Las hojas que sobre mi escritorio están desparramadas no logran tener ni un solo sentido. Mi mente se ha vuelto peor que un torbellino, y siento una molestia en mi pecho que no me deja respirar bien. Escuchó a lo lejos los ruidos de la ciudad, mientras repaso aquellas palabras que él me mencionó, completamente seguro. “No permitiré que nada nos separe” En los últimos días he sido acosado por alguien a quien no le conozco la cara, ni siquiera sé su nombre, pero de algún modo sabe donde vivo e incluso sabe dónde encontrarme. Y eso me ha perturbado, hasta sentir miedo.
Soy músico y estoy acostumbrado a ser acosado por horda de fans, incluso no me genera ningún problema manejar mis tiempos con ellos. Pero esta situación me lleva al límite. Nunca pensé llegar a ese extremo, en que incluso me ha llevado a pelearme con mi pareja, él también es músico, por lo que logra comprenderme, pero en los últimos días, nuestras diferencias se han incrementado. Eso es lo que más me duele, porque nuestra relación siempre había sido fuerte, más allá de pleitos cotidianos, aún más porque trabajamos juntos todo el tiempo, pero siempre había forma de reconciliarse, o incluso de hacer las paces, pero desde que ese maldito acosador anda acechando a mi alrededor, el distanciamiento con mi pareja se ha vuelto mucho más profundo. Peleamos por pequeñeces, pero cada día es una pequeñez distinta y los arreglos quedan en silencios, que no logramos completar con nada.
Hoy no fue distinto, una vez más le llegó a su celular mensajes intimidadores del acosador y aunque intenté con mis palabras apaciguarlo, sus nervios estaban al rojo vivo, lo pude percibir en la tonalidad de su voz y en sus palabras molestas, dolorosas. Sé que él tanto como yo está cansado de todo esto, y más cuando estamos distanciados. Los mismos mensajes que leí al despertarme, eran los que él había recibido, estando en otro punto de la ciudad. Busqué serenarme, para calmarlo, pero todo fue inútil y terminamos discutiendo. Más peleas, aquellas donde las palabras son tan filosas como intencionales, logrando ser más dañinas que una daga, traspasando los límites y aunque se sabe que es producto del enojo, no dejan de doler. ¿Por qué? Otra vez sentí que ese hijo de puta estaba logrando su cometido, separarme de la persona que amo. Porque es eso mismo lo que estaba logrando.
Los mensajes que recibía eran insinuantes, no eran de muerte. Al parecer el acosador estaba obsesionado conmigo, hasta un punto un tanto enfermizo. Sabía que no debía tomarle importancia, porque era simplemente alguien que le faltaban algunos caramelos en el frasco, pero cuando esos mensajes se convirtieron en señales de que esa persona estaba cerca y me estaba espiando, es donde me sentí acorralado. No tenía intensiones de caer en su juego, pero terminé haciéndolo y con ello arrastre a Hiroto.
Hiroto al principio lo tomó como alguien que a la larga o a la corta se cansaría, pero llevábamos cerca de nueve meses y esos mensajes comenzaban a volvernos locos. El insomnio se ha apoderado de mí, llevó días comiendo lo mínimo y durmiendo las pocas horas que puedo, pero mi pareja tampoco está muy bien, él ni siquiera duerme. Mi principal idea es que aquel que pretende separarnos, es porque sin duda no soporta que este con el guitarrista de mi propia banda. Pero aunque así fuese, ¿Qué gana con querer vernos separados? ¿Qué tiene en la cabeza?
Ante la frustración, sin poder concentrarme en los papeles que tenía frente a mí, decidí tomarme un pequeño descanso. Faltaba una hora para que Hiroto regresara, quería al menos esperarlo y arreglar lo que había quedado inconcluso. Decirle que no sirve de nada seguir peleándonos de este modo y que juntos podremos salir adelante. No quiero esperar para ser feliz, llevamos más de cinco años escondiéndonos, no tengo intensiones de seguir haciéndolo. Apoyé mi cabeza en el sofá y de repente me quede dormido.
Un escandaloso ruido me despertó, aun algo atontado me arrastre hasta la mesa con mis piernas completamente entumecidas, debido a la horrible posición en la que me había quedado dormido. El teléfono no dejaba de sonar y atendí esperando que no sea una vez más aquel loco que me perseguía, porque era capaz de mandarlo al mismísimo diablo. Una voz del otro lado del teléfono, me llamó por mi nombre completo, Ohara Kazumasa. Respondí con calma, aunque estaba algo enfurecido aún por despertarme de aquella forma, pero olvide ese estúpido enojo cuando del otro lado de la línea me avisaban que Ogata Hiroto había tenido un accidente y que era necesario que urgente me dirija en el hospital central. Corte la llamada sin poder pronunciar ni siquiera una palabra, nada salió de mis labios y por un momento creí que aquello era sólo un mal sueño.
Durante los siguientes minutos, mi cuerpo no se movía estaba paralizado, no podía entender absolutamente nada, mi corazón palpito con fuerza y busque lo que era necesario, mi billetera, mi celular y mi chaqueta, al igual que las llaves, no pensé en más nada que tomarme el primer taxi que me cruzara. Al salir del edificio, noté que una lluvia torrencial azotaba la ciudad, pero en ese momento sólo estaba pendiente del vehículo que podía asistirme. En cuanto encontré uno libre, subí de inmediato e indique a donde debía llevarme. En ese momento sentí un profundo dolor en el pecho, y aunque podía ver absolutamente todo a mí alrededor por la ventanilla, en mi mente sólo podía ver su rostro. Quería verlo cuanto antes.
El vehículo me dejo justo frente a la entrada, comprobé que la ambulancia ya había llegado y corrí prácticamente al ver como el movimiento era demasiado rápido, apenas alcance a mirar a Hiroto desde lejos, no me dejaron acercarme pero lo que vi, me alcanzo para destrozarme. Estaba inconsciente, sangre corría por su rostro y parte de sus cabellos, tenía cortes que parecían profundos; ni siquiera pude tocarlo. Uno de los médicos me pidió que no me acercara, que esperara. Me quede en el pasillo, observando como la camilla se alejaba de mi por la intersección del pasillo, y como los paramédicos buscaban estabilizarlo.
Cerraba mis ojos y sólo podía ver el rostro sonriente de Hiroto, no quería quedarme con la imagen de hace unos instantes, no podía. A lo lejos escuchaba algunos gritos, otros llantos, murmullos, personas que pasaban a mi lado y yo simplemente no las podía ver, no eran suficientes para cubrir el vacío en mi interior, la incertidumbre. La desesperación, era quien paseaba conmigo de un lado al otro de ese enorme pasillo, parecía tan infinito y aunque deseaba entender que estaba ocurriendo, era imposible. Todavía no entendía absolutamente nada de lo ocurrido, ni siquiera lograba comprender que todo ello era real y no parte de una pesadilla.
Un policía se acercó a mí a los pocos minutos, para hablarme del hecho ocurrido. Necesitaba rellenar algunos papeles, el oficial no tardó en pasar a explicarme como había sido el accidente, al cual le faltaba determinar los motivos. Según los testigos, Hiroto intento pasar a un auto y al hacerlo, no observó al auto que venía de frente, aunque intento esquivarlo con una maniobra que no fue la acertada, volcando al costado de la ruta, dando varios vueltas. La velocidad era alta e infringía el límite permitido, ello lo determino el tacómetro y esperaban el resultado de más pericias, para determinar el causante.
Fruncí el entrecejo ante el último dato, ello era difícil de creer, Hiroto no solía manejar a altas velocidades, incluso no recordaba haberlo visto haciendo aquello, pero dado que discutimos previamente, quizás su estado influyo en el manejo. No pude evitar sentirme culpable, sabía que estábamos pasando por una etapa difícil, y que quizás el mismo se había distraído. No estaba seguro, pero pensaba en ello y en poder verlo cuanto antes, en saber su estado. No podía dejar de pensar en ello, mi mente no paraba y sentía que en cualquier momento colapsaría. Terminé de hablar con el oficial, para volver a caminar el extendido pasillo.
De pronto escuché unos pasos que me hicieron voltear a ver, el doctor caminaba hacía mi. Acorté la distancia para poder preguntarle inmediatamente cómo se encontraba Hiroto, si podía verlo. Lo primero que hizo fue preguntarme si era familiar o amigo. Inmediatamente afirme que era su pareja, el médico pronto empezó a hablar. Pero hubiese preferido no escucharlo, Hiroto entro en estado de coma. Sólo han podido practicarle las curaciones de las heridas por incrustaciones de vidrios, los golpes en su cabeza lo había dejado en aquel estado, debido a los hematomas internos, afectando el sistema nervioso central. Sólo restaba esperar.
Esperar…