron en llegar a una puerta que daba a lo que se suponía que eran los aseos. Luhan entró primero y el castaño después.

 

–¿Me ayudas? –preguntó Luhan inocentemente mientras se hacía el que no era capaz de bajar su bragueta.

 

El chico lo miró incrédulo, no pensaba ayudarle pero se veía en un estado lamentable, solo lo ayudaría y se iría. No pasaría nada más.

 

–De acuerdo.

 

Luhan se sorprendió ante la afirmativa del chico, no se creía que sus penosos intentos de acercarse más al chico dieran tanto resultado. ¿Acaso nunca se le había insinuado? o ¿Él era tan raro que daba pena?

 

Cuando sintió las manos del chico acercarse a su entrepierna se puso nervioso. Su cuerpo vibraba anticipando todas las cosas que esas manos podrían hacer con su cuerpo.

 

–Ya está.

 

–¿Eh?

 

–Ya te he ayudado, me voy.

 

Luhan se había metido tato en sus pensamientos que, ya tenía la cremallera bajada y el botón del pantalón abierto. ¿Cuándo había pasado todo esto?

 

–Espera –le agarró la mano al contrario, desesperado por evitar que se fuera. Sus dotes de ligar con chicos daban verdadera pena, y encima todo fallaba– ¿Cómo te llamas? –preguntó como último recurso para mantener al chico más cerca de él.

 

–Sehun.

 

Hubo un gran silencio y el chico se fue deshaciéndose del agarre de Luhan.

 

No hubo más intentos de acercamiento esa noche por parte de Luhan. Por lo menos algo había conseguido, un nombre. Se Hun.

 

 

 

Luhan se despertó en su habitación de hotel con una resaca de mil demonios, el alcohol no era su fuerte y para colmo no había podido ligar con nadie. Y para acabar de sumar también no había descansado nada, sus ojeras eran notorias, lo que le hacía parecer un panda. Solo le faltaba el bambú para comer.

 

Un poco molesto se fue a la ducha para despejarse y poder bajar a desayunar. Solo se quedaría dos días más en el hotel y regresaría a China para seguir con su trabajo. Sus vacaciones por el mundo estaban por finalizar.

 

Era triste tener que volver a la rutina pero no le quedaba otra opción, esa era la vida de un asalariado.

               

Listo y desayunado salió a dar un paseo, solo recordaba un sitio en Corea que nunca se le olvidaría como llegar el parque cerca del río Han. Solo tenía que mirar al horizonte y caminar hasta dividir el enorme puente que atravesaba el río. Sin pérdidas. Era como buscar el mar en una isla, solo tenías que seguir la corriente.

               

No tardó en llegar a su destino, un pequeño y florido parque donde varios niños paseaban y jugaban con sus madres. Un día tranquilo para disfrutar.

               

Compró un helado en un puesto cercano y se sentó en un banco a descansar, oler el aire del parque –aun que siguiera contaminado por la ciudad– era refrescante.

               

–¿Está ocupado? –le preguntó un niño señalando el lugar vació al lado suyo.

               

–No.

               

El pequeño se sentó y empezó a mover las piernas, las cuales no le llegaban al suelo. No parecía que su madre anduviera cerca y eso a Luhan le extraño.

               

–Estoy con mi primo –dijo el niño como si notara que Luhan se preguntaba por la madre–. Él ya viene, ha ido a comprarme un helado –se notaba la alegría en la voz del pequeño. Su primo lo debía de cuidar muy bien.

               

El niño no tuvo que esperar por su primo mucho tiempo pero en los pocos minutos que estuvo ahí, Luhan se enteró de lo que le gustaba y lo que no al primo del menor. Al parecer era un chico “muy guapo y muy listo” palabras textuales del niño. El pequeño tenía en un pedestal al chico, y el rubio tenía curiosidad por ponerle rostro a todas esas maravillosas cualidades.

               

–Aquí tienes Channie.

               

Luhan alzó la vista para conocer al que supuso que era el primo del niño pero para su sorpresa ese rostro ya le era conocido.

               

–Sehun.

               

Luhan estaba muy sorprendido y lo único que se le ocurrió fue pronunciar su nombre, o tal vez era una excusa para que de sus labios salieran esas dos sílabas que se habían incrustado en su cerebro.

               

Sehun miró al rubio y no dijo nada, le extraño que ese chico supiera su nombre pero dedujo que Chanyeol ya había estado contándole al extraño cada pequeño detalle de él, como siempre hacía.

               

–Vámonos Channie.

               

–No.

               

La negación del menor sorprendió a los dos chicos por igual, ¿por qué el pequeño no se quería ir? Era toda una incógnita.

               

–Chanyeol, no seas así –le reprendió Sehun–. Me prometiste que después del helado vendrías a casa conmigo.

               

–Es que…–pequeños gimoteos salieron del niño, tenía ganas de llorar pero se las estaba aguantando–. Yo quiero jugar con él –señaló a Luhan el cual alzó las cejas sorprendido.

               

–¿Conmigo?
               

Chanyeol asintió eufóricamente y agarró la mano de Luhan para llevárselo con él.

               

–Ven a mi casa con Hunie y conmigo. Juguemos los tres.

                

 

 

             

El silencio era insoportable, los dos chicos estaban sentados uno frente del otro esperando que el menor volviera de coger todos los juguetes que había dicho que necesitaba.

               

Luhan al final a duras penas había aceptado la invitación del menor y, era que si no lo hacía no podía descansar en paz. El niño había comenzado a gritar, taladrando los tímpanos de Luhan y eso, sumándole la resaca casi lo hacen perder el juicio.

               

–Nos volvemos a ver –rompió el silencio Sehun

               

–Sí.

               

No hablaron más hasta que llegó Chanyeol con una bolsa llena de cochitos de juguete que esparció por todo el salón.

               

–Podemos empezar –anunció el menor.

               

Chanyeol hacía ruiditos imitando a los coches y Luhan y Sehun solo le seguían la corriente al niño. Se la pasaron toda la tarde jugando a juegos que el menor proponía por lo que no hubo más situaciones incómodas entre los dos mayores. Fue una buena tarde hasta que Chanyeol propuso el último juego.

               

–¡Juguemos al Twister! ¡Juguemos al Twister! –repetía y repetía Chanyeol después de haber acabado su partida de oca.

               

–Chanyeol –llamó su atención Sehun–, ya hemos jugado demasiado. Es tarde.

               

El niño hinchó los mofletes y cerró los ojos con fuerza, él no estaba cansado y quería jugar con nuevo amigo hasta que se cayera del sueño. Quería chillar pero fue interrumpido.

               

–Está bien, Sehun –habló el rubio–. Podemos jugar una última vez.

               

Chanyeol colocó la lona y puso a girar la ruedita.

               

–Pie izquierdo en el verde –le dijo a Sehun–. Pie derecho en el azul –le tocó a Luhan.

               

Siguieron un buen rato jugando hasta que Chanyeol se cayó y perdió pero los otros dos no querían perder ante el otro y siguieron jugando. Las posiciones no eran muy cómodas pero aun así, ninguno de los dos admitiría la derrota.

               

–Mano izquierda en el azul –le dijo Chanyeol a Luhan después de girar la ruedita por novena vez, dese que los dos mayores jugaban sin él.

               

Luhan se estiró todo lo que el cuerpo de Sehun le permitía y colocó su mano en el círculo azul.

               

Siguió el turno de Sehun, el cual puso una de sus manos en el círculo verde quedando el cuerpo de Luhan debajo de él. Estaban tan pegados que Luhan podía sentir la entrepierna del castaño rozando su espalda.

               

Después de un rato en una posición que cada vez que alguno de los dos se movía, la entrepierna de Sehun rozaba con el cuerpo de Luhan, Sehun no aguantó más.

               

–Me rindo –se levantó alzando las manos en señal de derrota–. Será mejor que te acompañe, es tarde –anunció dirigiéndose a Luhan.

              

 

 

               

Los dos chicos caminaban en silencio en dirección al hotel. Luhan estaba realmente cansado, después de tantos juegos su cuerpo le pedía una cama para dormir y no levantarse más. Sehun por su parte, estaba demasiado inquieto, por culpa del último juego tenía un pequeño problema en sus pantalones pero no podía solucionarlo hasta dejar a Luhan en su hotel. Tan tarde no lo podía dejar ir solo después de que se hubiera portado también con su pequeño primo. 

               

Llegaron al hall y Luhan se dirigió al ascensor, estaba tan cansado que se le había olvidado que Sehun estaba con él, solo quería llegar hasta la cama. Sehun, sin embargo no quería irse sin agradecerle a su compañero por lo que le siguió sin decir una palabra.

               

Luhan abrió la puerta de su cuarto, se quitó la camisa y se dejó caer en la cama. Ni siquiera prendió la luz o cerró la puerta. En un hotel no creo que le pasara nada por no preocuparse por cerrar.

               

Por su parte, Sehun que lo había seguido hasta allí no se atrevió a entrar. Desde la puerta veía como una de las manos de Luhan colgaba en el borde de la cama. También podía ver una parte de la espalda del chico, iluminada por la luz del pasillo. Sehun la primera vez que lo vio pensó que Luhan era un debilucho pero ahora podía ver como los músculos de su espada estaban bien definidos.

               

Parecía que estaba en una postura algo incómoda pues cuando Sehun entró al cuarto puedo ver como Luhan tenía el ceño ligeramente fruncido. Apretó un poco su entrecejo con él dedo y la expresión del rubio se relajó. Con cuidado le dio la vuelta y le puso una sábana por encima.

               

El pecho de Luhan también estaba bien definido y sus pezones rozados hipnotizaron a Sehun el cual sintió que sus pantalones apretaban a un más.

               

En realidad a Sehun siempre le había atraído los hombres pero nunca se lo había confesado a nadie y tener a Luhan tan indefenso ante él y sin camisa le estaba provocando demasiado.     

               

Cautelosamente se acercó y llamó al rubio. Después de unos minutos dedujo que su sueño era profundo.

               

–Lo siento Luhan, sino te gusta despiértate y párame –susurró Sehun.

               

Todos los pensamientos racionales de Sehun desaparecieron en un segundo y al siguiente ya había cerrado la puerta y se había colocado encima de Luhan. Se apoyaba de pies y manos para no aplastar al chico. Despacio lamió uno de los pezones del rubio y acarició su pecho, bajando la sábana que le había colocado minutos antes para dejar al descubierto su abdomen.     

               

Deleitándose con los pezones del rubio no se dio cuenta que este había abierto los ojos pero no lo aparto, solo empezó a gemir bajito.

               

–Para –pidió Luhan entre sus gemidos.

               

–¿Cómo voy a parar? Esto es producto de tu imaginación, si quisieras que parara ya habría desaparecido.

               

Luhan estaba tan cansado que se tragó de lleno la explicación del chico que lo miraba con ojos penetrantes. Dejarse llevar una vez por sus sueños no le haría mal, aunque su cuerpo le pesara horrores.

               

Tomando el silencio de Luhan como un permiso, Sehun empezó a desabrochar los pantalones del rubio. Sus pezones no eran suficientes para él, quería ver lo dotado que estaba allí abajo. Con rapidez desabrochó los pantalones y se los bajó junto con los calzoncillos debando a la vista un flácido pene. Luhan todavía no estaba empalmado pero pronto lo estaría. Sehun se levantó y se deshizo de su molesta propia, él sí que estaba más que listo por lo que tendría que esmerarse para que Luhan lo estuviera rápido.      

               

Esta vez Sehun lo se colocó encima del pecho de Luhan sino que se colocó a la altura de la entrepierna del rubio. El castaño empezó a masajear de arriba abajo el blando pene del contrario para provocarle placer. Su boca se dirigió a los testículos y los succionó y lamió hasta la saciedad. No era su primera vez en esto, ya antes había buscado a desconocidos para no ser juzgado.    

               

–Métetela a la boca –pidió Luhan, seguía con los ojos cerrados, no quería ver como un chico le tocaba tan íntimamente pero no podía negar que le estaba gustando demasiado.

               

El castaño obedeció sin poner peros y comenzó a mamar como si su vida dependiera de ello. Luhan agarró el pelo de su compañero y empezó a marcar su ritmo para profundizar más en la cavidad bucal del castaño. Era la mejor mamada que le habían hecho en su vida, las chicas a los pocos minutos se atragantaban y paraban pero Sehun tragaba toda su extensión sin ningún sonido a excepción de los sonidos que producidos por su saliva.

               

Un poco después Luhan se corrió sin avisar pero a Sehun tampoco le importó, se estaba aprovechando vil mente del cansancio del rubio así que no podía rechistar.

               

–¿Te lo has tragado? –preguntó sorprendido Luhan viendo como el chico se limpiaba la boca con la mano.      

               

–¿Te molesta?

               

Luhan negó y se volvió a recostar cerrando los ojos, después de haberse corrido estaba todavía más cansado y necesitaba dormir.

               

Sehun notó las intenciones del rubio por volverse a dormir y lo empezó a masturbar de nuevo.

               

–No creo que se vuelva a levantar –dijo adormilado.

               

–No subestimes mis ganas de follarte –sonrió socarronamente masturbándose él mismo con su otra mano.

               

A los pocos minutos el pene de Luhan estaba semierecto pero él no estaba lo suficiente cachondo como para resistir las futuras embestidas de Sehun, y el castaño lo sabía pero aun así decidió seguir aprovechándose del rubio.

               

Sehun lamió dos de sus dedos sin dejar de masturbar a Luhan para que este no se durmiera, la verdad es que se veía realmente cansado pero Sehun no iba a desperdiciar un agujero perteneciente a un lindo chico que se le había insinuado la otra noche. Había sido muy tonto por no aceptar las insinuaciones la pasada noche pero se encontraba con gente que conocía y no iba a revelar su condición de gay tan pronto.

               

Metió uno de sus dedos en Luhan y este gruñó, era bastante apretado pero igual se las arregló para meter el segundo dedo y moverlos, dilatando poco a poco la entrada.  

               

–Nunca lo he hecho con un chico –confesó Luhan removiéndose incomodo por la intromisión. Estaba ya completamente excitado pero sentir los dedos de Sehun dentro de su trasero era una sensación desagradable.

               

El castaño se quedó helado, pensaba aprovecharse de un niño virgen –en cuanto a respecta a relaciones entre hombres–, era un ser despreciable pero sus instintos podían más que esos pensamientos. Por lo que se recompuso y siguió dilatando la estrecha entrada.

               

–Lo siento –murmuró Sehun colocando su pene en la entrada ya dilatada del contrario–. Solo te dolerá al principio.

               

De una estocada se introdujo completamente provocando un chillido sordo de arte de Luhan. Empezó a moverse deleitándose con las estrechas paredes de su amante, echó la cabeza para atrás y cerró los ojos disfrutando de la presión alrededor de su pene.

               

Luhan mientras se acostumbraba a la intromisión se removía molesto intentando disminuir la sensación de dolor.

               

–Relájate.

               

Intentó hacerle caso a  Sehun y comenzó a masturbarse para centrarse en otra cosa. Al rato comenzó a gemir de placer. Sus gemidos se acompasaron a los de Sehun hasta que el castaño se corrió y poco después lo hizo él.

               

–Ahora puedes dormir –escuchó decir a Sehun antes de caer dormido.

                

 

 

               

A la mañana siguiente no había manera de que Luhan se levantara de la cama. Le dolía horrores el trasero y no sabía exactamente por qué. No recordaba mucho de la noche anterior, su memoria solo llegaba a la partida de twister.

               

Se quedó todo el día en la cama y pidió la comida al servicio de habitaciones, fue un día de descanso para su molido cuerpo.

               

Su último día en Corea decidió aprovecharlo en volver al parque. Quería ver de nuevo a Sehun y a Chanyeol, esos dos chicos le cayeron muy bien.

               

Esperó sentado en el banco hasta casi las tres de la tarde y por fin escuchó la estridente risa del pequeño Chanyeol.

               

–¡Luhan! ¡Luhan! –empezó a correr hacia él el niño cuando lo vio–. ¿Vienes a jugar otra vez?

               

–Claro pequeño.

               

Sehun apareció poco después detrás de Chanyeol.

               

–Hola Luhan.

               

Luhan sonrió y siguió escuchando como Chanyeol le contaba que su madre le iba a comprar un perrito. “El que él quisiera” había dicho con entusiasmo.

               

Luhan y Chanyeol jugaron un buen rato en el parque, aunque Sehun no pudo apartar la vista de la maleta que traía consigo Luhan, la cual era igual a la que había visto la primera vez que se encontraron, ¿acaso Luhan se marchaba? Sehun no podía quitarse la duda de la cabeza.

               

Cuando Luhan y Chanyeol se sentaron a descansar, el rubio habló:

               

–En una hora tengo que estar en el aeropuerto.

               

Chanyeol miró a su nuevo amigo con tristeza, a pesar de sus cortos seis años sabía exactamente que significaban esas palabras, eran las mismas que le había dicho su padre tiempo atrás.

               

–¿No vas a volver? –Los ojos de Chanyeol se cristalizaron. Unas cuantas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas pero inmediatamente se las seco con sus pequeñas manos– ¿Por qué te quieres ir Lulu? ¿No te gusto?

               

A Luhan se le partió el corazón, no sabía cómo responderle a aquel niño.

               

–Claro que a Luhan le gustas –respondió rápidamente Sehun al ver la expresión en el rostro del rubio.

               

–Si quieres me puedes acompañar al aeropuerto –sonrió Luhan.

               

–Vale –intentó sonreír Chanyeol de vuelta sin mucho éxito.

 

 

 

               

Sehun no habló más de camino al aeropuerto, había llamado a la madre de Chanyeol para avisarle de sus planes de despedir a Luhan y la mujer aceptó encantada. El castaño sentía como a medida que se acercaban a su destino, el corazón se le estrujaba. Quería pasar más tiempo con Luhan, quería empezar las cosas bien omitiendo su pequeño desliz de anoche. Sehun sentía que Luhan era la persona predestinada para él, sin embargo lo estaba acompañando hasta el aeropuerto.

               

En realidad era una tontería que Sehun sintiera tantas cosas por un desconocido pero, sin embargo, las sentía.

               

–Hemos llegado –anunció el taxista.

               

Luhan pagó y todos se bajaron.

               

Facturaron la maleta de Luhan y se quedaron en silencio viéndose los tres a los ojos.  

               

–Chanyeol, me caes muy bien pero yo solo estaba de vacaciones –le habló Luhan al pequeño arrodillándose para poder abrazarlo–. Tengo que volver.

               

Chanyeol correspondió al abrazo y asintió. Su amigo se tenía que ir, como se había ido uno de su amigo a Estados Unidos, porque solo estaba de vacaciones.

               

–Channie, ve a comprar una chocolatina –Sehun le dio unas monedas al pequeño que inmediatamente salió corriendo encantado.

               

–Me ha gustado conocerte Sehun.

               

–Luhan –Sehun le agarró las dos manos, tenía la cabeza gacha y por su tono de voz, Luhan dedujo que estaba llorando o por lo menos lo estaría pronto–. Vuelve pronto.

               

Luhan no sabía porque aquel chico se comportaba de esa forma, no habían estrechado tantos lazos como para llorar el uno por el otro pero aun así el rubio rodeó el cuerpo del castaño con sus brazos. Lo apretó fuertemente contra sí intentando reconfortarlo para que no llorara.

               

A Luhan Sehun le había atraído desde la primera vez que lo vio y hasta había pensado dejar de lado su sexualidad para estar con él una noche pero, en este momento al ver  a Sehun tan decaído supo con todos esos sentimientos había pasado a algo más. A un sentimiento de querer proteger a aquel chico, como si fuera su hermano. Un hermano que no le importaría besar.

               

Sehun como si supiera la lucha interna que estaba ocurriendo dentro de la mente de Luhan, alzó la cabeza y juntó sus labios. Fue un roce rápido para evitar que la gente los viera pero eso bastó para acelerar el corazón de los dos chicos.

               

–Vuelve pronto –susurró Sehun al separarse, tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, lo que le hacía ver adorable a los ojos de Luhan.

               

–Lo haré –respondió Luhan antes de irse.

 

                


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