Cap. 2. al que casi todo el mundo detesta.
jeon jung kook, era un alumno brillante, bailarín de alto nivel, dueño de una voz dado por los dioses, guapo en extremo, dueño de un carisma desmedido y con el don de parecer una dulce persona, sin embargo todos lo detestaban, por primera razon, al menos la gente que se daba cuenta como era realmente, un egocéntrico, controlador, un mujeriego, pedante y prepotente cuando las cosas se salían bajo su control, le gustaba pasar de juerga en juerga, de cama en cama, segunda razón para odiarlo, ser mujer y cruzarte en su camino y lo peor llamar su atención, mientras tenias falda, un pecho desarrollado y una vagina que lo albergaras eras su tipo, no discriminaba edad, clase social, no reparaba en entregarte la vida entera por un poco de sexo, era un buen amante, un buen hablador, era un buen músico, era bueno en todo lo que hacía, tercera razón para odiarlo, todo lo que hacía, lo hacía bien sin el mínimo esfuerzo, era un chico dorado, perfecto, pero con una personalidad abrumadora, cuando todo te es tan fácil de hacer, obtener o conseguir, la vida se te hace aburrida y buscas constantemente un desafío, algo que se salga de tus limites o zona segura para probarte y eso fue lo que hizo esa noche.
-siempre te tiras a todas las chicas gracias a tu cuerpo, rostro y palabras, pero podríamos probar algo diferente esta noche ¿no?- le decía taehyung, amigo de infancia de kook, sus padres de una posición acomodada y kookie como le decía de cariño, pasaba la mayor parte del tiempo en su casa, porque en la suya siempre habían problemas.
-suena interesante- dijo hoseok.
-bueno, seguramente no me costara- dijo muy confiado kook.
-eso lo veremos, te daré diez mil dólares, si lo haces-
-lo hago- dijo un ambicioso kook al pensar que sería algo fácil, se tiro el cuello de su sudadera azul bajo su blazer negro adornado con pins en la solapa.
- sabía que aceptarías sin recibir las instrucciones ¿tanta confianza te tienes?- agrego taehyung que se acomodaba su rojo cabello.
-ajam- JungKook arreglaba los anillos de sus manos nervioso .
-está bien- suspiro tae- debes ir y besar al tipo rubio que está en la barra.
-¿que?- exclamo hoseok con una amplia sonrisa, le parecía de cierta forma divertido-genial- se comenzó a reír.
-¿a un hombre?, ¿yo el ladybuster?- se tocaba el pecho con su mano.
-si- asintió tae
-bueno, no creo que sea difícil convencerlo con mi encanto- dijo confiado.
-he ahí lo otro, no debes hablarle, dolo debes ir y besarlo, sin decirle nada, con suerte que te vea, pillarlo de sorpresa y te debe corresponder- la malévola sonrisa de taehyung apareció y la hilarante de hoseok también.
-me golpeara mi hermoso rostro- su sonrisa ladina y su movimiento de cabeza lo hacía ver aun mas engreído.
-son diez mil dólares, kook, diez mil dólares, un golpe valdrá la pena ¿no?-lo miraba fijamente el creador de la apuesta.
-está bien, me iré antes de que me golpee, además eso me servirá para cambiar de aire e ir por alguna chica isleña a jeju, allá hacen el amor a otro ritmo en la playa- cerro un ojo, se paro, subió sus jeans negros rotos, bajo su polera y arreglo su blazer, camino nervioso hacia el pelirrubio que se estaba parando y sin decir nada se lanzo sobre la boca del más bajo, le pareció tosco, pero siguió...
Cuando su presa de diez mil dólares le correspondió el beso y toco su rostro sintió una descarga que no podía interpretar, su pulso se acelero, pero "debía ser como sucede con cualquiera cuando se da un beso" pensó ilusamente, pero no lo soltaba, cuando se acabo el aire el tipo lo alejo, sonrió y evito lamerse los labios, pues el sabor del vodka con la saliva del extraño le dio cierto sabor que le agrado - muchas gracias- le guiño un ojo, cuando vio el rojo fulminante del tipo le pareció guapo "extraño pensamiento" se dijo a sí mismo y se fue, a medio camino levanto los brazos, hoseok y taehyung le celebraron y tae le paso el fajo de billetes.
JungKook se sintió glorioso, tenía diez mil dólares en el bolsillo, por un beso a un tipo desconocido "con cara de muñeco", el sonrojo le pareció lindo y saboreaba el gusto ajeno en su lengua, no le había parecido mal, pero no lo volvería hacer.