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Stranger. por MitcheKiller117

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:


—Diálogos.


Puntos a remarcar o pensamientos espóntaneos.


--


 


Ai lob yu, Xiaomei ♥

 

Waking up! Beside you I'm a loaded gun, I can't contain this anymore: I'm all yours, I've got no control.

 

- - - - 

 

 

 

 

El corazón de Kim Minseok llevaba tanto tiempo acelerado, que no tenía idea de cómo podría vivir cada segundo a partir del momento en que Kai se marchara.

Sorprendentemente para la ropa que estaba usando y el lugar en que lo conoció, el chico lo tomó de la mano luego de bajarse de la motocicleta, invitándolo a andar con él y recordándole que muchas veces las apariencias engañan, porque eligió uno de los lugares más comunes para comer.

El restaurante era visiblemente popular en esa área de la ciudad aunque lo que más podías ver en el interior eran un montón de chicos saliendo del Instituto, los mismos que no paraban de lanzarle miradas respetuosas al moreno desde que entraron en el local. Al final, resultó ser un restaurante casi recién inaugurado de Ramén, pero por supuesto que esa no era la sorpresa más grande que Minseok se llevaría consigo esa tarde.

La mirada intensa del muchacho lo ponía nervioso, sobre todo después de la confesión en la Universidad.

Kai había dicho que lo volvía loco. XiuMin. A él.

Se arregló el flequillo discretamente, no queriendo hacer notorio que pretendía ocultar sus mejillas rojas de la mirada escrutadora del menor.

—Entonces…

—Bienvenidos a Ramenlandia: la orgullosa casa del Ramén ¿Tomo su orden ya? — Un joven alto, inexpresivo y con un delantal amarrado en la cintura se aseguró de intervenir en el momento exacto, como si hubiese estado esperando por poder hacerlo.

—Vaya que eres inoportuno, güey.

El chico pálido sonrió por lo bajo. — Amo mi trabajo, JongIn.

JongIn… Minseok se aferró al mantel que caía sobre sus piernas, preguntándose sí de hecho había sido tan estúpido como para llamar al chico por un nombre que no era suyo. El moreno guiñó en su dirección antes de volver a hablar. — Tráenos la especialidad de la casa.

—¡Oh, eso podría ser…! ¡No lo sé! ¡¿Ramén?!

El de chaqueta negra rodó los ojos. — Mueve el culo, SeHun. Tenemos hambre.

—Como usted ordene, joven Kim. Lo dejo para que pueda tener un momento a solas con su honorable y guapísimo invitado.

Cuando el chico se marchó, no sin antes lanzarle un guiño a Minseok, el moreno se puso a jugar con el servilletero, sonriendo en todo momento aunque a decir verdad lucía exhausto.

—No le hagas caso, es un idiota.

Minseok apretó los puños, sin intentar ocultar lo avergonzado que se encontraba por esa única ocasión. — L-Lo lamento, creí que tu nombre era Kai.

Sorprendiéndolo por enésima vez, el chico rio tranquilamente. —Puedes llamarme como tú quieras, Hyung. Kai o JongIn, para el caso es lo mismo… Yo seré quién tú quieras que sea.

—¿Q-Qué estás diciendo? — Nervioso, Minseok hizo un nudo con sus manos sin poderlo evitar. — N-No digas cosas estúpidas.

El moreno se recargó sobre una de sus manos apoyadas en la mesa. — Puedes pedirme cualquier cosa excepto que deje de ser un estúpido.

Abochornado, el mayor resopló, la mirada del chico era tan penetrante que le ponía los vellos de punta. — Madura un poco.

—Me gusta ser un adolescente, Hyung. Así que no me pidas eso.

Minseok parpadeó, sorprendido. Había dicho adolescente, él lo había escuchado perfectamente bien, no era necesario que lo repitiera… Y de pronto, los chicos mirando a su alrededor no fueron una cosa tan difícil de interpretar, así como tampoco lo fue el tal SeHun volviendo con sus platillos y un silbido burlón.

—¿Llegué a tiempo para escuchar cómo te cuenta que tiene dieciocho?

El de mejillas regordetas amenazó con ponerse de pie, pero las manos del candente moreno sujetaron las suyas sobre el mantel, manteniéndolo en su lugar: Su sonrisa flaqueando por primera vez ante sus ojos.

—Cinco años no es demasiado, Minseok Hyung.

El aludido no tuvo tiempo de sorprenderse del hecho de que supiese su nombre. El tipo había estado con BaekHyun y BaekHyun era un chismoso que pensaba que habían tenido sexo, punto.

—Cinco años es media década.

—¡Exacto! — JongIn exclamó como si hubiese que alegrarse por ello — La mitad, no una en sí.

Minseok permaneció en silencio, mirando a su acompañante con los ojos entrecerrados y cayendo en la cuenta de que ese era el motivo ideal por el cual simplemente no podía encontrar su presencia aterradora, aunque sí imponente. Todavía era un niño… Un niño con el que había fantaseado y eso lo dejaba como un maldito pedófilo.

—No eres un pedófilo, soy mayor de edad.

Comenzaba a sospechar que el tipo en verdad podía leer el pensamiento.

—Mira, tampoco puedes culparme por esto a mí… Te vi ahí y parecías un pequeño ratoncito, Hyung. No un chico de veintitrés años.

—Pues perdóname por ser traga años.

—No, no… Dios, no, Hyung. — Por primera vez, toda la fachada de chico malo se le estaba cayendo al más moreno, movía las manos en ademanes evidentemente nerviosos y parecía meditarlo demasiado para conseguir expresar lo que intentaba decir con las palabras adecuadas. — Quiero decir que… ¿Solo estamos comiendo ramen, no? ¿Qué hay de malo en eso? ¿Acaso los chicos de Instituto, que ya están a punto de salir claro, no pueden invitarle un tazón de ramen a sus Hyungs guapos y Universitarios? Porque me parece una completa tontería.

Mirando de reojo a un muy entretenido SeHun, Minseok se aclaró la garganta y JongIn finalmente le envió una mirada asesina para que se largara. El joven se marchó, no sin antes asegurarse de decir muy, pero muy alto lo idiota que JongIn era y lo celoso que siempre se sentía de que él encontrase personas taan guapas con las que estar. Minseok intentó tomárselo por el lado positivo.

—D-Dijiste que te volvía loco.

JongIn tomó la pasta entre sus palillos, mirándolo con una coqueta ceja arriba y una sonrisa estúpida antes de responder a eso. — Podemos olvidarlo, Hyung… Por ahora.

Minseok intentó no prestar atención a cómo el moreno se rio cuando se le cayeron los palillos fuera del tazón, ni a las traviesas caricias que de pronto el otro comenzó a proporcionarle con su pie bajo la mesa. Simplemente le sonrió con las mejillas rojas por la excitación, por primera vez sintiéndose libre de ser torpe… Simplemente él mismo con una persona.

Incluso si ese alguien era Kim JongIn.

 

 

 

- - - - -

 

 

SeHun se aseguró de despedirlos en la puerta del restaurante esa tarde, Minseok todavía no sabe si porque quería lanzarle ese maldito guiño, fastidiar a JongIn o las dos opciones anteriores. Lo que sí sabe es que era muy tarde, y que debe ser cierto que el tiempo pasa muy rápido cuando te estás divirtiendo.

Cuando sus pies automáticamente se hicieron camino hacia la motocicleta, fue el moreno quien sostuvo su mano para que no continuara, trayéndolo consigo en la dirección opuesta.

—Hay un lugar al que quiero que vayamos, ¿está bien?

El más bajito se encogió de hombros, tampoco era como si pudiese negarse a cualquier cosa que ese maldito chico de dieciocho años pudiera pedirle. XiuMin rezaba porque nunca le pidiese algo como robar un supermercado, porque estaba completamente seguro de que las piernas iban a flaquearle si corría y terminarían los dos compartiendo celda en la prisión, con sus tercos padres negándose a pagarles la fianza: Kai siendo finalmente identificado como el cabecilla de actos anteriormente registrados como vandalismo en un grado mayor.

JongIn lo condujo por una calle donde transitaban muchas personas, la mayoría de ellos estudiantes yendo a sus casas luego de un atareado día de clases. Minseok observó con curiosidad como muchas de las personas con que se encontraban se dirigían a Kai respetuosamente, dedicándole inclusive reverencias temblorosas.

Cuando el moreno se detuvo frente a la escalera de incendios de un edificio, las piernas le temblaron al mayor al darse cuenta de que el chico le estaba pidiendo que trepara por ellas, colocándose justo a sus espaldas y asegurándole que estarían bien si tenían cuidado. Al llegar arriba sin detenerse a mirar abajo ni una sola vez, Minseok se dio cuenta que lo más difícil no sería subir, sino bajar.

Teniendo cuidado de no caerse, sus pies finalmente tocaron el concreto del edificio, sus manos balanceándose para no perder el equilibrio, aunque Kai lo sujeto de la cintura justo cuando creyó que podría morir cayendo por la borda.

Sonrojado, el mayor se apartó rápidamente, excusándose a sí mismo caminando hacia el borde contrario de la azotea, sus ojos no perdiendo detalle del amanecer muriendo espectacularmente tras los demás edificios.

—Es hermoso… — Espetó, sintiendo su corazón conmovido.

—No tanto como alguien que yo conozco — El moreno murmuró a sus espaldas, el susurro de su voz tan cerca que lo dejó sin respiración.

—¿Me dirás ahora que estás hablando de ti mismo? — Se burló el mayor, abrazándose a sí mismo como si estuviese buscando la forma de protegerse, protección que no duró demasiado tiempo, porque casi en el mismo instante, los fuertes brazos del moreno se encargaron de mandar toda su cordura al demonio.

—No, Minseok Hyung… Estaba hablando de ti.

Con las manos temblorosas, el castaño claro se removió incómodamente entre sus brazos pero el moreno no cedió en absoluto, su agarre manteniéndose justo en el lugar en que comenzó.

El aludido suspiró, dándose por vencido y dirigiendo sus bonitos ojos al atardecer casi extinto. Las oscuridad comenzaba a abundar dentro del cuadro y los soplidos helados del viento le susurraron advertencias al oído sobre lo tarde que era, así como lo peligroso que era estar en ese lugar.

—¿Por qué me trajiste aquí, JongIn?

El moreno sonrió a sus espaldas, finalmente librándolo de su agarre para moverse junto a él. Su rostro bañado por la poca luz todavía presente en el cielo donde las estrellas apenas comenzaban su tintineo.

—Es extraño lo increíblemente bien que suena ese maldito nombre en tu boca, Hyung.

Minseok se balanceó sobre sus pies, golpeando su hombro tímidamente con el brazo del más alto en un intento por parecer juguetón. — Eso no responde a mi pregunta.

—Sí que eres una pequeñín bastante impaciente.

Los adorables mofletes inflados de su Hyung fueron la suave advertencia de que tenía que parar, el moreno se echó a reír dulcemente entonces, su mirada volviendo a dirigirse una vez más hacia el precioso firmamento cuyas estrellas ya luchaban contra la oscuridad. Las luces en los edificios frente a ellos comenzaron a encenderse una a una, convirtiendo el espectáculo en un desfile de luces que a Minseok le pareció increíble haberse estado perdiendo toda su vida.

—Este es el edificio en el que vivo — JongIn confesó, las manos dentro de los bolsillos traseros de sus pantalones de instituto. — Subo aquí todas las noches después de hacer los deberes, pero comencé a hacerlo hace poco más de un año, cuando todavía trabajaba en el supermercado de la esquina y pensar en las tareas luego de una larga jornada me resultaba cansado.

El mayor se sorprendió por la confesión, dándose cuenta de que no esperaba que el muchacho con el que estaba compartiendo su tiempo fuese trabajador, mucho menos lo suficientemente responsable como para pensar en cumplir con los deberes del colegio. Entonces las regordetas mejillas se le tiñeron de escarlata, su viva imagen perezosa todas las tardes avergonzándolo de sus actos.

—¿Puedes ver esa edificación de allá? — Le preguntó repentinamente, sacándolo de los pensamientos y dirigiendo su mirada a base de instrucciones a una construcción hundida en la penumbra. Minseok asintió lentamente, teniendo que entrecerrar un poco los ojos para ver mejor. — Durante todo un año hasta hace dos meses, un muchacho salía de ese edificio todas las tardes sin excepción a las siete con quince, caminaba por la calle siguiente con la mirada siempre clavada en la banqueta, atravesaba la avenida de enfrente y se detenía a esperar el autobús de las siete treinta en la parada que está enfrente.

Los morenos dedos de JongIn le señalaron un trayecto que a Minseok le resultó conocido. Kai buscó su mirada entonces, regalándole una sonrisa bonita llena de dientes blancos no aptos para un jodido fumador.

—Cuando el hermoso chico dejó de aparecer hace dos meses, tuve miedo de no volverlo a ver, por más extraño que resultase si jamás fuimos presentados y él nunca se enteró de mi existencia. — Dijo quedamente, acercándose un paso y parándose frente con frente al mayor con quien no se había portado del todo respetuoso. — Pero ayer todo ese miedo se esfumó, Hyung.

Minseok se estremeció ante el aliento siendo cálidamente soplado sobre su rostro, dejando sus pies inmóviles sobre el cemento y sus labios entreabiertos como si estuviese esperando poder decir algo, pero no lo hizo…

—Se esfumó cuando te vi saliendo del bar, Hyung, y creo que tú sabes muy bien por qué.

Lo sabía.

Cada uno de los vellos en su cuerpo se erizó, sus temblorosas manos siendo capturadas por las de aquel muchacho que le había salvado la vida la noche anterior.

La nariz del moreno acarició la suya tímidamente, y Minseok estaba tan ensimismado con las cuencas oscuras de sus ojos que se olvidó de prevenir cualquier movimiento.

Ya no le importaba…

No en ese preciso instante.

—Eres tú, Hyung… No puedo equivocarme — El pecho de Kim JongIn se impactó contra el suyo, sus dedos acariciando los suyos con timidez. — Eres el chico hermoso de mi historia y no hay manera de que yo vaya a dejarte ir sabiendo eso.

Los labios de Kai realmente eran tan carnosos como se veían.

Lo supo en el momento exacto en que los estampó contra los suyos, logrando que su rostro se girase casi por inercia y sus manos se tendieran de su cuello casi con naturalidad. Y no tenía idea de por qué estaba correspondiendo el beso de un muchacho al que acababa de conocer, lo único que Minseok sabía era que se sentía correcto y que no tenía ganas de parar.

Peligro.

Absolutamente todo lo que tiene que ver con Kai huele a peligro y, extrañamente, Minseok lo encuentra terriblemente fascinante

 

 

 

- - - -

 

 

 

La lengua de Minseok se movió fuera de su cavidad, ejerciendo un movimiento circular sobre la suave y cremosa superficie de su helado de fresa, separando después sus labios solo un poco para succionar deliciosamente la punta con sabor a fresa que se le deshizo en la boca.

JongIn intentó contener su tic nervioso y se miró las piernas, el sonido de la lengua de su Hyung haciendo travesuras erizándole la piel y las succiones de vez en cuando sorbiendo helado poniéndolo lo suficientemente incómodo como para cruzarse de piernas.

El helado que el moreno llevaba en la mano había comenzado a derretirse unos minutos atrás, exactamente cuando el menor dejó de prestarle atención. Afortunadamente se lo había comprado en un vasito, y, siendo completamente sincero, cuando Minseok lo pidió en cono quedó completamente sorprendido.

Aparentemente su Hyung nunca había encontrado el momento ideal para crecer: Le gustaba combinar los sabores del helado, pedir una ración extra, el cono más grande y de la galleta más crujiente.

Pero sin lugar a dudas había algo en la forma en que succionaba la delicia que tenía en la mano, que al moreno le resultaba de todo menos inocente.

Un chupetón más y Kai comenzó a sudar frio, desabotonándose un par de botones de la camisa del colegio y moviéndola para echarse aire en el pecho. Algo muy extraño en esa tarde de invierno, algo que al parecer extrañó a su Hyung, porque una ceja arriba no se hizo esperar en interrogatorio.

—¿Tienes calor?

La pálida mano del mayor dentro del bolsillo de su suéter le dijo que pensaba debía estar bromeando. Y, por primera vez desde que lo conoció, JongIn tuvo muchas ganas de arrojársele encima y no precisamente para comérselo enterito.

—Algo como eso — admitió con una sonrisa nerviosa, olvidando su helado servido en vasito sobre la banca en que estaban sentados y pasando a frotarse la parte posterior del cuello.

—Pero está haciendo frio — XiuMin murmuró con los ojos en blanco, acercándose repentinamente y aprovechando para dejar al moreno sin habla.

Tenía las comisuras de los labios adorablemente manchadas con vainilla.

Una imagen demasiado tentadora para alguien tan malpensado como el adolescente.

—H-Hyung… Uhm, tienes… Tienes que detenerte.

Las morenas manos del menor posicionadas sobre su pecho y empujándolo hacía atrás para que retrocediera confundieron a Minseok, que pegó los pies con firmeza al suelo, negándose a apartarse.

Su ceño no tardó demasiado en fruncirse. — Oye, fuiste tú el de la idea de comer helado en pleno invierno así que deja de comportarte tan extraño.

—D-Dijiste que te gusta el helado — JongIn exhaló ruidosamente, pasándose ambas manos por el cabello en un gesto increíblemente nervioso al que Minseok respondió con una ceja arriba. — No sabía a dónde más podríamos ir.

—Por supuesto — El castaño claro contraatacó de inmediato. — Porque no existen los cafés o los restaurantes de comida rápida y calientita.

Avergonzado por su falta de razonamiento, Kai intentó esconder sus sonrojadas mejillas llevándose las manos a la cara. — Bien, supongo que fue mi error.

—De hecho lo fue.

—¡Bien!

Demonios, debía admitir que ese pequeñín era muchísimo más testarudo de lo que alguna vez se imaginó. JongIn meció las piernas nerviosamente, ahora preocupado porque el chico tuviese ganas de marcharse y él tuviese que buscar la mejor de las excusas para no pararse y revelar el creciente bulto dentro de sus pantalones.

Minseok guardó silencio, sin embargo, haciéndole creer por un par de segundos que si se mantenía quieto de esa forma su problema desaparecía muy pronto.

Se equivocó.

El sonido de las succiones volvió, ésta vez incluso repitiéndose con más frecuencia y cuando Kai alzó la vista, se arrepintió inmediatamente de haberlo hecho.

Porque Minseok ahora rodeaba la base del cono con su lengua, moviéndola ágilmente hacía arriba para devorar el delicioso líquido que se escurría por el borde hasta llegar una vez más a la punta semi-derretida, cerrando sus labios ésta vez tomando tanto como le fue posible.

Y JongIn supo que probablemente iba a arrepentirse de hacer lo que estaba a punto de hacer pero no lo pensó durante suficiente tiempo como para arrepentirse.

—¿Qué estás haciendo JongIn? ¡Tengo frio, no corras!

El aludido se detuvo únicamente para arrebatarle el helado de las manos a su Hyung y depositarlo en un bote de basura cualquiera, sacándose la chaqueta negra un segundo después y entregándosela al bajito.

—¿Por qué me das esto? — Minseok tuvo que chuparse adorablemente cada uno de los dedos de la mano con la que estuvo sosteniendo el helado antes de recibir el abrigo. — ¿A dónde vamos?

Kai le dio la espalda de inmediato, como si le estuviera dando privacidad para colocarse la chaqueta, incluso si el mayor ya estaba usando un suéter.

—Te llevaré a tomar chocolate caliente, Hyung. Es mi culpa que tengas frio.

Las mejillas regordetas se le sonrojaron a Minseok, quien encontró el olor del abrigo que se le fue proporcionado increíblemente delicioso en el momento en que la cerró sobre su cuerpo. Le quedaba grande y estaba seguro que luciría ridículo llevando encima un accesorio del tipo chico malo, pero no le importó demasiado cuando cayó en la cuenta que era Kai quien le había prestado su abrigo.

JongIn le echó un vistazo antes de echarse a andar, manos en los bolsillos intentando remediar lo apretado de sus pantalones de cuero.

—Te ves hermoso, Hyung.

Minseok lo golpeó en el hombro a puño cerrado, parándose junto a él pero evitando mirarlo. — Eres un niño muy molesto, JongIn, ¿saben tus padres que te hiciste un tatuaje?

El moreno abrió los ojos con sorpresa, mirándose el hombro descubierto gracias a la camisa sin mangas que estaba usando. Una sonrisa se extendió sobre sus labios carnosos entonces, armándose de valor para tomar la pequeña mano de su Hyung entre la suya, dedos entrelazados con dedos.

—¿Se los dirás tú, Hyung?

Minseok no respondió.

 

 

- - - - -

 

 

 

Sentado en las escaleras del edificio donde BaekHyun vivía, Minseok cuestionó su salud mental una vez más.

Del primer encuentro con aquel encantador chico que ya no era para nada un desconocido, habían transcurrido ya más de cuatro semanas, por lo que las visitas del motociclista a su Institución educativa tampoco eran más una novedad. Baek se había encargado de repetirle por lo menos un millón de veces que la edad del muchacho no era un pero que valiese la pena, y probablemente a esas alturas el pequeño rubio estaría exhausto de repetir las mismas palabras de siempre.

Pero por primera vez en el mes, ese no era el motivo por el cual Minseok había decidido buscarlo.

En su opinión, montarse en la parte trasera de la motocicleta de Kim JongIn e ir a comer helados era la perspectiva más dulce de su relación, pero tal como temió desde un principio, tampoco era la única.

Más temprano ese día, Kai lo había llamado para pedirle salir durante la noche.

Minseok no tuvo que darle muchas vueltas al asunto para saber a dónde iba a llevarlo y, aunque se encontrase a sí mismo perfectamente vestido para la ocasión, su cerebro no terminaba de crear imágenes espantosas dentro de su cabeza y reproducirlas sin control: Imágenes que involucraban disparos, pandillas callejeras y el oscuro callejón del que afortunadamente el moreno lo salvó el día en que se conocieron.

Y sí, probablemente solo estaba siendo un maldito paranoico, pero nadie podía culparlo por serlo.

El relato de JongIn acerca del por qué decía quererlo, fue suficiente para aceptar no citas durante numerosos días. Pero pensar en que el muchacho pudiese llevarlo de vuelta a ese lugar que tanto temor le provocaba… Le retorcía las entrañas a Minseok.

—¿Min? ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que ibas a salir con el tal Kai esta noche.

El aludido levantó la mirada, justo a tiempo para encontrarse con un Park ChanYeol vistiendo pantalones de gimnasio y girando las llaves de su camioneta entorno a su dedo índice.

—Oh, uhm… Sí, simplemente pensé en pasar a saludar primero.

El gigante le dedicó una amable sonrisa antes de sentarse a su lado en las escaleras, respondiéndole a sí al mayor una pregunta que jamás hizo… No estaba en sus planes dejarlo entrar en el departamento. ChanYeol probablemente lo conocía lo suficiente como para imaginar que si lo hacía, Minseok encontraría la manera de amarrarse a sí mismo en uno de los sofás como excusa para no volver a salir. Porque sí, ya había acudido al hogar de su mejor amigo anteriormente intentando evitar encuentros inevitables.

La maleta con la ropa formal de la que Park seguramente se deshizo después del trabajo fue abandonada un escalón por debajo de sus pies, Minseok suspiró cuando el tintineo de las llaves del más alto amenazó con terminar con su paciencia.

—BaekHyun pasará todo el fin de semana con su madre, creí que lo sabías.

El de mejillas regordetas hizo un nudo con sus manos. — Sí — asintió, dedicándole al menor una mirada nerviosa —, pero nosotros también somos amigos, ChanYeolee.

La ceja arriba del castaño le avisó que el chico no tenía planeado creerle ninguna de sus mentiras.

—Baek dice que estás teniendo problemas de aceptación con tu novio.

—¡No es mi novio! — Se escandalizó un sonrojado Minseok.

ChanYeol se rio. — Veo que no mintió.

—¡Oh, demonios! — El bajito tomó una gran bocanada de aire y se cubrió el avergonzado rostro con ambas manos. — ¿Acaso BaekHyun tiene que contarte cada una de mis malditas inseguridades?

El brazo de ChanYeol sobre sus hombros no lo tranquilizó, sino que hizo que se tensara más, preguntándose repentinamente si acaso eran sus secretos los que la pareja cotilleaba de vez en cuando mientras tenían sexo. La sola idea le provocó nauseas.

—Nosotros no hablamos de ti cuando lo hacemos, Hyung. — Le aseguró el gigante repentinamente, y Minseok se preguntó entonces si era tan claro como el agua que hasta podían leerle el jodido pensamiento.

Permaneció en silencio, sin embargo, mirando las botas nuevas que no tenía la necesidad de comprar y sin embargo esa misma tarde pagó en efectivo. Eran negras y se ataban con cuerda gris, algo que no iba para nada con su imagen pero sí con la de Kai.

Luego de exhalar ruidosamente, el Hyung tiró de esa chaqueta que no era suya con los dedos, envolviendo la tela nerviosamente. — ¿Crees que yo realmente le guste?

ChanYeol recargó la barbilla en su palma, dedicándole una sonrisa enorme.

—Creo que sería un idiota si no le gustaras, Hyung.

Minseok refunfuñó haciendo un puchero. — Lo único que tú quieres es que me vaya.

—Por supuesto — Park admitió antes de echarse a reír, la mirada asesina de su Hyung sobre su figura. — Pero eso no quita que vaya a romperle la cara al idiota de Kai si juega a hacerse el listo contigo.

El mayor le dedicó una sonrisa honesta.

Estaba feliz de tener esa clase de amigos consigo.

 

 

- - - - -

 

 

Sentado en una silla que probablemente era mucho más cara que cualquier cosa sobre la que su trasero se hubo sentado alguna vez en su vida, Minseok comenzó a sentirse ridículo y estúpido, muy estúpido.

JongIn estaba sonriéndole, sin embargo.

—Realmente te ves muy guapo esta noche, Hyung.

Haciendo un puchero, el mayor jugó con los cubiertos puestos sobre la mesa. — No te burles de mí, Kim JongIn.

El camarero llegó justo a tiempo para evitar que Minseok terminase de ridiculizarse a sí mismo arrojándose sobre su acompañante durante la velada. Platillos demasiado lujosos que su estómago jamás se imaginó tener la dicha de probar les fueron servidos, y lucían tan apetitosos que el de mejillas regordetas tuvo que morderse los labios para no ponerse a babear.

Kai soltó una carcajada de esas que era siempre incapaz de controlar y se hizo con un cuchillo y un tenedor, sosteniéndolos frente a su cara como si fuesen lo único capaz de protegerlo de la mirada asesina de Minseok.

—No estoy mintiendo — le susurró el moreno, dedicándole una mirada impaciente al camarero hasta que éste los despidió con una sonrisa, pidiéndoles de favor que lo llamaran si necesitaban algo. — Luces increíble y jamás pensé que tuvieses unas de esas botas guardadas en tu armario.

Avergonzado, el mayor cortó con gran trozo de pechuga de pollo y se la llevó a la boca, mascando con fuerza pero sin ser ruidoso para evitar tener que dar una respuesta.

Todavía no podía creer lo imbécil que había sido como para pensar que Kim  JongIn tendría ganas de llevarlo al lugar donde se conocieron. Se sentía primero terriblemente culpable por haber llegado a pensarlo, lamentándose durante todo el trayecto escaleras arriba del lujoso restaurante donde JongIn había planeado llevarlo: El mismo que seguramente le costó por lo menos la mitad de esos ahorros que decía tener en un cochinito dentro de su cajonera, porque era demasiado holgazán y joven como para crearse una cuenta en el banco.

Supo, desde el instante en que Kai bajó de la motocicleta para recogerlo en la calle del departamento de BaekHyun, usando ese traje negro probablemente rentado, que se había equivocado en sobremanera al elegir ese día para vestirse como usualmente el muchacho informal solía hacer.

Y ChanYeol mismo se lo había recalcado, codeando sus costillas mientras intentaba no partirse de risa.

—¿Quién es el informal ahora?

Las personas adineradas que seguramente estaban acostumbradas a frecuentar ese restaurante lo dijeron todo con sus miradas desaprobatorias. Lucía ridículo para el lugar en que estaba sentado, aunque por supuesto, eso no parecía contar para Kim JongIn.

—Las compré esta tarde — Se atrevió a decir por fin, decidiendo que no iba a lograr nada con atragantarse y dándole un largo sorbo a su agua servida en copa.

Kai levantó una ceja. — ¿Por qué harías algo como eso?

Minseok miró los cubiertos durante más de un segundo en tanto decidía si era o no conveniente responder con honestidad. Pero terminó haciéndolo de todas formas, porque mentirle a JongIn era algo que simplemente ya no se sentía correcto.

—Creí que me llevarías al bar.

—Al bar… — JongIn repitió, ceño fruncido y sonrisa desvaneciéndosele de los labios. — ¿Por qué demonios creíste que yo iba a llevarte a ese lugar?

Minseok se sintió demasiado culpable para ese instante, prefiriendo dedicarle una mirada a las personas sentadas a su alrededor, percatándose de que probablemente su usual vestimenta a cuadros con chalecos de colores opacos hubiese encajado con ellos a la perfección.

Se preguntó entonces si JongIn lo había llevado ahí por ese mismo motivo. Y más ganas sintió de arrojarse por la ventana, negándose a hacerlo de todas formas, porque pagar ese vidrio le resultaría al moreno demasiado caro.

Se encogió de hombros. — No lo sé… Pensé que podría ser la clase de lugar que frecuentas.

Kai suspiró, haciendo a un lado las delicias que estaba a punto de comerse para mirarlo con severidad. — Jamás te llevaría de nuevo a un lugar que odias.

Minseok asintió silenciosamente.

—No, escúchame, Hyung. No sé qué clase de persona pienses que soy, pero necesito aclarar que no soy un asesino serial, ni tampoco el pandillero más buscado por la policía.

El último comentario escandalizó a una mujer regordeta que debía pasar de los cuarenta, la misma que estaba sentada en la mesa de al lado y no había parado de cotillear mirándolos como si le causasen repulsión desde que llegaron.

JongIn miró profundamente dentro de sus ojos, con las cejas levemente curvadas hacia arriba en señal de dolor. — La razón por la cual soy considerado un jodido matón por la mayoría de mis compañeros es muy simple: Al principio no me importó, creí que si me ganaba esa especie de fama me libraría de los problemas por el resto de mi estancia en el Instituto, pero no fue así.

El mayor asintió para que continuara.

—Cuando conocí a SeHun era un chiquillo indefenso al igual que yo, los chicos de tercero lo molestaban cuando salíamos por la tarde… No pude soportar que lo golpearan, así que me interpuse y lo defendí. Lo cierto es que jamás pensé en las clases de defensa personal que mi padre me obligó a tomar como útiles hasta ese preciso momento. — El moreno suspiró ruidosamente, como si la suya fuese una historia que explicó demasiadas veces y nadie nunca comprendió — Los rumores corrieron muy rápido, para el siguiente lunes todo el mundo me temía. Nunca hice nada por callarlos y cuando lo intenté simplemente fue demasiado tarde. Sé que suena estúpido, peor muchas veces la realidad lo es.

Minseok tragó saliva, percatándose de lo rudo que seguramente debió haber sonado un momento atrás, deseando poder retroceder y jamás decir aquello que estaba seguro era demasiado tarde para retractarse.

—La razón por la que estaba en el bar esa noche tan tarde es mi hermano TaeMin — Suspiró ruidosamente — ese chico es un caso perdido, y me gusta acompañarlo para asegurarme de que regrese bien a casa, aunque esa noche estaba tan borracho que no había dejado de insistir en que me uniera para ir a bailar — lo miró y le dedicó la primer sonrisa desde que su semblante se volvió serio. — Me alegra no haberlo hecho, Hyung.

Minseok agachó la mirada, apenado. — ¿N-No estás molesto?

—¿Por qué debería estarlo? — JongIn sujetó su mano sobre el mantel perlado que cubría la mesa.

—Te juzgué. — Minseok se mordió el labio inferior, animándose a mirarlo fijamente, con todo ese sentimiento amoroso que siempre le iluminaba los ojos cuando pensaba en ese chiquillo moreno que tenía enfrente.

La sonrisa que el menor le dedicó le tranquilizo el alma. — Todos nos equivocamos, Hyung, pero me alegra que incluso aunque pensaras mal de mí estuvieses dispuesto a darme una oportunidad.

El mayor lo pateó juguetonamente por debajo de la mesa, sus pestañas revoloteando con coquetería: Podía jurar que jamás se había sentido tan atraído por alguien en toda su vida. Su mano estrechó la de aquel chico repentinamente ya no tan misterioso.

—¿Significa esto que estamos oficialmente juntos, Minseok Hyung? — Inquirió con un tono de voz tan coqueto como dolorosamente atractivo.

Las mejillas rojas de Minseok respondieron por él incluso antes de que se dignara a asentir con lentitud. JongIn se mordió el labio inferior de forma coqueta, lanzándole un guiño que prometía una ronda de besos más tarde, bajo el umbral de su departamento, todavía montado en la parte trasera de esa monstruosa motocicleta a la que poco a poco le había ido perdiendo el miedo.

—¿Significa esto que quieres parar de fumar?

Kai le mostró sus dientes blancos, XiuMin tomó nota de preguntarle sobre su odontólogo más tarde.

—No, Hyung. La verdad es que no quiero, pero lo haré porque tú quieres que lo haga.

Más sonrojado, incluso cuando creyó que eso era imposible, Minseok volvió a golpear su pierna con su pie bajo la mesa. — Eres un idiota, ¿lo sabías?

JongIn guiñó descaradamente en su dirección.

—El idiota que te quiere, Hyung. Solamente a ti.

Y nunca estuvo en los planes de Minseok caer en los brazos de un chiquillo como ese… Pero estaba seguro de que ese solo era el principio de una muy larga historia.

 

 

Notas finales:

Daniela, te amo <3


Lamento tanto haberte hecho  esperar durante casi dos semanas, pero la verdad no había tenido tanto tiempo de sentarme a escribir. Ayer iba a hacerlo, pero el TaoRis me ganó </3 Lo siento mucho, pero finalmente aquí está el final de esta historia. Espero con todo mi corazón que te guste, no soy muy buena con parejas que nunca antes se me habían ocurrido, pero di lo mejor de mí. Espero tener más ideas para XiuKai’s en el futuro, y hacerte feliz, y que esto sea capaz de dejarte satisfecha <333


¡Gracias a todos por leer! Disculpen que no sea capaz de manejar historias verdaderas de chicos malos xD y también la tardanza. Soy cursi por naturaleza, al parecer: ¡Pero eso no me quita lo seme!


Disculpen también mis faltas (porque debe haberlas), lo cierto es que o publico o corrijo. No se olviden de comentar c:


Besitos.


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