Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acosador por accidente por ElleLover

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

;) aparición de... 

Hola, me llamo Hiroshi Matsumoto y os voy a contar mi vida cotidiana.

Ya voy hacia los 30, no quiero revelaros mi edad. Me hace sentirme viejo.

Desde hace ya varios años que me fui al África como voluntario, para ayudar a la gente.

Antes de todo aquello me consideraba una persona “herbívora”, un soushoku danshi. Sin embargo, temí tanto por mi vida y vi tanto sufrimiento que me di cuenta, al volver, que no tenía a nadie a mi lado con quién compartir todas aquellas experiencias. Nadie con el vínculo o la “confianza” necesaria y profunda. Por eso, me sentí profundamente solo y trastornado por haber tenido durante tanto tiempo una vida tan superficial. Podía ser que durante esos años me sintiera bien, pero en esa época de mi vida necesitaba que alguien estuviera a mi lado.

Por eso ahora estoy más unido a mi padre: es dentista. Comparte una prestigiosa consulta odontológica con su segunda mujer, con la que tienen una hermosa niña: Misa. Es mi hermanita. Se me hace un poco raro. Nos llevamos bastante, pero mi padre aún es joven: bueno, al menos su esposa: además, ganan mucho dinero y les va bien. Se lo merece. Creo que sin mi padre, posiblemente, seguiría siendo un gilipollas o algo. Él me empujó a cambiar de vida. A ponerme metas, a sentir la vida. Se divorció de mi madre cuando apenas yo era un niño: me maltrataba mientras le metía los cuernos, cuando trabajaba. Era una maldita demonio, pero eso ya es cosa del pasado. No quiero gente imbécil y tóxica en mi vida, aunque sea la persona que me haya traído al mundo, es un simple acto momentáneo: no es nadie para mí. Tampoco le deseo ningún mal, cada uno decide vivir la vida y equivocarse del modo que quiere.

Ah, por cierto: perdí mi brazo y ojo derecho. Es una larga historia; algo que aún no estoy preparado para contaros. Tal vez, algún día… o cuando encuentre la persona adecuada. Sea como sea, al volver a Japón, quise reencontrarme con una persona que ya no he vuelto a ver. Quería decirle: “era un gilipollas, ahora te entiendo”. Pero es que por entonces pensaba de aquella manera, así que no tengo que disculparme ante nada. Bueno, tal vez sí, si nos volvemos a ver… porque llevo ya un año saliendo con su primo: Takumi.

Al principio solo quería utilizarle para ponerme en contacto con él, pero… la cosa se lió.

Yo estoy bien con él, pero…

*******

Un hombre alto estaba frente a su piso, obstruyendo su paso en las escaleras.

—Hiroshi Matsumoto… no has pasado a firmar esos papeles de los que te hablé ayer.

“Este es Takumi. Estaba enamorado de la misma persona que yo. Sí. Le gustaba su propio primo: creo que está un poco enfermo. ¿pero quién soy yo para discutir la gilipollez de las personas? A mí manera, también lo fui durante mucho tiempo. Era mi jefe en una escuela de inglés avanzado que creó él mismo. Es un obsesivo del trabajo. Da miedo. Antes más. Ahora tiene un look más informal e intenta sonreír y no ser tan severo, pero su voz grave, su grande cuerpo y su mirada asesina… incomodarían a cualquiera. Pero no a mí, claro.”.

Hiroshi le hizo cosquillas a un lado, cuando se apartó Takumi le miró, sorprendido por tal “bajeza”. Ya bajaba las escaleras.

—Si miraras el correo verías que te lo he escaneado y mandado. El fax no me funcionaba. Es hora de que dejéis ya de utilizar esa mierda tan antigua. Y no me trates como si fuera tu maldito esclavo. Somos socios, ¿recuerdas? 50%

Takumi le atrapó por atrás, abrazándole sexualmente. “Mierda… no ha sido buena táctica de huída”. Pronto sintió su lengua por el cuello.

—Me encanta cuando te haces el tonto. Si te digo que quiero que firmes unos papeles, prefiero verte y follarte en la mesa de mi despacho mientras todos nuestros “esclavos” asalariados traducen y escuchan tus gemidos… podría ponerte el traje de osito que tanto te…

—¿¡Qué se ha hecho del respetable y profesional hombre que conocí!? Eres un enfermo.

Sin querer le descolocó su prótesis básica. Su único ojo bueno se puso en blanco. Su prótesis de cristal era bastante buena, pero cuando hacía ese tipo de gestos se notaba que no era real. El hombre se quedó con aquel brazo, que parecía de maniquí.

—¿Tiene que ver con lo que “no debe ser contado”? Toma, te hecho una mano…

Se notaba que lo decía con sarcasmo, harto de que no quisiera hablar de aquello.

—Gilipollas, no me extraña que Hiro no haya vuelto a comunicarse contigo…

—Ah, perdona… este problema era el secundario, se me olvidaba: el primario es mi primo albino. ¿Por qué sigues prefiriendo utopías y mentiras? Yo estoy aquí, no él… ni siquiera le conoces tanto como yo. ¿Dónde coño está tu prótesis mecánica?

—Tú tampoco lo llegaste a conocer…—dijo, ignorando su última pregunta. — Y no tiene nada que ver con él.Si no he ido es porque no quería y punto. No puedo estar todo el día follando contigo, tengo que hacer mis hobbies… yo no soy un obseso al trabajo como tú, me gusta hacer diferentes…

Takumi se sintió insultado. Le devolvió el brazo, poniéndoselo con cariño. Hiroshi calló.

—Si no me quieres hablar sobre lo que te preocupa solo puedo tocarte. Es mi modo de hacerte sentir que estoy a tu lado. Lamento si te he incomodado… pero podías decírmelo. Aunque sea por e-mail, fax o lo que sea.

Takumi se iba alejando. Hiroshi se puso bien la prótesis, con sentimiento culpable. Se armó de valor y le agarró, llevándole hacia el ascensor. El moreno estaba sorprendido por esa iniciativa.

—Eres un idiota chantajista…

Takumi rió, seductivamente y empezó a meter la mano en sus jeans, desabrochándolos.

—Madre mía, espero no correrme en 5 minutos.—con los pantalones desabrochados volvió a abrir el ascensor.

—¿¡Qué…!?

Takumi le puso contra la pared, al lado del ascensor. No había nadie en todo el piso, pero podría salir cualquiera en cualquier momento.

—Shh, no grites… ahora tú y yo vamos a ir a tu piso y  follar, ¿vale? Dame las llaves, venga… o te la meto ahora mismo.

—¡E-esto parece una violación! ¡Mgh!

Le acababa de agarrar y empezaba ya a besarle por el cuello. Toda la situación ya empezaba a ponerle demasiado caliente.

—El enfermo eres tú, por querer hacerlo en un ascensor… hay cámaras, idiota.  ¿Recuerdas?

Finalmente su lengua le dejó sin aliento y no supo muy bien como, pero ambos ya estaban subiendo rápidamente, abriendo la puerta y empezando a mezclar otra vez la lengua el uno hacia el otro. Takumi reía. Hiroshi ya se daba por vencido… avergonzado.

—¿Realmente habías creído que te librarías de mí? Llevamos casi una semana sin hacerlo… me evitas y eso me pone más. Lo sabes.

Finalmente se dejó llevar y gimió mientras ese hombre rozaba su desnudo cuerpo con el suyo. Sus penes erectos se tocaban. Era una sensación demasiado placentera.

—Tenía… trabajo…

Takumi rió y agarró el lubricante con base de aceite, que estaba a punto de terminarse.

—Tú lo que no quieres era terminar este bote… y te has obsesionado en no hacerlo conmigo, para volver a tu estúpida “vida” o qué se yo de herbívoro o monje. ¿No follabas en el áfrica? No había tiempo para ello, ¿no? Allá la tienen enorme, dicen…

Hiroshi sonrió y contestó mientras le ponía el lubricante, con cuidado.

—Sí, la tienen muy grande… —aquello, obviamente enfadó a su novio.

Pronto le agarró, poniéndole en frente, y empezó a introducírsela, lenta y profundamente, sin parar.

—¡Eh, eh!! ¡¡SE LAS VEÍA AL IR AL BAÑO!! Ah, ah…

Takumi le besó salvajemente.

—Lo suponía… suficiente de duele la mía como para fardar de que te has follado a un negro.

Hiroshi sintió como su cuerpo ardía y su mente se ponía en blanco. Ciertamente, con él, no pensaba en los problemas. Era ardiente, era sexy… era atrayente. ¿Por qué… entonces? Evitó que las lágrimas le cayeran. Takumi dejó de penetrarle ante aquello.

—¿Eh, te hecho daño?

Su preocupación era verdadera, pero ambos sabían que no se trataba de ello. Tampoco Takumi quería verbalizarlo. Le amaba de verdad. Así que continuó con un beso largo, poniéndose al lado y abrazándole.

—Ais, bueno… ya hemos usado el lubricante. Podemos abrazarnos y… lo que sea que hagan los herbívoros para sentirse bien. ¿Te la pelabas, al menos?

Hiroshi miró el blanco de la pared. No podía parar de recordar a una persona, aunque también amase a Takumi con toda su alma… sentía que habían dejado algo a medias.

—Dime que sabes dónde está, pero que no quieres decírmelo. Tengo que verle…

Takumi se levantó y se puso la ropa. No pudo verle la cara. No sabía si estaba enfadado o llorando, pero el golpe de la puerta le hizo entender que indiferente no estaba ante aquello.

******

—¿¡Hiro Harada, estás saliendo con mi hijo?!

Estaban en la fábrica. El padre miró a ese albino con gafas de sol y factor de protección +100 en su cara, como siempre que salían a el aparcamiento, dónde había algunas cargas.

—Tu hijo Shinji me ha estado espiando durante meses… creo que soy yo el que debería estar gritándote. Es un acosador.

—¿¡Qué tonterías dices?! Mi hijo no haría nunca esto.

Pero en cuanto el albino le miró seriamente, él se lo planteó.

—Creo que… con quien deberías hablar es con tu hijo, no conmigo. Lo de la moto de ese día, fue cosa suya. Lo planeó todo. Creo que podría ser un buen mecánico, por cierto. Si no te diste cuenta de ello. El chaval tiene aptitudes para lo que quiere, pero está perdido. Mira, yo también tuve problemas de distanciamiento con mi familia… creo que eres buen padre, él un buen hijo. Habadlo… por mi parte, tiene un amigo. Me gustan los hombres, pero ya tengo una persona que me gusta en Tokyo. Si me disculpas, vuelvo a mi turno. Le dije de quedar en mi piso para ver si hacía cosas estúpidas, por suerte quedamos en un café. Eso me demuestra que no es que se haya vuelto loco o algo… debe ser cosa de la edad. Se ha enamorado de mí.  No puedo prometer apartarme de él solo porque tú me lo pidas. Si quiere ser mi amigo, lo seré. Creo que se siente muy solo…

El padre se quedó mirando a la nada, preocupado porque un extraño le contara cosas nuevas sobre su hijo. Siempre estaba rodeado de chicas y de chicos. ¿Cómo podía sentirse solo y seguir durante meses a ese hombre, de una simple fábrica? Incluso quedando en un café y BESÁNDOLO, como le había enviado su exnovia, por el movil. Pero era cierto que quién iniciaba el beso no era Hiro, sino su hijo.

“Ais, ser padre soltero es duro…”

Pero ya solo quedaba ese año. El que viene se iría la universidad.

¿O no tenía pensado estudiar? ¿¡Qué estaba en la cabeza de su hijo?!

¿¡Por qué no se lo decía, si estaba tan confuso y solo!?

Aunque hubieran estado viviendo durante años bajo el mismo techo…

Se sentía, ahora mismo, un extraño.

Notas finales:

Every you and every me

https://www.youtube.com/watch?v=oupEAvUqYVk


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).