Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lips of an Angel por Witch Chameleon

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Admito que este segundo capítulo, fue el que más me costó escribir. Usualmente cuando escribo no me detengo ni un solo segundo, mis dedos viajan por el teclado a la misma velocidad que mi mente, muchas veces si no reviso bien el escrito, tengo palabras repetidas o incluso frases inconclusas, porque seguro que la pensé, pero no alcance a escribirla. En este caso, fue completamente distinto, porque no pude evitar que esa imagen que mi mente proyectaba para relatar, me lastimara de alguna forma. No podía imaginarlo así, me dolía mucho y he llegado a temblar. Ya sé que es un fic y que no es lo que está pasando, pero eso no quita que lo haya sentido como real. Espero que esa angustia, también se lean en las palabras.

 

Lo prometido es deuda y no me gusta deber (?) Aunque a veces lo hago XD. Gracias a todos los que leyeron y que espero que realmente estén interesados en lo que sigue y muchas gracias Kao por tus palabras, ¡¡me animaron mucho!! Sabes que te adoro y que también me gusta que me mates (?) Porque estoy segura que en esta parte me mataras de nuevo XD ¡Disfrútalo!

 

Y por supuesto, ¡disfrútenlo!

 

Le pedí al médico poder ingresar a verlo, el mismo me indicó que sólo por unos minutos. En cuanto me señaló la sala, camine con el alma cargada de dolor. Estaba seguro de que esto sólo era producto de una pesadilla. Hiroto no estaba ahí. Pero esas ideas en mi cabeza volcaron en cuanto abrí la bendita puerta y lo vi tendido en la camilla, completamente dormido. Esa imagen me golpeo como una cachetada. Como si alguien quisiera hacerme entender que todo era cierto y que esa pesadilla, era parte de mi vida.

 

Me acerque a tocar sus dedos, los mismo estaban conectados a una maquina que marcaba su  ritmo cardiaco, aun con aquella mascarilla que cubría parte de su rostro, para asistir su respiración, pude notar los cortes en su rostro, algunos más profundos que otros. Ya no tenía sangre en sus cabellos ni rostro, su piel estaba ligeramente pálida. Bese sus dedos, sintiendo aquella tibiez sutil que me helo por completo, comprobando que no estaba siendo engañado. La culpa se hizo eco en mí, logrando que esas malditas lágrimas cayeran por mi rostro.

 

—     Por favor…Hiroto despierta. No puedo verte así.— Pronuncié con mi voz seca, a lo que no me quedo más opción que toser, para aclarar mi garganta a causa de mis lagrimas.— Hiroto prométeme que despertaras…prométemelo.— Añadí, llorando. Moje sus tibias manos, pero no obtuve ni una sola respuesta.

 

Una enfermera entró a los pocos minutos, por lo que rápidamente me seque con las mangas de mi chaqueta las lagrimas, para escuchar cómo me pedían amablemente que me retire. Lo hice, no sin antes volver  a mirarlo. Deseaba que me mirara…una simple mirada, pero aunque sabía que era imposible, quería mirarlo y gritarle cuanto lo amo. Todo murió en mis labios. Solté sus dedos, para luego salir por la puerta. Con la cabeza gacha, con millones de interrogantes que me bloqueaban hasta la respiración.

 

Unas voces se me hicieron familiares, eran mis compañeros de banda. Me abrazaron al verme, mientras preguntaban qué era lo que había sucedido. No tenía idea de cómo se habían enterado, pero en ese momento no me importaba demasiado. Relate lo poco que sabía, mientras intentaba no llorar. No podía hacerlo frente a ellos. Cada uno se entristeció a su manera, las voces se apagaron y los pensamientos eran lo único que cubría aquel pasillo. Saga fue el primero en hablar, dándome a entender que estaría ahí para lo que necesitara y que no debía preocuparme por la banda, seguirían hasta que Hiroto volviese. Tora y Nao se sumaron a ello y que antes no debía perder las esperanzas, aludiendo que Pon era un muchacho fuerte, que saldría adelante. En ese momento, esas palabras parecían lejos de la realidad que yo acababa de presenciar, pero también pensaba que lo que ellos decían no era alocado. Sabía que Hiroto tenía esa fortaleza, algo de la que yo carecía.

 

Los días comenzaron a pasar, las funciones vitales de Hiroto seguían estables, pero algo impedía que despertara. Algo que los médicos no lograban comprender, puesto que estaba lejos de sus posibilidades entender cuál era el daño neurológico que no le permitía despertar. Tenían sus diagnósticos, pero aunque lograban pequeños avances, seguían sin lograr su objetivo.

 

Por mi parte, cada día que lo visitaba no podía dejar de mirarlo, de hablarle e incluso de comentarle las cosas que estaba haciendo, que eran mucho menos de las que normalmente hacia, buscaba con mis tontos comentarios que Hiroto al menos me respondiera de alguna forma indirecta, pero ello no ocurría, lo cual me frustraba. Cuando me preparaba para salir hacía el hospital pensaba que debía ser fuerte, no quería que él me sintiera triste, quería demostrarle que estaba esperándolo con todas mis fuerzas. Ello era cierto de algún modo, pero cada vez que volvía a casa, las lágrimas me invadían y podía pasarme horas enteras mirando a la  nada, mientras lloraba.

 

Mogu nunca se cansaba, todos los días lo esperaba fielmente parado en la puerta, me  acompañaba por todas las habitaciones del piso, y dormíamos juntos.  Suponía que el cachorro esperaba a su dueño día tras día, y que incluso podía sentirlo en mis ropas, pero que ello no era suficiente. Me llevaba bien con la mascota de mi pareja, por lo que podía incluso sentir al inquieto guitarrista cerca, aunque sólo era parte de mi ilusión.

 

Comencé a extrañar su voz, su mirada brillante y picara, sus labios besándome. Comencé a extrañar su presencia eufórica en los rincones de la casa, sus manías, aquellas características de él. Acercarme a la sala estudio, sólo para ver sus guitarras allí, como dormidas esperando sus dedos. Extrañaba verlo sentado, concentrado en los temas que preparaba o diseñando alguna nueva mercancía. Escucharlo gritar mi nombre para que pudiésemos comer juntos, sus susurros en la noche, al decirme lo mucho que me amaba en la plena oscuridad, los besos al despertar. Más poderosa era su existencia en medio de su ausencia, porque todo me recordaba a él. Precisamente a su imagen en aquella cama de hospital, como dormido en un profundo sueño, del que parecía no querer despertar. ¿Por qué?

 

Las fans estaban abrumadas, no habíamos dado a conocer todo los detalles para no preocuparlas, pero habíamos suspendidos las actividades hasta un nuevo aviso y de ello hacía ya un mes. Un mes sin que Hiroto abriera sus ojos, un mes sin poder hablar con él. Las enfermeras y doctores, volvían a repetirme lo mismo de siempre, que sólo debía esperar. Mucho más no se podía hacer en estos casos y mi paciencia estaba en ese momento en el piso.

 

 

Un día pensé una idea que podría servir para despertarlo, al menos eso esperaba. Por cada día que pasaba le traería algo que quizás le hiciera abrir los ojos. Su estabilidad era lo único que me indicaba que no todo estaba perdido. Por esa razón aquel día llevé un ramo de flores azules y blancas. Nuestros colores favoritos, formalmente cada mes que cumplíamos un aniversario  más de noviazgo se las regalaba. El solía sonreírme y agradecerme, sabía lo mucho que adoraba las flores, por lo que siempre las cuidaba y llegaban a durarle cerca de un mes, su paciencia y amor por la naturaleza era inmenso.

 

–        Estamos próximos a cumplir cinco años juntos, y no pude contener mi ansiedad por traerte tus flores favoritas. Cuando las veo, me recuerdan mucho cuando me sonreías y me decías palabras bonitas. Hiroto te necesito, eres la única persona que puede entenderme en este mundo. – Sostuve su mano aquellos minutos, esperando alguna respuesta, pero seguía sin obtener ni un solo diminuto estimulo.- Lo eres todo para mi, significas tanto en mi vida que sólo deseo abrazarte. Te amo, no lo olvides.-

 

Aquel día no obtuve respuesta alguna, pero aún así no bajaría mis brazos tan fácilmente. Sentía que aunque sus parpados se mantenían cerrados y sus labios no se movieran a través de aquella mascarilla, podía sentirlo cerca de mí. De alguna forma  su presencia estaba cerca, aunque la tibiez de su mano me indicara lo contrario.

 

 

Los posteriores días fueron prácticamente iguales, llevo mucho tiempo sin cantar, quería esperar que hasta que tus ojos se abrieran, por lo que incluso he dejado la mitad de mis trabajos sin terminar.  El tiempo que llevaba allí, me había hecho conocer perfectamente el horario de las enfermeras, el momento exacto en que vendría a pedirme que me retirara. Por lo que aquella tarde tomé la iniciativa, canté tu canción favorita, casi en un susurro con mi voz un poco quebrada, debido a que unas tontas lagrimas querían escapar, puesto que cada una de las notas que lograba con mi voz, me recordaban exactamente a cada una de tus expresiones, tu sonrisa ancha que achinaba tus hermosos ojos. Tú forma de mirarme cuando cantaba para ti.

 

—     La elegí porque sé que es una de tus favoritas, sé que siempre sonreías mucho cuando la escuchabas.— Mi gran ilusión era volver  a ver tu sonrisa, pero no logras ni siquiera darme a entender que realmente te ha gustado.— Hiroto no sabes cuánto espero que lo hayas escuchado.— Comencé a llorar, no pude evitarlo, sentí un profundo dolor clavarse en mi interior, cuando aquella respuesta no llegaba. De repente sentí un pequeño movimiento entre mis manos, olvidé que sostenía sus dedos, y pude sentir justó aquel diminuto movimiento.— Hiroto…¡Gracias!— Exclamé, aunque no paso más nada, logré entender que seguías conmigo. –

 

 

Notas finales:

 

¿Hiroto despertara? Fue mi gran interrogante en esta parte, mientras haya vida hay esperanza y si bien parece difícil, no es imposible. Pero no diré más nada, porque sino terminaré develando, el  tercer capítulo y quiero sorprenderlos. Espero que les haya gustado, que se animen a leerlo y si quieren dejarme alguna impresión. ¡Gracias!

¡Cuídense Mucho!

¡Besos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).