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La función de las seis por Breniiful

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Notas del fanfic:

¡hola! Mi primer AoKuro ;___; Lo quería entregar el día exacto del cumpleaños de Daiki… pero la Universidad me odia <’3 Espero que les guste y cualquier reclamo(¿) háblenlo con mi manager(¿???) XDDDD

Notas del capitulo:

Kuroko no basket no me pertenece ;__;

~La Función de las Seis~

El sol brillaba traspasando las ventanas del gimnasio de básquetbol, un ambiente de paz se respiraba, hasta que un ruidoso rubio llegó a perturbarlo.

—Chicos—. Gritó eufórico, se detuvo al ver que solo dos de sus compañeros estaban ahí.

—Kise, por alguna vez en tu vida podrías dejar de ser tan fastidioso—. Recriminó un moreno alto.

—Aomine-kun tiene razón, eres un completo fastidio Kise-kun—.

— ¡Que malos son conmigo! Pero eso ahora no importa, ¿adivinen qué? —. Kuroko movió la cabeza de un lado a otro en señal de desapruebo, Kise era aún más chismoso y escandaloso que Momoi, y eso ya era decir mucho.

—Ya suéltalo Kise—. Ordenó Aomine, el rubio se hacía mucho del rogar.

—Akashicchi y Midorimacchi, ¡Están saliendo! Dios, casi me muero del miedo cuando los vi besarse—. Comentó divertido. —Pensé que Akashicchi no era humano, y Midorimacchi, bueno, él es extraño—.

El rubio continuó parloteando y unos instantes después Aomine y Kuroko lo ignoraron para iniciar una plática más privada entre los dos.

—Hey Tetsu, no deberíamos darle un consejo a Akashi y a Midorima sobre las primeras citas—.

Kuroko sonrió, tenía al novio más idiota del mundo, pero era un idiota adorable y él estaba loco por esos ojos azules un poco más oscuros que los suyos.

—No creo que Aomine-kun sea la persona más indicada para dar consejos sobre las primeras citas, sobretodo consejos para el señor perfecto Akashi Seijuuro y el loco de la suerte de Midorima-kun—.

Aomine chasqueó la lengua y volteó a ver a Kuroko con una enorme cara de reproche.

— ¿Ha? Tetsu, nuestra primera cita fue la mejor cita del mundo, simplemente fue perfecta—

Y ahí estaba, la personalidad arrogante de su novio. Kuroko quería picarlo un poco, las expresiones de Aomine valían su vida entera.

—No creo que nuestra primera cita entre en la clasificación de ‘cita perfecta’, eh Aomine-kun—.

Aomine lo miró serio y se cruzó de brazos dándole la espalda, Kuroko volvió a sonreír y se acercó lentamente a darle un corto beso en la nariz.

 —Aunque sí, nuestra primera cita fue inolvidable—…

.

.

.

… Aomine y Kuroko llevaban saliendo poco más de un mes, su corta relación no había avanzado de tomarse de las manos y caminar juntos. Y sinceramente Aomine estaba harto, él quería probar los labios de Kuroko, se moriría si no averiguaba que sabor tenían. Así que siguió el consejo que Satsuki le había dado: “Dai-chan, ¿Por qué no invitas a Tetsu-kun a una cita? Las citas son ideales para recibir su primer beso”.

 

El día estaba a punto de concluir y Aomine no le había comentado nada a Kuroko, él era muy joven y un poco atolondrado para las cosas del amor, y Kuroko era demasiado tímido como para iniciar algo por su propia cuenta.

 

—Hey Tetsu—. Lo llamó desviando la mirada. —Mañana es sábado, ¿tienes algo que hacer? —.

 

A Kuroko se le subió el sonrojo por las orejas, en estos momentos maldecía ser tan pálido. Sabía lo que Aomine pretendía,  eso lo ponía ansioso y lleno de expectación.

 

—No, creo que no tengo nada importante que hacer—. Kuroko tartamudeó al decir cada una de las palabras.

 

»Estúpidos insectos voladores en mi interior« Maldijo para sí mismo.

 

—Este… bueno… ¿te gustaría ir a una cita conmigo? —.

 

El corazón de Kuroko casi se le sale del pecho, ¿Por qué Aomine era tan malditamente adorable?

 

No pudo ni siquiera contestarle, tan solo asintió levemente.

 

— ¿A las cuatro esta bien? —. Kuroko se quedó inmóvil viendo a Aomine. —Bueno… si quieres podemos cambiar la hora—.

 

—No, esa hora está bien Aomine-kun—.

 

Ambos se quedaron mirando, Kuroko continuaba inmóvil mientras Aomine balanceaba sus manos de un lado a otro.

 

— ¡Dai-chan! —. Esa era Momoi que buscaba a su amigo.

 

—Creo que Satsuki viene por mí—. Era tanta la pena que Aomine sentía que no pudo aguantar la mirada de Kuroko sobre él. —Entonces… mañana paso por ti. Te pones guapo para mí, Tetsu—.

 

Y con esa última frase salió corriendo dejando atrás a un Kuroko completamente rojo.

 

En la noche ambos enamorados les costaba conciliar el sueño, la emoción de su primera cita en verdad era algo grande.

 

Aomine trasnocho mirando las horribles películas cursis que le gustaban a Satsuki, anotando frases y pequeñas cosas que mañana le diría a Kuroko en su cita. Momoi lo miraba asustada, nunca había visto ese lado tierno que tenía su amigo, ella pensaba que carecía de sentimientos de ese tipo.

 

Ella al verlo tan preocupado le dijo que no era bueno pensar tanto y que lo mejor era divertirse a su modo.

 

Aomine no pensaba eso, él ya tenía su perfecto plan para su primera cita con Tetsu.

 

La primera parada iba a ser el Maji Burger, él no recibiría su primer beso con un Kuroko con el estómago vacío, no, no, no.

 

El segundo lugar al que visitarían seria el parque, observar el atardecer juntos pondría un ambiente romántico entre ellos.

 

Y por último, había reservado los mejores boletos para la función de las seis en uno de los mejores cines de Tokio. Sí, con eso tendría asegurado el éxito en su cita y como recompensa recibiría su primer beso de parte de Kuroko.

 

Bueno, eso era lo que él tenía planeado, en realidad el destino le deparaba otra cosa.

.

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Al diez para las cuatro un joven de cabello azul oscuro y tez morena estaba firmemente parado frente a una peculiar puerta color caoba, esperando a que saliera su pequeño novio.

 

Miraba sus zapatos pulcramente boleados —Satsuki le había exigido que por una sola vez en su vida se vistiera decentemente—, la puerta no se abría y él ya estaba sudando como un desquiciado.

 

—Hola—. La puerta mágicamente se abrió y un Kuroko muy sonriente lo saludó, Aomine lo observó de pies a cabeza, las orejas comenzaron a ponérsele calientes. Tetsu se veía precioso con sus jeans oscuros y con un poco de gel en el cabello.

 

— ¿Nos vamos ya? —. Aomine ignoró la pregunta de Kuroko, él aún seguía embobado viéndolo, quería recordar con fervor cada uno de los detalles.

 

Kuroko le hizo una señal a Aomine para que lo tomara de la mano, y al susodicho se le infló el pecho de felicidad, su cita iba a ser  p-e-r-f-e-c-t-a.

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5: 30 PM.

 

Hora y media después de que salieron de la casa de Kuroko podía ser resumida en una sola palabra, ¡Desastre!

 

Aomine no sabía cómo había terminado con un Kuroko mojado, rasgado de la ropa y con una enorme bola saliendo de su frente, y él, tampoco estaba en las mejores condiciones; la única diferencia con Kuroko era que él no tenía una bola en la frente, pero si el labio inferior roto.

 

Se maldijo de una y mil maneras, ¿Cómo podía ser tan idiota? Seguramente después de los incidentes pasados Kuroko no quería besarle. Ahora, la única oportunidad que tenía para que Kuroko se contentará con él era la película.

 

“Amor y Turbulencias” Ese era el título del filme que verían, Aomine la escogió porque en el cartel de la película aparecían una pareja en un aeroplano y se miraban con mucho amor, y eso era buena señal.

 

—Tetsu—. Lo miró suplicante. — ¿Quieres que te compre algo antes de que comience la película? —.

 

Kuroko lo ignoro completamente y se dedicó a caminar a la sala en donde verían la película. Oh, no. Aomine quería gritar de impotencia, su novio normalmente era inexpresivo pero hoy exudaba enojo y eso lo asustaba. Quizá al final del día terminaría sin beso, o peor aún, sin novio.

 

Con los temores crecientes dentro de su ser, fue a gastar su dinero en lo único que lo podía calmar en esos instantes: Comida.

 

Kuroko ya había apartado los asientos cuando vio a Aomine llegar con un enorme cargamento de chatarra: Una bolsa de palomitas, un refresco, un helado y un hot-dog, y por si fuera poco el bestia de su novio traía repleta la chaqueta de lunetas y gomitas. Kuroko lo miró fijamente y por un momento pensó que si no era Murasakibara disfrazado de Aomine, movió la cabeza en señal de negación, incluso el grandote no era tan idiota como su ridículo novio.

 

Las luces se apagaron, la película estaba a punto de comenzar. Aomine rogaba porque el filme fuera entretenido o por lo menos que hiciera sonreír a Kuroko, ya que todo el día solo había tenido el ceño fruncido.

 

Algo después del intermedio la película no era ni medio buena, Kuroko solo se dedicaba a bostezar de aburrimiento. Dios, ¿Qué había hecho él para merecer eso? Debió hacerle caso a Midorima de que hoy era el peor día para la suerte de un Virgo. En esos momentos prefería que un camión lo arrollase a seguir viendo la cara de completo fastidio de Kuroko, seguramente hoy al terminar la película sería mandado al carajo por su bello Tetsu.

 

Aomine frunció el ceño en señal de enojo, justo en frente de él una pareja de chiquillos se besaban descaradamente, sintió una tremenda envidia, ¿Por qué él no podía hacer lo mismo con Tetsu? De puro coraje agarró una palomita y la lanzó a la pareja de besucones, y para su mala suerte… le cayó a una señora que tenía cara de pocos amigos. La mujer lo miró como si quisiera sacarle los ojos y comérselos en tacos, así que con una palomita Aomine fue apuñalado justo en la frente.

 

La señora no conforme con lanzarle una palomita, empezó a arrojar más y más. Aomine se cabreó y él también comenzó a aventar palomitas desenfrenadamente, algunas si le dieron a la mujer, pero otras —la mayoría de las palomitas— terminaron dispersas entre los demás espectadores.

 

La gente comenzó a observar la fiera batalla —incluido Kuroko—, y no se quisieron quedar atrás. Así que la batalla de comida comenzó…

 

Kuroko lo observó todo, Aomine se resguardaba de los misiles con el vaso de refresco, mientras toda clase de comida volaba alrededor. Afortunadamente para Kuroko, su presencia era tan baja que ningún misil detectaba su cuerpo, así que en una posición cómoda se dedicó a disfrutar de la acción.

 

Palomitas voladoras era lo único que Aomine veía, se descuidó un poco en el ataque y un enorme pistache le cayó directo a uno de sus ojos. Estuvo a punto de gritar: “¡Soldado herido, Soldado herido! Cuando vio a Kuroko sonreír, y vaya que sonrisa más bonita poseía.

 

El de ojos azul cielo localizó a la persona que le había lanzado un pistachazo a Aomine y lo miró serio, para después decirle: —El único que le puede pegar a la persona que está a mi lado, soy yo—. Y con eso Kuroko se dedicó a disparar también.

 

Cacahuates, lunetas, gomitas, palomitas era lo único visible en aquella sala de cine, la batalla estaba de lo más divertida. Aomine nunca había visto a Kuroko reír así, ambos tenían el cabello repleto de comida de dudosa procedencia y aun así para él Tetsu se veía precioso. Se hizo una nota mental, hacer que Kuroko se riera de esa forma más seguido.

 

El escandalo era estridente, Aomine creyó que nadie lo notaria, hasta que un gerente de rubios cabellos fue hasta él a arrojarle completamente una lata de refresco de naranja, ¿Por qué lo había hecho? Porque la gente en la sala dijeron que él había comenzado todo el desorden. Después de esa gran hazaña, Aomine quedo vetado de ese enorme cine en Tokio.

 

Aomine caminaba todo pegajoso hacía la casa de Kuroko, su primera cita por fin había concluido. Tenía miedo de llegar a su destino, ya se imaginaba lo que Kuroko le iba a decir: “No eres tú, soy yo; dejemos esto por la paz y seamos solo amigos”. Sí, seguramente él iba a decir eso. Lo único que le faltaba era que con el dulce del refresco embarrado en su cuerpo, atrajera un centenar de abejas. Sí, eso era lo único que le faltaba.

 

Por fin, estaban frente a la enorme puerta color caoba donde había empezado todo. Kuroko subió el pequeño escalón y solo se dedicó a contemplarle, Aomine  podía jurar que en cualquier instante recibiría una bofetada de parte de Kuroko.

 

En lugar de eso, sintió unos cálidos labios aprisionado los suyos en un suave contacto, fue un beso corto, demasiado corto a decir verdad.

 

—Sabes a naranja—. Le dijo Kuroko con un carmesí precioso adornando sus mejillas.

 

— ¿No estas enojado? —.

 

Negó con la cabeza. — ¿Por qué lo estaría? En el fondo sabía que nuestra primera cita sería un caos total—.

 

Aomine frunció los labios y Kuroko le dio otro beso, esta vez más largo, eso lo hizo estremecerse, tenía  miedo que con el tiempo se volviera adicto a los labios rosas de Kuroko.

 

—En realidad, omitiendo el enorme golpe de mi frente, mis ropas rasgadas y que jamás podré regresar a ese cine, ¡me divertí mucho! —.

 

Ahora, Aomine sentía que podía morir feliz, incluso podía dejar que un panal completo de abejas lo picasen. Su primera cita había salido victoriosa y con dos besos sellados en sus labios.

 

—Gracias Tetsu, me has hecho muy feliz… pensé que hoy terminaría sin novio—.

 

Kuroko sonrió.

 

—Ya es tarde, será mejor que te vayas—. Aomine asintió lentamente mientras veía a Kuroko abrir la puerta de su casa.

 

—Aomine-kun, ¡Te quiero! —.

 

Se oyó un portazo, la amplia sonrisa de Aomine podía iluminar todo Japón, jamás se había sentido tan dichoso. Se auto-alagó, definitivamente su primera cita fue genial.

 

.

.

.

… —Y después de eso, mi segunda bebida favorita es el refresco de naranja—. Concluyó Kuroko.

 

—Lo sé Tetsu, es porque te recuerda lo magnifico de mis labios, ¿no es así? —.

 

Y aunque a Kuroko no le gustaba la arrogancia de su novio, ese era uno de sus encantos y solo esta vez quiso darle la razón. —Si Aomine-kun, sí—.

 

—Entonces podemos organizarle una cita a Akashi y a Midorima—.

 

— ¿Una cita a Shintarou y a mí? —. Interrumpió Akashi.

 

—Akashi-kun, nos hemos enterado que Midorima-kun y tú están saliendo, felicidades—.

 

—Gracias Tetsuya—. Akashi enfocó sus ojos en Aomine. —En cuanto a la cita organizada por Daiki, rechazó la oferta, no quiero terminar con refresco de naranja embarrado en mi ropa—.

 

Incrédulo, Aomine volteó a ver a Kuroko, ¿Cómo carajos Akashi se había enterado de eso?

 

—Bien dicho Akashi, yo no quiero terminar con las ropas rasgadas y una protuberancia saliendo de mi frente—. Añadió Midorima mientras tomaba la mano de Akashi.

 

—Y no se olviden que Aominecchi fue vetado de uno de los mejores cines de Tokio—.

 

»Maldito Kise« Pensó Daiki.

 

—Esperen… ¿Mine-chin no terminó también con el labio roto? —. Finalizó Murasakibara quien apenas acababa de llegar al gimnasio.

 

— ¡Tetsu! —. Gritó Aomine, cómo se atrevía a contarles esas cosas personales al resto de la Generación Milagrosa, cuando él se la pasó presumiendo un mes entero de la cita perfecta con Kuroko.

 

—Hace más de diez minutos que se fue Daiki, deberías controlar un poco a ese novio que tienes, es una completa calamidad—. Sugirió Akashi con una divertida sonrisa de oreja a oreja.

 

Así Aomine juró que los labios de Kuroko pagarían por ser tan bocón, aunque él se las cobraría de una forma en que lo iba a disfrutar mucho.

 

Besándolo…

 

~Fin~

Notas finales:

Yo quería escribir algo angst o drama, pero mi querida conciencia no me dejo(¿) No podía matar a Aomine el día de su cumpleaños…(¿) no estoy acostumbrada a escribir solo romance XDD Creo que me quedo algo feo ;___; ayer lo escribí a las tres de la madrugada mientras escuchaba canciones melosas ;__; Así que disculpen por todo ;_;

El  fic está inspirado en la canción de Fernando Delgadillo que tiene el mismo nombre, le agradezco al pequeño Santy por decirme que escribiera sobre ella XDDD

Gracias por leerme, bechos y abachos para ustedes ^^


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