Habría podido haber estado, en esos momentos, en el piso de Hiro-senpai. Shinji estaba completamente rojo y nervioso. Estaban en un café del centro.
—Bueno, y ¿qué? Qué esperas de… nosotros. Me recuerdas a mí, hace tiempo, acosando a un chico. Al final tuve que irme, de la vergüenza. Era un friki medio-ciego. Supongo que por eso tampoco me tomó muy en serio. ¿Quién querría a un niñato problemático? No le culpo. ¿Qué has visto en mí? No me conoces.
Por poco, Shinji se le escapó el café que se estaba tomando: era muy directo. Se había acostumbrado a beberlo solo. Hiro-senpai bebía un batido con helado y fruta, sonriéndole.
—Ehm…
Hiro rió.
—No te lo tomes a mal, juro que intento comprenderte. Es duro que no te tomen en serio. Pero al fin y al cabo, nos llevamos 7 años… ¿No crees que estarías mejor con chicos de tu edad? ¿Es que no tienes a nadie que te gustara, antes que yo? Me siento halagado, pero…
—No. Nunca me ha gustado alguien. He salido con chicas, pero… tú eres el primer hombre en el que me fijo. Y sí, tienes unos bonitos ojos.
Hiro se quedó pasmado, mirando cómo se quedaba serio. Le encontraba mono.
—Si me besas ahora, frente a todos, seguiremos quedando.
Shinji se sonrojó aún más. Para los japoneses no era normal dar muestras de afecto, ni siquiera siendo casado, fuera, en púbico. Hiro sonrió, sabiendo que ese muchacho no hablaba en serio. Pero entonces, se levantó y le atrajo hacia a él. Todo el mundo se los quedó mirando. Hasta Hiro pensó que se estaba pasando, no era de dar mucho la nota. “¿¡Me lo está dando con lengua?!”. Lo recibió, para no darle un asco frente a toda esta gente, pero aquello fue peor porque le entraron las ganas de hacerlo con ese muchacho tan impertitente.
Una vez que terminó, se volvió a su asiento, mientras todos cuchicheaban a su alrededor. Algunas chicas habían chillado, sorprendidas. Shinji las saludó. Eran de su escuela. Sabía que entre ellas había alguna de sus seguidoras: era famosos en el instituto.
—Me parece correcto. Por cierto, está bien este batido… a la próxima a lo mejor me lo pido.
Hiro sonrió, avergonzado y sorprendido por estar siendo seducido por un mocoso. “¿Hiroshi también se sintió así, cuando le besaba?”. Aunque le había gustado no podía quitarse a Hiroshi de su mente. Y no quería herir a ese muchacho.
—Me gusta alguien. Aunque este alguien esté con otra persona… ya te lo comenté.
—Pues dejará de gustarte… Has dicho que si te besaba podríamos quedar más, ¿no? No me conoces. Te voy a gustar.
—¿Y por qué yo te gusto?
—¿Y por qué no? Podríamos hacer algún tipo de deporte. He visto que sabes hacer artes marciales. Yo tengo cinturón negro en kárate y judo. ¿Te apetecería una lucha, un día de estos? O podemos ir a la piscina. Como simples amigos…
Miró a toda la cafetería. Hiro no podía encontrarlo más gracioso.
—Claro, seguro que toda la gente de aquí piensa que somos amigos después de este beso, ¿no? ¿Ya lo sabe tu padre? La gente habla.
—Mi padre es simpático, pero no habla mucho con la gente. No creo que se entere de lo de…
De repente, su móvil sonó.
—¿¡ERES GAY, HIJO!?
Todo el mundo estaba cuchicheando y con sus teléfonos móbiles en la mano. “¿¡Quién ha sido!?”. Intentó ver algún amigo de su padre, pero solo pudo ver a esa chica… su ex. La única que tenía el móvil de su padre. Le sonrió, con cara malévola.
Cerró el mobil. Hiro le miró preocupado.
—¿Ocurre algo malo? Parece que se te haya muerto alguien.
—Sí, mi reputación, probablemente. Pero me da igual.
Hiro se terminó el batido. Se levantó.
—Pues vayamos al parque. Es obvio que te molesta, pero finges que no te importa. ¿Tan enfadado estás con tu padre? Debe ser una rabieta de adolescente. Yo también la tuve.
“No, Hiro-senpai… es amor”
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Fueron caminando por el parque. Ambos parecían dos amigos, tal y como Shinji habían expuesto. Como era tan alto, no se notaba la diferencia de edad. Llegaron a un lugar dónde había barras de ejercicio. Hiro se subió a una de ellas, dando una voltereta espectacular.
—Vaya, ¿eres gimnasta?
—Siempre he tenido mucho tiempo libre para probar ciertas cosas. Yo no tengo títulos, he conocido ciertos amigos que me han enseñado cosas durante mis viajes.
Se puso de un modo bastante complejo, haciendo alarde de su fuerza corporal, a pesar de que no pareciera muy corpulento. Luego se soltó y le sonrió.
—¿Qué es lo que se te da bien, además del deporte? Si no lo sabes, te puedo ayudar a encontrarlo. ¿Lenguas?
—No, fatal.
—¿Arte?
—No.
—Ayuda un poco, venga.
Odiaba que senpai le estuviera tratando como a un niño, pero al menos estaba con él.
—Seguir a las personas sin que me vean.
Hiro abrió los ojos, como platos.
—¿Eso es lo que has estado haciendo conmigo? ¿Durante cuándo?
Shinji no parecía avergonzarse. Todo era necesario para saber más de él. Era amor.
— 3 meses.
Hiro se quedó helado.
—Ahm, por eso no te has sorprendido cuando te he enseñado esto. Bueno, podrías ser detective.
—La mayoría de gente se asustaría si le dijera esto, pero tú no… lo sabía. ¿Por qué eres tan buena persona? Salvas a la gente de carteristas, ladronzuelos… a las viejitas a cruzar, a los niños a ir a la comisaría, si se han perdido. Y sin embargo, trabajas en un lugar de mierda, sin tener amigos y apartándote de todos. ¿No es un poco… triste?
Hiro rió.
—¿Eso crees? Eres gracioso, muchacho… La próxima vez que me veas, saluda. Ten cuidado en la escuela y habla ya con tu padre. No quiero tener que pelear con él en el trabajo, cuando se crea que te he seducido o algo por estilo. Es simpático, pero creo que tiene su genio. Yo también lo sacaría si descubriera que mi hijo va por ahí besando extraños.
—Es mi vida, no la suya.
Finalmente se despidieron.
—Sea como sea, a la próxima podemos ir a la piscina. Está bien. Ya me dirás cuándo te apetece. Pero el viernes, que esta semana estaré ocupado salvando a la gente: soy un superhéroe jajaja Supongo que al dejar de ser un medio-ciego que necesitaba de la ayuda de todo el mundo para preguntar las calles o la víctima perfecta de un robatorio, me hace sentirme empático con las chicas lindas que tienen acosadores, abuelitas, niños o personas en problemas. Yo siempre agradecía ese pequeño acto de amabilidad. Me sacaba una sonrisa. Nos vemos, Shinji-kun.
“Senpai… ¿me ha dicho…?”
Intentó despedirse, pero ya estaba demasiado lejos como para gritar en medio dela calle.
Su teléfono volvía a llamar: era su padre, de nuevo.
“ais… ha merecido la pena. Puedo volver a verle. ¿La piscina…?”.
Por suerte, tenía un buen cuerpo, pero… le daba vergüenza, igual.