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El Escudero por geminisnocris

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Notas del fanfic:

Perdón, no sabia que no se habia subido nada.

Notas del capitulo:  
Gracias por leer, me gustaria saber que piensan con un hermoso review

EL ESCUDERO

 

r13;

 

 

 

Seis años atrás, Guerra entre el reino Del Averno y el Reino de Palas, media noche.

 

 

-Shion…

 

 

La voz de su enemigo retumbó al mismo tiempo que los truenos y rayos iluminaron el enorme Castillo y rebotó entre las paredes de piedra, haciéndolo tensar su mandíbula y apretar su puño con fuerza, junto a él, su hijo menor, un pelilila de diez años llamado Mu, quien se aferraba a su padre con fuerza junto a una espada de oro, ambos ocultos de la vista del rey de los guerreros oscuros.

 

r13;Vamos Shion, no me hagas esperar, sabes que la paciencia no es una de mis virtudesr13;se mofó de nuevo el hombre, esta vez haciendo eco con sus botas plateadas sobre el piso marmolador13;hagamos un trato... tú me entregas el reino y yo prometo solemnemente dejarte ir a ti y a tu hijo.

 

En su escondite, el rey solo presionaba con mayor fuerza su espada y con su otra mano la boca de su hijo que amenazaba según el con salir a callar a ese infeliz, de un movimiento giró al infante capturando sus esmeraldas contra la poca luz que despedían algunas antorchas, lo abrazó luego con fuerza aferrándolo contra su pechor13;Basta Mu...r13;murmuró en su oído casi como un susurror13;ganaremos más con el silencio hijo... ellos no tardarán en llegar.

 

El joven asintió con suavidad relajando un poco su cuerpo, viendo los orbes rosados de su padre llenos de esperanza. ¿Ellos no tardarían en llegar? Pensó el niño mientras su semblante cambiaba por uno menos preocupado, si su padre confiaba en esos guerreros que muchas veces escuchó nombrar en grandes hazañas y leyendas, entonces él también lo haría— los héroes dorados—se repitió tras una sonrisa, ellos jamás permitirían que ese malvado rey ganara.

 

Mientras tanto, el perverso rey de ojos azules celebraba su cercana victoria sentándose en el majestuoso trono de Palas, acariciando con sus manos las tersas cubiertas de algodón rosado que cubrían los recuesta brazos, sonriendo con cinismo mientras su vista viajaba por el inmenso salón que se iluminaba con cada resplandor de los rayos, suspiró y se puso de pie hasta llegar a uno de los ventanales que daba hasta el patio principal del castillo, la luz de las centellas de aquella terrible tormenta mostraba el color carmesí con que la sangre de soldados e inocentes del reino teñían el barro.

 

Por su parte, Shion había decidido caminar tras los pasadizos secretos del castillo hasta una de las salidas de emergencia mientras su enemigo se mantenía silencioso, pasivo, casi como esperándole, pero al pasar justo tras su trono, su corazón dio un vuelco, ahí, de pie, frente al gigantesco ventanal que todas las mañanas le permitía vigilar los pequeños entrenamientos o las actividades , se encontraba el hombre que hubiese aterrorizado a más de la mitad de los reinos, Hades, en todo su esplendor, permitiéndole ver apenas a su pueblo totalmente acabado, los ojos de Shion se llenaron de lágrimas que tragó y el coraje le recorrió cada centímetro de su cuerpo al ver entre el tumulto, totalmente bañado de sangre, el ropaje dorado de uno de los tan afamados guerreros y con eso toda esperanza perdida, de inmediato bajó su mirada y un par de pequeñas esmeraldas le observaron con necesidad de respuestas, rápidamente tiró de la mano de su hijo y lo guio justo tras el gigantesco cuadro de la anciana reina, si su reino estaba agonizando, entonces la única esperanza era mantener al último de los herederos vivos, sin pensarlo más y con rapidez abrió una pequeña puerta y tras de esta un joven de cabellos rubios asomó su rostro, observó por última vez a su hijo y lo besó en la frente.

 

r13;Asmita... habrá un pequeño cambio de planes, solo no veas atrás r13; ordenó ante el confundido Mu que veía de uno a otror13;llévatelo lejos...

 

r13;Pero padre... ¿Qué haces?r13;el menor se liberó de los brazos del rubio que recién lo sujetaban y de nuevo se tomó de las manos de su progenitorr13;tu dijiste que los guerreros vendrían a salvarnos... a ayudarnosr13;Shion bajó su mirada y acarició la mejilla de su hijor13;padre... ¿Acaso todo fue mentira? Acaso hemos...r13;un par de lágrimas rodaron por sus pálidas mejillas, el aun no conocía la derrota.

 

r13;Solo vete... yo iré por ti... —dijo Shion apartándolo con brusquedad y cerrando la puerta.

 

r13; ¡PADRE!r13;grito finalmente Mu, sin poderse contener cuando el rubio impaciente por salvar su vida lo arrastró a través del oscuro pasadizo.

—x—

 

El grito del pequeño hizo que Hades se girara con rapidez, sacando al mismo tiempo que sonreía la espada que se ceñía en su cinturón, se encaminó como un lobo olfateando el miedo de su presa hasta topar con la espalda descuidada del rubior13;Con que jugando a las escondidas  ¿he Shion?...r13;se carcajeo el pelinegro sacando al fin su espada y embistiendo con rapidez a su contrincante.

 

r13;Te equivocas…—siseó entre dientes Shion mientras con gran agilidad se giraba deteniendo el ataque con su espada— ¡Ahora solo somos tu y yo Hades!r13;murmuró sin perder de vista a su enemigo, perdiéndose entre su profunda y al mismo tiempo vacía mirada.

 

r13;Claro…— rió con fuerza, alejándose para embestir de nuevo— como digas... de todas formas mereces morir con honor Rey de Palasr13;se mofó con descaro azotando los metales una vez más.

 

La pelea, que se mantenía con fuerza en partes iguales, se extendió por todo el salón, botando y quemando a su paso las largas cortinas y los cuadros más grandes, aun así y de un movimiento rápido Shion logró por un momento colocar a su oponente bajo su peso, acercándole sin dudar su filosa espada contra el cuello desnudo.

 

—Vas a pagar todo lo que le has hecho a mi pueblo, maldito… —murmuro el rubio empujando cada vez más el metal contra la piel de su enemigo.

 

— ¿Sabes que me da pesar?…—murmuró Hades con una sonrisa en su rostro.

 

—Morir en mi manos es un… —pero las palabras de Shion nunca terminaron de salir, al mismo tiempo que el último de los rayos tocaba la tierra para llenarla de luz, una filosa daga atravesaba su corazón desde su espalda— Hades… eres un… —murmuró tocando su pecho al mismo tiempo que liberaba a Hades de su peso.

 

El pelinegro empujó con fuerza al rubio para ponerse de pie, limpió la comisura de sus labios de donde escapaba un fino hilo de sangre y se acercó arrodillándose para girar a Shion y tomar su rostro entre sus manos—Shion, esto me da pesar… que el más grande rey de Palas haya muerto de la forma más… simple e inmerecida del mundo y todo a manos de un simple niño guerrero—murmuró, mientras se ponía de pie y alzaba su espada para terminar la agonía de su contrincante, incrustándole la punta filosa justo sobre su corazón— ¿no es así mi más fiel soldado…?

 

—Mi señor…

 

—Ya puedes salir joven Radamanthys, creo que de nuevo hemos ganado…

 

La risa burlista de Hades llenó el lugar, a ella se le sumaba la sonrisa de su más fiel guerrero  mientras sus botas de plata eran manchadas con la última gota de sangre de un reino inocente.

 

—x—

 

 

 

 

 

La mañana bañaba desde temprano las colinas que escondían su nuevo hogar, desde la cumbre del árbol más grueso, un joven que aún no pasaba los veinte años se dejaba acariciar por la brisa vespertina que le llenaba de nostalgia mientras jugueteaba con su oscuro cabello, los recuerdos del que alguna vez fuese su hogar se habían convertido con el paso de los años en una leyenda borrosa que el mantenía aferrada a su memoria.

 

El averno finalmente había ganado la dura batalla contra Palas, mucha gente inocente había muerto y él sentía que era su culpa, cargaba en su conciencia el haber huido como un cobarde cuando apenas era un niño y dejado a su padre morir como un perro, ahora su vida estaba a cargo del fiel consejero real Asmita y de su hijo Shaka, quien se había convertido en su mejor amigo y benefactor, y quien se mantenía trabajando en las ciudades cercanas como herrero.

 

En diez años que habían transcurrido, Mu se había hecho todo un apuesto joven, su cabellera ahora más larga se juntaba casi en la punta con una suave coleta, sus ojos de un  verde esmeralda rebosaban aun de inocencia, sus mejillas pálidas resentían la caricia del sol tiñéndolas de un suave rojo, en todos esos años había tomado el conocimiento aun en contra de las peticiones de Asmita y con la ayuda de Shaka, de armaduras y caballos. Llenó sus pulmones antes de dejarse caer al suelo cubierto de verde pasto y tomó las manzanas que había recolectado en solo la mañana para colocarlas en una bolsa de tela que cruzaba sobre su pecho, pronto el sol chocaría contra las ventanas de su humilde morada y posiblemente su guardián lo buscaría como loco, dedicó antes de saltar un poco de su tiempo para pasear su vista sobre el horizonte, dejándose cautivar por el vaivén del manto natural de flores que cubrían el extenso valle, una sonrisa estuvo a punto de dibujarse en su rostro hasta que una extraña figura se abrió paso entre la alfombra natural, sobresalía un estandarte que traía dibujado un enorme sol, y el inconfundible ruido de los caballos llenó desde la lejanía sus oídos.

 

—Guerreros…—murmuró tensando cada parte de su cuerpo.

 

Sin esperar más, saltó y dio media vuelta rumbo a su casa pero una fuerte pared le impidió su fugaz huida tumbándolo al suelo mientras todas sus manzanas rodaban fuera de la bolsa, frente a él, un hombre le apuntaba con una filosa espada sin un ápice de miedo. El sol finalmente comenzaba a cubrir cada rincón y el resplandor de la armadura que aquel extraño portaba le obligó a cubrir sus ojos.

 

 

— ¿Quién eres…? —  susurró pasando su vista desde la espada hasta su dueño, recorriendo el hermoso labrado de lo que parecía oro en su empuñadura y definiendo los extraños símbolos que se dibujaban sobre esta, tan embelesado como un niño viendo volar un cometa de colores, tan distraído como para que la voz de otro de los hombres lo hiciera casi brincar en su sitio.

 

— ¡Niño!...

 

El chico se giró y se puso de pie rápidamente tomando su bolsa de tela con las pocas manzanas que quedaban dentro de esta, observó de uno a uno de los cuatro hombres que ahora se encontraban frente a él montados aun en sus gigantescos corceles, quienes aprovecharon para masticar las frutas que rodaron hasta sus patas, estaba rodeado, sin saber si aquellos podrían ser amigos o enemigos, seres imponentes cubiertos de armaduras doradas que permitían solo ver el color de sus ojos tras una angosta hendija.

 

Finalmente y aprovechando el ensañamiento del muchacho  uno de los hombres bajó con cautela de su bestia y sacando su espada se acercó de manera intimidante— ¿Sabes dónde podemos encontrar comida para nuestros caballos y hospedaje? Nos han contado que cerca de aquí vive un joven herrero… ¿lo conoces?r13; preguntó con un curioso acento llamando la atención del más joven.

 

—No lo sé—respondió Mu con rapidez a sabiendas de que hablaban de Shaka y dando varios pasos hacia atrás con su ceño fruncidor13;el pueblo más cercano está a más de treinta kilómetros de aquí… y el único herrero que conozco no está—continuó aun con malicia, golpeándose mentalmente al sentirse tan expuesto y temeroso.

 

r13; ¿Tú vives en esa casa?r13;señaló otro de los imponentes hombres, quien también se había bajado de su caballo y ahora se acercaba hacia Mu de manera tranquila, observó tras los hombros de su otro compañero  y el joven y tras su máscara de oro r13;parece que tienen un granero... tus padres... ¿Dónde están?

 

Un fuerte dolor en su pecho se apoderó por un momento haciendo que sus ojos ardieran al recordar a su progenitor.

 

r13;Mi padre él… él está... —pero antes de completar su respuesta la voz del rubio que cuidaba de él le detuvo. Se volteó con rapidez buscándole y su rostro se llenó de congoja al verlo acercarse lentamente.

 

Asmita acentuó con seguridad cada paso hasta llegar hasta donde el sonido de las conversaciones lo guiaron, luego de la abrupta escapada para salvar la vida al joven príncipe, una extraña enfermedad había hecho mella con su vista, privando su visión año tras año, hasta dejarlo en una completa ceguera.

 

r13;Mu...r13;habló con parsimonia— permíteme atender a los caballeros… —murmuró acercándose cada vez más, levantó una de sus manos que el joven príncipe tomó rápidamente y se hizo a su lado— ¿con que nombres debo referirme hacia ustedes forasteros? —preguntó con su entrecejo fruncido, sin temor alguno.

 

—Mi nombre es Dhoko… —dijo uno de los que aún se mantenían montando— él es Milo…—señaló ignorando su ceguera a quien portaba el estandarte— quien preguntó sobre sus padres se llama Ángelo o más conocido como mascara de la muerte y ese es Afrodita —continuó señalando al tipo que aún se mantenía a su lado— y el hombre que está a sus espaldas es Kanon, hermano de Saga uno de los guerreros de la antigua orden dorada.

 

r13;Ustedes son caballeros doradosr13;murmuró Asmita sin poder evitarlo, inmediatamente sintió la presión del joven en su mano y el correspondió de la misma forma en un acto de intentar tranquilizarlo.

 

r13; ¿Cómo nos conoces?r13;uno de ellos, el de nombre Afrodita, se bajó de su caballo acercándose junto a Ángelo, con su rostro esta vez lleno de desconfianza r13; ¿acaso pertenecen al perdido reino de Palas?

 

Un abrupto silencio solo interrumpido por el silbido del aire entre los arboles  fue lo que antecedió al estallido del joven príncipe.

 

r13; ¡El reino de Palas ya no existe!r13;respondió Mu furioso, abalanzándose contra ellos, trayendo de rastras al ciego sujeto de su muñecar13;fue su culpa, ustedes dejaron morir al rey... el confío en ustedes... son unos bastardos no hacen nada en...r13;las palabras del más joven fueron interrumpidas por el agarre de un hastiado Mascara de la muerte, quien de un rápido giro lo sometió contra el suelo empujando a los brazos de Afrodita al rubio que aún lo sujetabar13; suéltame... —murmuró para dejar escapar un fuerte quejido de dolor.

 

r13;Tienes la boca muy grande para ser un simple campesino niñato r13; murmuró el guerrero a sus espaldas administrando más y más fuerza mientras su otro compañero sostenía al rubio que inútil moría con cada grito de su joven señor.

 

r13; ¡Déjenlo ir por favor!  r13; suplicó Asmitar13;es solo un joven rebelde que no sabe cuidar su boca... por favor…

 

Kanon, quien se había mantenido distante de brazos cruzados, apartó su casco liberando su melena contra el viento, se acercó lentamente colocando su mano sobre el hombro de su compañero hasta escucharlo chasquear su lengua y verlo soltar al joven, de la misma forma, sus ojos de verdes dieron la orden hacia Afrodita para que liberase al ciego justo al lado del chico.

 

Mu tomó a Asmita con delicadeza ayudándolo a ponerse de pie, conteniendo su furia ahora aumentada para evitar que quien lo terminase de criar tuviera la misma suerte de su pueblo y muriese a manos de esos guerreros.

 

r13;Mi señor...r13; Asmita le murmuró al oído cuándo lo pudo sujetar del brazor13;contrólese por favor...r13;Mu continuó con su respiración agitada mientras asentíar13;mi señor… por nosotros…

 

—Bien… —murmuró con su rostro aun lleno de ira, sintiendo como el rubio suspiraba lleno de tranquilidad— pero esto lo hago solo por ti y por Shaka…

 

—Debo disculparme por este… mal entendido— dijo el peliazul caminando hasta colocarse de frente al rubio y al chico— pero mis compañeros  y yo estamos preparados para cualquier eventualidad… somos guerreros hechos para matar… ¿comprendes niño? —Mu clavó sus esmeraldas sobre las suyas despidiendo tanto odio como pudiese— no me veas así… y contesta…

 

—No soy un niño… y ya comprendí… son capaces de matar a gente inocente que se cruce en su camino… — el joven no bajó en un solo momento su mirada y el guerrero le igualó.

 

—Entonces...— habló Dohko de nuevo limpiando su garganta para dar por terminado el incómodo momento— ¿será posible que nos puedas hacer un campo en tu establo para pasar la noche e irnos mañana por la mañana rubio?  Necesitamos que nuestros caballos descansen y sean atendidos… un herrero no nos caería mal en este momento…  todos los gastos serán solventados por esto—dijo el castaño dejando caer a los pies de Mu una bolsa de monedas de oro— espero que sea suficiente.

 

Asmita y Mu guardaron silencio, el joven se agachó a recoger el pago por adelantado y frunció su entrecejo, ¿esos serían los hombres en los que su padre había confiado? ¿De verdad eran esos los guerreros de los que tanto había escuchado hablar? Si ellos eran tan poderosos ¿por qué dejaron morir a su rey? ¿Por qué?, vio de reojo a su cuidador, y presionó su mano de nuevo.

 

Asmita… con esto Shaka no tendrá necesidad de ir a por un buen tiempo a la ciudad y podremos comprar el caballo para cultivar el terreno… —dijo en voz baja, casi un susurro.

 

Pero…— el rubio dudaba, que los guerreros que al parecer su rey había llamado y nunca aparecieron estuvieran una noche ahí, sabiendo que el príncipe no estaría tranquilo y trataría de atentar contra la vida de los hombres poniéndolos en riesgo de nuevo no le parecía una buena idea— Mu…

 

Podré soportar en serio… solo será una noche… —dijo como adivinando sus pensamientos, una noche donde pensándolo bien podría aclarar todas sus dudas.

 

—De acuerdo…—dijo Asmita en voz alta— pueden pasar la noche y sus caballos descansar en el pastizal, haremos un poco de comida y podrán dormir en la sala de nuestra humilde morada…

 

Los hombres se voltearon a ver y finalmente las miradas le recayeron a Kanon.

 

r13; Esta bien— dijo el peliazul, Mu buscó su mirada con desprecio— descansaremos y nos hospedaremos en tu vivienda, andando—ordenó a sus compañeros. Los hombres tomaron las riendas de sus animales y se encaminaron hacia la pequeña casa en silencio, todo bajo la atenta mirada del joven, quien tomó a Asmita para seguirles.

 

—x—

 

El día había sido cansado, el ir y venir de Mu alistando las improvisadas camas en la sala, dando de comer a las bestias y finalmente asando un poco de carne para que los cinco hombres se pudiesen saciar y partir a primera hora del día siguiente le tenía, aparte de nervioso extremadamente agotado. Así que una vez estuvo todo listo el joven se aseó, tomo un poco de pan y leche y partió rumbo a su habitación, se recostó dejando que su trabajada espalda tuviese un respiro y se dejó dominar por el dulce del pan y lo fresco de la leche, tratando de escuchar al mismo tiempo lo que justo al lado el murmuro de los cinco hombres no permitía reconocer, su voz era tan gruesa y fuerte que sus murmullos eran solo sonidos, no podía diferenciar alguna palabra, o por lo menos la mayoría, hasta que Palas salió a la luz, deseaba escuchar todo lo que esos guerreros estaban dispuestos a contar, quería saber si de verdad eran esos aquellos en los que su padre había confiado. Se arrastró un poco hasta abrir con cautela la puerta y ver por la delgada hendija los bultos gruesos que se encontraban reunidos alrededor de un pequeño candil.

 

Palas estará a reventar estos días— dijo Dohko viendo de uno a otro— el evento ha abarcado muchos países este año…

 

—El año pasado llegaron barcos de occidente — dijo Milo masticando aun un pedazo de la suave carne de cordero.

 

— ¿Qué haremos este año? — Mascara de la Muerte se limpiaba sus dientes con la punta de su afilada cuchilla — recuerda que el año anterior te descalificaron por culpa de tu escudero Kanon y eso nos dejó un paso atrás en la tabla de calificaciones…

 

El peliazul se mantenía callado, con su mirada fija en la llama  que bailoteaba dentro de la pequeña ánfora de vidrio transparente.

 

—Saben cuál es mi verdadera intención de asistir a ese lugar… —murmuró finalmente Kanon viendo de uno a otro— recuperar la espada de mi hermano y rescatar al rey o por lo menos sus restos, esa fue la misión de Saga antes de morir o mejor dicho desaparecer… por lo tanto un escudero…

 

El corazón de Mu palpitaba mil veces seguidas amenazando con salirse de su pecho, la leche que sostenía en sus manos se derramó cuando el vaso que sostenía en sus manos se volcó inesperadamente en el piso, haciendo un estruendo increíble e interrumpiendo al peliazul, sostuvo su aire cuando las miradas de los guerreros se fijaron en él y guardó silencio cuando Milo se acercó para abrir la puerta y tomarlo de la camisa para arrastrarlo hasta el centro de la reunión.

 

De nuevo el silencio solo era interrumpido por la gruesa respiración del joven, quien veía de uno a otro.

 

— ¿No sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas mocoso?

 

Mascara de la muerte se mantuvo de pie ante Mu, esta vez limpiando sus uñas con su navaja, se agachó lentamente hasta poder observar sus ojos casi sin parpadear.

 

—Podría arrancarte la lengua en este instante… ¿sabes?—dijo, y sonrió cuando el chico dio un trago fuerte de saliva negando con lentitud— Mírenlo ¡está asustado! — rio con fuerza.

 

— ¡Ya basta Máscara! … ya es suficiente— Kanon no había despegado su mirada del muchacho desde que Milo lo había arrastrado hasta el centro de la habitación, escuchó a su amigo chasquear la lengua para luego apartarse — ¿Qué estabas haciendo? ¿Por qué nos estabas espiando?

 

—Quiero ir a Palas con ustedes…

 

Kanon arqueó una ceja al escuchar las palabras del menor. Entrecerró sus ojos y se acercó tomando su mentón.

 

—No llevamos inútiles con nosotros…

 

—Se herrar… conozco sobre armaduras… puedo ser tu escudero— susurró, sin perder de vista el par de ojos del mismo color de los suyos.

 

Al terminar su frase, cada uno de los guerreros se volteó  a ver con cierto desconcierto, los escuderos que servían a Kanon no duraban más de una semana a su lado, su carácter fuerte y sus constantes borracheras les hacían un blanco fácil de cualquier otro luchador, y terminaban por abandonarle en más de alguna situación con tal de salvar su propia vida.

 

Por el otro lado estaba Mu, quien luego de escuchar con atención cada palabra sobre su antigua reino, estaba deseoso de regresar y ser el mismo quien salvase a su padre si es que de verdad estaba vivo y de ver al misterioso hermano de ese peliazul que nunca apareció la noche que ellos les necesitaban, y para ello estaba dispuesto a arriesgar todo lo que tenía.

 

Kanon soltó el mentón del menor, se cruzó de brazos y meditó un momento sus palabras, luego de un hondo suspiro cerro sus ojos lentamente.

—Está bien… iras conmigo

 

Cada uno de los guerreros observaron de uno a otro, en silencio, de pie, justo en medio de ambos hombres. Impresionados de ver la rapidez con la que su compañero había tomado la decisión de llevar consigo a ese joven que apenas y alcanzaba la edad adecuada para ser un escudero de un caballero dorado. Mu sonrió, tragó grueso y se puso de pie sacudiendo sus ropas.

 

—Gracias señor, le juro que no se arrepentirá

 

El peliazul abrió sus ojos y sonrió, esta vez con un sarcasmo enmarcado en su rostro, sabía en perfección lo que hacía, sabía exactamente que no perdía más que el cansancio del animal al llevar un peso extra. Que ese joven delicado no sobreviviría un solo día en las tierras dominadas de Palas. Pero sabía que era su pase a las competencias donde solo los más grandes gladiadores luchaban y con eso la posibilidad de acercarse al gigantesco castillo que se levantaba en medio de la ciudad.

 

—Es eso o morir… no tienes más opciones, lleva lo menos que puedas, entre menos sean tus cosas, menos te van a robar — dijo poniéndose de pie— saldremos a primera hora mañana, si no estás listo, te quedaras…

 

—Lo hare señor… lo hare…—sonrió aún más el menor y se retiró a su habitación, a empacar lo menos que podía, incluyendo el camafeo que alguna vez perteneciese a su madre.

 

—Espero que sepas lo que haces… —murmuro Dohko acomodándose para buscar el sueño. Dejando a un peliazul de brazos cruzados, con su mirada perdida en la pequeña llama y con ella sus pensamientos.

 

Continuara….

 

 

Notas finales:

Gracias por Leer!!!


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