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Angelical. por Gunji Ironfrost

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Miró por encima de su hombro, parecía que Marcos necesitaba ayuda con los libros de su curso, probablemente debía devolverlos a la biblioteca y a nadie le importo que sus delgados brazos no pudiesen soportar los cuarenta libros, quería ayudarlo, pero el también cargaba sus libros, aunque solo eran quince ya que su curso tenía fama por las inasistencias. Se veía absurdo, él, campeón de boxeo, con su metro ochenta de estatura cargando quince libros y Julio delgado y enclenque no mucho más bajo, tan solo por unos diez centímetros llevando cuarenta libros.

Faltaban don escaleras cuesta arriba y lo escuchaba quejarse a sus espaldas, subieron uno detrás del otro al último piso e intento caminar más rápido para llegar al lugar que se hallaba al fondo de un amplio corredor cuando escucho el golpe seco y los libros derrumbándose, se frenó y dudo, un solo quejido de aquellos labios divinos vasto, para que por más que intentara con todas sus fuerzas no voltearse el volteara.

Ni una lágrima le vio derramar, simplemente lo encontró juntando la alta pila de libros, negó, y con pasos pesados y un malhumor creciendo en su interior se acercó a Marcos para ayudarlo un poco.

Se agachó junto a él y sin decir nada comenzó a hacer otra pila de libros.

-Buenos días Julio- Le hablo calmado, haciendo resonar su dulce vos en sus oídos. Intento no mirarlo, savia que si lo miraba, si veía aquellas mejillas pálidas salpicadas con suaves y vivaces pecas, aquellos ojos claros y angelicales detrás de esas gafas que tan perfectas adornaban su rostro, que si veía aquel cabello zanahoria ondeado revuelto y enmarañado no podría evitar besar cada manchita de su rostro, perderse en aquellos pozos de agua serena  y acariciar con suavidad su cabello asta desenredar el ultimo mechón de aquella melena colorada.

-Buen día- susurro casi inaudible, se levantó de repente cargando sus libros y la mayoría de los de Marcos quien con serenidad repitió la acción y se quedó esperando- ¿Pasa algo Julio?- Pregunto con calma.

-No- respondió más bajo esta vez y comenzó a caminar. Su brazo se rosaba con el de Marcos, por más que quisiera evitarlo, parecía que el pelirrojo lo hacía apropósito, negó avergonzado, ya comenzaba a alucinar. La suavidad que sentía con el rose de sus brazos lo habia echo comenzar a enrojecer, sentía sus mejillas arder, parecía que cada paso que daba hacia la biblioteca hacia que se alejara veinte más de él.

Y Podía sentir aquella mirada sobre él.

-Te agradezco Julio- soltó de repente Marcos y él no pudo evitar mirarlo directamente, es que era su amabilidad la que siempre lo arrastraba a querer ayudarlo y preocuparse por él.

-¿Porr… por qué?-  Soltó entre tartamudeos, lo odiaba siempre le pasaba cuando estaba nervioso, Marcos soltó una risilla.

-Siempre me ayudas con los libros… aunque a veces lo dudes un poco, es un gesto muy agradable de tu parte- le respondió con franqueza.

 

-N... no es nada- termino de decir abruptamente al chocar con la puerta de la biblioteca- sus mejillas se enrojecieron aún más pero esta vez de vergüenza.

-¿Estas bien?- pregunto Marcos acercándose un poco a él, Julio retrocedió.

-S…si, estoy bien- soltó a la vez que se acercaba la bibliotecaria con su bolso y las llaves.

-Llegaron demasiado tarde, ahora deberán guardar ustedes mismo los libros niñitos- dijo la mujer de repente.

-SI lo sentimos- se disculpó apenado Marcos- A sido mi culpa.

-También guarden los mapas ¿sí?- les pidió con una sonrisa falsa la mujer cuarentona de cabello rubio-

-Que... que mapas?- Pregunto Julio un poco fastidiados.

-Unos pocos del escritorio, sean buenitos- les pidió dejando la llave de la biblioteca encima de los libros de Marcos- Hasta mañana- Canturreo la mujer y se marchó.

Los muchachos entraron al lugar y lo primero que vieron fue la cantidad de mapas desparramados en el mueble, Julio resoplo angustiado, Marcos apoyó los libros en una repisa por un momento y lo miro.

-Puedes marcharte si quieres, puedo encargarme de esto solo- le comento apoyando su mano en el brazo de Julio, este retrocedió unos pasos y negó con fervor.

-Te.. te ayudare- contestó y tomando los libros de marcos junto a los suyos comenzó a ubicarlos en uno de los estantes del ultimo pasillo de la biblioteca intentando huir, aun así sintió a Marcos tras de sí en cada paso , vagando tranquilo y pudo jurar sentir su mirada encima suyo, más de una vez, como si estuviese decidiendo algo, sus mejillas se encontraban enrojecidas y comenzaba a faltarle el aire, cuando sintió aquellas manos delgadas y suaves posarse en sus hombros.

-Estas algo tenso ¿no crees?- Le pregunto con aquella voz angelical a sus espaldas, Julio volteo enseguida y comenzó a negar, un brillo fugas en los ojos habitualmente calmos y angelicales de Marcos lo alarmaron- Yo.. Creo que sí, ¿porque no te relajas un poco?- Le sugirió pegando sus cuerpo mirándolo desde un poco más bajo, por la pequeña diferencia de estaturas que tenían.

-No.. no cre.. creo, de…de...deberíamos gua…guardar los mapas-  pronuncio con dificultad intentando hacer a un lado a Marcos.

-¿Sabes?…- dijo de repente insinuándole que se acercara así le decía algo en el oído, Julio obedeció- Me encanta que tartamudees- le susurró mordiendo el lóbulo de su oreja- me enloquece- Julio se enderezó de repente y miro a Marcos atónito y sonrojado.

Todo lo que era parecía un chiste al verse incapaz de mover en ese momento en que las manos de Marcos se movían acariciando con libertad y descarado descuido su cuerpo.

-Po… Podría ve…venir alguien Marcos- Le advirtió intentando sacárselo de encima.

-Uuy así es, di mi nombre- le pidió intentando acercarse a sus labios.

-N...NO- Le respondió algo molesto Julio sosteniéndolo de los hombros- ¿ha… has perdido la razón?- Le recrimino algo avergonzado e incómodo, acercándose a su rostro para que tomara en serio sus palabras, era la primera vez que le pasaba algo así.

-Completamente- le susurro viéndolo directamente a los ojos, esos manantiales de agua turbia, que lo devoraban, y así fue, Marcos lo sujeto por detrás de su cuello firmemente con una de sus manos y con la otra corrió los cabellos castaños de Julio para así poder sujetarlo y asaltar con violencia sus labios, Julio intento retroceder pero los estantes colmados con libros no se lo permitieron, sintió los diente del contrario mordisquear sus labios con insistencia, y la confusión del deseo de ceder ante aquellas acciones, comenzaba a atormentarlo, se sentía mareado y ofuscado por tantas sensaciones, las caricias que Marcos le profería por debajo de su playera lo estaba enloqueciendo, y la suavidad de aquellos labios lo hacían desembocar en el delirio, al fin, un suave movimiento de su boca le cedió el total y completo paso a aquella legua dulce y curiosa que Marcos poseía.

Las caricias se volvieron suaves pero enloquecedores rasguños en su bien trabajado torso, le encantaba, mordía y saboreaba esos labios con fervor, sintiendo como poco a poco el aire comenzaba a faltarle, un suave pellizco en sus pezones lo hizo jadear de pronto, y se separó algo avergonzado de Marcos quien soltaba una de sus peculiares risillas que lo hacían sentir mucho más torpe de lo que ameritaba la situación. Miro hacia otro lado apenado, Marcos guardo silencio de repente y con una mano lo sujeto del rostro obligándolo a que lo mirara.

-Di mi nombre- le pidió, pero Julio solo negó entre molesto y avergonzado- di mi nombre- volvió a pedirle recargando su cabeza en el pecho de Julio, pero el más grande volvió a negar- no me hagas rogar- pidió nuevamente rosando la entrepierna de julio con su rodilla-Ups- exclamo.

-Que... que ha… haces?- pregunto exaltado intentando cubrirse su ya descubierto problema- no... no to toques allí- Marcos no obedeció, subió su remera con un brazo y con sus labios comenzó a succionar uno de sus pezones, mientras una de sus manos descendía hacia el miembro de Julio que pedía a gritos algo de atención.

-Ma... Marcos no- le pidió mientras sentía una sonrisa dibujándose en el rostro del susodicho.

-Asi es… di mi nombre Julio- le pidió masturbando su miembro con insistencia, mientras lo miraba, escuchando sus jadeos y sus gemidos- di mi nombre-Insistía, Julio se sentía agitado, enloquecido por la suavidad de aquella mano experta que le daba un placer que nunca antes había sentido, crei estar al borde, creía que todo se acabaría, intentaba aguantar.

-MMM Marcos, ya… Marcos- gimió nervioso, con el temor de que alguien viniera, sin saber que sus palabras animaban más a Marcos quien comenzaba a acariciarlo con lentitud y miraba exitado cada gesto que Julio hacía, y se jactaba de cada suspiro, de cada jadeo, de cada gemido- ummm Marcos, yaa- Marcos no pudo más, el también necesitaba algo de atención, bajo los pantalones de Julio junto a su ropa interior haciendo saca uno de sus pies y  con rapidez separo sus piernas sujetando una en alto- ¿qu… que haces?- pregunto algo asustado. Marcos solo lo beso rápidamente y luego comenzó a lamer sus propios dedos mirándolo con insistencia y lujuria nada angelical. Lo beso nuevamente para distraerlo aunque Julio bien sabía lo que intentaba ignorar. Marcos de repente intento adentrar uno de sus dedos dentro de Julio por lo cual este mordió con fuerza sus labios de Marcos, entre jadeos, sintiendo la intromisión en su interior.

Y se quedó quieto allí, ignoró un poco la situación entreteniéndose con los carnosos labios de Marcos que muy gustoso se ofrecía a entretenerlo mientras comenzaba a mover su dedo en el interior de Julio quien comenzaba a quejarse. Excitante fue el jadeo que escucho resonar en sus oídos cuando ingreso el segundo dedo, y más aún los gemidos que lo siguieron cuando comenzó a moverlos en el interior de Julio cada vez más rápido y más fuerte intentando llegar más lejos, aunque bien savia que solo podría escuchar lo que quería si ya acababa con tanta preparación.

 Retiro sus dedos y sujeto la ancha espalda de Julio con un brazo mientras posicionaba su miembro en la entrada del castaño, se adentró con dificultad por la estrecha cavidad del más grande intentando no enloquecer, gimió cuando estuvo completamente adentro, miro a Julio quien intentaba ocultar un sonrojo y sonrió comenzando un vaivén lujurioso, los gemidos comenzaron a inundar la biblioteca del piso superior de su instituto, el calor demencial de sus cuerpo que comenzaban a bañarse en sudor les insinuaba que sería difícil disimular lo que habían estado haciendo allí, y podían imaginar los rostros desdibujados de los cursos contiguos a la biblioteca intentando conjeturar alguna explicación para los ruidos inapropiados que estaban escuchando, sin atreverse a llegar a la conclusión, que lo que escuchaban era el sonido del amor, de la lujuria y el inapropiado goce de dos personas que estaban por acabar un ritual de delirio y pasión.

Algo que quizás ni siquiera ellos podrían comprender.

-Marcos…-

-Julio…-

Notas finales:

Espero que les haya gustado gente bella, no olviden dejar su comentario, nos estamos leyendo en una semana más o menos en “Salir de la melancolía” chau, chau a todos, nos estamos leyendo besos.


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