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Goodbye por Aya Chwan

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Notas del fanfic:

TITULO:

Goodbye

RESUMEN:

AU. Asesinaste un “por siempre” para darle lugar a un “es demasiado tarde”

N° DE CAPÍTULOS:

One-Shot

AUTOR:

Aya~Chwan

NOTAS DEL FANFIC:

.Universo Alterno

.Posible Ooc

.Todos los personajes pertencen a Eiichiro Oda. Yo solo los utilizo anónimamente :v

Notas del capitulo:

No sé en que estaba pensando cuando escribí esto :c

Creo que no lo revise lo suficientemente bien  así que disculpen posibles errores c:

CAPÍTULO ÚNICO.

“Todo esta perdido ¿no es así?...”

Las maletas reposaban en la entrada y él no podía hacer nada más que estar sentado en la cama, la que nunca volverían a compartir, con el rostro escondido entre sus manos. No, su mente se negaba a creerlo. Todo era un mal sueño e iba a despertar y todo estaría bien de nuevo.

La última de las corbatas fue acomodada cuidosamente en la valija de color rojo terciopelo. Ira, tristeza, frustración…decepción sobre todo. Su cabeza daba vueltas al punto de marearlo ¡Basta! No era momento de dudar, su objetivo ahora era recoger sus pertenencias y guardarlas. Fotografías, ropa, pinturas, decoración, vajillas, platos, las cucharas, cuchillos, la alfombra del comedor, el sofá, el comedor, la estufa…

-Sanji…- esa voz. Esa manera tan lastimera de pronunciar su nombre una y otra vez.

-Enviare a alguien por mi parte de los muebles- le respondió ignorando el sentimiento de arrepentimiento que le empezaba a atrapar. Se acercó a la cama y Zoro tuvo una tonta esperanza. No era tarde para cambiar de opinión, quería estrujar a su chico de nuevo, protegerlo de todo y de todos…Pero el joven rubio no hizo nada de lo que el otro hubiera esperado, tomo la lámpara que reposaba en el taburete junto a la cama.

Ahora estaba más que despierto. No estaba dormido. El estruendo que provoco aquel material precipitándose contra el suelo le abrió los ojos a la realidad. El cocinero se iba para siempre y no iba a volver. Incluso había tomado el cenicero del comedor, ese que no había sido tocado desde que compartían el hogar. Lo observo mientras recogía con parsimonia los trozos de lo que antes era una fotografía de ellos juntos.
Al tomar la lámpara, accidentalmente había tirado el pequeño marco de lo que, unas semanas atrás era su recuerdo más preciado ¿A dónde habían ido esas sonrisas? ¿A dónde habían ido esos minutos, horas, días semanas, meses, años…? AL fondo, en la imagen, podía vislumbrarse la sala de estar del apartamento que ahora estaba abandonando.

-¿Qué fue lo que nos sucedió?- se cuestionó en voz baja, pero no lo suficiente para ser inaudible. “¿Seria que Sanji realmente se estaba arrepintiendo?” una chispa de esperanza brillo en la mente de Zoro. Si quería recuperarlo, tenía que intentarlo todo…

-No lo sé Sanji- eran muy pocas veces en las que se llamaban por su nombre, pero ahora, los insultos cariñosos ya no existían entre ellos-Nos equivocamos…me equivoque- Quería decirle más, quería gritarle a todo pulmón lo mucho que le amaba y lo mucho que lo lamentaba, pero las palabras se negaban a salir ¿Y si decía lo errado? Se había equivocado demasiadas veces como para darse el lujo de volverlo a hacer.

-¿Pensaste en mí…?- el rubio se puso de pie sin darle la cara. Los trozos de vidrio se le incrustaban en las manos y le abrían pequeñas heridas. Zoro le miro la espalda sin comprender con exactitud la pregunta…el tono era tan vacío y distante que no parecía pertenecerle a un ser viviente -¿Pensaste en Ace…?-unas gotas de sangre mancharon la alfombra. Zoro quiso acercarse, el cocinero estaba herido pero el otro se giró y esa mirada fue como una puñalada. Si había tristeza en esos ojos azules difícilmente se mostraban bajo esa expresión cargada de rencor –Tu no piensas…-le escupió con cizaña mientras la presión ejercida por sus manos disminuía. Sus rosados labios dibujaron una sonrisa de dolor. No, ya no era el momento para sentir lastima y si quería terminar de rematar al peliverde, lo que dijo a continuación fue más que suficiente –No solo mataste nuestra relación, sino también traicionaste a uno de nuestros amigos-

La mente de Zoro quedo en blanco, como si el eco de aquellas palabras fuera lo único que perduraría ahí. Sanji tenía razón, era un idiota, el más grande de todos los idiotas. Lo hecho, hecho estaba. Sus dedos se enterraron con frustración en su cabellera verde. La culpa iba a terminar matándolo y no merecía el perdón de nadie…pero si dejaba ir al cejillas nunca se iba a perdonar a si mismo ¡No podía perderlo! ¡No iba a permitirlo! No era desesperación, era determinación. Tenía que convencerlo. Le demostraría lo arrepentido que estaba, así tuviera que renunciar a lo que fuera.

Por qué lo amaba y no había nada más real que eso. Al principio de la relación le miraba y estaba seguro que podría entregar sus más grandes aspiraciones a cambio de tenerlo a su lado y eso le asustaba, pero ahora, seguía creyendo aquello, había superado ese temor y se había entregado por completo a aquel amor. Le probaría ese amor que profesaba y un error era algo humano…

Desde la calle provino el sonido de un clackson, demasiado cerca del apartamento. Presto más atención siguieron unos pasos, el motor apagándose, la puerta de la sala, una conversación que no lograba comprender

Estaba tan extraviado en sus cavilaciones sobre cómo recuperar la confianza perdida que no se dio cuenta en que momento Sanji fue a la cocina a tirar los vidrios rotos junto a la fotografía. Tampoco escucho como el agua del grifo limpiaba la sangre de sus preciadas manos o el sonido de las banditas siendo sacadas de sus empaques…

El sonido de las lágrimas mientras rodaba por su blanquecina cara y se estrellaban contra el fio suelo…

Sanji regreso a la habitación, recogió las dos maletas y salió sin decir nada. Sin pensarlo dos veces, Zoro le siguió y al llegar a la entrada lo que vio, astillo su voluntad, mas no la rompió. Le iba a recuperar y pelearía hasta el último segundo por ello.

-Déjame ayudarte con eso Sanji-ya- el joven tatuado ya había metido al maletero del auto las valijas que reposaban en la puerta. Solo faltaban las que el rubio llevaba en las manos. Quiso tomarlas, pero aquellos miembros las apretaban fuertemente negándose a soltarlas. Su dolor era palpable y Law sentía la tensión alrededor de él.

-¡Cocinero! ¡No te vayas! Sé que me equivoque. Pero enmendare cada uno de mis errores…solo no te vayas- el rubio miraba la acera y Law sintió lastima por Zoro. Hay cosas que no se pueden solucionar con un simple ‘lo siento’ o un ‘estoy arrepentido’. Un pensamiento cruzo su cabeza “Eso te sucede por escogerlo a él y no a mi…” pero no, la cólera que sentía era más fuerte que cualquier otro sentimiento.

-Solo vámonos…- Law regreso de sus cavilaciones. El agarre de las valijas se aflojo y el moreno pudo cargarlas hasta el maletero.

Si antes no había lugar para la desesperación, este era el momento para entrar en pánico. Sanji había tomado su lugar en el asiento del copiloto. Lo estaba perdiendo. Se aproximó hasta el auto y toco varias veces la ventanilla cerrada pero el rubio, ni siquiera le miró.

-Law- el hombre en cuestión cerraba el maletero. Le dirigió una mirada fría y carente de cualquier emoción descifrable-No te lo lleves-se sentía tan estúpido pidiéndole algo as a quien antes había sido su rival…pero sus posibilidades se agotaban y si tenía que caer así de bajo lo haría.

-Eres patético Roronoa-ya- Law se subió al vehículo y prendió el motor. Zoro aporreaba la ventanilla y gritaba pero el rubio había encendido el radio…

La música no acallaba sus pensamientos, pero si los gritos de Zoro. Ya todo estaba perdido. Su corazón estaba demasiado roto como para querer seguir adelante. Sintió la mirada de su acompañante sobre y en sus labios, pudo leer perfectamente “¿estas seguro?” y mientras asentía mecánicamente se preguntó por qué la persona que más amaba le había dejado tan vacío…

El auto emprendió la marcha y se alejó. Aquellas gruesas lágrimas y el desgarrador ‘te amo más que a nada en el mundo’ fueron tardíos para los oídos del cocinero…

 

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer c:


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