Hoy es el dia en el que Hiroshi y yo volvemos a encontrarnos. ¿Cómo me verá? ¿Cómo estará él? ¿A qué se refería Takumi con que había cambiado y que había sufrido?
─ ¿Hiro…? No hay nadie más blanco que tú, así que supongo que debes serlo… aunque estás demasiado alto y…
Y entonces, cuando algo frío le tocó por la espalda y pudo ver su ojo derecho cristalizado, echó un bote ante el susto. Éste saltó cuando Hiro sacóe sa voz tan masculina, mirando esos ojos lilas. Recordando esa temporada en la que estaba en esa escuela de inglés, hacía tanto tiempo, cuando ambos eran unos simples críos y ni siquiera sabían si realmente se amaban o no al otro.
—Hiroshi… ¿Que te…?
Pero cambió de pregunta inmediatamente.
—¿…parece si vamos a una cafetería y hablamos de lo que ha pasado este tiempo? No tengo que estar mucho tiempo en el sol. Oye, me alegro mucho de verte: ¡sigues igual de guapo!
Hiro se dejó abrazar, cerrando los ojos. Muchas veces había pensado en ese reencuentro, pero era todo muy extraño: como si el tiempo no hubiera pasado, ya que siempre había rondado en sus cabezas. No sabían nada el uno del otro y sin embargo… ¿qué tanto había cambiado? Sí. Ambos habían cambiado mucho. Pero aquello parecía haberlos unido.
— ¿Mi primo ya me ha dicho que sigues siendo… “herbívoro”?
— Poliamor. Disfrutar de cualquiera en cualquier momento. Uno aprecia mucho más esto que estar atado a… lo que sea que la sociedad quiere que nos atemos.
*****
Hiroshi miró el pelo blanco de Hiro. Sus labios eran sensuales. Sus manos, mucho más grandes que las suyas. Se parecía cada vez más a Takumi. Se notaban que eran família, sin embargo, ese tono tan pálido y esos ojos violeta… le daban un toque fantástico.
—Oye, ¿qué pasa? ¿No crees que sea yo?
—Hombre, siendo Hiro un mentiroso… tal vez. No querría decepcionarme y ha alquilado a un modelo albino para hacerse pasar por ti y…
El peliblanco rió.
—Vaya, no te recordaba tan paranoico y conspiranoico. Aunque parece que en el tema del compromiso, tal vez, hayas … ¿cambiado el modo de pensar?
Hiroshi le mostró una fotografía de su movil. Ahí estaba esa chica antigua profesora.
—Está triunfando esa academia. Aún tienen nuestra foto colgada. Quizás deberíamos haber pedido más pasta por ello. ¿Qué? ¿Trabajas? ¿Pareja?
Hiro se molestó y le sonrió, como nada. “¿Me ignoras? ¿Este es tu juego? Muy bien”.
—Oh, muy bien. Mi actual pareja es Shinji. Es un estudiante de osaka. Es muy bonito y guapo. La verdad es que no entiendo cómo no te enamoraste de mí: a mí me encantan los jóvenes. Tienen una pasión y es inocencia… que los amargados y sosos hombres normaluchos de la metrópoli no tienen.
Hiroshi, como si lo esperara, le contestó, sonriente.
—Qué bien…
—¿No me crees?
—Bueno… si tan bien te va con ese chico, ¿por qué quedas conmigo…? Pensaba que estarías molesto por el tema de tu primo y…
—Oh, no me importa en absoluto. Sin embargo, él es muy posesivo. Irónico que te dejes atrapar por alguien como él…
—¿Intentas hacerme saltar….?
El peliblanco se acabó de beber el café largo.
— Para nada. Solo que me alegro de que sigas con tu mente tan abierta como siempre. Solo quería reencontrarme con viejos amigos. Pasaba por Tokio para ver a Shinji-kun, y nada… me ha entrado la nostalgia. ¿Y tú… qué tal todo?
Hiroshi señaló su brazo.
—Bien. Como ves, he decidido convertirme en un robot inmortal.
—Ohm, interesante.
Hiro sonrió amargamente, sabiendo que no quería que tocara el tema. Pero aquello le molestó bastante a Hiroshi, ya que no lo había hablado nunca con nadie, pero de repente le entraban ganas de que se lo preguntaran. ¿¡Cómo podía ser tan frío?! ¿Qué se había hecho de ese Hiro acosador tan…?
—En áfrica… me secuestraron. Un grupo terrorista. Y… me…
Hiro abrió los ojos como platos. Pero entonces se puso a reír.
— ¿¡Como sienta, eh?! Aquí tienes tu propia medicina…
— Qué capullo… ¿me lo dirás o no? ¿Y el ojo…?
Hiroshi puso los ojos hacia a un lado, como si estuviera recordando cosas que no quería.
—Vivo de subvenciones, por discapacidad física. Y atiendo el teléfono y las visitas en el servicio odontológico de mi padre. No tengo amigos. Solo a Takumi, sea lo que sea esto. Así que… no me molesta en absoluto que estés aquí: sea por venganza, por amistad o…
Se miraron ambos, el peliblanco cambió de tema.
—Estás más triste que nunca, ¿verdad? ¿Te sientes… solo? Sientes que el mundo no está hecho a tu medida, ¿verdad? Te ves expuesto y… ridiculizado… Te sientes un paria…
El castaño se levantó, con orgullo. El peliblanco no quería hacerle sentir mal. Había descrito lo que había padecido por culpa de su enfermedad, toda su vida: el sentirse un extraterrestre inferior. Y solo por ese color de piel, ojos y problemas que ya se habían solucionado.
—No sientas vergüenza.
—¿Por qué… no me presentas a tu novio? Decías que estudiaba por aquí, ¿no? Tal vez lo conozca o me suene de vista.
******
Andaban los dos hombres por el centro. Hiro encontraba que a pesar de que los coches eran eléctricos y todo estaba muy limpio, echaba de menos el paisaje, el cielo y la naturaleza de dónde había estado viviendo durante esos años.
—Es irónico… pero el sol me pone alegre. Salir y verlo todo brillante: me encanta. Aunque todo está un poco masificado.
—Sí…
Hiro sentía el dolor de ese hombre que tenía al lado, a pesar de que no le hablara apenas. No sabía por qué quería “salvarle” de ese estúpido sentimiento que iba separando más, a pesar de estar tan cerca… otra vez. Y entonces se pararon cuando salió ese chico tan alto de ahí.
Él se acercó y les presentó.
—Este es Shinji-kun… Está estudiando medicina.
—Oh, vaya.
Ambos se miraron con cierto interés. A Hiro le parecía curioso ver su reacción. No parecían tener, de momento, mucha química, aunque sabían simular cortesía.
—Debes ser un coco, ¿no? Llámame Hiroshi: los amigos de él, son mis amigos. Encantado.
De repente una sonrisa malévola se le escapó de los labios al castaño, sin que éste entendiera nada. El peliblanco había estado mirando a lo lejos y justo le había lanzado una mirada asesina.
*****
Cuando los tres se despidieron después de comer un helado de camino a sus respectivas casas, Shinji y Hiro se quedaron hablando solos, dirección al tren, para volver a Osaka.
—¿Qué le ha pasado?
—No lo sé…
—Oye… yo lo veo un poco soso para ti. Eso sí, cuando me ha saludado me ha echado una mirada extraña. Creo que le caigo mal.
—A ese tío no le cae mal nadie. Es el ser más amable y considerado que he conocido nunca. Y por eso me gusta.
—Mientes…
—Vaya, mecachis… estoy perdiendo credibilidad con el tiempo. Supongo que porque ya no las uso tanto. Sea como sea…—se sintió un poco triste—. Creo que lo entiendo. Está en una etapa en la que aún tiene que aceptar ciertas pérdidas … y habilidades… físicas. Y tal vez… otro tipo de pérdidas. Como… la fe en la humanidad.
Shinji puso los ojos en blanco, ya que le sonó demasiado depresivo para su gusto.
— ¿Pero le quieres o no?
— De momento… quiero ayudarle. Pero te ayudaré a que salgas con mi primo.
Shinji se sintió motivado de nuevo.
—¡¡Bien!! ¿Sabes? Esta semana me quedaré aquí. Iré a la biblioteca para repasar apuntes y hacer unos trabajos extra y así subir la nota…
El peliblanco se despidió de él. Se sentía muy solo en ese mundo. Tal y como esos dos personajes. Pensó en llamar a su primo para disculparse por cómo le había tratado en su reencuentro: pero es que aquello se le hacía raro…
Miró Tokio y se sintió, realmente, una hormiga.
Como si ya no quedara nadie en el mundo que le atara.
¿Se sentiría así… Hiroshi?
— Te haré cambiar de parecer, como buen mentiroso que soy: el mundo también puede ser hermoso. No es solo sufrimiento. Volverás a reír.
Las mentiras formaban parte de la sociedad.
Debían ser usadas… para el bien.
Eran su arma favorita.
Pero ahora ya no fabulaba mundos o fantasmas confusos e irreales.
Crea mentiras piadosas que guiaran a las personas hacia un nuevo lugar desconocido…
Para al fin, despertarse en un mundo más blanco de lo que recordaban.