Nada. Eso es lo que había en la mente de ese chico con enormes ojos y labios en forma de corazón. Nada. Ni siquiera un pequeño recuerdo de su pasado. No sabía quién era ni de donde era, simplemente no recordaba nada. Su único recuerdo es una humillación pidiendo por su vida. Había sido secuestrado, pero no sabe la razón… ¿era un hijo de una familia adinerada? ¿Hizo algo malo para merecer esa tortura por un día y luego ser lanzado fuera de un auto en marcha? Realmente no lo sabe.
Estaba casi inconsciente por la golpiza que le dieron, por lo cual los hombres que lo torturaron lo tomaron por muerto y lo lanzaron a una carretera solitaria, sin darse cuenta que él seguía vivo y se había percatado de ser lanzado fuera del auto que se encontraba en marcha. Tardó mucho en moverse, y más en elegir qué dirección tomar para buscar civilización y que lo ayudaran, cosa que nunca paso. Al llegar a una ciudad, todo el mundo se alejaba de él por su aspecto vagabundo, además de las múltiples heridas que tenía en todo el cuerpo. Nadie se quiso acercar a él. Nadie lo quiso ayudar.
Por un momento una idea llego a su cabeza. Quizás no era un hijo de una familia adinerada… quizás hizo algo bastante malo para recibir una lección. Esa idea surgió al notar una cadena que en vez de tener un accesorio que normalmente tendrías las cadenas, tenía un anillo de plata que tenía grabado ‘KyungSoo’. ¿Ese era su nombre? No lo sabía, pero al venderlo un dolor muy fuerte en su pecho se apodero al alejarse del objeto. Quizás era demasiado valioso ese objeto para él en su vida pasada, pero tenía que conseguir comida o se moriría de hambre. Tenía que dejar los sentimientos apartados para lograr sobrevivir a esta vida que nunca pidió.
Había pasado una semana desde que fue lanzado por un auto en marcha. Sigue caminando sin rumbo por las calles de Incheon, o al menos eso decía en los letreros que encontraba en su camino, porque realmente no sabía nada. Se sorprendía que lo único que recordara bien fuera el idioma y otras cosas básicas en la vida de un humano. Es ahí donde entendió que su pasado era lo único que había perdido, pero tenía una leve esperanza de que si era una persona importante para su familia y amigos lo buscarían, estaba completamente seguro que lo buscarían… pero poco a poco se iban esas esperanzas al no ver que lo buscaran, incluso en los periódicos que tomaba de los botes de basura no había ningún anuncio con su fotografía. No sabía que era peor, ser una persona sin hogar ni empleo y que busca comida en las botes de basura, o perder la memoria. Una jodida desgracia en su vida. Ni su nombre y dirección sabe, ni siquiera tiene un lugar donde vivir. Realmente esta jodido.
Se sorprende de la fuerza que tiene al defenderse de múltiples criminales de la calle, logrando no ser violado o asesinado, por lo cual, lo único que debe preocuparse es de conseguir comida y un lugar donde dormir.
De nuevo, sin ninguna noticia de alguien buscándolo, decide guardar el periódico en una maleta improvisada, al menos el periódico lo cubrirá un poco del frío esta noche. Decide seguir caminando entre calles y al ver un callejón solitario, decide entrar para encontrarse la parte trasera de un bar donde se encuentran unos contenedores de basura, orando para que tenga algo comestible y con suerte, botellas a las que puede vender en una recicladora. Sus suplicas fueron escuchadas y decide guardar las botellas en una bolsa improvisada que utiliza para llevar el material que se puede reciclar, quizás con el dinero que le den se pueda comprar una comida decente.
La puerta del bar es abierta y salen más de siete hombres, logrando que se asuste de la intimidante presencia de los hombres y se esconda detrás del contenedor de basura para no ser visto.
—¡POR FAVOR, SEÑOR, YO NO HE HECHO NADA! ¡SE LO JURO! —grita desesperado un hombre que se encuentra arrodillado, el chico no puede ver del todo pero apuesta que el hombre está llorando.
—¿Realmente crees soy estúpido? —comenta una voz intimidante. —¿Te estoy hablando, imbécil?
—¡Claro que no, señor! ¡Jamás creería eso!
—Entonces tampoco creas que te voy a dejar vivir por tu estupidez —un balazo se escucha en el callejón dejando el cuerpo sin vida del hombre, que a los pocos segundos es llevado por dos hombres para limpiar el lugar. —No me gustan los errores, ¿esta entendido?
—¡Entendido, señor! —responden los demás empleados, dando una inclinación al que parece ser un líder.
La curiosidad del chico es grande y decide observar al líder, provocando ruido al moverse para ver mejor, pero no tomo en cuenta los oídos agudos de los mafiosos, quienes inmediatamente dirigieron su vista al origen del ruido. El líder hace una inclinación a dirección del contenedor y un hombre se dirige al contenedor para sorprender al chico y arrastrarlo hacia su jefe. El chico juraría que si no fuera porque el hombre parece un gorila, podría escapar en ese mismo momento como lo ha hecho en varias situaciones durante una semana, con la diferencia que estos son gorilas y los otros eran más fáciles de golpear.
Dando patadas sin éxito, es llevado delante del jefe de todos esos mafiosos. Mantiene su cabeza agachada, observando los zapatos de marca del líder, pero la curiosidad siempre es mayor y levanta su rostro para encontrarse al atractivo jefe de una organización de la mafia, Kim Jongin.
*
Un imbécil que está en el lugar menos indicado. Ese fue el pensamiento de Jongin al ver al chico ser arrastrado por uno de sus hombres y observar como lucha como niño pequeño dando patadas sin pensar, como si fuera un berrinche. Inconscientemente sonríe, pero es bastante leve para considerarla una sonrisa. El hombre suelta al chico al suelo y observa el parche que lleva en su cabeza ¿un golpe, quizás? Bueno, que importa, al final Jongin va a decidir matarlo antes que decida abrir la boca, pero esa idea se va al ver que el chico levanta su rostro para mostrar unos enormes ojos, simplemente hermosos piensa Jongin. Un rostro angelical que muestra la inocencia y curiosidad en todos sus aspectos cubiertos por capaz de suciedad, labios en forma de corazón que proclaman ser mordidos hasta llegar a un rojo intenso e hinchados, sacando gemidos que juraría es la melodía que se escucha en el paraíso mismo. Un cuerpo que debe estar debajo de él, desnudo y sudando. Su lengua recorre su labio inferior al escanear al chico que se encuentra de rodillas delante de él. Una visión perfecta, que se vería mejor en su habitación.
Después de su aturdimiento, Jongin observa a sus hombres y nota que están igual de embobados con el chico, notando la mirada de lujuria en algunos de ellos. Enojo es lo que siente al ver esas miradas en sus hombres. Gruñe.
—Hemos terminado, vámonos —la voz del líder hace que los demás hombres despierten de su sueño húmedo y presten toda la atención a su jefe, quien toma del brazo al chico y lo empieza a arrastrar hacia su auto. —Ira con nosotros.
Sus hombres asienten, aliviados de que esa preciosura no se encuentre muerta en esos momentos.
*
El chico empezó con otro “berrinche” en el camino hacia un auto, no quería otro secuestro pero al escuchar ‘comida’ saliendo de la voz del líder, se tranquilizó y entro al auto por su propia voluntad, para sentarse y mover los pies, impaciente de llegar a donde sea que fuera pero con tal de que tuviera comida deliciosa que masticar en su boca. Se alejó lo más que pudo del que pensó era el líder, realmente no estaba de humor para ser acosado, independientemente si era atractivo y uno de los tres líderes importantes de la mafia en toda Corea del Sur, pero eso no lo sabe. De hecho, ni siquiera sabe en que día vive.
Una hora después de viaje, al fin se encuentran en la mansión de Kim Jongin, y de alguna manera el chico no se sorprende de verla rodeada de personas vigilándolas, además de las cámaras de seguridad que se encuentran escondidas en cada rincón del lugar.
—Oye, quien puso esas cámaras de seguridad tiene bien vigilado cada centímetro de este lugar —comenta el chico a uno de los gorilas que se encuentra a su lado mientras se dirigen a la entrada de la mansión. —¿Es bueno en su trabajo, no? —el chico no nota la sorpresa de todos por localizar fácilmente las cámaras, ya que se pasa saludando a cada cámara que encuentra, siendo la mayoría de las cámaras que se encuentran instaladas en la entrada y trayecto a la puerta de entrada de la mansión. Todos observan al chico caminar más rápido para buscar cámaras y saludarlas, incluso dando saltitos para ver mejor las cámaras que se encontraban escondidas en algunos faros o árboles, aunque también era para llegar a esa enorme mansión más rápido para aceptar lo que le ofrezcan de comida como comento el líder. Todos, incluso el lider, observan a ese chiquillo, ¿es que no les tiene miedo? De cualquier manera, a los gorilas les encanta tener algo precioso que ver después de su miertero trabajo. Pero sobre todo al lider Kim Jongin.
Sin pedir permiso, el chico entra a la mansión recibiendo extrañas miradas de los hombres que se encuentran dentro, quienes están preparando sus armas para apuntar al chico pero al ver que su líder y los demás gorilas no mencionan nada ante las acciones del chico, deciden dejar que el chico siga con su entusiasmo y guardar sus armas.
—Hey, llegas tarde —saluda un chico alto con cabello azabache a Jongin, seguido de un chico alto con cabello rubio. Ambos al ver al chico observando entusiasmado los alrededores, giran sus rostros para observar a su amigo con confusión, quien encoge los hombres, ni el mismo lo sabe. Tao observa el aspecto del chico. Cuerpo y ropa con suciedad, pero con un rostro inocente y adorable a la misma vez. Con solo verlo le recuerda su pasado y un pensamiento sale de sus labios. —Oye, ¿quieres comer?
El chico reacciono de inmediato para observar al chico de cabello azabache, con una sonrisa enorme, asiente entusiasmado, y sin más, Tao se lo lleva a la cocina.
—¿Qué mierda hace aquí? —pregunta Sehun con tono altanero, sin preocuparse del enojo del líder y mejor amigo, al fin al cabo también era su mano derecha y tiene todo el derecho –según él- de hablarle como quiera.
—Eso no importa —responde Jongin en tono frio. —La reunión debe empezar.
Todos asienten y se dirigen al comedor, que más bien sería sala de juntas para esos mafiosos, para discutir los próximos negocios con las demás organizaciones o asesinatos necesarios.
*
—¿Entonces no recuerdas nada? —pregunta el azabache, sirviéndole de nuevo comida en el plato del chico.
—Nada… ni siquiera mi nombre —comenta feliz por tener más comida. —Lo único que recuerdo es ser torturado por dos tipos… después ser lanzado a la carretera mientras el auto iba en marcha.
—¿Qué habrás hecho para que te hicieran eso? —pregunta curioso a pesar de saber que nunca responderá esa respuesta, no recuerda nada. Pero esa pregunta es para sí mismo, el chico que se encuentra delante de él es sumamente adorable, Tao juraría que no mataría ni siquiera una mosca.
—No lo sé… —contesta indiferente. Tiene una comida que atender.
—Pero si te ves tan inocente… —dice con un puchero al ver al chico masticar con entusiasmo su comida.
—A veces los demonios se esconden en un rostro angelical, Tao —comenta Sehun entrando a la cocina seguido de Jongin. Al escuchar una voz nueva, Kyungsoo da un respingo y gira su cuerpo para ver a los chicos entrar, dejando que los otros chicos lo miren embobados, ya que jurarían que reacciono como un conejo alerta, y si, se lo imaginaron por un momento con largas orejas blancas en su cabeza, tan rectas por la alerta que recibieron al captar la voz de Sehun. Pero no tenía sentido pensar en conejos blancos en esa mansión, no al menos en esa organización que odiaba los conejos blancos, especialmente el líder.
—¿Terminaron con su reunión? —pregunta el chico antes de meter otra cucharada de comida en su boca. Sehun ríe.
—Wow… este chico tiene bastantes pantalones para hacer este tipo de preguntas —dice entre risas Sehun, acercándose al chico para lanzarle una sonrisa ladina. —¿Realmente no te asusta lo que somos, mocoso?
El chico frunce el ceño.
—No sé mi edad, pero podría jurar que no soy un mocoso, imbécil —ahora las risas fueron de Jongin y Tao. El chico lanzo un gruñido al ver el enojo en el chico rubio y decidió poner de nuevo atención a su comida, que poco a poco se iba acabando. —Y respondiendo a tu pregunta, no. De alguna manera no tengo miedo de lo que hacen. ¿O debería tenerla?
Tanto Jongin como los demás chicos observan al chico, quien sigue indiferente al tener criminales a su alrededor. ¿Este chico era de sangre fría o quería morir en esos instantes? Normalmente toda persona normal trataría de escapar de ese lugar, incluso los hombres que trabajaban para el líder no soportaban estar a su alrededor pensando que cualquier error o ruido que hicieran lo harían enojar, les metería una bala entre las cejas, y ellos apreciaban tanto su vida como la paciencia de su líder. Simplemente no molestaban con sus presencias a ese trio mafioso.
El chico al terminar de comer, se levanta y va al fregadero a limpiar el plato. Al terminar de limpiarlo y secarlo lo deja en su lugar con los demás platos. Gira su cuerpo y observa a los tres chicos que muestran semblantes serios pero con sorpresa, simplemente confundidos por la actitud de aquel mocoso. El chico sonríe y decide terminar con el silencio que habita la cocina.
—¿Me van a decir en dónde voy a dormir o ya me puedo ir?