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Mi salvación - OS MuraAka por Melchan98_

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Notas del fanfic:

Todos los personajes utilizados en esta historia no son míos, son de Fujimaki-sensei.

Notas del capitulo:

ANGST Y FLUFF!!!!

Espero que les gusteee!!

Siempre lo miraba desde lejos, inspeccionaba cada parte de su persona, su apariencia, sus gestos, sus ojos… Observaba cada característica que pudiera definirlo.

Él era tan hermoso, serio y bastante introvertido. Tenía la sensación de que si alguien lo tocara, se rompería en mil pedazos, y yo quería protegerlo, impedir  de que eso sucediera.

Aquel chico se llamaba Akashi Seijuuro, tenía 17 años, la cabellera roja, piel blanca y raramente sus ojos no eran del mismo color. No era tan alto como yo pero eso era lo que me gustaba más de él, porque en las noches frías le daría calor y en el peligro le daría protección.

Cada noche me ponía a pensar qué llegaría a pasar si me le acercara y le dijera que es él quien me quita el sueño y que por eso me la paso durmiendo todas las mañanas en el colegio e incluso me he vuelto adicto a los dulces, para tener más energía... lamentablemente no funciona, solo aumenta mi obsesión por los dulces, pero eso es un caso aparte.

Nunca se cruzó por mi mente, de que en realidad aquel chico quien era como el sol de mis mañanas, estaría pasando por malos momentos, tan malos y devastadores que lo convertían en la oscuridad de la noche.

Al enterarme por malas lenguas de que había sufrido en su pasado, decidí que era el tiempo de que alguien se preocupara por él y le diera todo el amor que en realidad se merecía. Y yo, Murasakibara Atsushi,  un chico de 18 años, bastante alto para mi agrado y con el cabello morado, quería ser aquella persona, quien daría hasta su vida por verlo sonreír.

Cuando todos estábamos en la cafetería a la hora del almuerzo, Akashi estaba sentado en una esquina de la cafetería, se encontraba solo y nada más tenía una manzana, jugo y leche en su bandeja de almuerzo, lo que hizo cuestionarme cómo aguantaba con tan poca comida por el resto de la jornada.

Se veía tan lindo vistiendo una polera negra con mangas bastante largas y cuello tortuga, parecía un ángel caído del cielo, con la mirada tan inocente pero aun así con una sensación de oscuridad en ella.

Me dirigí a la mesa en donde se encontraba el ladrón de mis sueños, y fue ahí cuando caí en cuenta de que mi vida tendría un gran cambio.

Muraskibara posó su bandeja sobre la mesa sentándose frente al pelirrojo, quien levantó la cabeza rápidamente abriendo los ojos como platos.

“¿Eres Aka-chin, no?” preguntó Murasakibara. Akashi seguía mirándolo, ahora con una expresión de asombro por aquel sobrenombre que le había puesto, hasta que finalmente asintió con la cabeza para luego continuar comiendo su manzana.

“No quiero que te asustes por lo que te voy a decir pero… Me he fijado que siempre andas solo en el colegio”, mencionó Murasakibara.

“No es de tu incumbencia”, respondió Akashi fríamente pero se notaba un tono triste en su voz.

“Sabía que dirías algo así…” suspiró, “nada más quería pasar el rato contigo, y te soy sincero, no soy de las personas que se acercan a otras para entablar una conversación jajaja” rió Murasakibara pero luego de unos segundos se puso serio al no recibir ninguna respuesta del menor.

“Oye… Aka-chin…” volvió a hablar, extendiendo su mano para agarrar la muñeca del menor quien retrocedió de inmediato con una expresión de dolor.

Murasakibara abrió los ojos sorprendido ante aquella reacción, y por más infantil que pudiera actuar casi siempre también era un chico inteligente y sabía cuándo algo andaba mal.

Agarró de una manera delicada y rápida el brazo derecho del pelirrojo, mientras que él hacía todo el esfuerzo para sacarlo de su agarre aunque no lo logró. Tenía miedo de que se enterara de su secreto, sin embargo no lo pudo evitar porque al levantar la cabeza para mirar la expresión del mayor pudo darse cuenta de que ya había sido descubierto.

“Pero qué…” comentó Murasakibara sin aliento, a lo que Akashi se levantó de la mesa rápidamente y salió corriendo de la cafetería. No pasó más de un minuto cuando Murasakibara ya se encontraba en el baño golpeando todas las puertas para abrirlas y encontrar a Akashi.

Se abrieron todas, menos la última. Murasakibara comenzó a golpear la última puerta y de una manera desesperaba pedía a Akashi que lo abra, intentaba no gritar para no llamar la atención de los estudiantes y mucho menos de algún profesor.

“Vamos Aka-chin...” esperó una respuesta, “ ¡Abre la puerta mierda! Sé que no me conoces bien ni siquiera hemos hablado antes pero…” hizo una pausa inhalando el aire necesario para lo que iba a decir, “Pero… en realidad me gustas, ¡y mucho!!! Siempre he estado observándote desde el patio, puede que me tomes como un loco o no sé, incluso ahora mismo estarás pensando en denunciarme por acoso, pero…”

Murasakibara fue interrumpido cuando escuchó la puerta abrirse lentamente, tan solo para encontrar a un Akashi totalmente indefenso con los ojos rojos de tanto llorar.

“¿Por qué estás diciendo todas esas cosas?” preguntó Akashi, “Tú mismo lo has dicho, no me conoces ni yo a ti, entonces ¿Cómo es que sientes algo por mí?” esas eran las preguntas del pelirrojo que intentaba mantener la cordura.

Murasakibara no podía verlo en tal estado y lo primero que hizo antes de responder al menor fue lanzarse encima para abrazarlo, su gigante cuerpo cubría perfectamente al pequeño, como si fueran hechos para complementarse.

Luego de unos segundos, Murasakibara posó sus grandes manos sobre las mejillas de Akashi, haciendo que lo mire a los ojos. Con sus dedos comenzó a limpiar esas lágrimas que habían sido derramadas.

“Eres un muchacho extraño…” mencionó Akashi colocando sus manos sobre las del mayor. Murasakibara sonrió ante aquel comentario y acercó lentamente su rostro al de Akashi, quedando nada más a centímetros de distancia.

“Quiero ser tu mejor amigo, la persona a quien puedas confiarle todos tus problemas, inquietudes y tristezas…” Murasakibara bajó sus manos para agarrar el brazo del menor y fue descubriendo lentamente aquellas heridas en su muñeca.

“Pero más que todo eso, quiero ser la persona con quien pasarás e resto de tu vida” finalizó dando dulces besos en su muñeca, para luego volver a sostener la cara de Akashi y darle un tierno beso en las mejillas hasta llegar a sus labios.

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Pasaron dos meses desde que Murasakibara y Akashi comenzaron a salir juntos. Akashi prometió al pelimorado que nunca más se haría daño, Murasakibara le creyó, confiaba en él.

Akashi intentaba realizar diariamente actividades como jugar al shogi para despejar su mente de los malos recuerdos de su infancia y de la vida espantosa que vivió junto a su padre antes de mudarse con su tía, estaba limpio durante más de un mes, pero un domingo al levantarse para desayunar, escuchó el timbre de su casa.

Fue rápidamente a abrir la puerta porque había quedado con su pareja de ir al parque de diversiones, pero se encontró con la persona más odiada por su ser, la persona que había hecho de su vida un infierno y que aunque no lo quiera, lo persigue por las noches.

Era su padre, quien había matado de la tristeza a su madre y que para que llenar el vacío de su ausencia utilizó el cuerpo de su hijo de una manera asquerosa. La única que se enteró de todo lo ocurrido en realidad fue la hermana de su madre, quien amenazó a su padre con denunciarlo si es que no le permitía llevárselo para que viva con ella. A pesar de tener mucho dinero y ser un gran hombre de negocios, las heridas y moretones en el cuerpo de su hijo serían una gran evidencia contra él mismo, así que simplemente aceptó dejarlo ir. Hasta ahora…

“Seijuuro” habló el hombre mayor acariciando sus labios.

“Qué… ¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO AQUÍ????” gritó Akashi en desesperación. Estaba asustado, estaba solo ya que su tía le avisó que saldría un momento, y además de eso siempre se sintió indefenso ante la presencia de aquel hombre.

“Hijo… tranquilízate. No vine a hacerte daño… ya no.” Continuó hablando aquel hombre “Sólo quiero que me perdones, que vuelvas a casa. Estoy solo y viejo… te necesito” finalizó entrando al apartamento y cerrando la puerta de paso.

“No quiero saber nada de ti, te odio te odio TE ODIO” gritaba mientras retrocedía para alejarse de su padre.

“No me hagas enojar Seijuuro” comentó su padre en un tono bastante aterrador que Akashi recordaba perfectamente. Comenzó a sentir escalofríos y temblaba de pie a cabeza.

“No, padre por favor, nada más vete. No necesito más de ti” dijo Akashi entre sollozos y jadeos.

“Pero yo si Seijuuro, y ahora que se acerca el aniversario de la muerte de mi amada, de tu madre, te necesito aún más” finalmente lo arrincono contra la pared y comenzó a tocar el torso de su hijo.

“No padre, nooooo” gritó Seijuuro para luego recibir un golpe por la cara que lo dejo mareado hasta que se desmayó, no sin antes sentir la manera en que era ultrajado nuevamente, física y emocionalmente, por su quien alguna vez fue su familia.

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Murasakibara pensó en ir a darle una sorpresa a su queridísimo novio, a la persona que tanto amaba y decidió ir antes de la hora acordada a la casa del mismo. Pero al llegar no pensaba que lo encontraría en tal estado. Murasakibara conocía a la tía de Akashi quien estaba llorando desconsoladamente mientras veía a su sobrino ser alzado en la ambulancia.

Murasakibara no dudó ni un segundo en soltar todo lo que traía con el e ir corriendo junto a ella.

“¿Qué pasó tía??? Dime!!! ¿QUÉ MIERDA LE SUCEDIÓ A AKASHI???” sostenía fuertemente a la mujer mientras ella lloraba hasta que se dio cuenta que la estaba lastimando.

La mujer seguía llorando y no recibió ninguna respuesta, fue corriendo rápidamente hasta la ambulancia pero las enfermeras y doctores no le permitieron pasar.

“Oigan, déjenme pasar!! Es mi novio, por favor!!!” gritaba el pelimorado haciendo un gran esfuerzo pero eran varios quienes lo atajaban sumándole a lo débil que se sentía al ver a su novio, la persona que más amaba, estar tendido en la camilla, con sangre por todo el cuerpo, heridas y moretones mientras era asistido.

Murasakibara se quedó sin fuerzas y se tiró al suelo, hasta que un doctor se compadeció de él y lo dejo pasar.

“Déjenlo pasar. Irá al hospital con nosotros” dijo el doctor y eso sirvió de empuje para el gigante quien corrió para posicionarse al lado de Akashi. Lo sostuvo de la mano mientras eras atendido por las enfermeras hasta que finalmente fueron al hospital.

Pasaron toda la noche ahí, cuando llegó la tía comentó todo lo que Akashi pudo contarle antes de quedar inconsciente. Lo único que quería en ese momento era que su novio despertara y matar al hombre que lo dañó tanto. Una vez más…

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Akashi fue dado de alta luego de dos semanas. Las dos semanas más largas para el gigante pelimorado. Faltó a clases ese día para ir a ayudar a su novio de regreso a casa, además las clases no eran tan importantes como la vida y bienestar de Akashi, ese era el pensamiento de Murasakibara.

“Prometí amarlo, cuidarlo y protegerlo. Una promesa que nunca romperé” se dijo a sí mismo y entró al hospital. Llegó a la habitación donde estaba asignado el pelirrojo y al entrar encontró a una mujer durmiendo en la silla.

Se acercó a ella para despertarla y decirle que él se ocuparía de todo y que vaya a descansar. Dicho esto se dirigió hacia su pequeño, quien estaba durmiendo.

Había despertado ya hace días pero dormía bastante debido a los medicamentos.  Murasakibara no podía creer en la condición que se encontraba Akashi, con un ojo morado y moretones por el cuerpo. Comenzó a darle pequeños besitos a cada herida hasta que sintió que iba despertando.

“Atsushi…” mencionó el pelirrojo adormecido, “¿Qué haces aquí? ¿Acaso no es día de colegio?”

“Tú aquí en el hospital, golpeadito y cansado… y me dices que te preocupas por el colegio. Sinceramente no pensé que estuvieras tan loco Aka-chin” mencionó Murasakibara con una sonrisa en su rostro pero se veía claramente la tristeza en sus ojos.

Akashi solo sonrió y acarició el rostro del mayor para luego volver a cerrar los ojos hasta esperar la hora de salida.

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Pasó un mes desde que Akashi salió del hospital, se puso al día con todos los deberes del colegio. Y fue ayudado por Murasakibara incluso aunque sean de años distintos.

Estaba bajo medicamentos por parte del psiquiatra, para evitar hacerse daño o que vuelva a tener ataques de ansiedad.

Akashi odiaba estar medicado, se sentía como una persona que necesita ser cuidado por ser tan indefenso, quería cambiar esa imagen que había tenido por mucho tiempo, pero al fin y al cabo no podía porque no se lo permitían, ya que Murasakibara amaba cuidar de él y el pelirrojo no podría luchar contra la voluntad de su pareja.

Akashi estaba sentado en el sofá de la casa de Murasakibara, toda la familia del mayor había salido de viaje, él no fue porque quería pasar tiempo con su pequeño. Akashi no estaba de acuerdo con eso, ya que era su familia y no podía permitir que no los acompañe para quedarse solo con él, aunque sabía que nada haría cambiar la opinión del mayor.

Murasakibara salía de la cocina con un gran pastel en manos. Era de chocolate con trozos de frutillas como relleno, sin olvidar la crema batida.

Akashi no era muy fanático de lo dulce en general pero todo lo que preparaba Murasakibara era lo único que le encantaba. Nunca pensó que un muchacho de ya 19 años, con 2.8m de altura y bastante holgazán, sería tan bueno en la preparar pasteles.

El pelimorado colocó el pastel sobre la pequeña mesa que estaba frente al sofá y sonrió a su pareja.

“Aka-chin te ves hermoso” fue simplemente lo dicho por el mayor antes de que se acerque y le deposite un beso en la mejilla.

“Aún me sigues pareciendo tan extraño Atsushi, pero aun así te amo más que a nadie en este mundo” comentó Akashi sintiendo como caían lágrimas por sus mejillas. Comenzó a llorar y mucho para luego sentir unos grandes y cálidos brazos que lo abrazaban fuertemente.

Akashi le devolvió el abrazo y ambos cayeron sobre el sofá, quedando Murasakibara encima del menor.

Akashi abrió los ojos sorprendido cuando sintió mojado su hombro izquierdo, movió la cabeza tratando de mirar el rostro de Murasakibara para luego tomarlo entre sus manos y darse cuenta de que estaba llorando.

Esa era la primera vez que lo veía de esa manera, siempre actuaba valiente y fuerte pero Akashi sabía muy bien de la manera en que se sentía. Nada más le sonrió, ambos con lágrimas en los ojos antes de darse un apasionado beso.

“Mi pequeño, mi amor, mi razón de ser…” decía Murasakibara entre lágrimas mientras temblaba por la falta de aire.

“Mi gigante, mi salvador, mi héreo… te amo te amo te amo” mencionaba Akashi mirándolo a los ojos, “Llegaste a mi vida inesperadamente, rompiste las paredes que construí por años, me aceptaste como era y como ahora soy… ¿Cómo crees que no aceptaría que seas la persona con quien comparta toda mi vida?” finalizó el menor, dándole la sonrisa más genuina y hermosa que Murasakibara haya visto en su vida.

“Si me rechazabas aquella vez, igualmente lucharía para que te dieras cuenta de que te amo. Sabes que lucho por lo que quiero, y tú eres lo que más quiero en este mundo, mi Aka-chin”.

“Gracias por hacerme creer nuevamente en el amor, mi Atsushi” y con eso dicho ambos se miraron y Murasakibara lo besó tiernamente, para luego entregarse por primera vez por completo y volverse uno.

El amor que sentían entre sí era tan grande, que ni siquiera los secretos más oscuros o el pasado más doloroso los separaría. Al contrario, los uniría aún más, porque uno nació para ser amado y protegido, y el otro para amar y proteger.

Notas finales:

LLORÉ MIENTRAS LO ESCRIBÍAAA!! Espero que les haya sacado al menos una lágrima muajajaja xD los amo <3


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