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Amor Yaoi
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CULPABLE por Nezumi Tachibana

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Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

Hola !!!

Este es mi segundo shot, realmente no esperaba que quedara largo, pero así resulto, es mi primera vez subiendo en amor yaoi –es el segundo ni que escribiera mucho- este me costó mucho esfuerzo dado que por partes se me iba la inspiración pero me gusto el resultado, así que mis horas de esfuerzo valieron la pena, Taiga y Daiki lo valen… Larga vida al AoKaga y al KagaAo también;)

Lamento cualquier error ortográfico

Ni Kuroko No Basket ni sus personajes son de mi propiedad, son obra de Tadatoshi Fujimaki

"La culpa nunca desaparece, vive con tus errores, recordar es el rol de los sobrevivientes"

 

Ahí estaba yo en medio de la catástrofe, camine con precaución entre ese desierto, la vista al lugar era repulsiva, tétrica,  pero no tenía la intención de alejarme.

Dolía como el infierno.

No pude hacer nada.

El primer cuerpo que me encontré en mi travesía fue el de mi hermano, yo simplemente no logre contener nada, era inútil, yo era inútil. El ver tantos cuerpos inertes, sin vida  con los últimos segundos de miedo grabados en sus pupilas, era un sentimiento indescriptible, el dolor quedaba muy por debajo de lo que sentía.

¿Por qué solo yo sobreviví? ¿Porque yo y no ellos?

Yo no morí, murieron mis amigos, mi familia. Era yo quien se ofreció a morir desde que entre al ejército, quería morir desde que empezó mi entrenamiento, desde mi primera misión.

Ellos, no lo merecen, Tatsuya protege a las personas, Kise es la persona más feliz que conozco, Midorima ama la vida. No, ya no lo son, porque ya no están, todos estaban muertos.

¿Por qué yo seguía vivo? ¿Por qué?

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-Ahhh!-Se levantó asustado y con el corazón desenfrenado, le había pasado de nuevo

Taiga sufre de pesadillas –si es que pueden ser llamadas así, porque son sus propios recuerdos- las padece cada vez más seguido, recordándole porque no debe ser feliz, que ni siquiera debería estar vivo.

Siguen siendo tan vividas, como el día que sucedieron 3 años atrás, en el campo de batalla de Irak, cuando él junto a sus amigos y hermano fueron reclutados para ir a la guerra, todos sabían que sería difícil, todos estaban asustados de morir, todos excepto Kagami, él deseaba morir en guerra o simplemente quería morir, de cualquier manera quería dejar de estar en este mundo.

Taiga había perdido todo a sus escasos 7 años, había quedado huérfano, se preguntaba porque él tenía que sufrir, a sus 11 conoció a quien después consideraría su hermano, pero eso no basto para que dejara de desear no estar entre los vivos, se sentía vacio, a sus 17 años junto a su hermano se inscribieron al ejercito, entrenaron duro, ahí es donde conocieron a Kise que se especializaba en armas de corto alcance, al igual que Taiga amaba la adrenalina cuerpo a cuerpo, por otra parte conoció a Midorima, él se especializaba en estrategia y francotirador, al igual que Himuro, aparte de que ambos les interesaba la medicina militar, les gustaba ayudar a los demás, todos se hicieron inseparables, lamentablemente, eso no bastaba para Kagami.

Ni Midorima, ni Kise, ni siquiera Himuro le daban tranquilidad a ese espacio de su alma que estaba a oscuras, recriminándose cada noche porque él no murió junto a sus padres, y ahora también lo hacía por la muertes de sus amigos, todos a su alrededor lo abandonaban, lo dejaban solo y perdido en la vida.

Ese día paso como cualquier otro, se levanto temprano después de sus -ya relativamente diarias- pesadillas, se dirigió al baño para empezar su día, necesitaba relajarse y una ducha de agua fría era perfecta para ello. Se vistió sencillo con un pantalón oscuro de mezclilla, una camisa roja, unas zapatillas deportivas negras y una campera de color gris.

Ya casi eran las 3 de la tarde, pasaría a comer una hamburguesa y se dirigiría a sus citas vespertinas con la psicóloga, ya era natural ir cada semana desde que regreso de Irak, pero a pesar de todo, se sentía raro, seguía siendo extraño intentar que entendieran su dolor.

Al llegar a la sala de espera para su cita, observo como de pronto un chico moreno entraba corriendo y pasaba de largo de recepción, algún paciente con hiperactividad seguramente. Se dirigió al escritorio donde se encontraba la recepcionista.

-          Disculpe, señorita vengo a mi cita, con la psicóloga García

-          Lo siento, pero la señorita García no se encuentra, si gusta puedo reacomodarlo con algún otro psicólogo o posponer su cita

-          Reacomodo, por favor

-          Enseguida, tome asiento, yo lo llamare

-          Gracias

Se dirigió irritado, no es como si no pudiera tomar la cita con alguien más, pero Alex era como su madre, la conoció poco después de la guerra y fue su primera psicóloga, así que él sentía un lazo especial con ella por ayudarlo, pero si no se encontraba, tomaría a alguien más, no había venido desde su casa para nada.

Pasaron alrededor de 15 minutos, para que lo llamaran

-          Joven Kagami

-          Si

-          Consultorio 5, con el psicólogo Aomine

-          Gracias

Taiga emprendió su camino hacia el consultorio estaba a 2 puertas del que él solía visitar con Alex, toco la puerta, y escucho una aprobación para pasar.

Dentro de la habitación se encontraba un diván negro, al igual que una silla de cuero, una pequeña mesa al centro de ambos muebles, pero lo más imponente era el hombre que se encontraba tras un escritorio color caoba, el hombre se encontraba recargado en una silla reclinable. El hombre portaba una camisa blanca doblada hasta los codos, con los primeros 2 botones abiertos, unos pantalones oscuros y zapatos negros, en su muñeca derecha reposaba un reloj, pero lo más impresionante, eran esos ojos zafiros que lo miraban intensamente, era el mismo chico que había visto correr pero mucho más atrayente a la mirada de cualquiera.

-          Joven Kagami, pase tome asiento

-          Gracias, pero me agrada estar de pie - no quería acercarse al moreno

-          Como desee, así que, ¿Qué es lo que le preocupa?

-          Eso debe de estar en mis expedientes

-          Sí , pero quisiera escucharlo de su boca

Kagami suspiro, esto era lo que odiaba de estar con otro psicólogo, que no fuera Alex, pero cedió ante los zafiros que lo miraban intensamente, le diría todo lo que lo atormentaba, realmente después de tanto tiempo aún se le hacía difícil hablar de lo que había sucedido hace tantos años, nunca se olvidan tus errores.

-          Hace 3 años, como dice mi expediente, fui a la guerra de Irán, ahí han muerto mi hermano y compañeros, a los 7 perdí a mis padres, así que eran lo único que tenía, vengó con la doctora García desde que regrese de la guerra

Tal vez no había dicho todo completamente pero era lo mejor que podía expresarse sin tener que alterarse y que sus memorias volvieran a salir a la luz, definitivamente tenía que mantenerlas bajo llave para llevar una vida relativamente normal.

-          ¿Por qué vienes?

-          ¿Qué?

Los ojos rubíes mostraban confusión ante la cuestión hecha por el moreno, los zafiros se volvieron más agudos y empezaron a observarlo aún más intenso, el moreno noto desde que había entrado que no era por ello a lo que venía, ya había visto varias veces al pelirrojo en el pasillo o saliendo del consultorio de una de sus compañeras, era evidente ante su mirada, parte de lo que esos ojos rubíes le ocultaban.

-          Tal vez formule mal la pregunta, pero tú no vienes aquí por tormentos de una guerra, tu vienes para liberarte a ti mismo, así que joven Kagami ¿por que lleva 3 años viniendo con psicólogos si usted no coopera con nada más que la misma historia que puedo leer en su expediente?

-          ¿Por qué?

El imponente hombre se acercó al de ojos rubíes que aun mostraban contrariedad en sus orbes, lo tomó suavemente del antebrazo y lo guió al diván, para que este se sentara mientras él se posicionaba en la silla de cuero justo enfrente.

-          Porque... Por... Porque tengo pesadillas

-          ¿De que tratan?

Cuestionó mientras tomaba una pequeña libreta y el bolígrafo que descansaban en la mesita de centro, movió grácilmente el bolígrafo entre sus dedos para posicionarlo de la forma más cómoda para escribir, y volvió a dirigir su mirada al pelirrojo enfrente de él, ese mismo que estaba totalmente nervioso por describir sus pesadillas.

-          Son recuerdos...-tome una bocanada de aire para seguir- son los recuerdos de todos mis compañeros, todos muertos, y ...

-          Y tú estás sólo

Los ojos zafiros se volvieron más afiliados como si analizará lo que trataba de decir el pelirrojo, complementando la frase con lo que creía que era el problema.

-          Si, sólo yo sobreviví

-          ¿Estás sólo?

Los ojos rubíes se alteraron, ¿qué querían decir esas palabras?, la visión del pelirrojo se distorsionó por unos momentos, pero mantuvo su compostura, a pesar de ello quien realizó la cuestión, noto el ligero temblor del otro cuando esta salió de sus labios, había dado en el clavo. Sonrió levemente con autosuficiencia y anotó en la pequeña libreta desviando levemente su mirada del muchacho.

-          No estoy sólo, tengo a mis compañeros y aún convivo con las familias de mis amigos y hermano

-          Lo volveré a repetir ¿Te sientes...sólo?

La dureza con la que salieron esas palabras, alteró aún más al pelirrojo, miró fijamente a esos orbes azules que lo examinaban ¿que trataban de buscar en él? ¿Qué querían? ¿Cuál era la respuesta correcta? Ni siquiera él lo sabía. Después de un momento de silencio, el moreno volvió a tomar la palabra.

-          Tú, ni sientes dolor por la muerte de tus compañeros, ni tampoco te arrepientes de lo que hiciste, tienes esas pesadillas porque... estas...so...

-          ¡Cállate!

El pelirrojo explotó y se levantó abruptamente del diván, para dirigir su fiera mirada a los fríos ojos azules

-          Tú no sabes absolutamente nada de mí, no sólo porque tienes un maldito diploma, no significa nada, no puedes decir que no me arrepiento, que no me duele, ni siquiera sabes quién soy, ni por lo que he pasado, así que deja toda tu mierda sobre lo que yo siento para ti

A pesar de todo lo que había dicho y lo alterado que estaba tratando de recuperar el aliento, el moreno no se movió ni un ápice de su lugar, seguía escrudiñando al de los rubíes, tratando de entenderlo realmente, después de que el moreno se tranquilizara y volviera a tomar asiento en el diván, volvió a tomar la palabra.

-          Si tal vez no debí haberlo hecho de esa manera, es tu primera vez conmigo

-          ¿De qué hablas?

Las palabras del moreno confundieron por completo al pelirrojo que no entendía el rumbo de esa conversación.

-          No debí exponerte ante lo que no quieres ver

-          ¿Que según tu maldita mente que es lo que no quiero ver?

Gruñó el pelirrojo cansado de que el moreno no diera una palabra certera o entendible para él, le molestaba que lo mirara tan intensamente, se sentía expuesto y eso lo irritaba de sobremanera.

-          Eso deberías saberlo tu

-          Y una mierda, ¿de qué sirve tu maldito trabajo si no dices nada concreto?

-          Para decir lo que no quieres escuchar

-          Idiota- mascullo tremendamente enojado pero sin alterarse

La tensión en el ambiente era evidente, el moreno volvió a anotar algo en su libreta y la dejo de lado en la pequeña mesa del consultorio, miró su reloj.

15 minutos

Sólo llevaba 15 minutos de su hora con ese paciente, pero era increíble lo volátil que era su temperamento, definitivamente las orbes rubíes ocultaban algo y él lo iba a descubrir.

Pasados los minutos ninguno de los dos habló, se dedicaron a observarse mutuamente.

El pelirrojo notó como el otro a pesar de hablar bastante formal, su aspecto denotaba lo contrario, su pelo estaba totalmente desordenada, la camisa por fuera del pantalón brindando el aspecto de que era un estudiante problema, sus facciones eran bastante marcadas pero se ajustaban perfectas a su estructura muscular, a pesar de traer camisa y pantalón de vestir, sus músculos resaltaban a través de su vestimenta, definitivamente calificaba como alguien desalineado a su profesión ,pero tenía la presencia necesaria para ser psicólogo, alguien que se internaba en la mente de aquellos que inspeccionaba.

El moreno por su parte observó como el de ojos rubíes a pesar de tener un gran físico -dedujo que por estar en el ejército- su musculatura estaba un poco por debajo de la propia, sus facciones eran bastantes suaves a lo largo de la barbilla, pero definitivamente eran firmes, sus ojos denotaban una gran fuerza a primera vista, pero los surcos bajo ellos decían que había pasado noches en vela -producto de sus recurrentes pesadillas- atormentándose y sufriendo fuera de la vista de todos, ¿pero porque? Era obvio que lo de perder a todos lo atormentaba, pero presentía que había pasado algo más en esa guerra, y él lo iba a averiguar.

-          Me harte de esta mierda

El pelirrojo estaba harto con la tensionada situación, se paro del diván, el moreno imitó sus movimientos.

-          No vamos ni en la mitad de la sesión

-          Y me importa un carajo

El de ojos rubíes se dirigió hacia la puerta, giro del picaporte, y volteó furioso para enfrentarse con la sonrisa del portador de los ojos zafiros, que se encontraba sentado sobre el escritorio.

-          Quita el maldito seguro

-          La sesión no termina hasta que pase la hora completa

-          Me importa un carajo, quita el maldito seguro, idiota

La sonrisa se intensificó.

-          No puedo, políticas de trabajo, debe ser la hora completa

-          No me vengas con esa estupidez, he venido durante tres años y nunca habían cerrado la maldita puerta

-          Creó que tendré que reportar a algunos colegas por no respetar políticas laborales

-          Maldito

El de los zafiros sabía que ganó la discusión, cuando los rubíes tomaron asiento esta vez en la silla de cuero.

-          ¿Entonces sólo tengo que esperar que pase la hora para largarme?

-          No

-          ¿Qué quieres decir?

El pelirrojo se estaba acostumbrando a esa manera inconsistente de hablar del moreno, lo irritaba como nada en el mundo, necesitaba salir de ahí, antes de que el moreno se convirtiera en el primero en saber sus verdaderos temores, tenía que escapar antes de que esos zafiros desnudaran su verdadero ser.

Claro que el moreno tenía otros planes, sabía que podía ayudar a que esos rubíes no se tiñeran de confusión y tristeza por las noches, notaba como su paciente se resistía a cooperar con él, pero aun no sabía sus razones e iba a descubrirlas.

-          Joven, no entiendo porque para viene aquí, tiene pesadillas, simplemente tome pastillas, tiene recuerdos de la guerra, olvídelos con alcohol, pero usted no viene aquí por una guerra de hace tres años, usted viene por lo que hizo en esa guerra ¿o me equivoco?

-          Usted no sabe nada

-          Obviamente no lo sé ¿Por qué no me dices lo que sucedió... Taiga?

El pelirrojo no se cuestionó como el contrario sabía su nombre -posiblemente del expediente- porque se sentía como un tigre enjaulado, esos ojos azules estaban observándolo y se empezaban a acercar a su ser, el moreno había abandonado la comodidad de su escritorio y se encontraba frente a los ojos rubíes, que aun continuaban sentados en la silla de cuero, la mirada de esos profundos ojos como el mar, le hacían sentir asfixiado, su corazón estaba desbocado, de pronto…todo se derrumbo.

-          ¡FUE MI CULPA!

El pelirrojo fue asaltado por sus demonios, se levanto de su asiento y se aferro al otro cuerpo en la habitación.

-          To-todo fue mi culpa, yo abandone a mis compañeros, por mi culpa todos murieron, se suponía que yo tenía que guiarlos, estaba al frente y los abandone, les di la espalda como mi familia me la dio a mi…

Los ojos rubíes estaban desbordando lágrimas de rabia, de dolor, de culpa, estaba fuera de sí,  soltó al moreno de su agarre y camino desesperado por toda la habitación, relatando aquello que tanto lo traumatizaba, Aomine le hablaba desde una corta distancia.

-          ¡Se suponía que debía estar en la base en ese momento, los deje solos, yo mate a mis amigos a mi hermano! ¡yo debí haber muerto con ellos!

-          Kagami, tranquilízate

-          ¡Por mi ineptitud murieron mis personas preciadas!

-          Kagami

-          ¡Soy un idiota!

-          Taiga

-          ¡Solo estaba tratando de sacarlos del infierno!

-          Tai…

-          ¡Maldición! ¡yo los mate!

-          ¡Taiga reacciona!

 Los zafiros aun no comprendían la situación, pero tenía que pensar rápido, Kagami estaba entrando en crisis, hizo lo que creyó más conveniente, había golpeado el rostro de Taiga.

-          ¡Maldición que te pasa imbécil!

-          Estabas entrando en crisis

-          ¿Qué?

El pelirrojo estaba aturdido, todo paso tan rápido para él, que solo volvió a sentir firme bajo sus pies cuando recibió el puño del moreno

-          ¿Cómo que entre en crisis?

-          Taiga, háblame de lo que paso en Irak

-          No voy a…

-          Taiga ¿Por qué te culpas de la muerte de tu equipo?

Kagami se quedo pensativo, supuso que durante su crisis había hablado de más, ahora por supuesto que los zafiros tenían curiosidad, suspiro pesadamente, no quería hablar, no todavía

-          No puedo -cerro firmemente sus ojos

-          ¿Por qué?

-          Aún ...aún no estoy listo -volvió a mirar las orbes azules

-          Comprendo -suspiro pesadamente-  por ahora hay que arreglar ese golpe, ahora vuelvo

El moreno se marchó del consultorio, dejando a un confundido Kagami dentro, aún no entendía como había hablado de su pasado, de su error, con un extraño, porque eso era Aomine, apenas lo había conocido hace menos de una hora y se había convertido en la primera persona en saber la verdad. Daiki regreso con un kit de primeros auxilios, que al parecer se encontraba en alguna parte del psiquiatra.

-          Déjame ver

Aomine tomó por la barbilla al contrario, para poder observar mejor su rostro, en el pómulo derecho se veía una pequeña cortada, no sangraba demasiado

-          ¿Duele?

-          No realmente, sólo que no imagine  que un médico golpeara a un paciente en la primera consulta

El moreno soltó una pequeña risa, que llegó a los oídos del pelirrojo, la tensión había desaparecido y parecían los típicos amigos que se ayudaban después de una pelea.

-          Gracias, por ...por ayudarme con la crisis

-          Es mi trabajo, excepto que no debí golpearte, me asuste que algo te pasara

Aomine se dispuso a curar la pequeña herida que había provocado, abrió el kit y sacó un algodón bañándolo con un poco de alcohol, apenas tocó la cara del otro, esta hizo una mueca de dolor, pero sólo por unos breves instantes.

-          Si duele demasiado, avísame

-          Claro

Después de tener la afirmación de Taiga, el moreno prosiguió con su trabajo, limpio la pequeña herida y colocó una bendita en el pómulo derecho del pelirrojo.

-          Listo

Los rubíes voltearon a ver a los zafiros, que aún seguían cerca de su cara, demasiado cerca, sus miradas se  encontraron, podían sentir las respiración del contrario chocar contra sus labios, no podían apartarse, no querían apartarse, el pelirrojo sintió calma al ver al azul profundo en los ojos del otro, se acercó lentamente a su rostro por inercia, el moreno no imponía resistencia, se sentía atrapado por el fuego del contrario, sus labios se encontraron, un simple roce por parte del pelirrojo, o al menos hasta que sintió como respondía el moreno a las caricias de sus labios, el beso se volvió más intenso, el pelirrojo atrajo hacia su regazo al moreno, sentándolo sobre su entrepierna, el moreno se dejó hacer.

La pasión que daba la unión de sus labios era inmensa, simplemente no podían separarse, Taiga empezó a tocar la piel morena por debajo de la camisa, por su parte Daiki se concentró en el pecho ajeno, tocando aún por encima, ninguno quería deshacer el momento, la habitación se lleno del ligero sonido de chapoteo que provocaban al chocar sus labios y unos cuantos suspiros por parte de ambos.

Demasiado bueno para durar, el sonido que advertía que había acabado la hora de la sesión sonó, haciendo así que paciente y psicólogo terminarán su acción.

El moreno fue el primero en tomar consciencia de lo que estaba haciendo, levantándose inmediatamente de la entrepierna de su paciente, sin siquiera poder mirarlo a los ojos, esos ojos que hacía unos instantes lo habían hipnotizado.

Por el contrario Taiga aún seguía inmerso en esa sensación de pertenencia, sentía que había encontrado algo que le faltaba, se sentía en paz, seguro y sobre todo... feliz, esos momentos con el moreno habían sido fascinantes, pero sobre todo lo hicieron sentir completo.

Alzo su mirada para encontrarse con la espalda del moreno.

-          Puede retirarse, joven Kagami, la sesión ha terminado

El moreno no le iba a dar la cara, había fallado con su profesión al dejarse llevar por sus impulsos, no podía tener ninguna relación con un paciente, el era un profesional ¿como término en esa situación? Ni siquiera él lo entendía.

Los rubíes, se iban acercando al cuerpo moreno, pero en el último instante retrocedió, no porque no quisiera seguir, pero notó como los zafiros se habían oscurecido, él sabía por carne propia que el moreno estaba confundido por sus acciones y sobretodo -posiblemente- arrepintiéndose de ellas. El sabía cómo era sentirse culpable, no lo presionaría, después de todo su relación no debería pasar más allá de lo profesional, eran paciente y médico, solamente eso, por más que le doliera pensar en ello.

En vez de ir con Aomine, Kagami se acercó a la puerta, notó -como había dicho el moreno- ya no estaba cerrada. Empezó a abrir la puerta cuando se detuvo por las palabras de su psicólogo.

-          Joven Kagami, me gustaría que tuviéramos otra sesión, se perfectamente que es paciente regular de la doctora García, pero me gustaría seguir su evolución respecto... Respecto de lo que paso, no sé si la información que me otorgó ya la tiene la doctora o si quiere que le informe sobre ella, todo es su decisión joven Kagami

-          Lo que dije, sólo lo sabe usted, no quisiera que Alex supiera sobre ella, así que tomaré su palabra y programaré otra sesión

-          Perfecto, entonces pase con la secretaria para programar su próxima cita

-          Daiki, sobre lo que paso...

El moreno había decido hacer como si nada hubiera pasado, sus labios aún seguían inflamados por el beso, pero no significaría nada, sin embargo, el hecho que Kagami entrara en crisis era otro asunto, y él como médico quería apoyarlo, pero su nombre saliendo de los labios del contrario alteró su ritmo cardíaco, sería difícil tenerlo de paciente.

-          Joven Kagami, no diga nada, porque aquí no ha pasado absolutamente nada

-          Habla sólo por ti, Daiki

Tras esa frase, el pelirrojo se marchó, realmente se había metido en un lío.

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Había pasado dos semanas desde su primer encuentro, dos semanas en las cuales Kagami a pesar de aún seguir con sus recurrentes pesadillas, estas pasaban a segundo plano una vez que en ellas aparecían esos ojos zafiros, otorgándole paz y tranquilidad en sus horas de tormento, era increíble cómo le transmitían tantos sentimientos después de haberlos visto sólo una vez.

Por otra parte, para Aomine esas dos semanas habían sido literalmente un infierno, no sólo porque cada vez que su mente tenía la oportunidad le traía el recuerdo del beso que compartió con su paciente, sino que también lo torturaba por ello, recriminándose en todas las ocasiones que había hecho mal, no sólo fue el beso, sino que también lo golpeó e hizo que fijara fecha para otra cita , tal vez esta última no era tan mala, pues en verdad tenía interés en ayudarlo, pero no sabía cuánto resistiría con la tentación frente a él.

La fecha límite había llegado y volverían a verse frente a frente, el horario de Aomine terminaba bastante tarde con su última cita, Kagami era el paciente, al parecer -y para sorpresa de Kagami- el moreno era el psicólogo con más citas, por lo cual cuando pidió la suya, le avisaron que ya no había espacios, pero gracias a la influencia de Alex -que había llegado unos días después de su primera cita con Aomine- había podido conseguir una, a pesar del horario inadecuado, Alex le aviso de su llegada y se disculpó por no avisarle con anticipación, él le relato -omitiendo unas partes- sobre su sesión con Aomine y que este le había dicho que regresara, ella le apoyo, porque tenía conocimiento de que el moreno era bastante bueno en su ámbito, aún seguiría siendo regular paciente de Alex, con las pequeñas excepciones de sus sesiones con Aomine.

Ahora se encontraba en la pequeña sala de espera, casi vacía por excepción de la recepcionista y el mismo, realmente tener una cita con el psicólogo a las 10:15 de la noche era… extraño, tomando en cuenta que está todavía duraría una hora.

Aomine hizo acto de presencia al salir de su consultorio, para dirigirse hacia él

-          Vamos, es el último

-          Okay

Ambos se dirigieron hacia la recepcionista, Aomine tenía que avisar de su cita y como era tarde, le pidió a la recepcionista que se fuera a casa, Kagami no entendió la petición, pero aún así observó como la señorita hacia lo que Aomine le pidió y le entregó las llaves del hospital psicológico, después de eso se dirigieron hacia el consultorio.

-          Oi, Aomine ¿porque le pediste las llaves?

-          Porque seremos los únicos en todo el hospital, aparte ella merece descansar y tengo la confianza de todos para hacer este tipo de sesiones "extra" cuando el caso realmente lo requiere

-          Entiendo, pero que significa sesión “extra”

-          Cuando el caso del paciente, realmente me interesa

-          Así...así que te interesa... ¿Te interesan solo mis pesadillas?

Kagami sintió que el moreno sólo sentía interés en sus traumas, el no quería olvidar las sensaciones que le brindó el moreno en su primer encuentro, era la primera vez que se sentía completo, pero parecía que Aomine no quería recordar el suceso.

Daiki no respondió de inmediato a la pregunta, todavía no sabía la respuesta para ella, así que se dedicó a abrir la puerta para los rubíes y tomó asiento sobre la silla de cuero, Kagami por su parte se sentó en el diván, parecía un dejavú, pero tal vez lo resultados no serían los mismos, definitivamente el moreno no quería volver a golpear al pelirrojo, así que trataría el tema con más delicadeza, tomó su típica libreta y un bolígrafo, tenía que empezar la sesión, pero Taiga se adelanto en el diálogo.

-          Aún no contestas, Aomine ¿solo te interesan mis pesadillas?

-          Joven, no veo el contexto de la pregunta

-          Daiki

-          Déjalo así, Taiga

Kagami se sintió mal por la respuesta del contrario, pero ya estaba hecho, el había hecho la pregunta, aunque no recibió la respuesta que quería, obtuvo una, ahora sólo tenía que estar una hora con Aomine y hacer como si nada, así que trató de relajarse y se acostó sobre el diván, para comenzar su sesión psicológica

-          Entonces ¿vas a comenzar ya?

El moreno no esperaba esa reacción, pero él la había provocado, no podía cambiar el pasado

-          Kagami ¿cómo estás?

-          Bien

-          ¿Y las pesadillas?

-          Estables

-          ¿Como que estables?

-          Están mejor, ya no despierto alterado

Las respuestas eran concisas pero demasiado cortantes, y eso no le agradaba al moreno, era más fácil manejar el carácter explosivo del pelirrojo que ese lado frio.

-          Taiga

-          ¿Qué?

-          ¿Recuerdas tu crisis de la última sesión?

-          No

Era la verdad, a pesar de que Taiga se esforzaba por recordar que dijo exactamente, esa parte del recuerdo esta en blanco, sólo sabía que había dicho que él era el culpable de la muerte de sus compañeros y sólo era consciente de esto porque el moreno se lo había comentado después de su crisis.

-          Entiendo ¿me puedes responder unas preguntas respecto a ello?

Kagami sabía lo que quería decir Aomine, le preguntaría porque se culpaba, todos decían que no fue su culpa.

Takao no lo culpó por la muerte de Midorima, tampoco lo hizo Kasamatsu por la de Kise, ni siquiera Reo por la Himuro, los padres y parejas de sus demás compañeros tampoco, todos decían que "habían muerto por la patria" pero él sabía que no era así, ninguno quería morir, todos sabían que sería difícil que nadie pereciera en combate, el se prometió que regresaría a todos, no importaba si el mismo regresaba -que de hecho deseaba no regresar-.

El fallo en su promesa, y todo por una mala jugada, habían muerto todos excepto él, era un cruel castigo. Parecía una maldición, siempre terminaba sólo.

-          ¿Taiga?

-          Si, pregunta, lo intentaré

Los rubíes observaron esas orbes que eran un sedante para su dolor, sentía que el se podía llevar todos sus temores.

-          ¿Que sucedió en Irak?

La gran interrogante había sido hecha, ahora sólo faltaba de Kagami desatará sus demonios, los rubíes apagaron su brillo característico, y abrieron la puerta a sus tormentosos recuerdos.

-          Llevar a todos al lado poniente de la batalla, esa fue la misión que se me otorgo, se suponía que tenía que planear la estrategia, sería una misión fácil, simplemente era cambiar la posición del escuadrón, así que me guie por mi instinto como muchas veces, revise la trayectoria parecía demasiado fácil, no pensé que fuera necesaria una estrategia, así que únicamente revisaría el perímetro, me fui solo a explorar los alrededores, cuando regrese todo parecía normal, así que me reuní con todos los soldados que ya estaban dormidos, los únicos que sabían de mi salida eran mi hermano y mi amigo Midorima, sabían mi posición porque les había tocado la guardia esa noche, también lo sabía Kise, insistió en acompañarme pero se lo negué

Los ojos rubíes se oscurecían más a cada palabra, se estaban tornando acuosos por la culpa de las lágrimas retenidas, se levantó del diván y recorrió la mirada por el consultorio, sin ver nada realmente, su mente estaba recreando las imágenes que veía cada noche en soledad.

-          A la mañana siguiente, comenzamos el recorrido, lamentablemente, nos emboscaron, a la mitad del camino todos empezaron a morir, era imposible, nos atacaron por todos los francos, estábamos resistiendo, me oculte cerca del asalto junto con Himuro, estaba tratando de ubicar a Kise... Lo observe a unos metros de mí, me observó y me s sonrió, definitivamente era algo propio de él, sólo desvío su mirada un instante y ...murió

Las primeras lágrimas asaltaron el rostro de Kagami.

-          Él murió sonriéndome, a mí, deje mi posición junto a Himuro y fui por Kise, estaba muerto, busque a Midorima debía estar cerca, estaba demasiado cerca, yacía bajo un rastro de sangre, al parecer la misma bala atravesó el cráneo de Midorima e impacto en el pecho de Kise, habían muerto instantáneamente, salí descontrolado hacia la batalla mataría a todos, o al menos eso era lo que pensaba, estaban capturando a compañeros, dispare me arma contra dos sujetos, los asesine, ya lo había hecho antes, pero no me di cuenta de que mi hermano venía atrás de mi, estaba segado de rabia, escuche que me llamaba a gritos,  cuando le dirigí la mirada, vi como sus ojos se distorsionaban por el dolor, le habían disparado por la espalda, corrí hacia él, y lo sostuve en sus últimos momentos

El rostro se distorsionaba con dolor a cada relato que hacía, sus lágrimas desbordan y asaltaban sus ojos, pero su voz aun se mantenía firme o eso intentaba.

-          Él me vio a los ojos, me sonrió, y me dijo que viviera, que siguiera, que siempre me cuidaría, él y todos lo harían, murió en mis brazos, observe como sus ojos dejaron su luz, dejándome su último aliento, mi hermano murió por mi culpa, todos lo hicieron

Aomine no soportó más ver como se derrumbaba Taiga, fue hacia él y lo atrajo a sus brazos, sus demonios aún no eran totalmente confesados, pero se aferró al cuerpo que le brindaba paz en esos momentos.

-          No fue tu culpa

Esa frase alteró aún más al pelirrojo que se separó del abrazo del moreno, su mirada dolida se enfocó en los orbes azules.

-          ¡Fue mi culpa!

Silencio, Aomine no entendía su reacción, hasta que escuchó hablar a Kagami.

-          Fue mi culpa... esa noche que salí lleve el mapa conmigo, los contrarios lo encontraron y por eso nos emboscaron, fue mi error

-          ¿Cómo sabes eso?

-          Cuando todo acabó, yo seguía quebrado, sentí que me aventaron algo sobre el pecho levante mi mirada, para ver quien fue pero no había nadie, abrí el papel y era el mapa... decía "gracias por hacerlo más fácil"

Aomine comprendió porque se atormentaba el pelirrojo todas las noches.

-          Me dieron las gracias por haber matado a todos, yo los mate...fui mi error

Kagami cayó al suelo de rodillas, no podía con el dolor que le carcomía, Aomine se arrodilló frente al cuerpo de Kagami, tomó su rostro entre sus manos y limpió suavemente los rastros de las lágrimas, necesitaba tranquilizarlo antes de que cayera en crisis nuevamente.

-          Fue mi error, mi culpa...

-          Taiga mírame, estoy aquí, mírame a mí, Taiga, ya no hay guerra, mírame

El pelirrojo se seguía inmerso recitando su mantra de culpa, necesitaba que reaccionara pero no lo golpearía esta vez.

Aomine posó sus labios sobre el rostro Taiga, repartió pequeños besos por su frente, sus mejillas, su barbilla, su nariz, hasta que llegó a su boca, esa que aunque sabía que era prohibida le fascinaba, los rubíes no respondieron inmediatamente, fue hasta que sintió el beso del otro que salió de su castigo autoimpuesto para tratar de seguir el ritmo del beso.

El sabía que no era la mejor forma de traer al otro antes de que sufriera una crisis y que estaba hundiéndose, estas acciones traerían consecuencias para su trabajo, pero su razón duro muy poco en cuanto sintió que el otro correspondía, hizo el beso más intenso, y esta vez fue su turno de atraer al pelirrojo hacia su cuerpo.

Taiga se encontraba a horcadas sobre Aomine, paso sus brazos por el cuello de este y profundizó el beso, los dos estaban cayendo, pero se sentía tan bien si era caer en los brazos del otro.

Aomine fue el que corto la pasional unión, retiró un poco su rostro para observar la mejor imagen de su vida, Taiga le regalaba un bello sonrojo –causado por su llanto y el beso que compartieron- en sus ojos aún se notaban las lágrimas retenidas, pero ya poseían su brillo característico, ese brillo como el fuego que lo que estaban consumiendo, sus labios estaban hinchados por el previo encuentro, definitivamente no olvidaría esa imagen.

-          Taiga, ya paso todo

Esa simple frase fue suficiente para el pelirrojo, todo se había ido, se concentró en la mirada del otro, tranquila, calmada y profunda como el mar, esa mirada le hacía sentir completo, tal vez nunca olvidaría su error, pero cumpliría con el deseo de su hermano, viviría, pero esta vez de verdad, había encontrado la parte que le faltaba, se recostó sobre el pecho del otro, escuchando sus latidos combinados con los propios, estaban descontrolados, pero iban al mismo al mismo ritmo.

Aomine se acostó sobre el suelo, atrayendo a la otra figura aún más cerca de él, el frenesí vivido unos momentos atrás se había disipado dando lugar a un ambiente reconfortable, incluso él vivía con culpas, pero no quería ver jamás la mirada de su acompañante perdida entre las sombras de su pasado.

Sintió como la respiración de Kagami se acompasaba sobre su pecho, había caído rendido, había experimentado muchas emociones en un corto tiempo, el moreno acaricio suavemente las hebras rojas del cuerpo que yacía sobre su pecho, escucho como el seguro de la puerta se quitaba, había pasado la hora, pero ya no importaba, mientras pudiera sostener el cuerpo del otro entre sus brazos.

-           Descansa, yo cuidare tus sueños

Daiki también cayó en brazos de Morfeo, con una pequeña sonrisa en su rostro, similar  a la del rostro de Kagami, las pesadillas no aparecerían por un tiempo, había encontrado a su pieza ideal, al sedante de sus demonios.

Notas finales:

 Espero que les agradara, los nervios nunca se dejan de sentir al publicar algo.

Nuevamente dejo el final algo abierto, pero quedaba bien así, no sé si se dieron cuenta pero la frase del principio es de las novelas de No.6, las cuales me inspiraron en esto, las novelas y todo No.6 es hermoso

Bueno aquí termina todo, también el Hikari Fest, me la pase muy bien leyendo los fanfics de muchas, son estupendas chicas de AoKaga 5x10 (Aomine X Kagami) les agradezco sus escrito.

Gracias por leer


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